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dilluns, 30 d’abril del 2012

"Inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios." Frases para cambiar vidas.

Autor: Stephen Hawking
¿Cómo se las ha arreglado una persona con un grado de discapacidad tan notable, para llevar una vida tan plena y rica en lo profesional y lo personal? Esta es una pregunta que quizá nos hayamos planteado todos alguna vez al observarle y a la que trata de responder un nuevo libro que narra la apasionante vida y obra de uno de los científicos más importantes de las últimas décadas: Stephen Hawking.
La autora del libro, Kitty Ferguson, le describe como una de las personas "más saludables" que haya conocido, con "un tipo de salud profunda que transciende los límite de toda enfermedad". Como el mismo Hawking dice: "Elijo no pensar en mi estado ni lamentarme por la cosas que me impide hacer, que no son tantas." Esta actitud valiente y decidida a no dejarse avasallar por ninguna miseria, es la que encandila y nos hace pensar en lo patéticos que podemos llegar a resultar algunas veces al quejarnos por cuestiones absolutamente nimias e intrascendentes, en comparación con los obstáculos que otros se ven obligados superar a diario.
Hawking posee una enfermedad llamada "Esclerosis lateral amiotrófica" (ELA). Una de las cuestiones más llamativas de su caso, es que la expectativa de vida para las personas con este tipo de enfermedad es de solo unos pocos años, pero Hawking, no se sabe por qué, es una de las personas que más tiempo ha sobrevivido al mal. Por otra parte, es impresionante el hecho de que a pesar de que la enfermedad le dejó sin habla y casi sin capacidad de movimiento, ha preservado intacta su mente prodigiosa.
Sus padres, cuenta el libro, no parecían considerar a Hawking especialmente inteligente —dudaban de que superara el examen de ingreso a Oxford—, pero debía de serlo. De adolescentes, él y sus amigos construyeron un ordenador con piezas recicladas de relojes y objetos eléctricos. Aunque con un expediente poco brillante, se graduó dejando una impresión de gran inteligencia, talento y una enorme memoria, a sus profesores. Una beca le permitió realizar estudios de post-grado en la vecina Universidad de Cambridge, donde se especializó en Física Teórica y Cosmología.
Como curiosidad, cabe destacar que nació el día 8 de enero de 1942, el mismo día en que se conmemoraba el 300 aniversario de la muerte de Galileo Galilei (8 de enero de 1642).
Su obra abarca investigaciones sobre las cuestiones más trascendentes del pensamiento: la teoría de la relatividad, la física cuántica, el Big Bang, los agujeros negros, el tamaño del Universo y una explicación que comprenda todas estas cuestiones y las explique de una manera forma armónica.

Y para finalizar, dejo aquí algunas de sus más notables frases:
1- "He notado que aun la gente que dice que todo está predestinado y que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle." 
2- "Solo somos una raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella promedio. Pero podemos entender el Universo. Eso nos hace muy especiales." 
3- "Toda la evidencia muestra que Dios fue realmente un gran jugador, y el Universo un gran casino, donde los dados son tirados, y la ruleta gira alguna vez." 
4- "No solo juega a los dados Dios, sino que a veces los tira donde no pueden verse." 
5- "Confinar nuestra atención a cuestiones terrestres seria limitar el espíritu humano." 
6- "No está claro que la inteligencia tenga algún valor a largo plazo." 
7- "Hay bases para el optimismo cauto de que podemos ahora estar cerca del final de la búsqueda de las leyes finales de la naturaleza." 
8- "No es bueno ponerse furioso si te quedas atascado. Lo que yo hago es continuar pensando en el problema pero trabajar en algo mas." 
9- "Mis expectativas se redujeron a cero cuando tenía 21 años. Todo, desde entonces, ha sido un extra." Cuando se encontraba enfermo, fue su peor momento ya que la enfermedad recién se le diagnosticaba, había avanzado muy rápidamente y además los médicos le habían dado dos años de vida nada más. 
10- "La vida sería trágica sino fuera graciosa."
11- "La eternidad es un tiempo muy largo, sobre todo hacia el final." 
12- "Toda la historia de la ciencia ha sido una progresiva toma de conciencia de los acontecimientos que no suceden de forma arbitraria. Si no que reflejan un cierto orden subyacente, que puede ser o no divinamente inspirado."

diumenge, 29 d’abril del 2012

¿BUENO O MALO?. Aceptando la realidad. Robert Sánchez.

