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dissabte, 30 de juny del 2012

PAPA Y MAMA ABREN POR VACACIONES. Mayte Rius. La Vanguardia.


Son muchos los padres que viven con la angustia de ver y disfrutar poco a sus hijos y aguardan expectantes el período estival para ¿recuperar el tiempo perdido¿. ¿Se puede?

"Los adultos ponemos muchas expectativas en las vacaciones; cuando estamos agotados por el trabajo pensamos que la vacaciones serán una época perfecta, que será el momento de compensar todo lo que no hemos hecho bien el resto del año, que dispondremos de mucho tiempo y lo podremos aprovechar mucho... Se tiende a idealizar”, afirma Lídia Julià, psicóloga de Isep Clínic Girona. Y explica que luego la realidad acostumbra a no ser tan favorable como uno esperaba y se producen muchas frustraciones. “La cuestión no es recuperar cosas en las vacaciones, ni el contacto con los hijos ni nada; si durante el resto del año, durante la cotidianidad, que es el periodo más largo, detectas que hay problemas, carencias o cosas que no te gustan, hay que tratar de cambiarlas. ¡No se puede esperar a vivir en vacaciones!”, dice Julià. Y la opinión es compartida por los psicólogos y terapeutas familiares consultados, porque el tiempo no se puede guardar, reservar ni acumular, y hay que vivirlo, usarlo y compartirlo mientras transcurre. 
Pero la realidad es que muchos padres viven mal, con sentimiento de culpa, el disponer de poco tiempo para compartir con sus hijos durante su vida diaria, llena de obligaciones cotidianas, y anhelan el tiempo libre extra de las vacaciones para estar con ellos. La situación es más frecuente, si cabe, entre los padres separados que durante el curso escolar apenas pueden compartir cotidianidad con sus hijos y esperan a las vacaciones para pasar varios días seguidos juntos y poder intensificar sus relaciones.
“Es fantástico que en verano tengamos más tiempo y lo queramos aprovechar; pero, ¡ojo! porque cuando los adultos hablamos de aprovechar el tiempo con frecuencia lo decimos en términos de utilidad, y estar con los hijos no es una obligación, y vivirlo como un peso no ayuda a la relación. A los padres que durante el resto del año ya están presentes en la vida de sus hijos les será fácil aprovechar ese mayor tiempo, pero si durante once meses los ven como una carga, se quejan de ellos y no paran de reñirles, en verano no cambiarán las cosas porque dispongan de más horas libres”, indica Imma Marín, directora de Marinva, consultora especializada en juego y educación.
Fernando Chacón, profesor de Psicología Social en la Universidad Complutense de Madrid, advierte que la filosofía de “cuando tenga tiempo haré tal cosa” –sea jugar con los hijos, aprender un idioma o practicar un deporte– normalmente no se cumple. “Cuando algo es realmente importante para ti de alguna manera sacas tiempo para hacerlo”. Y si la relación con los hijos es importante, uno procura sacar tiempo, a pesar de las duras jornadas laborales, para estar presente en sus vidas –“aunque sea dejando mensajes colgados en la nevera”, en palabras de Purificación Sierra, profesora de Psicología del Desarrollo de la UNED– y para poder hacer cosas juntos, sin poner las expectativas en las vacaciones o en otros periodos excepcionales. 
Ello no quiere decir que el descanso estival, que es cuando normalmente se dispone de más tiempo libre, no sea un momento propicio para disfrutar de los hijos e, incluso, para mejorar y reforzar la relación y los vínculos con ellos. Los niños no tienen clase, ni extraescolares; los padres no han de salir corriendo de casa para ir a trabajar, y se pueden flexibilizar los horarios y romper rutinas para pasar más tiempo en familia, de forma más sosegada, aumentar la comunicación y estrechar los vínculos afectivos ya sea compartiendo conversaciones, juegos, excursiones o las tareas domésticas. 
“El verano es un tiempo propicio para que todos los miembros de la familia expresen lo que están necesitando; para conocerse mejor en cuanto a gustos, aficiones e intereses, y para hablar de forma relajada”, indica José Antonio Ríos, terapeuta familiar y profesor de la Universidad Complutense. En este sentido, Fernando Chacón apunta que la mayor disposición de tiempo durante el verano se puede aprovechar para intentar cambiar una relación si es mala o conflictiva por la vía de buscar actividades gratificantes para padres e hijos, o para intensificar el vínculo en el caso de los padres separados. “Las vacaciones pueden servir para mejorar la comunicación y para hacer cosas que permitan a ambos estar a gusto, y convertirse así en un nuevo punto de partida para el resto del año; pero si luego no se mantiene esa actitud, el efecto verano se agota en dos meses”, advierte el psicólogo.
En una línea similar se expresa Purificación Sierra: “La vinculación se establece día a día, con interacciones repetidas para que los hijos se sientan queridos; no puedes ser hostil durante nueve meses y luego una malva durante las vacaciones”. Y advierte que, aunque a los padres nos alivia pensar que tendremos más tiempo para estar con los hijos, estar todo el día con ellos en vacaciones también es duro. Porque si no se plantean bien, las jornadas estivales pueden acabar resultando un agobio. “El hecho de convivir más es favorable, pero si no se hace con cuidado, uno acaba saturado; por eso hay que dejar espacio suficiente para todos, que haya actividades en común pero también huecos para que cada uno haga lo que quiera y ni los hijos ni la pareja se sientan absorbidos por los otros, indica Ríos. 
