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dimecres, 30 de novembre del 2011

"La expectativa de felicidad está en nuestro ADN". Albert Pesso. La Contra de la Vanguardia. 18/11/11

Albert Pesso, creador de la terapia PBSP (Pesso Boyden System Psychomotor)




Yo era profesor y director del departamento de Danza del Emerson College de Boston. El objetivo de mi mujer y el mío era ayudar a los estudiantes a conocer su cuerpo.

¿Cómo pasaron de profesores de baile a psicoterapeutas?.
Haciéndonos preguntas del tipo: "¿El movimiento humano tiene diferentes orígenes?".

¿Los tiene?.
Llegamos a la conclusión de que hay tres sistemas motores que crean el movimiento: el reflexivo, un reflejo motor que nos permite estar de pie; el movimiento voluntario, y el movimiento emocional. Enseñamos a los estudiantes a separar esos tres movimientos.

¿Dieron vía libre a la expresión de las emociones?.
Sí, y todo lo que llevaban dentro salió, la historia de sus vidas, los sentimientos enquistados desde la infancia, las necesidades insatisfechas... Y vino la siguiente pregunta.

¿Lo que ocurre en el interior crea movimiento en el exterior?.
... Y la respuesta fue: sí, una auténtica catarsis. Así nos dimos cuenta de algo muy importante: que las emociones necesitan tener una respuesta, que no bastaba con expresarla. Si un bebé llama a mamá y esta no está, expresa su emoción, pero sin respuesta se asusta, se deprime o se frustra.

Los adultos también nos frustramos.
Comprendimos que la expresión emocional completa era un proceso interactivo y empezamos a idear lo que les gustaría recibir en retorno a esa emoción expresada.

Póngame un ejemplo.
Si alguien expresaba alguna carencia que tuviera que ver con su madre (algo muy común): "Me hubiera gustado que mi madre me abrazara más a menudo", inventábamos una madre ideal que le respondía como hubiera necesitado.

¿Alguien hacía de madre ideal?.
Le hacíamos imaginar una madre ideal que le abrazaba. Cuando los alumnos recibían lo que estaban esperando la emoción se aliviaba, es decir, podíamos satisfacer las necesidades tempranas de nuestros alumnos que habían estado frustradas.

¿Pero cómo?
Creando nuevos recuerdos de lo que tenía que haber ocurrido en el pasado, porque a través de las gafas de la memoria miramos el presente. Estábamos creando nuevas memorias en el pasado y eso modificaba su percepción en el presente.

¿Con qué resultado?
Espectaculares. Tras siete años la comunidad científica de Boston se interesó en nuestro trabajo.

Y se convirtió en el asesor de investigación del hospital de veteranos de Boston.
Sí, no lo decidí, ocurrió. Allí estuve investigando y estudiando psicoanálisis y terapia conductual cinco años. Luego el hospital psiquiátrico McLean, que pertenece a la universidad de Harvard, creó un nuevo departamento para Diane y para mí, que dirigí durante ocho años.Trabajé con sus pacientes y con los de mi consulta privada, y vi unos cambios de vida enormes.

Explíqueme paso a paso cómo sana a sus pacientes.
Lo primero es averiguar cómo responde al presente. Registro las expresiones de su rostro, le pongo las palabras correctas al sentimiento y analizamos lo que dice.

Averigua cómo se siente y piensa.
Sí, y eso está basado en su memoria. Luego pongo objetos que representan a las personas importantes para él y en su mente aparecen todas las asociaciones que me indican cómo se siente acerca de cada una de ellas. Así aparecen afirmaciones del tipo: "No cuento para mi jefe" o "cuando era un niño mi madre siempre estaba trabajando".

...
Entonces inventamos una madre ideal sin rostro que le dice: "Si yo fuera tu madre ideal estaría siempre contigo". El paciente experimenta un alivio al pensar en ella, y vamos construyendo una nueva imagen del pasado. Paralelamente se da cuenta de que está reaccionando a su jefe de la misma manera que reaccionaba con su madre.

No entiendo por qué si yo imagino una madre ideal desaparece la frustración.
Creamos una memoria paralela que tiene una conexión asociada al alivio y la satisfacción. Una parte del cerebro no conoce el tiempo lineal y tiene la capacidad de interiorizar una situación y llevarla al pasado.

