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diumenge, 31 de juliol del 2011

En mi trabajo he aprendido que con el amor no basta: Walter Riso.


Walter Riso es psicólogo clínico, investigador y escritor. Recientemente nos para promocionar su libro “Manual para no Morir de Amor”, el cual es una guía para que las personas vivan el amor como algo más saludable. Habla con Confesiones de Sofía sobre las relaciones de pareja y comparte algunas de sus reflexiones para aprender a amar asertivamente.
¿Qué le motivó a escribir este libro?
Yo ya he escrito cuatro o cinco libros sobre el amor, y sentía que tenía que cerrar el tema, algo muy práctico. Me dije, voy a resumir en algunos principios básicos para que la gente pueda aplicarlo a su vida. Esa era mi intención.
¿Por qué cree que en la actualidad las relaciones de pareja son tan frágiles?
Las parejas de hoy tienen ventajas y desventajas. Una de las ventajas es que no necesitan aguantar como las abuelitas una relación de 30 años espantosa. Por un lado en la postmodernidad, junto con el valor de la autonomía, la libertad, la igualdad de derechos,hay un aspecto negativo que influye mucho que es el consumo.
En ese consumo entran las relaciones de pareja. Se aplica la cultura del desechable, la necesidad de cambio, la obsolescencia. Entonces esa cultura lleva a que las personas empiecen a crear pocos compromisos y las separaciones están dándose alrededor de los dos años de casados. No eligen bien porque piensan que pueden cortar muy fácil. Eso influye bastante.
¿Cómo sería la forma sana, asertiva, de amar y ser amado?
Primero elegir bien, uno debe elegir no solamente con el sentimiento. Amar es mucho más que un simple sentimiento. También deja espacio a la razón. Si a ti te gusta alguien, pues está bien, pero tiene que haber un segundo “if”, una decisión que se tome con la cabeza y no con el colon.
Decir, bueno “le viene bien a mi vida”, tenemos un acuerdo sobre lo fundamental como son nuestros proyectos de vida, porque a veces hay que renunciar al amor cuando el amor lo único que hace es producirte daño o implica un costo muy alto para tu autorrealización o atenta contra tus principios psicológicos o éticos. Si la felicidad del otro es la autodestrucción de la felicidad mía pues no me sirve.
Debe haber unos términos más racionales, porque no se justifica si alguien te gusta te vayas a estrellar contra una relación que no funciona. Habría que ir con una actitud más posmoderna, de “te quiero” y “me quiero”. Ser para el otro y ser para uno también. Un individualismo responsable que implica que uno también debe crecer en esta relación.
Yo creo que si la gente evalúa de esta manera, la cosa iría mejor. Y por otra parte también cambiar la concepción que tenemos del amor. Está supremamente idealizada a través de los imaginarios sociales de las canciones, telenovelas, la religión. Pensamos que el amor todo lo puede, mueve montañas. Entramos a una relación pensando que si hay amor con eso basta, y pues los psicólogos que trabajamos esto sabemos que con el amor no basta.
El amor hay que saberlo gestionar, no quedar en manos del amor sino que éste quede en manos nuestras, y saber que el amor no es definitivo que no te va a cubrir como un manto que automáticamente te hará feliz, sino que hay que ir construyéndolo, reinventándolo.
¿Cuál es la importancia de primero amarse a uno mismo?
En principio es que si no te amas a ti mismo puedes entrar en relaciones en las que empiezas a negociar con tus principios y a perder respeto. Empiezas a sentir que no mereces lo mejor. Quererse a sí mismo es al menos cuatro cosas. Primero el autoconcepto, que es lo que piensas de ti, el pensar bien de ti. Que no te insultes, que no te trates mal. Si me trato mal a mí mismo, yo mismo no tengo autoridad moral para exigir que otro no me trate mal. La segunda es la autoimagen, el gustarse uno mismo. El tercero es el darte gusto, recompensar tus cosas, felicitarte o simplemente premiarte cuando haces bien las cosas. Y el otro es la autoeficacia, qué tanta confianza tengo en mí mismo.
Si una persona tiene deficiencia en alguno de estos aspectos nunca se va a querer a sí mismo. ¿Y qué va a pasar?. Que cuando otra persona lo quiera no va a poder procesar ese amor. Si alguien te quiere ese amor se refracta, tú lo tomas y te autoevalúas y dices bueno yo merezco esto y lo disfruto, pero si no me quiero empiezan a aparecer los temores: me van a dejar, me van a abandonar, no sé defender mis derechos. Empieza uno a ser sumiso en las relaciones. Hay gente que prácticamente le agradece al otro por amarlo porque “uy, te has fijado en mí, es increíble que alguien se fije en mí”.
¿Cómo puede una persona saber que se está muriendo de amor?
Te estás muriendo de amor ya sea por exceso o por defecto. El amor por exceso te desborda, ya piensas que quieres ser simbiótico del otro, es un estado de enamoramiento exagerado, quieres ser uno con el otro. La característica es la obsesión. Te olvidas de ti mismo, no empiezas a funcionar bien en los roles. No puedo vivir sin ti, tú lo eres todo para mí, pero me absorbes tanto que me pierdo a mí mismo.
Y el otro es el morir de amor por defecto, cuando sientes que no eres correspondido. Cuando te abandonas y ese morir de amor te das cuenta porque no estás feliz, porque todo el día tienes miedo de que te hagan daño o te hagan sufrir. Temes al daño psicológico: que te abandonen, que te van a ser infiel, vas a desarrollar celos, depresión.
El principal síntoma es la depresión. De ahí empieza porque entonces empiezas a sentir como una pérdida, no estás contento. Te engañas a ti mismo. Te dices “todas las relaciones son así”. No es tan importante, pero sí lo es.
¿Cuáles son las recomendaciones básicas para salir de este tipo de relación no saludable?
Yo no doy recomendaciones, hago reflexiones. Mi reflexión es que hay que aprender a perder, que el amor es recíproco; no hay fórmulas para esto sino que hay que ver las cosas como son. Aprender a perder es entender que si no te quieren no te merecen. Si alguien duda que te ama, no te ama. Que si alguien te lastima, no te merece. Que no importa cuánto te amen sino cómo lo hagan. Que el amor no es infelicidad ni es una cruz.
Aprender a perder es saber que si alguien no te quiere o no te quieren como a ti te gustaría que te quisieran, es preferible estar sol@, y tomar esto con dignidad, sin humillarse, con dolor saludable, el que te va a llevar al duelo. Todo esto es un duelo, una pérdida. Enterrar a una persona que está muerta es más fácil que enterrar a una que está viva. Entender que la realización personal no necesariamente pasa por el amor.
Uno puede realizarse en su profesión, en muchas cosas y que el amor no es de ninguna manera el valor más importante. De alguna manera la justicia, la libertad o la paz pueden ser más importantes. Una relación que me haga sufrir no tiene sentido. Si hay que aprender a perder, lo primero que hay que hacer es matar toda esperanza. La esperanza no es lo último que hay que perder en las malas relaciones, es lo primero.
¿Qué espera lograr con la publicación de este libro?
Lo que pretendo con todos mis libros de divulgación: crear promoción y prevención de salud. El amor como lo estamos manejando es un problema de salud pública. La gente sufre demasiado. Entonces lo que quiero es que las personas que estén en un alto riesgo de sufrir demasiado por amor tomen conciencia, reflexionen y pidan ayuda profesional y realicen cambios. Y promoción es crear en la población en general un estilo de vida más saludable frente al amor. Cambiar un poco los mitos y los valores tradicionales. Lo que pretendo es que esto sea como un espacio de reflexión, que cada uno se siente a utilizarlo y que esos principios que pongo en el libro los haga suyos.
Finalmente ¿quisiera compartir algún mensaje o invitación con nuestras lectoras?
Yo pienso esto: “el amor hasta hace poco con la palabra el amor bastaba”. Era como un sustantivo, porque tú decías “amor” y ya venía impreso todo. Hoy en día ya no. Hoy decimos que hay un amor digno y un amor indigno. Un amor sano o un amor enfermo. Un amor destructivo o un amor de crecimiento. Hoy le hemos puesto adjetivo calificativo al amor.
Amar no determina necesariamente la felicidad. Hay que saber amar. Y para saber amar tiene que ser siempre un amor con respeto y un amor que me permita crecer en la relación. Si estás en una relación en la que no creces, y aunque no sufres sientes que la cosa no fluye, tienes que ver qué vas a hacer.