De ahí que sea conveniente contar con los hijos a la hora de planificar las vacaciones y la actividades que se van a realizar, preguntarles qué les gustaría hacer en lugar de que el padre o la madre saquen la lista de “tareas pendientes” de todo lo que no han podido ver o hacer en el año y les saturen de actividades que quizá a los chavales ni les apetecen. Se trata de conocer al otro, ver qué le gusta y aprovechar para conectar con sus preferencias; porque si no se sabe gestionar bien el tiempo juntos, si falla la comunicación, surgen frustraciones y conflictos”, comenta Lídia Julià. Purificación Sierra subraya que es importante planificar juntos qué haremos, de qué hacemos los bocadillos o qué ponemos en la mochila para irnos de excursión, “porque si lo organizamos todo nosotros, luego nos frustramos si al niño no le gusta nuestro planazo”.
Más que llenarlo de actividades, el tiempo adicional de que disponen las familias en vacaciones debería aprovecharse para saborear las cosas cotidianas con calma, desde el cocinar hasta el remolonear en la cama, para flexibilizar horarios, para disfrutar del aire libre, para organizar sorpresas y, sobre todo, para hablar y contarse cosas. “Como tenemos tiempo, podemos aprovechar las comidas u otros momentos relajados para contar cosas de cuando los padres éramos niños; historias de familia, de esas que ayudan a crear espesor histórico y que enseñan a sacar sabor de las pequeñas cosas que dan la felicidad”, sugiere José Antonio Ríos. Para disfrutar juntos en vacaciones no hace falta llevar a los críos a muchas atracciones ni a visitar sitios insospechados. “Lo mejor es, simplemente, estar; y dedicar tiempo a cosas que no hacemos durante el año o que hacemos muy rápido y que, en vacaciones, son mucho más factibles, como desayunar juntos, que los niños ayuden en la cocina, enseñarles a montar en bicicleta o una larga partida de Monopoly”, apunta Imma Marín.
Claro que tampoco hay que perder de vista que tanto los padres como los hijos necesitan de otras relaciones, y que estar de vacaciones no quiere decir tener que estar juntos 24 horas sobre 24. Los niños quieren jugar con los padres, pero también con otros niños, y hay ratos que sólo quieren a los adultos para que los jaleen y les digan lo bien que dan la voltereta o se tiran al agua de cabeza. “Todo, incluso hablar de qué nos llevamos en la maleta, crea vínculos entre padres e hijos y provoca situaciones y anécdotas que al cabo del tiempo se recuerdan con una sonrisa; lo importante es quitar el pie del acelerador y que todo tome otro ritmo”, dice la directora de Marinva. Para Purificación Sierra, la receta es “estar y hacer sentir”, pero cuidando con no transmitir a los hijos que ahora se les quiere más porque se tiene más tiempo. “Se trata de transmitir que ahora que los dos tenemos más tiempo vamos a hacer más cosas juntos, pero sin olvidarnos de compartir momentos el resto del año para que el niño vea que se le quiere todo el año”, reflexiona la profesora de Psicología del Desarrollo de la UNED.
Fernando Chacón subraya que esto es especialmente importante en el caso de padres separados. “En verano, como pasas más tiempo con ellos, es más fácil hacer actividades gratificantes para los dos, pero hay que plantearse cómo darles continuidad y utilizar bien el tiempo juntos el resto del año; buscar actividades comunes también para el miércoles o para el fin de semana en que tus hijos están contigo, porque la calidad de lo que haces en ese tiempo es lo más importante, y conviene planificar con antelación para no dejarte vencer por la inercia o por el cansancio durante el curso escolar y laboral”, comenta el profesor de la Complutense.
Otro colectivo para el que las vacaciones pueden ser un periodo especialmente importante es el de los padres con hijos adolescentes o preadolescentes, con quienes la convivencia diaria acostumbra a ser dura y cualquier conversación es susceptible de acabar en conflicto. “El verano es un buen momento para buscar espacios comunes, para hablar relajados de la relación, para comentar cómo echas de menos esos momentos de mayor contacto con ellos, y volver a asegurar el cariño que el resto del año damos por supuesto; se trata de apuntalar y de renovar los vínculos”, asegura Purificación Sierra. 
Por otra parte, el hecho de tener más tiempo libre y de realizar más actividades diferentes hace que en vacaciones surjan muchas oportunidades para enseñar (y aprender) a gestionar conflictos y frustraciones: desde una cola en un museo hasta esa máquina de refrescos que no funciona o el restaurante que no nos acoge porque está completo. Y como todos en la familia están más relajados, es más fácil reírse de todos los pequeños desastres y contratiempos que van surgiendo y crear con ello complicidades que, con el tiempo, se convierten en esas experiencias memorables que conforman el patrimonio familiar. 