Dicen que necesitamos valorar las cosas que nos pasan para crear ciertas referencias y así determinar qué camino queremos seguir en la vida, dirigiendo nuestra atención, enfoque y acción hacia lo que nos ofrece bienestar y, sobre todo, evitando lo que nos causa dolor o nos pone en peligro. Desde luego esa capacidad de evaluar debe tener algún origen biológico o natural, ya que gracias a ella es como logramos aprender y sobrevivir. Sin embargo me da la sensación que en muchas ocasiones esa tendencia a examinarlo y calificarlo todo no es que sea muy pragmática, nos inunda de miedo y nos aleja de un concepto también clave en una vida sencilla, la aceptación de la realidad.
Hablando de realidad deberíamos matizar, como siempre, que existen tantas realidades como observadores e interpretaciones se puedan dar alrededor de un suceso. De ahí que suela afirmarse que todo tiene su dual, su contrapunto, sus polos positivo y negativo, su escala de colores, el yin y el yang, etc. Pero también es cierto que ante determinadas situaciones, generalmente las más dolorosas, parece muy complicado encontrar ese lado positivo, o incluso puede suceder que aquello que de primeras parece ser una gran noticia o fortuna pueda convertirse pronto en lo peor que nos haya pasado en la vida.
No sé si es algo que acabe aprendiendose por completo algun día, pero creo que tal vez uno de los secretos hacia una vida plena sea dejar de valorar constantemente lo que nos sucede como bueno o malo, justo o injusto,… Es curioso como con los años uno se da cuenta que, conectando los puntos tal y como decía Steve Jobs, aquello que sucedió hace mucho tiempo, tanto lo que calificamos en aquel momento como bueno o como malo, es exactamente lo que nos tenía que pasar para estar hoy donde estamos. En este sentido, la cuestión más importante sigue siendo ¿estoy ahora mismo donde quiero estar? Si la respuesta es positiva, estupendo. Y si no, ¿qué esperamos a cambiar?
Calificando constamente nuestras experiencias, especialmente lo que consideramos malo o injusto, lo único que nos aporta es una retroalimentación autodestructiva que nos estanca y no nos deja avanzar, aferrándonos a la idea del ¿por qué a mí? Del mismo modo sucede con lo positivo, lo cual nos puede llevar a perder el norte, ensimismarnos y olvidar que la vida puede dar un giro de 180º en cualquier momento. Colgar la etiqueta de bueno o malo es la mejor de las garantías hacia el estatismo, cuando la vida es constantemente dinámica.
¿No es más fácil aceptar la realidad tal y como viene y fluir en ella? Y en vez de seguir con el esto es bueno, malo, justo o injusto sencillamente asumir que lo que nos pasa es. Sólo es.
La vida da demasiadas vueltas como para detenernos cada dos por tres a calificarla. Chunglang, el protagonista de este cuento de Herman Hesse, lo sabía
Un anciano llamado Chunglang, que quiere decir «Maese La Roca», tenía una pequeña propiedad en la montaña. Sucedió cierto día que se le escapó uno de sus caballos y los vecinos se acercaron a manifestarle su condolencia.
Sin embargo el anciano replicó:
- “¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!”
Y hete aquí que varios días después el caballo regresó, y traía consigo toda una manada de caballos cimarrones. De nuevo se presentaron los vecinos y lo felicitaron por su buena suerte.
Pero el viejo de la montaña les dijo:
- “¡Quién sabe si eso ha sido un suceso afortunado!”
Como tenían tantos caballos, el hijo del anciano se aficionó a montarlos, pero un día se cayó y se rompió una pierna. Otra vez los vecinos fueron a darle el pésame, y nuevamente les replicó el viejo:
- “¡Quién sabe si eso ha sido una desgracia!”
Al año siguiente se presentaron en la montaña los comisionados de «los Varas Largas». Reclutaban jóvenes fuertes para mensajeros del Emperador y para llevar su litera. Al hijo del anciano, que todavía estaba impedido de la pierna, no se lo llevaron.
Chunglang sonreía

dissabte, 28 d’abril del 2012

“NOS INVENTAMOS LA VIDA Y TODO LO QUE PASA EN ELLA”. María Pagés, La Contra de la Vanguardia 2/09/10

María Pagés. Bailaora, coreógrafa. Premio Nacional de Danza 2002.

 Tengo 46 años. Nací en Sevilla y vivo en Madrid. Soy viuda, tengo pareja desde hace un par de años y un hijo, Pancho, de 20 años. Me interesan los políticos que se ocupan de la solidaridad. Las desigualdades me duelen. Creo más en los seres humanos que en Dios.

Un placer
Es una mujer fuerte, de las que lloran de emoción. Nació bailando, a los 16 años ya recorría mundo. Bailó con la compañía de Antonio Gades, participó en las películas Carmen, El amor brujo y Flamenco. A los 26 años creó su propia compañía, con la que ha estado presente en los mejores escenarios del mundo.
Ecléctica y libre, ha bailado  la música de Tom Waits (“bailo lo que siento”). Acaba de inaugurar temporada en Barcelona en el teatro Poliorama con Autorretrato, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el International Forum Theater de Tokio y se ha presentado en Sevilla, Nueva York, Londres... cosechando numerosos premios. Obra que califican de bella, emocionante y poética, puro retrato de María.

Qué ve cuando se mira en un espejo?
Movimiento. El baile ha sido el centro de mi vida.

¿Qué tipo de niña era?
Solitaria, austera, seria. Era una niña adulta. Cuando me preguntaban: “¿Qué vas a ser de mayor?”, respondía: “Lo que soy”.

¿Y qué era?
Bailaora. El baile salió conmigo, no recuerdo un momento en que no bailara, y nadie en mi familia lo hacía. Era una especie de niña prodigio: a los 4 años ya me subí a los escenarios y a los 15 era profesional.

