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dimarts, 31 de gener del 2012

RECUERDA.......

Lo que pensamos sobre la culpa
que sienten las personas, es miedo.
Todo lo negativo proviene del miedo.
Cuando alguien está enojado, es porque tiene miedo.
Cuando alguien nos trata mal, es porque tiene miedo.
Cuando alguien manipula, es porque tiene miedo.
Cuando alguien es cruel, es porque tiene miedo.
No existe miedo alguno que el AMOR no pueda disolver.
No existe negatividad que el PERDON no pueda transformar.”

Marianne Williamson.

DE TODO LO QUE LEAS...
....Toma lo que resuene contigo, desecha el resto. Confía en ti mismo y en tu propio discernimiento....

Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. Patricia Bogado.

"Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. No estoy en este mundo para llenar tus expectativas. Ni tú estás en el mundo para llenar las mías. Tú eres tú y yo soy yo. Si causalmente nos encontramos será hermoso. Si no, no importa"  Fritz Perls

Se te acaba el día y has hecho veinte mil cosas, llega la noche y muy probablemente estés muy orgulloso porque has pensado en todo y en todos. Y que bien se siente haber cumplido con los demás, ¿verdad?, al menos el otro estará contento y dormirá tranquilo, y ¿tú?, ¿quién piensa en ti?.

Observo tantos rostros cansados y perdidos de sí mismos, rogando migajas de amor y ya no saben qué hacer para agradar a su pareja, a su jefe, a su familia, en fin, al mundo entero.

Tristemente la mayoría de las veces aprendemos a los golpes, pero es necesario en algunos casos ¿perder la dignidad?.

Estamos invadidos de tantos mensajes aprendidos en la niñez entre: lo que debo ser, lo que tengo que organizar, a lo que debo llegar; y que llegado un determinado momento por ir cumpliendo uno por uno esos mensajes, lo que vamos logrando es perder nuestra propia energía, despersonalizándonos por el camino y perdiéndonos de nosotros mismos. Luego sucede que nos exigimos cada vez más y así vamos tirando otro poquito, y de pronto paras y dices: “Ya no puedo más…” y bajas los brazos, ya no tienes energía, llegas en un estado de crisis, porque honestamente ¡ya no puedes!, y lo que ha sucedido es que te has responsabilizado de todos, menos de ti.

Hay hombres y mujeres muy enojados, muy irritables precisamente porque se perdieron a si mismos y esto es sumamente doloroso, y el alma lo sabe. Mi invitación en este artículo es bien concreto, es invitarte a que vuelvas a ti.
Que por unos momentos no escuches al otro, te escuches a ti, que por unos instantes ya no observes qué necesita el otro, sino qué necesitas tú.

Voy a hacer hincapié en dos puntos fundamentales, en las expectativas y el paradigma del YO. Para esto me pareció pertinente elaborar brevemente 4 principios que considero fundamentales para que retornes a tu más pura esencia:

Principio 1: 
No fue tu error que no cumplieras con mis expectativas, fue mío por haber querido que las adivinaras. Así lo supe: Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Esto resume la frase del inicio de Perls y creo que más claro échale agua. Ahora bien, no vamos a producir ningún cambio hasta que entendamos lo siguiente: Nadie te defrauda, nadie te decepciona, lo que a ti te hace daño son tus propias expectativas puestas en la otra persona.

Nosotros llegamos a cualquier relación con una serie de preconceptos sobre lo que debe ser el vínculo y elaboramos internamente una larga lista de los “deberías” del otro. Muchos de los malos entendidos en las relaciones se producen porque inconscientemente exigimos al otro aquello que deseábamos cuando éramos niños y que nunca nos atrevimos a pedir.

Harville Hendrix expresa que: “La elección de pareja es producto de nuestro inconsciente y lo que desea el inconsciente es cerrar las heridas de la infancia (…)”. Es decir, que las viejas heridas de nuestra niñez no permiten que fluya nuestro amor y libertad. Por lo que me atrevo a afirmar que hay muchos niños heridos jugando a ser adultos. Y de aquí nuestras exigencias, reproches, reclamos a nuestra pareja.

Por tanto, ver a las personas tal y como son, no es complicado cuando dejas de verlas como quieres que sean pero para esto se hace necesario retornar a nuestra esencia y sanar esas heridas.   