¿En qué está ahora investigando?.
Llevo años investigando sobre la justicia. No sólo nos afecta la memoria de nuestra vida personal, también las injusticias sucedidas a nuestra familia y a nuestra cultura. Cada vez que escuchamos una historia de injusticia una parte de nuestro cerebro crea una película inconsciente en la que nosotros resolvemos esa injusticia.

¿...?
No somos simples criaturas de percepción, también somos de acción y de movimientos. Los inputs sensoriales van directamente a los sistemas motores. Desde el momento en que vemos algo, sentimos el impulso de hacer algo efectivo al respecto. No es un proceso aleatorio, sino que está diseñado por la evolución para la supervivencia. Las cosas inacabadas nos provocan tensión y completarlas nos relaja.

¿Tenemos expectativas genéticas?
Sí, la expectativa de que la vida nos producirá felicidad está en nuestro ADN, por eso tenemos sustancias productoras de placer.


AMAR Y ENAMORARSE. Jorge Bucay y Silvia Salinas

Quizás la expectativa de felicidad instantánea que solemos endilgarle al vínculo de pareja, este deseo de exultancia, se deba a un estiramiento ilusorio del instante de enamoramiento.
En efecto, en un primer momento el encuentro es pasional, desbordante, incontenible, irracional. Las emociones nos invaden, se apoderan de nosotros y durante un tiempo casi no podemos pensar en otra cosa que no sea la persona de quien estamos enamorados y la alegría de que esto nos está ocurriendo.
Estar enamorados nos conecta con la alegría que sentimos de saber que el otro existe, nos conecta con la poco común sensación de completud. Este estado no se sostiene mucho tiempo, pero queda inscripto como un recuerdo que sostiene la relación y que es posible recrear cada tanto.
Pasados algunos meses, la realidad nos invade y allí todo termina o empieza la construcción de un camino juntos.
Cuando uno se enamora en realidad no ve al otro en su totalidad, sino que el otro funciona como pantalla donde el enamorado proyecta sus aspectos idealizados.
Los sentimientos, a diferencia de las pasiones, son más duraderos y están anclados a la percepción de la realidad externa. La construcción del amor empieza cuando puedo ver al que tengo enfrente, cuando descubro al otro. Es allí cuando el amor reemplaza al enamoramiento.
Pasado ese momento inicial comienzan a salir a la luz las peores partes mías que también proyecto en él. Amar a alguien es el desafío de deshacer aquellas proyecciones para relacionarme verdaderamente con el otro. Este proceso no es fácil, pero es una de las cosas más hermosas que ocurren o que ayudamos a que ocurran.
Hablamos del amor en el sentido de que nos importe el bienestar del otro. Nada más y nada menos. El amor como el bienestar que invade cuerpo y alma y que se afianza cuando puedo ver al otro sin querer cambiarlo.
Más importante que la manera de ser del otro, importa el bienestar que siento a su lado y su bienestar al lado mío. El placer de estar con alguien que se ocupa de que uno esté bien, que percibe lo que necesitamos y disfruta al dárnoslo, eso hace al amor.
Una pareja es más que una decisión, es algo que ocurre cuando nos sentimos unidos a otro de una manera diferente. Podría decir que desde el placer de estar con otro tomamos la decisión de compartir gran parte de nuestra vida con esa persona y descubrimos el gusto de estar juntos.
Aunque es necesario saber que encontrar un compañero de ruta no es suficiente, también hace falta que esa persona sea capaz de nutrirnos, que nos ayude a nuestro crecimiento personal.
El amor se construye de a dos, sobre la base de una química que nos hace sentir diferentes. Quizás por la sensación mágica de ser totalmente aceptados por alguien.
Enamorarse es amar las coincidencias, y amar, enamorarse de las diferencias.

Fuente: Jorge Bucay – Silvia Salinas, Amarse con los ojos abiertos, 2002.

"TAPAR EL SOL CON LA MANO". Fábula.

Un discípulo fue a ver al rabino Nahman de Braslaw:

— No voy a continuar con mis estudios de los textos sagrados -dijo-. Vivo en una pequeña casa con mis hermanos y mis padres y nunca encuentro las condiciones ideales para concentrarme en lo que es importante.

Nahman apuntó al Sol y le pidió a su discípulo que levantase la mano frente a su rostro para interrumpir la visión del astro rey. El discípulo así lo hizo.