¿Cuál es la foto siguiente en su álbum de recuerdos?
Mi hijo y el baile. Creé la compañía a la vez que paría a mi hijo. Igual que no tuve niñez, tampoco tuve adolescencia, toda mi vida ha transcurrido dentro del baile.

¿Nunca le pesó?
No, el baile ha sido como una religión, un sustento espiritual.

¿Difícil encajar la llegada de un hijo?
Lo deseé, y no he tenido ese sentimiento de “lo podría hacer mejor” de la mujer trabajadora. Se ha tragado muchas giras, pero ahora es un hombre con un bonito recorrido.

¿Bailó durante el embarazo?
Hasta que no me abrochaba el traje. Luego iba a los estudios yhacía ensayos suaves que me sentaban muy bien. Seis meses después de nacer Pancho debuté con la compañía, y no lo recuerdo como algo angustioso.

¿De quién se enamoró?
Me casé a los 23 años con mi primer amor. Estuvimos 20 años juntos hasta que murió de un cáncer. En su agonía, dentro de la adversidad y del dolor, me surgió una fuerza que desconocía. No dejé de trabajar, entre otras cosas porque el tratamiento era carísimo. El baile me ayudó. Y ahí cambié, empecé otra etapa de mi vida cuyo resultado es que me siento bien en mi piel.

¿Y la magia dónde la ha encontrado?
Vivimos rodeados de ella. Deberíamos estar más atentos, porque hay más magia de la que pensamos.

¿Usted está atenta?
Sí, porque la inspiración está ahí. La vida está hecha de eso que llamamos casualidades, que vienen por algo y te abren camino. Por ejemplo: haber conocido a Saramago.

¿Cómo ocurrió?
Me encargaron la ceremonia de inauguración de la cumbre iberoamericana y me pidieron que estuviera presente el portugués. Pensé en encontrar un poema corto en esa lengua y que yo pudiera bailar.

Y pensó en Saramago, claro.
Sí, se me ocurrió en el AVE de Madrid a Sevilla. La casualidad fue que Saramago estaba en Sevilla y le encantó la idea. Fue un encuentro crucial en mi vida; me marcó, me enriqueció y surgió una amistad que he alimentado. Creo que hay un destino y que se expresa en los encuentros casuales.

Saramago le dedicó el mejor piropo.
“Ni el aire ni la tierra son iguales después de que María haya bailado”, un despliegue de generosidad, cariño y admiración.

¿Ha habido otros encuentros?
El de Mijail Baryshnikov, que es el origen de Autorretrato. Hacía un mes que había muerto mi marido, una amiga me sacó de casa a rastras para ir a ver su espectáculo, era mi primera salida. Fui como una zombi.

...
Acabé sentada a una mesa con él y me propuso que fuera aNueva York con un espectáculo que mostrara mi parte más íntima. Me pidió justo lo que necesitaba: que me adentrara en mí, no quería una obra con la compañía, quería mi esencia.

¿Qué lección le ha dado la vida?
Que es corta y que hay que disfrutarla, y que la adversidad es parte del juego. Ocurren muchas cosas que no dependen de ti, pero queda un espacio de decisión. A menudo damos demasiada importancia a cosas que no la tienen. Sólo depende de nosotros cómo miramos la vida, no hay que dejarse llevar por enfoques miopes.

¿Le da miedo envejecer?
Es algo de lo que estoy pendiente: aprender a no tener miedo a envejecer, porque para nuestra cultura envejecer es un signo de decadencia en lugar de una transformación.

¿Pensó que volvería a enamorarse?
No, en cierto sentido del amor estaba un poco desencantada, pero hace dos años ocurrió, así, de golpe. Pienso que al final todo es un invento. Nos inventamos la vida y todo lo que pasa en ella, incluido el amor, pero se trata de un invento muy enriquecedor.

Hace un año un pie la bajó del escenario.
Se me quedó paralizado durante dos meses, fue una lesión nerviosa. Yo creo que fue una llamada de atención, mi cuerpo dijo: “Te paras”. Aprendí muchísimo.

Cuénteme.
¡Me voy de vacaciones por primera vez en mi vida! Creo que vivimos una vida precipitada y que la vida debería tener otro ritmo: el que te permite disfrutar de cada cosa.

¿Qué merece la pena?
Nos levantamos, trabajamos, volvemos a casa..., esa es nuestra vida, así que creo que has de hacer algo que te guste y rodearte de gente afín.Y me da mucha satisfacción ayudar. Vale la pena ser solidario, porque eso es lo que hace que la vida sea un disfrute.

¿Cómo lo hace?
Con funciones paralelas en giras productivas para gente que jamás ha ido a un teatro.

¿Qué quiere darles?
Emoción, que es el motor humano.


divendres, 27 d’abril del 2012

TODO DEPENDE DE LA ACTITUD - OSHO

Cuando te entristeces piensas que te ha sucedido algo malo. El que algo malo te ha ocurrido es sólo una interpretación y entonces tratas de escapar. Nunca meditas sobre ello. Luego quieres ir a ver a alguien; a una fiesta, al club, o enciendes la televisión o la radio, o empiezas a leer el periódico; haces algo para poder olvidar. Esta —que la tristeza es algo malo— es una actitud errónea que te ha sido transmitida: No hay nada malo en ella. Es otro polo de la vida.