Principio 2: 
Aceptar a alguien como es y no como yo quisiera que fuera, es el principio del cambio en mi relación.

Según el biólogo Humberto Maturana: "El amor es la emoción que constituye las acciones de aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia; por lo tanto, amar es abrir un espacio de interacciones recurrentes con otro en el que su presencia es legítima sin exigencias".

Simple, ¿quieres paz en tus relaciones?, acepta al otro. Simple pero nada fácil, ¿verdad?.

Sé que no es nada fácil aceptar que el otro piense, sienta, opine y actúe distinto a uno cuando el ego lucha por el poder y la razón, maquillándose con la máscara de víctima y justicia. Y mucho menos si hay un ego herido, el cual ya no observa personas sino solo aceptación o rechazo.

Aceptar las necesidades, las opiniones, los intereses, los gustos, los valores del otro son tan valiosos y legítimos como los míos, son tan válidos como los míos, son tan verdaderos como los míos.

Ahora bien, y a este punto quiero llegar: Para tener una relación armónica, (sea de pareja, jefes, compañeros, amigos, etc.), se hace necesario que yo acepte su mapa, más no es obligatorio que comparta.  

Principio 3: 
Si para que no te vayas, tengo que ser como tú quieres, por favor, no te quedes. Me quedo conmigo.

Grave, gravísimo error sobre todo en las mujeres, dejar de ser uno para ser imagen del otro. Que me ponga en pareja no quiere decir que me olvide de mí para amoldarme a un molde imperfecto de otro. Cada uno es un molde distinto y rompe el molde y punto.

No me canso de repetir una y otra vez: se tú y si no gustas al otro, no pasa nada, no te aferres a esa persona, suelta, te puedo asegurar que habrá otra persona que sí gustará de ti y que sí te amará como mereces. Como expresa Walter Riso, “no te merece quien te lastima”. Y agrego, no te merece quien no te acepta. Cada uno sabe lo que debe cambiar, no es necesario cambiar por una migajita de amor.

He visto muchísimos casos de personas que sufren terriblemente por apegarse a alguien que no les da ni la hora, que las humilla con palabras y ni que hablar de otras formas de agresión, por favor, por amor a uno mismo, somos casi 6800 millones de personas en el planeta tierra, ¿por qué sufrir por esa persona?. Gente que por miedo a estar sola se aferran al otro aunque sea a través del conflicto, y generan discusiones, peleas una y otra vez con tal de mantenerse unidos.

Hay ciclos para todo, tenemos un ciclo al nacer, tenemos un ciclo al morir, tenemos ciclos constantemente, tenemos ciclos dentro de los ciclos. No puedo empezar un nuevo ciclo si no cierro el viejo. A ver si soy clara, no puedo entrar a una siguiente habitación si no cierro la puerta y atravieso el pasillo.

Por favor, sé tu mismo y si cambias que sea porque tú así lo sientes, pero no te amoldes.

Principio 4: 
Del Paradigma del Tú al Paradigma del Yo

“Tú me cuidas, tú me haces feliz, tú me solucionas los problemas, tú me quieres, tú eres la persona que me llena,… tú eres quien me hace infeliz, tú eres quién me lastima, tú me hieres, por tanto, por tu culpa me siento mal, si tú fueras de otra manera todo sería distinto, por tanto, tú tienes que cambiar”.

Qué logramos siendo así?: Frustración, soledad, tristeza, impotencia, desamparo, desencuentro.

“Yo soy responsable de mi vida, yo soy el protagonista de mis actos, yo me hago responsable de mis sentimientos, yo me cuido, yo decido continuar esta relación porque quiero, yo soy responsable de mis decisiones y acciones, yo asumo las consecuencias de mis equivocaciones, por tanto, yo quiero y puedo cambiar.”

¿Qué logramos siendo así?: Que desaparezca la culpa y empezar a ver al otro como un espejo de nuestras propias debilidades, como una oportunidad al cambio personal.

Pero recuerda, solo tú puedes elegir en qué paradigma quieres estar. Y para finalizar quisiera regalarte esta frase y es mi deseo que lo puedas entender en el lenguaje que expreso: “Yo soy yo y tú eres tú, yo me amo y tú te amas pero más amo cuando nos amamos juntos”.

Patricia Bogado
www.patriciabogado.com.ar

diumenge, 29 de gener del 2012

"No podemos resolver los problemas usando el mismo tipo de pensamiento que cuando se crearon". Frases para cambiar vidas.