"LO PEOR ACABA CONVIRTIÉNDOSE EN LO MEJOR" David Vann, escritor 21/12/2010


Tengo 44 años. Nací en la isla Adak (Alaska) y vivo entre San Francisco y Nueva Zelanda. Estoy casado. Doy clases de creatividad en la Universidad de San Francisco. Los océanos están muriendo, y esa es la historia más importante del hombre de hoy. Soy agnóstico.

Espeluznante

A raíz del suicidio de su padre, Vann pasó diez años escribiendo sobre ese tema y el resultado fue Sukkwan Island (Ediciones Alfabia; Empúries en catalán), una novela que pasó doce años en cajones de agentes literarios. Nadie quería publicar una novela sobre el suicidio, así que la envió a un concurso que incluía la publicación en una editorial universitaria. Ahora Sukkwan Island está en las listas de los mejores libros del año en EE.UU., el Reino Unido, Irlanda y Australia, y lleva un año arrasando en Francia. La historia de Vann es extraña y espeluznante, y su manera de contarla, con una gran sonrisa, es aún más extraña, pero hace tomar conciencia de la gran sombra que proyecta un suicidio.



¿Padres separados?
Sí, se separaron cuando yo tenía 6 años. Mi padre era un buen padre pero un terrible marido: infiel y mentiroso. Culpaba a las mujeres de su desesperanza.



¿Se sintió culpable de su suicidio?
Sí, porque me pidió que pasara con él un año en Alaska y le dije que no. Dos semanas después se suicidó. En la novela digo que sí.



¿Ha entendido por qué lo hizo?
Se sentía culpable por haber roto dos matrimonios. Ganó mucho dinero como dentista, profesión que odiaba; defraudó, y Hacienda le perseguía. Se compró una casa muy grande en Alaska, pero no había muebles. Era un frío invierno, estaba solo y tenía pistolas.



Un mal cóctel.
Durante diez años intenté escribir un libro sobre él, y Sukkwan Island es el resultado. Durante doce años nadie quiso publicarlo.



¿Cuál ha sido su proceso?
Dije que mi padre había muerto de cáncer porque su suicidio me hacía sentir sucio. Al cabo de tres años rompí con todos mis amigos.



¿Por qué?
En el instituto lo habitual era reírse de los débiles –algo muy normal en Estados Unidos a esa edad–, así que de los 13 a los 16 años soporté burlas por la muerte de mi padre, incluidas las de mi mejor amigo.