— Tu mano es pequeña y, sin embargo, has conseguido ocultar totalmente la fuerza, la luz y la majestad del inmenso Sol. De la misma manera, los pequeños problemas consiguen darte la disculpa necesaria para no proseguir con tu búsqueda espiritual.

Al igual que la mano tiene el poder de esconder el Sol, la mediocridad tiene el poder de esconcer la luz interior. No culpes a los demás por tu propia incompetencia.

Paulo Coelho

dimarts, 29 de novembre del 2011

HUGH PRATHER. Palabras a mí mismo.

Nadie está equivocado.
A lo sumo alguien está mal informado.

Si pienso que un hombre está errado
o yo o él no hemos tomado algo en cuenta.

De este modo si no estoy
empeñado en mostrarme superior,
sería mejor que tomara en cuenta lo que él considera.

"Tú estás equivocado" significa "no te entiendo"
"no veo lo que tú ves".

Pero no hay error en ti,
tú simplemente no eres yo
y eso no es erróneo.

Hugh Prather

dilluns, 28 de novembre del 2011

¿ME LLAMAS, QUERIDO?. Karelia Vázquez. El País. //

Hace un tiempo tenía una charla con una amiga sobre lo poco que utilizamos el teléfono. Concretamente teníamos unas conversaciones largas, profundas y fluidas por facebook pero ni una, nada, por teléfono. Yo reivindicaba la cercanía que nos aporta el teléfono, la voz, el sentir a la persona, tan lejos del frío chat de las conversaciones entrecruzadas, y de alguna desaparición repentina... Hoy he encontrado este artículo de Karelia Vázquez y me ha recordado la conversación. Reivindico desde aquí el teléfono, las conversaciones que se generan, lo que nos acerca a las personas, oir la voz, sentir la emoción que nos transmite,... Me gusta el chat del facebook pero encuentro mucho más real la conversación telefónica, el dedicarle un tiempo a esa persona que ha llamado o que te lo dediquen a ti. Me gusta que suene, estirarme en el sofá, hablar y hablar... Para mi, que vivo solo, me conecta con los amigos, hace que me sienta más acompañado y, porque no decirlo, me gusta que suene y encontrar al otro lado aquella voz que deseo escuchar, con quien deseo hablar, compartir, sentir... Tiene su suspense desde que suena hasta que descuelgas y... te ofrecen la oferta de tu vida en móviles....
El artículo me da pistas del porque mi amiga no utiliza el teléfono, y para los curiosos o curiosas os diré que no, no he conseguido tener una conversación telefónica larga y tranquila, de sofá como digo yo con ella.... Espero conseguirlo algún día!.

Los teléfonos se usan cada vez menos para hablar. Los mensajes o los chats delatan menos al interlocutor.

Al parecer, somos sujetos obsesionados por las conexiones y temerosos de las ataduras. 

Después de una fuerte discusión (cara a cara y a viva voz) alguien me acaba de pedir perdón por What's App. ¿Debo dar el asunto por cerrado o ponerme digna, enfadarme aún más y exigir una muestra sólida de arrepentimiento, por ejemplo, coger el teléfono y llamar?
Me dicen que hablar es una práctica demodé. Y es posible, hay que mirar de frente al teléfono y reconocer que sólo suena cuando llaman los padres, los jefes o sus secretarias y los operadores de telemarketing. Punto. Desde 2009 las operadoras telefónicas comenzaron a reportar el crecimiento del tráfico de cualquier tipo de datos, excepto los de voz. En concreto, Yoigo, la cuarta de España, señala que la mitad de sus clientes usa más el teléfono para navegar que para hablar. Y los resultados de un informe de la consultora JD Powers & Associates, cuyos autores observaron la actividad de cientos de teléfonos móviles durante 48 horas comprobaron que, efectivamente, hablar era lo de menos. El resto de las prestaciones del teléfono se usaban cuatro veces más.
¿Quién llama y quién osa devolver las llamadas? ¿Para qué?. Todos son riesgos. En ocasiones, la voz tiembla; las palabras se atragantan; la respiración traiciona; los silencios son demasiado elocuentes. Se consume tiempo. Y lo peor, del otro lado alguien puede pretender que se tenga una respuesta coherente, lista para ser comunicada verbalmente. En fin, que acepto las disculpas por What's App. Respondo "OK" y caso cerrado.
En teoría, los hipocondríacos no llaman para mantener el teléfono alejado del cuerpo los centímetros que manda la OMS, y los sensatos, para ahorrar. Pero lo que realmente importa es que hablar ha adquirido connotaciones insospechadas. Se considera invasivo, inoportuno o mucho peor, demasiado comprometido. La gente hace cualquier cosa por sacarse una llamada de encima. Incluso calcula hábilmente llamar cuando del otro lado hay garantías de no respuesta al tiempo que se deja el rastro elegante de una llamada perdida.
El asunto ha dado para un hashtag #WaystogetOffthePhone (maneras de librarse del teléfono) que lleva varias semanas entre los Trending Topics de Twitter en San Francisco donde pululan, como en ningún otro sitio, sujetos techies y agotados tecnosocialmente .