"NO ME DA LA GANA RENDIRME". Enrique Urbizu. La Contra de la Vanguardia.

Enrique Urbizu, director de cine, seis Goya por 'No habrá paz para los malvados'
Tengo 49 años. Soy de Bilbao y vivo en Madrid. Tengo pareja pero vivo solo. Me licencié en Comunicación. Vivimos un momento desalentador: hemos constatado que lo que mueve el mundo son los medios financieros y no el voto, y hay pocas alternativas. Creo en la gente


Paradojas nacionales
Comemos entre clase y clase junto a la escuela de cine Bande à Part. Observador nato, me hace reír cuando parodia a los ejecutivos de rodríguez: "Me gusta verlos en el supermercados mirando los tropecientos aceites y con cara de ¡si yo sólo quiero freírme un huevo esta noche!". Creció rodeado de mujeres: madre, abuela y dos hermanas: "Me divierto más en compañía de señoras, están más desinhibidas". También imparte clases en el ICAM de Madrid y en la Universidad Carlos III: "Las escuelas están llenas, hay toda una cantera de gente que quiere contarnos cosas, es otra paradoja nacional: el cine español se considera una mierda pero hay un mogollón de gente que quiere hacerlo. Curioso".

Le gusta poner la oreja en mesa ajena.
¿Cómo lo sabe?

Casi mete el tenedor en el vaso.
Todas las semanas pillo tema. El otro día escuché a un borracho decir: "Dios está de mi parte". Lo pones en un guión y queda inverosímil.

¿Las apunta?
Muchas sí. En el Cercanías de Madrid tenía delante a una monja. Observé que el chaval de seguridad le decía algo. Cuando me fui me fije en ella. Debía de tener unos sesenta años, llevaba gafas de sol y tenía los pies encima del asiento, eso sí: sobre una servilleta.

Una monja yeyé.
Como cualquier adolescente no le hizo ni caso al revisor. Este país tiene un puntito de surrealismo, entre la picaresca y lo cruel.

Usted radiografía España.
Lo que funciona se me antoja menos interesante, quiero contar lo que no funciona, lo que está torcido.