La felicidad es un polo, la tristeza es el otro. La dicha suprema es un polo, la infelicidad es el otro. La vida es ambos. Una vida de pura dicha tendrá extensión, pero no tendrá profundidad. Una vida de pura tristeza tendrá profundidad, pero no tendrá extensión. Una vida de ambas, tristeza y felicidad, es multidimensional; se mueve en todas las direcciones conjuntamente.

La propia palabra “triste” te da connotaciones equivocadas de que algo está mal. Esa es tú interpretación.

Para mí, la vida es buena en su totalidad . Y cuando entiendes la vida en su totalidad, sólo entonces puedes celebrarla; de otro modo no. Celebración significa: cualquier cosa que suceda no importa, la celebraré. La celebración no está condicionada a ciertas cosas: “Cuando sea feliz lo celebraré” o “Cuando esté triste no lo celebraré”. La celebración es incondicional; celebro la vida. Si trae infelicidad, bien, lo celebro. Si trae felicidad, bien, lo celebro. La celebración es mi actitud, independientemente de lo que la vida traiga.

Pero cada vez que utilizo las palabras, surge un problema. Esas palabras tienen connotaciones en tu mente. Cuando digo “celebra”, tú piensas que uno tiene que estar feliz. ¿Cómo puede uno celebrar cuando está triste? No estoy diciendo que uno tenga que estar feliz para celebrar. La celebración es gratitud por cualquier cosa que la vida te dé, cualquier cosa que Dios te dé. Celebración es una gratitud, es estar lleno de agradecimiento.

La situación no es importante. Celebra, ante cualquier suceso. Si estás triste, celebra por estar triste. Haz la prueba. Haz solamente la prueba y te sorprenderás; sucede. ¿Estás triste? Empieza a bailar, porque la tristeza es muy bella, ¡Silenciosa flor del ser! Baila, disfruta, y de pronto sentirás que la tristeza está desapareciendo; se crea una distancia. Poco a poco olvidarás la tristeza y estarás celebrando. Habrás transformado tu energía.
La tristeza, la ira, los celos; metales bajos que pueden ser transformados en oro. Esto es alquimia: transformar los metales comunes en el oro más puro.

Osho.

"Las manos que ayudan son más nobles que los labios que rezan". Frases para cambiar vidas.

Autor: Robert Ingersoll
El publicista Alejandro Toledo vislumbró de lejos en plena calle a un antiguo y exitoso compañero de profesión. Cuando se acercaba a saludarlo con alborozo, comprobó que su amigo entraba en un comedor social. Toledo no se esperaba una realidad tan terrible en la vida de alguien al que había visto triunfar de una manera rotunda. Espero unos minutos y lo vio salir, bien vestido con un traje impecable, y con una bolsa de comida de Cáritas, organización humanitaria de la iglesia católica.
Tras vivir este amargo encuentro, Alejandro Toledo decidió hacer un «spot» para Cáritas, con el objetivo de sensibilizar a los españoles sobre la necesidad perentoria de aportar ayuda en un contexto de crisis salvaje como el que vivimos y, de paso, dar a conocer la importancia del trabajo que realiza dicha organización. Ninguna de las personas que han participado en el «spot» ha cobrado nada.
«En los comedores y albergues te esperas encontrar a gente sin techo, pero la realidad es la que hemos conocido rodando este  «spot». Las personas van vestidas con sus trajes. La imagen que teníamos de los necesitados ha cambiado radicalmente. Y eso es lo más impactante. Es algo que me puede ocurrir a mí, por ejemplo, a personas con hijos pequeños. Eso es lo que más me chocó», declaró el publicista en una entrevista en RNE. 
En momentos de crisis global que a todos nos atañe, es cierto que es difícil detenerse pensar en la solidaridad como concepto. La gente está más pendiente de sus propios problemas y muchos olvidan, u olvidamos para ser más justos, los verdaderos dramas que se viven en nuestro propio vecindario, sin ir más lejos.
En épocas con una tasa de desempleo tan desaforada y ante una realidad social en la que surgen día a día más familias, que por causa del paro, viven en situación de precariedad y necesidad, se hace imprescindible que todos colaboremos en la medida de nuestras fuerzas. Es ahora, y valga el ejemplo del publicista que abría la entrada de hoy, cuando es necesario hacer un esfuerzo efectivo y crear oportunidades a personas en desventaja social, con el fin de que puedan lograr su integración en el mercado laboral y llevar a cabo su realización personal.
La tendencia en nuestra sociedad es que la gente viva separada, cuando no aislada, unos de otros. Ello implica pasar a formar parte de una gran masa, y, en cierta forma, deshumanizarnos. Nos centramos cada vez más solo en nosotros en una creciente espiral egoísta y en lugar de dar y ayudar a los demás, privilegiamos la autoayuda. O sea: la caridad bien entendida empieza por uno mismo, pero nunca va más allá.
Y sin embargo, ayudar a otro ser humano si bien puede representar un inconveniente o una mínima molestia, tiene también algunas 'humildes' ventajas:
  • Te hace sentir mejor contigo mismo;
  • Te conecta con otra persona, al menos por un momento, si no para toda la vida;
  • Mejora la vida de otro, por lo menos un instante;
  • Se hace del mundo un lugar mejor;
  • Y tu bondad se transmite y se multiplica y multiplicará...
Así que toma sólo unos minutos de hoy, y haz un favor a otra persona. ¿No sabes por dónde empezar? Bueno, aquí te dejo una lista, muy incompleta, solo para hacerte pensar en ello. Estoy seguro de que puedes aportar miles de ideas más... si lo piensas.
  • Sonríe y sé amable. No cuesta nada y es una manera eficaz de mejorar las cosas.
  • Hazte voluntario de la causa que elijas.¡Vamos, seguro que tienes unas horas libres...!
  • Regala algo que no utilices. ¿Para qué lo quieres ya?
  • Haz una donación a una campaña específica de la ONG que más te satisfaga. Aunque sea poco, siempre sirve.
  • Detente para ayudar a quien lo precisa. No pases de largo ante el dolor o la dificultad de otros.
  • Enseña lo que sabes sin pedir nada a cambio. El conocimiento es algo que no merma si lo repartes.
  • Consuela a alguien en su dolor. Siempre hace mucho bien.
  • Compra alimentos para una persona sin hogar y entrégaselos sin más. Al menos un día comerá bien.
  • Presta tus oídos. A veces basta solo con escuchar.
  • Sé paciente. Sobre todo, porque los demás también deben serlo contigo.
¡Ama! Encuentra maneras de expresar tu amor a los demás, ya sea tu pareja, hijos, otros miembros de la familia, amigos, compañeros de trabajo, o completos extraños ... simplemente expresa tu amor. Un abrazo, una palabra amable, pasar tiempo con ellos... todo esto es más importante de lo que piensas.