DESCONEXIÓN INDOLORA
Hay razones para estar harto. Como media todos, ellos y nosotros, disponemos de cinco maneras de ser encontrados inmediatamente en teléfonos, chats varios, redes sociales o correos electrónicos. Ante tanta disponibilidad, la ambigüedad es el nuevo arte a cultivar. Emplee todos esos recursos para decir lo menos posible. Manténgase en tierra firme. Haga bromas sistemáticamente. Parapétese tras los emoticones. Tantee el terreno con mensajes. Si no hay respuesta no tendrá ni que despedirse. Nunca podrá conseguir tantas prestaciones con una llamada.
Al parecer, somos sujetos obsesionados por las conexiones y temerosos de las ataduras. Y, según observó el sociólogo Zygmun Bauman en su libro Vida de Consumo (Fondo de Cultura Económica, 2007), amamos las redes electrónicas porque llegan con "un dispositivo de seguridad" incluido: "la posibilidad de desconexión instantánea, inocua y (eso se espera) indolora".
Pregunto a Isabel Larraburu, una psicóloga que se mueve en el novísimo mundo de las manías que vamos adquiriendo los sujetos expuestos a la vida digital, ¿Es que ahora somos de no hablar por teléfono? Isabel cree que, por un lado, prima la economía del tiempo. "Un SMS o un what's App ahorran el saludo, la introducción del tema, y la intromisión en la vida del otro. Un mensaje es una comunicación diferida, breve y telegráfica, permite ir al grano sin sentirse maleducado". Detengámonos un minuto en la palabra "diferida" porque añade la enorme ventaja de disponer de un margen de maniobra del que carecemos en una conversación en la que los minutos de reflexión se convierten en silencios incómodos que revelan mucha información sobre nuestra postura.
Y sí, esta psicóloga acepta que hablar es peligroso. "Una llamada puede delatar si te acabas de despertar, si estás en casa con amigos y te has bebido una copa, si has llorado o si estás impaciente por terminar la conversación. Muestra mucho más de uno mismo".

REBOTADOS DIGITALES
Mis amigos reconocen que ahora más que nunca se dan el lujo de no contestar en esos raros días en que el teléfono suele manifestarse. Estas son sus razones:
"Sabes que quién llama quiere hablar y tienes que disponer de al menos media hora".
"Las posibilidades de discutir se disparan".
 "Esperan que tenga una respuesta concreta, si no estoy en condiciones, no contesto".
"Prefiero el chat. Mientras hablo puedo seguir con mis cosas, una llamada exige dedicación exclusiva".
Y no digo sus nombres porque ellos no quieren y por mantenerlos en territorio seguro, posmoderno y cool. Este último término fascina a Bauman: "Es curioso que hayamos elegido esta palabra cuyos significados son también "frío" e "indiferente" para definir lo modernamente aceptado".
Para este sociólogo la diferencia entre llamar por teléfono y enviar un mensaje de texto o chatear es la misma que existe entre "estar conectado" y "estar relacionado". "Las conexiones se ocupan sólo del asunto que las genera y dejan a los involucrados a salvo de desbordes, protegiéndolos de todo compromiso más allá del mensaje enviado o leído. Las conexiones demandan menos tiempo y esfuerzo para ser realizadas y menos tiempo y esfuerzo para ser cortadas. La distancia no es obstáculo para conectarse, pero conectarse no es obstáculo para mantener la distancia", explica en su libro Amor líquido (Fondo de Cultura 2005).
Y como estamos condenados a volver a los clásicos comienzan a aparecer los rebotados digitales. Lissette Gómez, profesora de una escuela primaria en New Jersey pidió hace varios meses a su compañía que bloqueara la opción de recibir mensajes de texto. Todo empezó después de su experimento en Match.com. "Conocía a alguien, y antes de salir llamaba frecuentemente, después de la cita la comunicación se quedaba en mensajes de textos, una zona peligrosa que permite dejarlo todo en la nebulosa y en el juego". Ahora una voz neutra, de teleoperadora advierte a los que intentan enviarle un SMS. "Si quiere contactar con el cliente debe llamar. Esta persona sólo acepta llamadas". Cuando le cuento de conflictos cuyo nacimiento, muerte y resurrección han tenido lugar en el universo de los mensajes de texto, se reafirma. "Por eso los he eliminado, el que quiera algo que hable". No sé ustedes, pero yo es la primera persona que conozco que hace tal petición a su operadora de telefonía. A ella le ha funcionado. Pero si es de los que se mueve a gusto en el modo "sólo llamadas de emergencia" considérese parte de la tribu.
Sólo encuentro una contradicción en esta teoría, los SMS, What's App, chats varios, correos, etc. dejan huellas más duraderas que una conversación. Mis cuentas de Gmail y Facebook, por ejemplo, estaban configuradas por defecto para guardar todos los chats. Podría haberlo cambiado, pero como lo ignoraba he acabado acumulando un registro enorme de conversaciones triviales, densas, simpáticas, irritantes, tramposas. Podría sacarle los colores a dos o tres. Y no diría que alguien no pudiera hacer lo mismo conmigo. Si estas conversaciones hubieran transcurrido durante una llamada, ni yo ni ellos tendríamos ahora ese poder. No soy la única, me consta que muchos conservamos grandes chats en nuestros portátiles. ¿Nos dará algún día por desclasificar estos archivos?