Autor: Albert Einstein 
En la India, para llevar una vida tranquila la gente suele ir a la selva o a lugares solitarios y remotos, como montañas o valles, con el fin de sentarse y meditar. Dejan tras de sí la obligación de la familia y de los parientes. Ellos se sienten felices y en paz. Están huyendo temporalmente de la vida. Bien, pues aparte de los hindúes el único otro grupo de gente que no tiene problemas o los soluciona alejándose de ellos, son las personas que están en la paz del cementerio.
Sí, la vida está llena de problemas. Podrían haberla diseñado de otra manera, pero alguien debió pensar que con las dificultades, los obstáculos, los dilemas, las trabas y las contrariedades que nos vamos encontrando, íbamos a ser capaces de pulirnos y perfeccionarnos en la tarea de convertirnos en dignos merecedores del título de 'seres humanos'.
Todos los días y en todas partes escuchamos una letanía incesante: "Tengo problemas." Problemas de dinero , laborales, de pareja, familiares, de salud… y la lista sería inacabable. Y nos tienta pensar que las personas que creemos son felices, soportan menos problemas que nosotros. Pensamos que ellos tienen todo el dinero que necesitan; que tienen el trabajo que aman; que poseen buenos amigos; que sus hijos son obedientes y que todo les va bien. Pero la realidad es que cuanto más éxito tengas, a más problemas deberás enfrentarte.
Los problemas son conocidos, en un mundo más optimista que este, como oportunidades. Resolverlos nos garantiza la adquisición de una habilidad que no teníamos y su superación nos dotará de fuerzas renovadas. No consiste en tener una vida sin problemas, sino en quitarle vida a los problemas. Los problemas están ahí para hacernos crecer y aprender, nos guste o no. Cuando te enfrentas a un problema, es una clara indicación de que tenemos que cambiar nuestra forma de vida o mejorar nosotros mismos y variar nuestra conducta. Es una alerta, no una condena.
La verdad es que los problemas solo desaparecen cuando los afrontamos, y el mejor momento para acabar con ellos es al principio y de raíz. La solución está en nuestro pensamiento y en nuestra perspectiva del problema.

Reflexión final: 
No importa su naturaleza. Si estás ante un problema, debe ser eliminado.

dissabte, 28 de gener del 2012

"Estamos diseñados para responder al influjo de la luna". James Attlee. La Contra de la Vanguardia. 16/01/12.

James Attlee, ha recorrido el mundo en busca de la luz de la luna.


Tengo 55 años. Nací en Maidstone, vivo en Oxford y trabajo en Londres. Soy editor de libros y revistas de arte. Casado, tengo 5 hijos. En mi país los partidos son financiados por grandes intereses privados. Si lo hiciera el Estado quizá representarían a la mayoría. No soy creyente.

Endimión

Rige la Pascua y el Ramadán. Buda se iluminó bajo su influjo. Mussolini la temía, pensaba que si un rayo le tocaba su cuerpo mientras dormía le ocurriría como a Endimión, el pastor del que se enamoró la luna. Selene bajó para besarlo y nació la pasión. La luna lo hechizó con un sueño eterno del que sólo despertaba para yacer con ella. Attlee marcó en el calendario las noches de luna llena y decidió iniciar un viaje en busca de su luz, se paseó por los lugares del planeta en que todavía reina, por la historia, por la literatura, la ciencia y el arte, y escribió Nocturno (Ático de los Libros). Hoy, como Endimión, vive bajo su influjo. "Contemplar la luna es una filosofía de vida, una conexión con nuestra esencia".

Bonita luna...
Apenas ilumina.

¡Pero si está llena!
Yo he recorrido el mundo en busca de la luz de la luna, y es triste lo que ocurre en las ciudades donde la luna ha sido exiliada por el alumbrado. Esto no es la luna, es su sombra.

Esnif.
La luna forma parte de una conexión directa que los humanos teníamos con la naturaleza y que hemos perdido. Una conexión todavía vital a mediados del siglo XIX, cuando la gente seguía los ciclos de la luna para miles de cosas.Todos sabían cuando iba a tocar la próxima luna llena porque de ella dependían el viaje o la recogida de la cosecha.