dijous, 26 d’abril del 2012

IMPOSIBLE GUSTAR A TODO EL MUNDO. Gaspar Hernández. El País. 07/06/09

Relativizar y filtrar las opiniones de los demás es la mejor receta para neutralizar los efectos que los juicios, negativos o positivos, tienen sobre nuestra propia autoestima
Arthur Schopenhauer ya habló de “la triste esclavitud de estar sometidos a la opinión ajena”. Según el filósofo, una persona inteligente debe moderar en lo posible el sentimiento relacionado con la vanidad, o con la opinión que tienen los demás sobre nosotros: “Resulta casi inexplicable cuánta alegría sienten las personas siempre que perciben señales de la opinión favorable de otros que halaga de alguna manera su vanidad; y, a la inversa, es sorprendente hasta qué en el otro extremo las personas se sienten ofendidas por cualquier degradación o menosprecio". Schopenhauer estaba a favor de relativizar tanto los elogios como las críticas. Pero no es fácil.
Según el filósofo, “un juicio nos hiere, aunque conocemos su incompetencia; una ofensa nos enfurece, aunque somos conscientes de su bajeza"; y su particular receta consiste en “neutralizar la impresión de una ofensa por medio de encuentros con aquellos que nos tienen en alta estima".
Rodearse, pues, de personas que nos quieren, nos aceptan y nos valoran, además de cultivar una buena autoestima y tener una idea justa de nuestro valor personal, puede ser un buen camino para relativizar las opiniones ajenas, que muchas veces tendríamos que filtrar, sobre todo cuando surgen de la rabia o la envidia, dos de los deportes de éxito en estas latitudes.

IMPOSIBLE GUSTAR A TODOS
En la infancia, la sociedad corta las alas de algunos de nuestros impulsos naturales, sorber la sopa, ensuciarnos la ropa, dormirnos en los restaurantes, porque a nuestro entorno le preocupa la imagen que estaremos dando o, más allá todavía, la imagen que estarán proyectando ellos como entorno. Y gustamos a todo el mundo, pero a medida que pasan los años, la verdad desagradable asoma: es imposible gustar a todo el mundo. El psicólogo y escritor Wayne W. Dyer sostiene que un 50 por ciento de la gente con la que nos topamos es susceptible de no estar de acuerdo con nuestras opiniones.
Según Dyer, cuando alguien no está de acuerdo con nosotros, o nos critica, no nos tendríamos que sentir heridos; deberíamos pensar que, simplemente, hemos topado con un miembro de ese club del 50 por ciento que piensa de manera diferente.
Ya lo dice el budismo: intentar gustar a todo el mundo nos hará infelices; y si bien es cierto que el sufrimiento es inherente al ser humano, también lo es que hay medidas paliativas que nos hacen más llano el camino. Una de esas medidas es aprender a desvincular la crítica de nuestra persona: entender que quien critica una decisión o una opinión nuestra no está criticándonos a nosotros como persona. En el momento en que alguien saca algo a la luz, ya sea en los ámbitos social, laboral, incluso doméstico o de pareja, se expone a la crítica. Por eso hay que saber encajarlas. Cuando hemos interiorizado el aprendizaje, podremos expresarnos libremente, sin miedo, incluso ante aquellos que piensan de manera distinta. Es su opinión. Otro pensará lo contrario. La crítica suele estar más relacionada con el que la lanza que con el que la recibe: a menudo, quien critica se confiesa. Confiesa sus temores, sus inseguridades, sus frustraciones.