HUGH PRATHER. Palabras a mí mismo.

Algunas veces mi única manera de
saber qué es lo que quiero es
proseguir y hacer algo.


Entonces, al comenzar a actuar mis
sentimientos se aclaran.


Hugh Prather

diumenge, 27 de novembre del 2011

HUGH PRATHER. Palabras a mí mismo.

La mayoría de las palabras nacieron como
una descripción del mundo externo, por eso
no pueden reflejar lo que ocurre en mi alma.


Hugh Prather

"EN CADA BOSTEZO SIENTO PUESTA CADA FIBRA DE MI SER". Rafael Berrio, compositor y cantante. La Contra de la Vanguardia 04/11/11

Tengo 48 años. Nací y vivo en Donosti. No tengo oficio ni beneficio. Estoy soltero y sin hijos. Soy un individualista anarquizante a lo Baroja. ¿Dios? No (salvo que me vea en un apuro muy grave).Me gusta pasear por la playa en invierno y salir a beber con amigos.


'1971'
Es muy bueno. Rafael Berrio (San Sebastián, 1963) compone canciones que te interpelan, exploran, hurgan, hacen pupa y acarician. Todas las canciones de su disco 1971 son exquisitas, escritas con hondura, dichas con terciopelo, musicadas con primor (Tú tienes a tu lado un ángel, dulce; Como Cortés, espléndida; todas, envolventes). Berrio no es un tipo conocido ni quiere serlo. Sosegado, sólo busca vivir del oficio de hacer canciones para otros, pero a veces canta y graba discos (Planes de fuga, Arresilanda o 1971: pueden escucharse en rafaberrio.com) únicamente para deslumbrar a las amigas y a los amigos. El arte de Rafael Berrio es un hallazgo muy placentero.