¿?
Justo después del suicidio, mi madre y mi tío me regalaron todas las pistolas de mi padre y empecé a utilizarlas. Tenía una doble vida: de día era el niño perfecto, con buenas notas y deportista; por las noches cogía las pistolas y me dedicaba a disparar a las farolas y a poner en el punto de mira a la gente que pasaba por la calle. Aterrador.



¡Pero... y su madre!
Era psicóloga y pensaba que todo estaba bien. Mi hermana, cinco años menor que yo, lo llevó mejor. Pero a los 25 años empezó a salir con tipos que le doblaban la edad. A los 19 años empezó a escribir.



¿Qué ha entendido durante ese proceso?
Superar un suicidio lleva mucho tiempo y tiene diferentes legados: tres años de vergüenza y mentiras; luego quince años de insomnio y la convicción de que nunca podría tener sexo con nadie. Y creo que todo se debía al temor de perder el control.



...
Luego veinte años en los que siempre pensé que podría acabar como mi  padre. Tenía miedo de que me fueran mal las cosas y de que me asaltara la idea del suicidio, hasta que llegó ese momento: lo perdí todo.



¿Qué es todo?
Hacía chárter culturales, mi barco era mi casa y mi negocio, y en una tormenta lo perdí y me quedé en la ruina. Todo era oscuridad, pero tenía una buena relación con mi pareja y me di cuenta de que no era un suicida.



Menos mal.
Mi vida siempre ha sido así; he tenido muchas segundas oportunidades y lo que me gusta de la escritura es que hay una redención posible. Yo quería describir qué viene después del suicidio.



¿Y qué viene?
Sientes que nada es real, todo parece de mentira, incluso tus pensamientos y sentimientos. Sigues con tu vida pero no vives tu vida, tienes que volver a empezar a creer.



Usted hoy participa en una asociación que atiende temas de suicidio.
Soy voluntario, doy charlas sobre el suicidio en colegios y universidades. Uno de los mayores problemas es la vergüenza y el aislamiento: hablar de ello invita a buscar ayuda.



Usted ha estado en peligro.
Sí, varias veces, navegando por el mundo en mi barco. En realidad, estaba intentando emular la vida de mi padre, y lo hacía de forma inconsciente y peligrosa. Casi muero en sucesivas ocasiones; pero aprendí.



¿Qué?
Que las peores cosas que nos suceden se convierten en las mejores. El suicidio de mi padre fue lo peor, pero a través de la escritura se ha convertido en lo mejor de mi vida. Y en el mundo de los barcos lo perdí todo dos veces y cada vez mi vida se reconstruyó para convertirse en algo mejor.



Esperanzador.
Hay una parte importante de la historia que debo contarle: las infidelidades de mi padre acabaron con su segundo matrimonio. Mi madrastra había rehecho su vida cuando él, escopeta en mano, la llamó: “No voy a vivir sin ti”, y se disparó. Sucedió once meses después de que ella perdiera a sus padres. Su madre mató a su padre cuando este le dijo que había estado quince años con otra. Luego se quitó la vida.



¿Hay más sorpresas?
Mi madrastra recibió flores de mi padre tres días después de su muerte. Eso me avergonzó profundamente.



¿Le da miedo tener hijos?
Sí, y me daba miedo casarme, me parecía el primer paso para convertirme en mi padre.



¿Cómo se puede vivir con esos miedos?
La culpa, la ira y el miedo a la pulsión del suicidio se han ido. Y cuando veo una foto de mi padre me sorprende el inmenso amor que siento. Pero sigo comparando su vida con la mía y no confío en los hombres ni en los referentes masculinos de mi vida.



¿Eran todos iguales?
Mi abuelo materno pegaba a mi abuela, y todas las mujeres de mi familia han contado historias espeluznantes de los hombres. Soy mucho más empático con las mujeres.



dissabte, 30 de juliol del 2011

PEDRO GUERRA. Cuerpo.

Reflexión, cuantas veces me he visto, nos hemos visto actuando como dice la canción?, habitando el espejo y él decidiendo por ti. Lo que muestras no eres tu ni lo que eres....


Lo que ves en el espejo no te gusta.
Tus labios no te gustan, es grande tu nariz.
El espejo son los otros que te miran.
Habitas el espejo y él decide por ti.
Lo que muestras no eres tú ni lo que eres,
nos muestras lo que piensas que otro espera de ti
y no das nunca la talla que te piden
y el espejo se rompe y te vuelve a pedir.

Y al fin lo que ves ya no dice de ti.
Te buscas y no llegas.
No sabes al fin si eres tú la que ves.
Te miras y no encuentras.

Lo que ves en el espejo es lo que piensas
que quieren los que miran,
lo que esperan de ti.
Y te miras al espejo y no te encuentras.
El espejo es la cárcel
que te vuelve infeliz. 


VIVIR EL PRESENTE PARA SER FELIZ - Mercedes de la Rosa. Magazine Digital. 29/05/11


La felicidad no está condicionada por las situaciones, no es un estado que se alcance, ni que se pueda perseguir. Según avalan distintos estudios e investigaciones, es posible ser feliz cada segundo de la vida, únicamente depende de uno mismo, de nada más.