Los aborígenes siguen viajando bajo su sombra.
Sí, y miden el frío de la noche por la cantidad de perros que necesitan para mantener el calor cuando se tienden a dormir: una noche de un perro, una noche de dos perros...

Pura poesía.
Aquí también eran los días de luna llena los favoritos para salir de copas hasta altas horas, pues al salir de la taberna la luna iluminaba el camino de vuelta a casa. Los ciclos de la luna están relacionados con el mismo principio de la civilización. La luna fue la que permitió a los seres humanos medir periodos de tiempo más largos que un día.

¿Era nuestro reloj cósmico?
En el sudoeste de Francia se ha encontrado un trozo de hueso de 25.000 años a.C. que tiene tallados dos ciclos lunares completos; era un calendario primitivo.

El amor y la melancolía siguen emparentados con ella.
Los artistas de todo tipo han sentido una fascinación especial por la luz de la luna. Velázquez, Turner, Marinetti, Goethe, Saint-Exupéry, Ruskin, Picasso, Leopardi mantuvieron una intima relación con la luna.

¿No quedan tradiciones que la honren?
El Tsukimi, un festival de contemplación de la luna llena que se celebra cada otoño en Japón, cuando consideran que está más bella. Así su contemplación se tiñe del mismo tono que la estación: una época melancólica en que acaba el verano y los seres mueren. Hay miles de hermosos grabados y haikus dedicados a ese momento.

Escoja uno.
"Me abruma la tristeza de miles y miles de cosas aunque no es otoño sólo para mí".

Hermoso.
La luna es también la principal responsable de que Chelsea sea el barrio bohemio de Londres. A los pintores les gustaba el efecto de la luz de la luna sobre las aguas del Támesis y escogieron vivir a sus orillas.

¿Y a qué atribuye esa fascinación?
La luz de la luna hace que veamos las cosas de forma distinta. En la retina hay dos tipos de receptores de luz: los conos nos dan detalles y colores y son los que utilizamos en la visión diurna. Los bastones son extremadamente sensibles y operan en la oscuridad.

Sólo nos permiten ver formas.
De ahí tantas leyendas y misterios que intenté aclarar con un neurólogo. El cerebro rellena las imágenes que no vemos con claridad. El subconsciente escoge lo que vemos.

A falta de luz, imaginación.
Los bastones nos dan una capacidad de visión mejor que la de las lechuzas, pero tardan mucho en activarse. Si nos pasáramos un par de semanas en la oscuridad, nuestra visión se agudizaría enormemente. La potencia teórica de la que somos capaces nos permitiría ver cómo se enciende una vela a 30 km de distancia.

Está usted lleno de curiosidades.
En el desierto americano conocí a una pareja que ha construido un gran colector interestelar que concentra la luz de la luna en un rayo. Sostienen que proyectado sobre los seres vivos tiene el poder de sanar.

¿...?
He visto cómo semillas expuestas a esta luz germinan con más rapidez y fuerza. Y también conocí a la artista Katie Paterson, que emitió al espacio la sonata Claro de luna en código morse proyectándola contra la superficie de la luna. Cuando recibió la señal de vuelta, la melodía era distinta.

¿Usted también ha sido hechizado por la luz de la luna?
A raíz de este libro soy miembro de la campaña contra la contaminación lumínica nocturna, doy charlas por el mundo y la gente me cuenta sus experiencias.

Alguna que le haya impactado.
Un industrial de la madera me contó que esta industria altamente mecanizada sigue estando controlada por los ciclos lunares porque la savia sube por los árboles con la luna llena y arruina la madera.

¿Le sorprende?
No, tras este viaje de luna sé que su contemplación nos llama a conectar con nuestras emociones y que provoca cambios en nuestro cuerpo. Estamos diseñados para responder a ese influjo de la luna. Muy posiblemente la emergencia de la vida surgió en pequeñas charcas que se llenaban y vaciaban según la marea.

Resultará que somos hijos de la luna.
En este mundo de prisas enervantes, la luna nos llama a conectar con un ritmo de vida más lento, marcado no por el minutero sino por los ciclos naturales, los que han regido al hombre a lo largo de su historia. Si apagamos la luz eléctrica, entramos en un mundo literalmente distinto. Volver a conectar con esa parte perdida de nosotros nos ayuda a poner la vida en perspectiva.


MIEDO AL VACIO. Fábula.

Como consecuencia de violentas guerras fratricidas, un rey perdió hasta el último de sus soldados. No le quedaron más que dos servidores.