¿De dónde sale usted?
De mi casa. No tengo internet. Ni tele.
Es usted raro.
No es ningún esfuerzo. Es sólo que me asquea el tiempo presente, me disgusta.
¿Y qué le gusta?
Aquella España de mi niñez, sencilla, austera y tranquila, sin tiendas de marca, sin este frenesí... ¡Por mí, volvería a la autarquía!
Difícil: el mundo es global.
He vivido cinco años en una movil home, caravana sin ruedas, y muy bien. Y sin sofá.
¿Sin sofá?
¡Con unas sillas es suficiente! Y los libros, en cajas. Y un rincón para leer, agua caliente, un fogón... No necesito más. 
¿Se vive bien así?
¡No te llegan cartas ni publicidad al buzón! Y es muy romántico, sobre todo cuando llueve sobre el techo. Y se liga. ¡Tenderemos a vivir así, ya verá! 
¿Y a qué se dedica?
Compongo canciones. Y canto. Y grabo. 
Querrá vender muchos discos, pues...
Me da igual. Yo grabo discos para impresionar a los amigos. Y, sobre todo, a las amigas.Por eso cantamos. Ya digo en la canción Las mujeres de este mundo que en el momento de mi muerte "sólo lamentaré perder a las mujeres que amamos". 
¿Da recitales?
Me salen pocos. Mi ideal sería tener 150 seguidores fieles en cada ciudad de España. 
¿Rehúye el éxito?
¡Eso sería el éxito perfecto! Ser muy famoso es engorroso, no tendría calma. Con lo que me encanta pasear por una playa en invierno, caminar tranquilo. Así me inspiro. 
¿Y qué es el fracaso?
Algo interesante literariamente, pero no para sufrirlo uno. El fracaso es no amar y no ser amado. 
¿Cómo llegó usted a las canciones?
Mi padre tenía un taller y cantaba boleros. Tocaba el requinto, una guitarra pequeña, y de él aprendí a tocarla. Mi padre es de familia gitana vasca.
No sabía que hay gitanos vascos.
Hablaban erromintxela, un romaní euskaldunizado, y esquilaban ovejas en torno a la sierra de Aralar, nómadas.
¡Igual de ahí su gusto por la caravana!
De jovencito me dio por el movimiento punk y, durante la transición, por la nueva ola, reacción al folk vasco. 
¿La nueva ola era la movida?
¡Es que la movida en el País Vasco fui yo solo, ja, ja!. Luego llegó el rock radical vasco y nos quitó de en medio. Entonces debería haberme ido a Madrid, pero me quedé... 
¿Y por qué no se fue?
Por mi naturaleza, inclinada a la inacción y a la desgana, que considero una virtud. 
¿La virtud de la desgana?
Lo digo en la letra de una canción: "No hacer frases, no hablar, no formular sino lo estricto, que viene a ser, en suma, nada. Creo en la virtud de la desgana".
¿Es su filosofía vital?
Tengo la sensación de que hacer cosas y no hacerlas... ¡es lo mismo! Y tiendo a no hacer. Es un deje aristocrático. Hacer es burgués. En otra canción digo: "Yo, que en cada bostezo siento puesta cada fibra de mi ser".
A bostezar.
Y añado: "Yo, que no he encontrado nunca la razón de levantarme de la cama". ¿Por qué este frenesí de hacer, hacer, hacer...?
Entonces, ¿por qué hacer canciones?
A veces me lo pregunto. Hacer una canción es complicado, pide dedicación, ser anacoreta... Y a mí me gusta tomar vinos con amigos... pero no se compone nada con resaca. Así que estoy haciendo una canción y voy pensando: "¿Por qué este lío?".
Son canciones tristonas, nostálgicas...
¡Soy donostiarra! Pero también hay mucha humorada soterrada. Yo soy de la tradición francófona más que de la anglosajona.
¿Cómo se consigue una buena canción?
El primer verso te lo dan las musas, y el resto es ya trabajo de hombres. Y de días.
¿Lee algo para inspirarse?
Yo no leo novela moderna, sólo a Galdós, Baroja, la generación del 98 y del 27...
Debe de ser ya el único.
No, comparto esta pasión con un grupo de amigos, borrachos distinguidos: nos reunimos cada miércoles para tomar vinos y discutir de literatura. Lo que más me importa de la vida real es la literatura. No hay nada mejor que los libros.
¿Por qué titula 1971 su último disco?
Porque una canción habla de un álbum de fotos familiar del año 1971, cuando yo tenía ocho añitos, cuando todo era sencillo, luminoso, cálido, alegre: ese año me gusta, ¡es como un refugio!
Prefiere el pasado, ya me ha dicho...
Me desagrada el tiempo actual, el desarrollismo, la moda... todo me parece detestable. Siento añoranza de aquella plenitud, de aquellos días felices..., que hoy duelen, ¡qué paradoja!
¿Qué músicas oía por entonces?
Sonaban Aznavour, Cecilia, la primera Mari Trini, el primer Serrat, Jeanette... Canciones de Juan Carlos Calderón, José Luis Perales... ¡Reivindico aquellas canciones!
Deje el pasado y mire ahora el futuro.
El futuro no acaba de llegar nunca.
¿Cómo ve el mundo?
Lo digo en otra canción: "Yo, que he juzgado el mundo en torno a mí como una inhóspita intemperie". Sólo la literatura logra paliar esa intemperie.