Llega un mensaje al móvil con la pregunta: “¿Cómo te sientes en este momento?”, y cinco posibles respuestas que van desde “muy mal” hasta “muy bien”. Marcada la última opción, ipso facto, una nueva interrogación: “¿Qué estás haciendo?”. Entre las 22 opciones que se proporciona, una elección: “trabajar”; al instante, una nueva cuestión: “¿estás pensando en otra cosa que no sea lo que estás llevando a cabo?”. Inevitablemente, “sí”. La pantalla del teléfono vuelve a interrogar: “¿lo que piensas es placentero, neutro o te provoca tristeza?”. Respuesta: placentero, aunque no da pie a explicar que los pensamientos deambulan por las próximas vacaciones…


Este interrogatorio forma parte de un estudio sobre la felicidad que un grupo de psicólogos de la Universidad de Harvard lleva a cabo a través de una aplicación del teléfono iPhone. Los primeros resultados de Track Your Happiness (Siga su felicidad), publicados el pasado mes de noviembre en la revista Science, revelaron que la mayor parte de los 5.000 encuestados no eran felices porque, según los psicólogos, no estaban viviendo el momento presente. La felicidad, según concluye el estudio, consiste en vivir cada instante plenamente, sin anclarse en el pasado (que ya no está) ni proyectarse en el futuro (que únicamente vive en la mente). Para ser feliz hay que vivir el presente.

“Cualquier persona tiene la capacidad de ser feliz, porque la felicidad es el estado natural del ser humano, está en la base de todo lo que hacemos”, apunta Antonio Jorge Larruy, investigador en autoconocimiento y autor del libro Espacio interior. La aventura de ser uno mismo.

“El problema, o la infelicidad, viene –añade– cuando condicionamos la felicidad a circunstancias o a situaciones concretas. Nos pasamos la vida buscando la felicidad fuera; la ligamos a unos resultados, a un estatus, a unas situaciones futuras y, cuando conseguimos aquello que prometía dárnosla, resulta que no somos felices. Por mucho que yo tenga, no voy a ser más feliz. La felicidad sólo depende de uno mismo, de nada más. Y está en nosotros”.

¿Quién no ha fabulado alguna vez con su felicidad?. “Seré feliz cuando consiga un trabajo mejor, cuando encuentre una pareja, cuando me adelgace, cuando pueda comprarme una casa más grande…”, y una vez llega el anhelado momento, la sensación de bienestar y de plenitud que se perseguía brilla por su ausencia.

“Detrás de aquello concreto que buscamos, una pareja, un trabajo mejor o una casa más grande, lo que verdaderamente buscamos es sentirnos de una determinada manera. Es un anhelo de felicidad –apunta Larruy–, pero para lograrlo hay que desligarlo de esas formas y reconocer que esa felicidad está en nosotros. Esperar que una casa, una persona o un trabajo te haga feliz es absurdo”. Pero hay quien lo cree.

Y es que parece ser que el error viene de lejos. “Desde niños nos dicen: si haces esto, lograrás esto…; si haces lo otro, lograrás lo otro…, y nos quedamos con la creencia de que para alcanzar la felicidad hay que conseguir una serie de objetivos –continúa Larruy–. Nos educan pensando que la felicidad es una consecuencia de las cosas, y no es así, la felicidad es lo primero, y después están las cosas”. Por ello, aboga por pautas educativas con fórmulas como: “Tú eres feliz hagas lo que hagas”.

Esta afirmación, que muchos ponen en duda, especialmente cuando pasan por un momento que denominan “difícil” o “complicado”, ha sido avalada en las últimas décadas por decenas de estudios tanto científicos como psicológicos y de autoconocimiento. Si no, ¿cómo se explica que los habitantes de las barriadas más pobres de Manila se manifiesten mucho más felices que los habitantes de la multimillonaria Hong Kong, cuya renta per cápita es veinte veces mayor?, ¿que personas con enfermedades crónicas puedan sentirse más plenas que personas sanas?, ¿o que personas que ganan la lotería no se sientan más felices que el resto de los seres humanos?.

Larruy lo explica de manera sencilla: “Una persona logra ser feliz cuando vive plenamente la vida aceptándola como le viene. Cuando pone su atención en el presente y no necesita manipular las cosas para que salgan de una determinada manera”..

Uno de los grandes obstáculos con que se encuentra la población en Occidente para hallar la felicidad es que ha cimentado las bases de esta en el tener, en lugar de en el ser. Esto explica que, a pesar de que nunca antes en la historia se había atesorado tanta cantidad de riqueza material, tampoco se había llegado a grados tan altos de insatisfacción personal.

La sociedad actual es un fiel reflejo de que algo falla en el intento de ser felices. La depresión, la ansiedad, la angustia y el estrés están a la orden del día, y su incremento ha provocado que, en los últimos veinte años, según datos del Ministerio de Sanidad, el consumo de antidepresivos y tranquilizantes en España se haya multiplicado por cinco. Todo apunta a una misma dirección: se busca la felicidad en el lugar equivocado. Que el pueblo filipino, con un alto índice de pobreza y cuyo territorio es el más afectado por desastres naturales, según el Centro de Investigación y Epidemiología de Desastres, sea más feliz que sus multimillonarios vecinos da que pensar. Quizás sea todo tan sencillo como que los primeros viven al día, sin preocuparse por si un huracán sacudirá sus casas, con una extensa red de apoyo social y familiar, mientras que la presión consumista, la incomunicación, el estrés y la importancia que dan al futuro los segundos les impiden disfrutar del presente. 