Un día, los bárbaros llegaron a las puertas de la ciudad con la intención de poner cerco al palacio.

El rey ordenó entonces a sus servidores que abrieran todas las puertas y ventanas, y acto seguido se instaló en la galería a fin de observar la llegada de los invasores. Mientras él se abanicaba indolentemente, les vio avanzar hasta la escalinata de palacio.

Su serenidad perturbó a los bárbaros. Éstos supusieron que les esperaba una trampa en su interior. En vez de poner cerco a aquel lugar, el jefe reunió a sus hombres y tocó a retirada.

El rey dijo entonces:

- Ved, los bárbaros que son la plenitud tienen miedo del vacío.

No hay que perder nunca la esperanza

dijous, 26 de gener del 2012

“Debería ser obligatorio echarse una ‘siesta de datos’ todos los días”. Francesc Miralles, psicólogo y escritor.

En su libro ‘365 ideas para cambiar tu vida’, el autor recomienda desconectar unas horas de la información catastrofista para ser feliz. Miralles aconseja diseñar o rediseñar nuestra vida en función de cómo queramos que sea.
Ante la incertidumbre general, el panorama claroscuro y la desmotivación reinante, la búsqueda de la felicidad a cualquier precio se ha convertido en todo un trending topic. Las memorias de Marilyn Monroe, a puntito de salir del horno, son un ejemplo más de cómo ni el mito, ni el dinero, ni los millones de hombres rendidos a sus pies consiguieron que fuera feliz.
Francesc Miralles, autor de referencia en temas de psicología y espiritualidad, propone en su nuevo libro un caminata con 365 estaciones para ayudarnos a encontrar la felicidad.
-¿Qué es la felicidad?
-Es un objetivo distinto para cada persona según sus aspiraciones. Para un enfermo es ponerse bien, para un arruinado, salir a flote. Pero debe relacionarse con el presente, el aquí y ahora.
-¿Por qué no la encontramos?
-El error es buscarla, hay que toparse con ella en cosas sencillas y procurando vivir de una manera soleada. Estamos rodeados de pequeñas maravillas como leer un buen libro o escuchar una ópera. Desde luego, no está en ver el telediario.
-¿El exceso de información está aumentando nuestra ansiedad?
-En Estados Unidos, uno de los grandes trending topics es la infoxicación o exceso de información. Nuestro ancho de banda de comprensión humana es el mismo que hace 15 años, mientras que la información se ha multiplicado por mil: radios, decenas de cadenas de tele, periódicos, revistas, sms constantes, Facebook, WhatsApp. El cerebro se embota ante este bombardeo sin tregua.
-¿Cómo poner límites al bombardeo mediático?
-Haciendo lo que los americanos llaman siesta de datos: de ocho de la tarde a doce hay que apagar todo lo que no controlamos e imponernos una hora de descompresión haciendo lo que más nos gusta.
-Vamos, desconectar.
-Bailar nuestro rock and roll favorito, hacer encaje de bolillos o quitarnos espinillas. Lo que nos haga felices.
-Así se anula la ‘infoxicación’.
-Como dice la filosofía zen, para llenar una taza de té hay que vaciarla primero. Todos tenemos un tope.
-Y sabemos que venden mucho más las malas noticias que las buenas.
-Exacto, con lo cual va calando en la población una actitud negativa, muchas veces inconsciente. ¿Cómo se atreverá alguien a invertir si le están martilleando con que los próximos años serán aún peores?. Hay que cambiar radicalmente el discurso psicológico y mirar también el lado bueno de la botella.
-¿Y cuál es?
-Que la crisis barre mucha mediocridad, por ejemplo. Que nos obliga a estrujarnos más el cerebro ante tanta competencia, a tener claro que demasiada gente vivía por encima de sus posibilidades.
-Hay que crearse, pues, un búnker de defensa .
-Es obligatorio que el nuevo Gobierno tome medidas urgentes para contrarrestar tantas noticias catastrofistas.
-Dicen que el dinero no da la felicidad, pero, oiga, ayuda a conseguir algo tan parecido...
-Todos conocemos personas con el riñón cubierto, que viven de sus rentas y son muy desgraciados porque no han sabido gestionar su relación de pareja o se llevan fatal con sus hijos. La felicidad es una emisora con la que uno decide, o no, sintonizar.
-Luis Rojas Marcos, un puntazo de la psiquiatría en Nueva York, dice que es más fácil deprimirse en un pueblecito que en la gran ciudad.
-Sin duda. En Cataluña, en muchos pueblos, la juventud está mucho más marginada que en la ciudad; no hay cine, no hay planes, y hay más vandalismo y droga.
-¿Sirve de algo esta fiebre por los libros de autoayuda?
-El término se acuñó en Estados Unidos en el siglo XIX y se popularizó en Argentina en la crisis ,cuando la gente no podía pagarse el psicoanalista y leía este tipo de libros.
-Usted asevera que un minuto puede cambiar nuestra vida. Deme un ejemplo.
-Una llamada de teléfono por la que te reconcilias con un gran amigo, un email con el que cierras un buen negocio, un accidente. Tomamos decisiones todos los días en un minuto que afectan a nuestro estado de ánimo y vida. Yo sugiero ideas para mejorarla o cambiarla.
-La felicidad y la paz interior se han convertido en valores más buscados que los diamantes, la fama o el poder. ¿Cómo abreviar el camino?
-El humor es un arma muy poderosa para acercarse al bienestar interior; te ayuda a distanciarte de tus problemas, a verlo todo desde fuera como una película.
-La vida te da unas cartas y hay que aprender a jugar con ellas, me dijo el otro día el peluquero.
-Claro. Lo primero es ser consciente de lo que realmente podemos modificar y lo que no. La familia nos viene impuesta, pero a los hijos los podemos moldear y podemos elegir los amigos que nos aconsejen bien.
-La gente se forra a lexatines, crece la ansiedad, la depresión, ¿qué estamos haciendo mal?
-Pensar que hay que ser feliz todo el tiempo, lo cual es un error porque de los baches se aprende y no se ve el blanco si no hay negro detrás.