BUSCAR EL EQUILIBRIO
Andar tan pendientes de las opiniones ajenas, el comportamiento de búsqueda de aprobación, puede ocasionar que nos dejemos de lado a nosotros mismos. Si eso pasa, Wayne W. Dyer asegura que llegará un momento en que confundiremos la jerarquía, llegando incluso a pensar que lo que los demás opinen de nosotros es más importante que lo que nosotros mismos opinamos. El sentido común nos dice que tampoco sería higiénico vivir al margen de la visión que los demás tienen de nosotros, porque algunas críticas pueden servirnos de espejo y de trampolín para la mejora, pero lo óptimo sería encontrar el equilibrio. Para empezar el camino hacia ese equilibrio, la psicóloga Begoña Odriozola propone que nos descentremos del yo, que salgamos y conozcamos otras culturas: así entenderemos que existe la diversidad y que, en realidad, la vida tiene tantos matices como personas.
A la vez, y aunque parezca una paradoja, los expertos proponen centrarse en uno mismo: saber con claridad quiénes somos y concedernos, además, el derecho a ser imperfectos.
Porque depender únicamente de las opiniones ajenas puede hacernos acabar totalmente confundidos, fluctuando en función de las críticas o los elogios. El cineasta Woody Allen nunca lee las críticas a sus películas: “Porque cuando son buenas, te envaneces, y cuando son malas, te deprimes. Antes solía leer lo que escribían sobre mí, pero dejé de hacerlo porque no hay una distracción que te sirva de menos; es absurdo leer que uno es genio de la comedia o que actúa de mala fe."
La persona demasiado susceptible tiende a valorar la opinión de los demás por encima de la propia y suele ser muy permeable a las críticas y los elogios: personas altamente sensibles, que pueden caer en el victimismo extremo e interpretar cualquier comentario, incluso una mirada, como una ofensa. Los susceptibles suelen ser personas desconfiadas, con una autoestima baja, y eso les hace parecer enemigos del mundo, cuando en realidad son enemigos de ellos mismos. Lo más habitual es que su hipersensibilidad los aísle del mundo, que pierdan amistades y que les cueste adaptarse a cualquier empresa. Pero son ellos los que más sufren: como dijo Leonardo da Vinci, “allí donde hay más sensibilidad, es más fuerte el martirio”.

PREFERENCIAS SOBRE NECESIDADES
Además, las personas demasiado susceptibles giran en torno a creencias irracionales que tienen totalmente interiorizadas.
Creen que necesitan la aprobación y el amor de todo su entorno para sentir que valen algo, y eso es una fuente de ansiedad, porque queda claro que no podemos gustar a todo el mundo. La psicóloga Mercè Conangla asegura que la manera de corregir este tipo de pensamiento destructor es transformar las necesidades en preferencias, y aceptar que hay cosas que no dependen de nosotros. Está a nuestro alcance ser honestos con nosotros mismos, por ejemplo, no traicionar nuestras creencias más íntimas, ni nuestros valores; pero no está en nuestras manos gustar a la gente. Lo dicho es fácilmente comprensible a nivel teórico, pero una persona susceptible valora mucho más la opinión ajena que la propia, de manera que será capaz incluso de traicionarse a sí misma si cree que eso le reportará más aceptación del exterior. Y esa es otra de las más evidentes fuentes de infelicidad. La psicóloga utiliza una imagen impactante para entender lo que queremos decir cuando hablamos de personas susceptibles: es como si a esa persona le faltara la piel, y que por eso todo le duele, por eso vive sufriendo. El extremo contrario, Conangla lo sitúa en las personas que no son capaces de sentir empatía, o solidaridad, a las que todo lo que se diga sobre ellas o sobre el mundo que les rodea les resbala. Por eso el camino del medio es, como siempre, el más sensato: la sensibilidad.
Y eso es algo que se ha de construir a partir de herramientas brindadas por experiencias vitales que recolectamos y que nos van enseñando a solidarizarnos y a aislarnos a partes iguales. La vida, según la psicóloga (más ponderada que su colega Dyer), nos enseña lo que ella llama la teoría del 10 por ciento, es decir, aceptar que al menos a un 10 por ciento de la gente con la que nos vamos a cruzar durante el día no le vamos a gustar, o nos va a juzgar, o nos mirará mal. A veces lo notaremos, otras no. Aceptarlo, igual que aceptamos la diversidad de la vida, forma parte del juego social.
Ferran Ramón-Cortés, experto en comunicación interpersonal, matiza que las personas a menudo podemos presentar comportamientos susceptibles en alguna área de nuestra vida, pero no en todas. Es posible que allí donde nos sintamos más inseguros, o más desprotegidos, o allá donde nos hayan hecho más daño, todas nuestras alarmas se disparen hasta el punto de convertirnos en una persona susceptible. Eso, según Ramón-Cortés, se puede eliminar trabajando la autoestima y la seguridad personal. Si empezamos un nuevo trabajo y tememos equivocarnos y eso nos vuelve susceptibles, llegará un momento en que nos equivocaremos de verdad y nos daremos cuenta de que no ha pasado nada, que el mundo sigue girando.
Tras el error irán pasando los días y veremos que cada vez somos mejores en nuestro trabajo, o nos desenvolvemos mejor en las relaciones personales, y la susceptibilidad se irá diluyendo.