Esta misma idea de vivir el aquí y ahora no es nueva. Técnicas milenarias como el yoga o la meditación llevan siglos predicando la importancia de esta práctica. No obstante, en las últimas décadas esta idea ha sido acuñada por numerosos psicólogos, científicos y expertos en desarrollo personal que la han adaptado a la era actual.

El psicólogo de origen húngaro Mihaly Csikszentmihalyi –padre, junto a su colega Martin Seligman, de la llamada psicología positiva– bautizó este mismo estado de máxima felicidad, hace dos décadas, con el nombre de flow (flujo), que indica la absorción total que se experimenta cuando una persona se entrega de manera completa a cualquier actividad o tarea. Cuando esto ocurre, se tiene la sensación de que el tiempo vuela y las acciones, los pensamientos y los movimientos se suceden unos tras otros sin pausa. Seguramente la mayoría de las personas han experimentado esta sensación alguna vez viendo una película, leyendo un libro o manteniendo una conversación con un amigo: “Cómo, ¿ya han pasado dos horas?”. Y sí, lo han hecho, pero han estado tan absortos en el presente, que no han dado cabida a nada más. (Entrevista con Mihaly Csikszentmihalyi en el programa Redes)

También el profesor alemán Ekhart Tolle expuso esta misma idea en su superventas El poder del ahora, que vendió más de tres millones de copias en todo el mundo. Con 29 años, Tolle sufrió una depresión que le obligó a trabajarse interiormente. Fue entonces cuando descubrió la importancia de tomar conciencia del momento presente, para no perderse en pensamientos que únicamente provocan sufrimiento. Descubrió que así es posible sentirse feliz, pleno, vivo y en paz, a pesar de los condicionantes de la vida. “Cuando se consigue –apunta Larruy–, todas las situaciones se viven con las mismas ganas, disposición y gozo”. No hay, entonces, diferencias entre trabajo y ocio, entre semana y fin de semana, entre comer en un restaurante de menú o en uno con una estrella Michelin. Las barreras, según los expertos, las pone la mente.

Y ¿cómo se puede llegar a vivir de esta manera? Para Larruy hay tres pasos imprescindibles para lograrlo: “Tomar conciencia de la felicidad que está detrás de cada uno de los actos de una persona; tener una actitud positiva, activa y de entrega en la vida, y practicar unos minutos de meditación diaria”. En este último punto hacen también hincapié investigadores como Ekhart Tolle y Matt Killingsworth, componente del equipo de Harvard que lleva a cabo el estudio Track Your Happiness: “Si hemos comprobado que somos más felices estando centrados en aquello que vivimos y hacemos, entonces deberíamos encontrar lo que nos enseñe a mantenernos centrados y focalizados”. Y la meditación es, sin duda, la herramienta más potente para lograrlo. A través de esta, aseguran los expertos, se afloja la crispación del pensamiento, se alejan fantasmas de la mente y empieza a aflorar esa felicidad que está en la persona.

No es casualidad, pues, que el título de “hombre más feliz del mundo”, que otorgó un equipo de investigadores de la Universidad de Winsconsin, tras un minucioso estudio entre miles de personas, fuera para Matthieu Ricard, un biólogo molecular francés que decidió dejarlo todo para abrazar los hábitos budistas. La investigación midió el estrés y las emociones –tanto positivas como negativas– de miles de voluntarios, por medio de resonancias magnéticas que llevaban a cabo conectando 256 sensores al cerebro. Si los resultados se medían entre los índices 0,3 (muy infeliz) y –0,3 (muy feliz), Matthieu Ricard logró -0,45. Lo que apuntaba que este monje, asesor del Dalai Lama, es mucho más feliz que el resto de los mortales.

Los resultados ratificaron que tanto Ricard como todos aquellos participantes que practicaban la meditación diaria tenían mucho menos estrés y emociones negativas reprimidas en su interior que los que no lo hacían, por lo que eran mucho más felices.

El estudio también constató que no hay que retirarse a un monasterio en Nepal, abrazar el budismo o renunciar a los bienes materiales (Ricard ha vendido millones de copias de algunos de sus libros como: En defensa de la felicidad o El monje y el filósofo, que ha destinado a obras sociales) para ser felices.

La felicidad, dicen estos expertos, es algo que está en lo más profundo de las personas, y sacarla es únicamente cuestión de voluntad y práctica. Al igual que un corredor se prepara físicamente para un maratón, a la mente se la puede preparar para rebajar los pensamientos y poder sentir la felicidad que reside en el interior. Además de la meditación, otras acciones que ayudan a acercarse a ella son tener una actitud activa y positiva frente a la vida y a quienes rodean a uno, y cultivar actividades que ayudan a estimular la parte afectiva, como la música, el baile o el arte. Porque, como dijo Tolstói: “El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace”. Y si se hace en presente, mucho mejor.

Tres pasos para ser felices:

1 - Breve meditación diaria. Por las mañanas, dedicar 10-15 minutos a meditar. Sentarse en un lugar tranquilo, con la espalda recta y tomar conciencia del cuerpo, atender a sus sensaciones y, en particular, al movimiento de la respiración. Tras unos minutos, evocar una imagen que provoque un sentimiento de felicidad o amor, tratar de mantener la atención en el sentimiento que produce y soltar la imagen para vivir unos instantes esa alegría o felicidad. Los últimos minutos se pueden dedicar a analizar la mente y los pensamientos, como si se fuera espectadores de una película. Al tomar conciencia, los pensamientos se apaciguan.