"Sea más femenino y será menos violento y más feliz". Joanna Bourke. La Contra de la Vanguardia.

Joanna Bourke, historiadora de la violencia, la guerra, la violación y el dolor

¿Edad? Disfruto al crecer, pero ya no me conformo con describir la realidad, como antes: ahora quiero mejorarla. Nací en Nueva Zelanda, pero crecí en Haití: allí aprendí qué es la violencia al vivirla. El dolor nos revela algo sobre nosotros mismos. Colaboro con el CCCB.

Mujeres guerreras.

Acepto el consejo de la brillante ensayista Joanna Burke para evitar las agresiones sexistas: "Sea más femenino", pero no comparto su tesis de que serlo me haría menos violento. No hace falta evocar, como Sarkozy, a Juana de Arco, para entender que el poder no tiene sexo. Por eso, feminizarnos no nos hará mejores si ello comporta concentrar la autoridad en hembras alfa. No es el sexo sino la existencia de contrapoderes lo que evita el abuso de autoridad. Por eso me temo que, cuando ellas tienen el poder de iniciar una guerra –vean la película sobre Thatcher–, no se niegan por su sexo a declararla. Y las líneas que la propia Bourke dedica a las violaciones perpetradas por señoras dan fe.

Miramos ahora el vídeo de soldados de EE.UU. orinando sobre los cadáveres de iraquíes abatidos?
No es necesario.

Todos podemos verlo cada día a todas horas: ¿eso nos hace mejores?
Es que no lo vemos: lo consumimos. No es una mirada responsable sobre una salvajada que pasa de la indignación a la acción...

Ojalá.
... Sino un consumo banal de imágenes para satisfacer nuestra curiosidad e instintos.

¿Vemos ese vídeo como un videojuego?
A fuerza de consumir imágenes reales de salvajadas, convertimos cualquier atisbo de indignación en indiferencia. Al final, contemplar la canallada nos hace canallas.

Pues cada vez es más fácil filmarlas.
Eso temo: ¿qué soldado no querrá filmar la degollina con su móvil?. Será una exhibición de miserias que nos volverá miserables.

¿Por qué lo dice tan segura?
Soy historiadora del dolor, la guerra, el abuso, la violación...¿Recuerda Abu Graib?

Imágenes de tortura en Iraq.
Pero la mayoría no las vio para juzgar, sino que las consumió banalmente. No nos interesaba defender la dignidad humana, porque si hubiera sido así, la segunda entrega de fotos nos habría interesado también. Y, en cambio, casi nadie la publicó, porque la noticia ya se había consumido.