NI LOS GENIOS SE LIBRAN
Para quitarnos presión de encima sólo hace falta acudir a nuestros mitos. El lector de este artículo sólo tiene que buscar en Internet el nombre de su director de cine, su escritor o su músico preferido y verá que, por muy indiscutible que le parezca su talento, muchos otros internautas o críticos no opinan lo mismo, e incluso le insultan. Si esta persona que nosotros consideramos genial, tan necesaria para que el mundo avance, hubiera necesitado el beneplácito de todas las personas de su entorno para actuar, no habría hecho nada. Como siempre habría encontrado a alguien en contra de tal o cual argumento o estilo o composición, no se hubiera movido, y sus películas, libros o discos no habrían visto la luz.

IDEAS PARA SER FELIZ 
Libros
“Tus zonas erróneas”, de Wayne W. Dyer. Editorial Debolsillo.
“El arte de ser feliz”, de Arthur Schopenhauer. Editorial Herder.
“Conversaciones con Woody Allen”, de Eric Lax. Editorial Lumen.

dimecres, 25 d’abril del 2012

EL TRUCO DEL AUTOENGAÑO. Cristina Llagostera. El País. 10/07/11

  • Es la más elaborada de las mentiras: engañarnos hasta dar por cierto lo que no es. Y eso puede hacernos mucho daño.
  • En algunos momentos, esta escapatoria puede resultar útil, pero si se mantiene de manera rígida puede generar dificultades.

Nadie se halla libre del autoengaño, esa estrategia mental que permite esquivar la realidad refugiándose en una inconsciencia más o menos deliberada. Se recurre al autoengaño para evitar asumir las consecuencias de los propios actos al no ver ciertos aspectos personales o del entorno que resultan desagradables, al fingir y ocultar lo que se siente o al justificarse para salir airoso de una situación.
Pero ¿cómo es posible engañarse a uno mismo?. Según Francisco J. Rubia, catedrático de Medicina e investigador en neurociencia, incluso el propio cerebro nos engaña. La misión principal de este órgano es garantizar la supervivencia del organismo, y para tal fin elabora pero también deforma la información que recibe de los sentidos.
Existe, por una parte, el autoengaño que opera de manera consciente. Una persona sabe que tiene que realizar algo, pero se convence a sí misma para dejarlo para mañana. Alguien reconoce que tiene un problema y se autoengaña pensando que el tiempo lo solucionará. Sin embargo, en ocasiones la mentira está tan bien armada que ni siquiera se es consciente de ella. Así, una persona puede descubrir que ha borrado de su memoria hechos importantes o que se ha mantenido ciega ante las evidencias claras de que su vida de pareja naufragaba. El autoengaño es el más escurridizo de los mecanismos mentales, porque resulta difícil darse cuenta de lo que se prefiere ignorar.

LOS 'PUNTOS CIEGOS'
"Todo es según el color del cristal con que se mira" (Ramón de Campoamor)
En su libro El punto ciego, Daniel Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiológico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visión superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un único ojo resulta difícil distinguirlo, pues ante la falta de información visual el cerebro rellena virtualmente esa pequeña área en relación con el entorno.
Algo parecido sucede a nivel psicológico. Todas las personas tienen puntos ciegos, zonas de su experiencia personal en las que son proclives a bloquear su atención y autoengañarse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con fantasías, explicaciones racionales o imaginaciones. Se trata de un hecho comprobado que no percibimos la realidad tal y como es, sino que elaboramos nuestra interpretación particular a partir de lo que captan los sentidos. Incluso la memoria resulta altamente engañosa, pues contiene una serie de filtros que seleccionan la información que llega a la conciencia.

ESQUIVAR LA REALIDAD
"Ojos que no ven, corazón que no siente" (refrán popular)
Cuando algo supone una amenaza, la atención suele recurrir a dos tipos de soluciones: la intrusión, en la que la persona se mantiene centrada en lo que le preocupa, pensando continuamente sobre ello, o la negación, que supone desviar la atención y desconectarse del problema.
La tendencia a cerrar los ojos ante lo que inquieta surte un evidente efecto calmante, pues permite poner fin al estrés que genera una posible amenaza, una responsabilidad o un recuerdo traumático... El autoengaño, por tanto, ayuda a protegerse de la ansiedad o el malestar disminuyendo el grado de conciencia.
Ante una enfermedad grave, algunas personas recurren a la negación: rechazan el diagnóstico o minimizan su seriedad, evitando reflexionar o hablar sobre ello. Esta estrategia tiene su función y puede resultar, por tanto, beneficiosa. Es sabido que las personas con cáncer que niegan su enfermedad pueden sufrir menos ansiedad y depresión.
La negación, por tanto, implica un rechazo a aceptar las cosas tal y como son, y suele ser una de las primeras respuestas ante una pérdida o cambio importante. Supone una escapatoria momentánea antes de enfrentarse con la realidad. Sin embargo, así como en algunos momentos puede resultar útil, si se mantiene en el tiempo de manera rígida puede generar dificultades, tales como no tomar una actitud responsable para realizar los controles o tratamientos que precisa una enfermedad o no posibilitar la elaboración emocional de la situación. Lo decía Ortega y Gasset: "La negación es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito hacia una nueva afirmación".