2 - Actitud positiva. A lo largo del día, tratar de movilizar la energía, la felicidad y la conciencia en todo aquello que se hace. Tanto en el trabajo, como con la familia, haciendo la compra o con los amigos, tratar de estar al 100%.

3 - Afirmación de la felicidad. Por la noche, durante unos minutos, dirigirse a la parte más inconsciente de la persona para recordarse que es energía, felicidad y conciencia, y se quiere vivir desde allí.

divendres, 29 de juliol del 2011

APASIONARSE SUPONE ARRIESGARSE. Wayne Dyer.

Puede que al final vivas una vida cómoda aunque no sigas tus instintos. Pagas tus facturas, cumples con todos los formalismos, y vives una vida de producción y de cumplimientos de acuerdo al manual. Pero ese manual lo escribió otro. Percibes al pequeño que te dice: "Puede que esto parezca lo correcto, pero ¿se siente bien? ¿Estás haciendo lo que viniste a hacer aquí?" Para muchas personas, la respuesta es: "¿Cómo sabré cuál es mi heroica misión?"
Encontrarás tu pasión en lo que más te inspire. Y ¿qué significa la palabra “inspirar”?. Deriva de las palabras "en espíritu". Cuando estás inspirado, nunca te preguntas acerca de tu propósito. Lo estás viviendo. Para una de mis hijas, se trata de leer cosas acerca de caballos y andar en los establos. Está en el cielo sobre un caballo, o aunque sólo sea limpiando un cobertizo lleno de estiércol. Otra hija mía solo se inspira cuando está cantando, tocando o escribiendo música. Se siente así desde que tenía dos años. Para otra, lo que la hace sentirse alguien con propósito es su trabajo artístico y de diseño. Y para otra, es diseñar páginas de internet y crear programas informáticos para otros. Para mí, es escribir, hablar y producir cosas que ayuden a la gente a tener confianza en sí mismos. Esta ha sido siempre mi pasión, desde que era muy jovencito.
¿Cuál es tu pasión? ¿Qué hace agitarse a tu alma y te hace sentirte en completa armonía con aquello para lo que principalmente viniste? Ten esto por seguro: sea lo que sea, puedes construir tu vida haciéndolo y, simultáneamente, proporcionando a otros un servicio. Te lo garantizo.
La única cosa que puede apartarte de interpretar la música de tu corazón y de marchar al compás único que sientas dentro de ti es el miedo. Según “Un Curso de Milagros”, sólo hay dos emociones básicas: una es el miedo, la otra es el amor. Tal vez temas la desaprobación de los demás. Arriésgate y descubrirás que se recibe más aprobación cuando no la buscas que cuando la buscas. Tal vez sientas temor a lo desconocido.
Arriésgate igual. Busca la respuesta, pregúntate: "¿Qué es lo peor que puede pasar si esto no funciona?" La verdad es que es algo superable. No vas a ser condenado a muerte ni torturado si algo sale mal Tal vez tengas miedo al éxito. Tal vez hayas sido inducido a pensar que no eres adecuado o que eres un ser limitado. La única manera de enfrentar esas ridiculeces es perseguir aquello por lo que viniste aquí y dejar que el éxito te atrape, como de seguro lo hará. O tal vez sientas temor al mayor de los fracasos: tal vez temas al fracaso. 


Wayne Dyer - 

10 Secretos para el éxito y la Paz interior. 

dijous, 28 de juliol del 2011

BIG BUCK BUNNY. Excelente animación y no menos excelente mensaje.

He encontrado esta animación en un blog muy recomendable Amarse a uno mismo que os invito a visitar. Realizada para su libre distribución de una gran calidad está confeccionado todo con software libre. Ponedlo la pantalla completa y disfrutadlo, y no os perdais la sorpresa después de los títulos de crédito....


Es que en una película impecablemente realizada como ésta, hasta los más pequeños detalles está cuidados. Así, cada acción, cada actitud, cada expresión, cada mirada tienen un sentido, una intención, y somos conducidos de una manera irresistible a experimentar ciertas emociones y a extraer determinadas conclusiones.Reconocemos esta “estructura narrativa” inmediatamente porque la hemos visto muchísimas veces. Por ejemplo, la encontramos en todos los cuentos infantiles.

Estas historias muchas veces consiguen interesarme, aunque resulten un poco previsibles: me indigna primero la crueldad de la que son capaces los villanos, después siento la satisfacción de ver que cada una de sus maldades es debidamente castigada y por último me emociono con el “final feliz”, en el que los buenos son recompensados, el bien se impone, el amor triunfa, etc. Son historias edificantes, estimulantes y optimistas que promueven valores positivos indiscutibles como la justicia, el bien, la amistad y el amor…
Pero desde este sitio web se comparten ciertas ideas que, aunque son de validez universal, no es posible aplicar fácilmente a historias como esta. Por ejemplo…

El perdón no parece una respuesta adecuada al problema que representan estos tres incorregibles roedores. Y poner la otra mejilla no habría contribuido precisamente a poner fin a sus abusos y crueldades.

La proyección, es decir, el mecanismo por el cual cuando algo nos enoja es porque vemos representados en otros ciertos rasgos de nuestra propia personalidad que no podemos aceptar en nosotros (¡que ni siquiera podemos ver!), no parece aplicarse al caso de este simpático conejo.

la ley de atracción, que explica que atraemos a nuestras vidas el tipo de experiencias que concuerdan o que “sintonizan” con nuestras emociones más frecuentes, tampoco parece ser válida en este caso.