Algunos periodistas creen que mostrar la barbarie ayuda a impedirla.
La historia muestra que no es cierto. Y he dedicado mi vida a la historia de la guerra, la violencia y el dolor.

¿Por qué?
Mi padre era médico y construimos un hospital en Haití, donde crecí presenciando atrocidades. Pero no sólo las veíamos, las combatíamos. Estudié la violencia por eso y también porque no había ninguna mujer historiadora bélica y creí que aportaría algo.

Lo ha hecho.
Después me apasioné al leer las cartas de soldados anónimos a sus mujeres, a sus hijos, a sus madres. Era la historia de los sin historia: más interesante que la oficial.

Por ejemplo...
Recuerdo al dueño de una tiendecita de barrio de Londres reclutado para el frente, donde comete atrocidades horrendas y después escribe con ternura unas cartas dulces y profundas a su mujer y a sus hijos.

Los humanos somos capaces de eso.
Le daría la razón si todos los soldados siempre se comportaran como bestias sin escrúpulos, pero ¿por qué en las mismas circunstancias unos son personas y otros actúan como torturadores o ultrajan cadáveres?

¿...?
Me niego a aceptar –como los candidatos republicanos a la Casa Blanca– que orinarse sobre un cadáver forme parte de las inevitables cosas de la guerra. Es una cobardía y una falta de disciplina: en primer lugar de los ultrajadores de cadáveres y después de unos mandos incapaces de imponerla.

¿Exhibir la violación también nos hace indiferentes a su vileza?
Me temo que se repite la anterior paradoja de los vídeos: ha habido campañas masivas de concienciación y la legislación ha avanzado enormemente, pero no todos nosotros.

¿Por qué no?
Las leyes han progresado más que las personas: hasta los años setenta en el Reino Unido era legal que un marido violara a su esposa. Y hoy la mayoría de las violaciones siguen produciéndose en el matrimonio, en la familia y entre amigos y conocidos. Sólo una pequeña parte las cometen extraños.

¿Por qué cree que es así?
Porque la víctima que denuncia sigue arruinando su vida. Una encuesta del 2010 revelaba que una de cada tres británicas creía que en una violación la violada siempre tenía al menos alguna parte de la culpa.

¿Qué propone usted?
Las leyes han mejorado, pero no las conciencias. Ya sólo avanzaremos con una revolución de las conciencias. Por eso pido la complicidad de los varones para asumir una parte de los valores femeninos. Sea usted más femenino y será menos violento y más feliz.

Escribe usted una historia universal del dolor: ¿qué le duele más de ella?
Celebro los avances de la ciencia y los analgésicos, pero también observo que hemos reducido el dolor a síntoma localizable y liquidable: a puras moléculas.

¿Y qué hay de malo?
El dolor durante siglos fue también una voz que te revelaba cosas de ti mismo. El dolor hablaba de todo el ser enfermo y tenía sentido y a veces trascendencia. Para algunos era un modo de hablar con Dios o incluso un pasaporte a la eternidad.

Francamente: no lo echo de menos.
Yo lamento la pérdida de esa parte del dolor revelador. El doctor escuchaba a todo el ser del paciente y no se limitaba a diagnosticar qué parte de su cuerpo está enferma.

Como el dolor no tenía remedio, se le buscaba un significado...
Yo creo que aún lo tiene. Pero se silencia con la despersonalización de la medicina. El médico ya no quiere oír al paciente quejarse; la queja estorba la diagnosis, porque ya no le interesa todo el paciente como persona, sólo su fragmento enfermo. Y nosotros no somos fragmentos, sino seres únicos.

¿No es mejor hoy, que se sufre menos?
El dolor en conjunto no ha disminuido, porque hoy se hacen intervenciones que antaño ni se habrían intentado.