LA TRAMPA DE LA SELECCIÓN
"Peor que ver la realidad negra es el no verla" (Antonio Machado)
Los seres humanos disponen de infinidad de trucos para mantenerse ajenos a la realidad. Además de la negación, se utilizan mecanismos de defensa como la racionalización, que permite ocultar los verdaderos motivos bajo una explicación lógica, o la atención selectiva, mediante la cual se percibe lo que interesa mientras se ignora el resto.
Estos mecanismos de defensa brindan un refugio y son en cierto modo necesarios, pero al mismo tiempo condicionan nuestra manera de percibir y reaccionar frente al mundo. Como individuos, somos recopiladores y observadores de nuestra propia realidad y, a pesar de desearlo, rara vez somos imparciales. La mayoría solemos atribuirnos con mayor facilidad los éxitos que los fracasos, exculparnos y ver la mota en el ojo ajeno. Aunque otras personas tienden a interpretar que el fallo siempre está en su lado.

LA EVOLUCIÓN DE LA MENTIRA
"Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa"(Alfred Adler)
Robert Trivers, un biólogo evolutivo norteamericano, opina que el autoengaño es una sofisticación de la mentira, ya que ocultarse algo a uno mismo lo hace más invisible y difícil de descubrir para el resto. Mentir conscientemente, además, crea una contradicción en el cerebro y requiere un mayor esfuerzo. En eso se basa el polígrafo (la máquina de la verdad), pues al falsear la respuesta aparecen señales de estrés a veces imperceptibles, como sudor, cambios en la presión cardiaca o la respiración...
La capacidad para mirar hacia otro lado también se ha mostrado fundamental para forjar las relaciones humanas. Se necesita cierta dosis de engaño para mantener la discreción, encubrir cuestiones embarazosas o proteger la integridad de otra persona. Sin embargo, también nos servimos del autoengaño para fines menos honorables, como embaucar a los demás, ocultar aspectos indeseables de uno mismo, lograr un objetivo a toda costa...

LA VERDAD SOPORTABLE
"En el interior del hombre habita la verdad" (San Agustín)
Llegamos al meollo: ¿existe un equilibrio óptimo entre autoengaño y verdad?. Sabemos que en ocasiones evitar la realidad nos procura una sensación de alivio, pero también conlleva un coste importante. Lo que no se afronta tiende a repetirse.
Un concepto útil es el de la verdad soportable. Se puede apostar por reconocer la realidad, pero dándose tiempo para digerir poco a poco la información que resulta difícil. La mentira y la simulación terminan creando una terrible desconexión, ignorando quiénes somos y qué deseamos. Por eso, lo más importante quizá sea mantener un pacto de honestidad con uno mismo. A ese pacto ayudará reconocer que la realidad es mucho más amplia de lo que se cree. Sin embargo, puesto que siempre resulta difícil detectar los propios trucos, se necesita el espejo de los demás. Con sus comentarios, sus críticas y elogios, y su visión distinta, las otras personas contribuyen a iluminar rincones que hasta entonces permanecían ocultos.

LA SUGESTIÓN COLECTIVA
Detrás de los pequeños o grandes conflictos suele haber una parte de autoengaño. Es la que proyecta en la otra parte toda la maldad, la desconsideración o el error, defendiendo obcecadamente el propio punto de vista. Eso constituye precisamente uno de los peligros de esta estrategia mental: justificar los propios actos bajo el amparo de la mentira que uno mismo se ha creado. No hay que olvidar, además, que las ilusiones colectivas son un gran instrumento de manipulación. La mejor forma de ganar adeptos es haciéndoles creer en cierta realidad. Una muestra de ello son los colaboradores de un régimen opresivo como el del Tercer Reich, que reconocen con la perspectiva del tiempo hasta qué punto su conciencia estaba manipulada y eran incapaces de enjuiciar lo que ocurría. Según palabras de Milan Kundera, "delante había una mentira comprensible, y detrás, una verdad incomprensible".

HOMBRE DE COLOR - Un corto de Javier Fresser.

Cortometraje de Javier Fesser para la cuarta edición del Notodofilmfest.com.

Genial Javier Fresser, como siempre. Porqué nos empeñamos a decir "de color" cuando son negros, como nosotros blancos?, todos somos de un color. 

¿Porque "queda mejor"?, decir de color si que es discriminar, se dice pensando que se eliminan las connotaciones racistas y las estamos aumentando.