Y, salvando las distancias, nosotros cuidamos con el mismo esmero, inconscientemente, cada detalle de nuestra propia vida. Así, cuando elegimos una interpretación acerca de lo que sucede, siempre optamos por aquella que nos permite continuar sosteniendo nuestras propias creencias. O cada vez que decidimos incorporar un nuevo personaje en nuestra historia, lo hacemos sólo si nos permitirá desarrollar el “guión” que ya tenemos escrito. Y la “película” que estamos protagonizando nos parece tan real, tan cierta, que se nos hace muy difícil comprender que es casi íntegramente una ilusión. Y muchas veces nos sentimos como este conejo, injustamente maltratados o víctimas de un destino caprichoso e imprevisible, sobre el que creemos no tener control y del que no nos sentimos responsables.




dimecres, 27 de juliol del 2011

UNA MENTE SIN FRONTERAS. Miriam Subirana.

La principal barrera que hay entre donde estás y donde quieres estar, entre como te sientes y como te gustaría sentirte, la crea tu propia mente. Una mente que ha trascendido barreras y límites te permite expresar todo el potencial y la originalidad de tu ser. Es una mente que te permite ser valiente, creer en tus sueños y confiar en tu capacidad para alcanzarlos. Es una mente que se atreve a pensar de forma diferente, a perder seguridades y a fracasar, y te permite asumir la libertad de ser creativo, cambiar y brillar.
Para tener una mente así hemos de comprender porqué y cómo permitimos influencias y creencias que bloquean y frenan nuestra capacidad creativa y nuestro pensamiento abierto y, además, cómo dejamos que las experiencias del pasado y los miedos nos limiten.
Para superar las propias limitaciones y tener una mente más abierta y clara, has de prestar atención a lo que piensas porque la mente tiende a saltar de un lado a otro. Es conveniente que no haya pensamientos que generen sombras, malestar, sufrimiento e indecisión. Pensamientos que tu mente produce y que son inútiles o débiles. Todo eso nubla tu propia claridad. Para cambiar el rumbo de tus pensamientos negativos que generan miedo y ansiedad, fortalece la capacidad de pensar positivo. Procura pensar menos, pensar de forma elevada, pensar concentrado y ese pensamiento tendrá tal claridad y fuerza que te ayudará a llevarlo a la práctica con mayor éxito.

ESTE ES MI VIOLIN. Fábula.

Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Un hombre, sucio y maloliente tocaba un viejo violín. Frente a él, sobre el suelo, estaba su boina boca arriba, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas. El pobre hombre trataba de sacar una melodía del violín, pero era imposible identificarla debido a lo desafinado que estaba el instrumento y a la forma displicente y aburrida con que tocaba.
Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo. Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes y no pudieron menos que reír de buena gana.
Entonces la esposa pidió a su marido que tocara alguna melodía. El concertista echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo. Le pidió el violín. El mendigo se lo prestó con cierto resquemor.
Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y después, vigorosamente y con gran maestría, arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes empezaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo. Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto hubo una pequeña multitud escuchando arrobada el extraño concierto. La boina se llenó, no solamente de monedas, sino de muchos billetes. Mientras, el maestro tocaba una melodía tras otra, con alegría y pericia. El mendigo se sentía feliz al ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos:
-iEse es mi violín! ¡Ese es mi violín!  El mendigo decía la verdad, era SU violín.
Lo cierto es que la vida nos da a todos un violín, que son nuestros conocimientos, habilidades y aptitudes. Y tenemos libertad para tocar ese violín como nos plazca. Algunos, por pereza, ni siquiera lo afinan. No perciben que deben prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente sus aptitudes si quieren dar un buen concierto. Pretenden «una boina llena de dinero», y lo que entregan es una «discordante melodía» que no gusta a nadie.
Jaume Soler y M. Mercé Conangla


dimarts, 26 de juliol del 2011

LA CLAVE ESTÁ EN SOL.


Un día más, miles de personas nos hicieron sentirnos orgullosos de seguir exigiendo cambios sociales y ser reivindicativos (o al menos un buen grupo de personas).  Es nuestra #spanishrevolution .

Es evidente que la resignación no consigue nada, por eso no me canso de discutir con todos los que me dicen que ésto no sirve para nada, que no se va a lograr nada, o que “todo esto es una mierda pero mejor no hacer nada porque no sirve para nada”.

Un video vale más que mil posts

“LA FIDELIDAD EN ÉL DEPENDE DE UN GEN;EN ELLA DEL DÍA DEL MES”. Louann Brizendine. La Contra de la Vanguardia 01/06/10

Tengo 57 años: me siento liberada por la menopausia y unida con un nuevo vínculo más empático con mi marido. Nací en Kentucky. Tengo un hijo. Hombres y mujeres no compiten: los hombres rivalizan con hombres por jerarquía y las mujeres con mujeres por protagonismo.

Bendita andropausia
Robert Redford reveló aliviado a los 70 cómo su edad le había librado del impulso sexual que tiraniza al varón de por vida: “Ya no tengo que ir –ironizaba– a donde me lleva mi rabo”. La doctora Brizendine explica que hay hombres que disfrutan de esa andropausia liberadora y otros que sufren su andropausia como un reto a su virilidad y creen, como dijo aquí Hugh Hefner: “¡Mientras haya Viagra soy hombre!”. ¿Y ellas? ¿Cómo llevan esa elección de ellos? Buenas noticias: “La pareja –explica Brizendine– tras su meno-andropausia descubre una nueva y amable conexión, una especie de renovado compañerismo, tal vez con menos pasión, pero con mucha más comprensión y empatía”.