dimecres, 25 de gener del 2012

LA ECONOMIA DE LA INFELICIDAD - Borja Vilaseca. Tribuna El País. 08/05/11

La economía no es algo ajeno a nosotros. Los seres humanos formamos parte de ella del mismo modo que los peces forman parte del océano. Tanto es así, que podría describirse como el tablero de juego sobre el que hemos edificado nuestra existencia, y en el que a través del dinero se relacionan e interactúan tres jugadores principales: el sistema monetario, las organizaciones y los seres humanos. Cabe decir que esta partida está regulada por leyes diseñadas por los Estados. Sin embargo, por encima de su influencia, el poder real reside en los ciudadanos: con nuestra manera de ganar dinero (trabajo) y de gastarlo (consumo) moldeamos día a día la forma que toma el sistema.
Más allá de cubrir nuestras necesidades, a lo largo de las últimas décadas nos hemos convencido de que debemos tener deseos y aspiraciones materiales de cuya satisfacción dependa nuestra felicidad. Y no es para menos. En 2010, la inversión publicitaria en España superó los 12.880 millones de euros, según la agencia Infoadex. Así, las empresas se gastaron 280 euros por ciudadano con el objetivo de persuadirnos para comprar sus productos y servicios. Cabe decir que esta inversión multimillonaria promueve unas determinadas creencias, valores y prioridades en nuestro paradigma. Es decir, en nuestra manera de comprender y de vivir la vida. Prueba de ello es el triunfo del hiperconsumismo.
Además, mientras seguimos asfaltando y urbanizando la naturaleza, conviene recordar que la economía creada por la especie humana es un subsistema que está dentro de un sistema mayor: el planeta Tierra, cuya superficie física y recursos naturales son limitados y finitos. De hecho, creer que el crecimiento económico va a resolver nuestros problemas existenciales es como pensar que podemos atravesar un muro de hormigón al volante de un coche pisando a fondo el acelerador.
Sin embargo, hoy en día es común escuchar a políticos, economistas y empresarios afirmar que "el sistema capitalista es el menos malo" de todos los que han existido a lo largo de la historia. Y que "afortunadamente" ya empiezan a verse señales de "recuperación económica". Es decir, que la idea general es seguir creciendo y expandiendo la economía tal y como lo hemos venido haciendo. Es decir, sin tener en cuenta los costes humanos y medioambientales. De lo que se trata es de "superar cuanto antes" el bache provocado por la crisis financiera.

Ante este tipo de declaraciones podemos concluir que como sociedad no estamos aprendiendo nada de lo que esta crisis ha venido a enseñarnos. De ahí que sigamos mirando hacia otro lado, obviando la auténtica raíz del problema. No nos referimos a la guerra, a la pobreza o al hambre que padecen millones de seres humanos en todo el mundo. Ni a la voracidad con la que estamos consumiendo los recursos naturales del planeta. Tampoco estamos hablando del abuso y de la dependencia de los combustibles fósiles -petróleo, carbón y gas natural-, que tanto contaminan la naturaleza. Ni siquiera del calentamiento global. Estos solo son algunos síntomas que ponen de manifiesto el verdadero conflicto de fondo: nuestra propia infelicidad.
Cegados por nuestro afán materialista llevamos una existencia de segunda mano. Parece como si nos hubiéramos olvidado de que estamos vivos y de que la vida es un regalo. Prueba de ello es que el vacío existencial se ha convertido en la enfermedad contemporánea más común. Tanto es así, que lo normal es reconocer que nuestra vida carece de propósito y sentido. Y también que muchos confundan la verdadera felicidad con sucedáneos como el placer, la satisfacción y la euforia que proporcionan el consumo de bienes materiales y el entretenimiento.
La paradoja es que el crecimiento económico que mantiene con vida al sistema se sustenta sobre la insatisfacción crónica de la sociedad. Y la ironía es que cuanto más crece el consumo de antidepresivos como el Prozac o el Tranquimazín, más aumenta la cifra del producto interior bruto. De ahí que no sea descabellado afirmar que el malestar humano promueve bienestar económico.
Frente a este panorama, la pregunta aparece por sí sola: ¿hasta cuándo vamos a posponer lo inevitable?. Es hora de mirarnos en el espejo y cuestionar las creencias con las que hemos creado nuestro falso concepto de identidad y sobre las que estamos creando un estilo de vida puramente materialista. Si bien el dinero nos permite llevar una existencia más cómoda y segura, la verdadera felicidad no depende de lo que tenemos y conseguimos, sino de lo que somos. Para empezar a construir una economía que sea cómplice de nuestra felicidad, cada uno de nosotros ha de asumir la responsabilidad de crear valor a través de nuestros valores. Y este aprendizaje pasa por encontrar lo que solemos buscar desesperadamente fuera en el último lugar al que nos han dicho que debemos mirar: dentro de nosotros mismos.