Cerebro... ¿Masculino?
¿Sabe por qué tanta broma?

¿...?
Porque es incómodo admitir el enorme impulso sexual del varón. De hecho, la civilización consiste en encauzarlo.

Y su libro El cerebro femenino es más gordo que El cerebro masculino.
Mis amigas decían que para “el cerebro masculino” bastaba un cómic. Esas bromas revelan la incomodidad de la sociedad ante el chorro de testosterona que arrastra al hombre y arrastra el hombre toda su vida.

¿Cuándo empieza el drama?
Hasta las ocho semanas de embarazo los cerebritos son iguales. Entonces los testiculitos empiezan a emitir la testosterona que hace diferente al cerebro masculino.

¿En qué?
Para empezar, el hipocampo, área cerebral que regula la actividad sexual, en el hombre es dos veces y media mayor.

¿Y eso le hace esclavo de sus pasiones?
Entre los 9 y los 15 años, el niño sufre un aumento de testosterona del 250 por ciento. Eso influye sobre todo –pero no sólo– en su sexualidad...

¿En qué más?
Los niños son más violentos, agresivos, posesivos, territoriales y jerárquicos, y muestran distinta visión espacial que las niñas. Ellas tienen quince veces menos impulso sexual.

¿Algún experimento lo demuestra?
Conductuales, muchos. Hemos preguntado a chicos y chicas de 16 años cuántas parejas sexuales querrían tener en toda su vida. Ellos dicen –de media– 17. Y ellas, 2.

Y ellos no llegan y ellas se pasan.
Es más preciso decir que la tendencia a la fidelidad en ellos depende sobre todo de sus genes y en ellas, del día del mes, de su ciclo.

¿La infidelidad está en los genes?
Creemos que en algunos varones existe un gen, el detector de la vasopresina, que determina la inclinación a la poligamia. Quienes lo tienen son monógamos con facilidad.

¿Cómo lo sabe?
Lo tiene el perro de la pradera, que es monógamo. En cambio, su primo el ratón de montaña es muy promiscuo. Colocamos ese gen del perro de la pradera en el ratón y el polígamo se volvió monógamo. Algo parecido sucede con el lagarto de garganta naranja...

¿Se enamora el bicho?
Depende del color de su garganta: los naranja son machos alfa con un gran harén; los acechan los gargantas amarillas, que aprovechan sus despistes para meterse en el harén y copular, y por último los gargantas azules que seducen a una sola hembra a la que se dedican y entregan durante toda su vida.

¿Usted qué estrategia prefiere?
A mi marido le apodo garganta azul cariñosamente y las genetistas bromean con que el tamaño sí importa, porque ese gen que los hace fieles influye más cuanto más largo es.

¿Cuál es el peor malentendido entre ellos y ellas?
Cuando pregunto a mis pacientes: “¿Cómo sabes que ella te quiere?”, suelen responder: “Porque practica el sexo conmigo”.

Primario, pero sincero.
Si les pregunto a ellas sobre ellos, responden: “Porque habla conmigo” y –las más afortunadas– “porque me escucha”.

¿Y cuál es su consejo?
Ella debe considerar que, tras la petición de sexo de él, su pareja, hay mucho más que la mera búsqueda del placer: hay refuerzo del vínculo. Y él recordar que la excitación de su mujer no comienza, como en ellos, cinco minutos antes del coito, sino al menos 24 horas antes; en realidad, todo lo que sucede en la relación influye en la excitación de ellas... Excepto, quizá, dos días al mes.

Cuente, cuente...
Las mujeres preferimos gargantas azules en general, es decir, buscamos compromiso a largo plazo. Pero hay dos días –justo antes de la ovulación– en nuestro ciclo en que miramos con interés, incluso sin darnos cuenta, a los chicos malos, pero atractivos, que normalmente rechazaríamos por su evidente falta de compromiso.

¿Por qué?
Hormonas. En esos días las chicas –a veces sin advertirlo– prefieren dejar al chico fiel en casa y buscar diversión fuera. Por eso, hay un cinco por ciento de progenie extramarital. De ahí que las culturas patriarcales quieran controlar la fecundidad femenina.

¿Qué le ha sorprendido al investigar?
La respuesta de los padres a la química del embarazo. La embarazada emite feromonas por su piel con su sudor que, al olerlas, inhiben la testosterona del padre –así le vuelve más fiel– y aumentan su nivel de prolactina.

... que potencia el instinto paterno.
Ese cambio hormonal causa el síndrome de Couvade o embarazo empático en algunos: bien documentado por los antropólogos.

Papás embarazados psicológicamente.
He atendido casos extremos de papás primerizos que engordan con la madre embarazada: uno ganó siete kilos y los perdió tras el parto. Ese cambio en el cerebro del padre agudiza sus sentidos y hace que oiga el llanto de un bebé un 30 por ciento más.

¿Dura mucho el embarazo paterno?
Al ver la cara del bebé se activan en los padres los circuitos neuronales del enamoramiento: se activan las dopaminas y oxitocinas. Y esa gratificación se mantiene hasta la adolescencia cuando juega con el niño.

O niña.
El niño juega retando al padre y la niña dominándolo en juegos de rol.