Entonces tiene tema.
Si a la avaricia le añades cargo político tienes la corrupción, y eso genera material interesante. Intento contar cómo las cosas que pasan allí arriba afectan a los de abajo y viceversa. Y luego esta ese otro tipo de hijos de puta insignificantes pero abundantes.

¿De quiénes se trata?
Toda esa gente que no es consciente de que tiene que hacer bien su trabajo, su parte, sea la que sea. Como ese funcionario que no te sella un papel. Esa picaresca cotidiana hace mucho daño, son como termitas. Se te cae la estación Mir porque alguien no ha puesto un ventiladorcito que cuesta un euro.

Chapuceros.
Sí, parece un género nacional, y aplaudido.

¿Qué otros primores nos definen?
Somos muy paradójicos, para algunas cosas se nos llena la boca con la palabra España y para otras España es lo peor: si se ha hecho aquí no puede ser bueno, ese es un sentimiento muy frecuente y muy dañino.

¿Un problema de autoestima?
Igual tiene que ver con la pérdida del imperio. Y seguimos celebrando haber expulsado a pedradas a los franceses, quizás fue un error.

Veo que no es usted un salvapatrias.
Perdimos el tren de la modernidad, Goya y otros cuantos se dieron cuenta. Y de ahí para delante pues Picasso para Francia, Lorca a la tumba, Buñuel para Francia, el otro para México...

Y aquí los conformistas.
Un país autodestructivo de pírricas victorias y con el fútbol sobrevalorado. Fíjese en las críticas burlonas que se le hacen en periódicos como ABC al que esta considerado el mejor cocinero del mundo, Ferran Adrià. ¡Qué tontos somos! Si está ahí arriba será por algo. Almodóvar: a cargárselo, aunque haya triunfado en todo el mundo.

...
Y otro tema recurrente que tarde o temprano sacaré en alguna ficción sois vosotros: la prensa. El periodista, el buscador de la verdad, ahí ha caído otro telón. El malo de las pelis de James Bond, el Doctor No, igual es Murdoch.

El nombre ya lo tiene.
Sí, ¡Murdoch, el que quiere dominar el mundo! El periodista digno de la novela negra va desapareciendo, ves tanto cinismo en titulares... Me gusta hacer ficción que restablezca cierto equilibrio, no cambias nada, pero algo de inquietud siembras.

¿Y al cine español qué le pasa?
Desde la gala de los Goya del "No a la guerra", el cine ha sido arma arrojadiza sobre todo por parte de los medios de la derecha contra el PSOE, como si todos los que hacen cine fueran de ese partido. Así que tenemos a los patriotas diciendo que el cine español es una mierda y ocasionando un daño cultural enorme.

Se ha hecho mucho cine con dinero público que no se ha llegado a estrenar.
Estamos a la cola de Europa en ayudas a la cultura y al cine. Y no estamos a la cola en talento, llevamos unos cuantos Oscar para ser tan malos. En Chicago te pagan para que ruedes, Madrid te dificulta. Y rodar en Barcelona es un infierno.

Lástima.
Sí, porque en este país está todo por contar, queda mucho cine histórico y de aventuras por hacer: desde la España musulmana a la conquista de América, ¡menudo filón! La gente no sabe por ejemplo que los extremeños llegaron a Seattle en 1621, recorrieron California y la Costa Este mucho antes que John Wayne.

Hábleme de lo que ha sido importante en su vida.
La pérdida del padre a los veinte años (tenía una enfermedad degenerativa), las novias, aguantarme en soledad... Yo intento no ser el centro de mi problemática diaria, porque bastante nos comemos la cabeza.

¿Qué tal le han sentado los Goya?
Fantásticamente, pero de lo que se aprende es de los fracasos.

¡Qué agorero!
Si hiciéramos películas más a menudo no sería tan traumático, pero como haces una cada 8 años..., si tienes 40 te plantas con 48 años, y date prisa porque te queda para dos.

¿Y entre medio de qué vive?
Esa asignatura quiero impartirla en la escuela de cine: "Cómo vivir entre película y película". En mi caso no tengo hijos, ni coche, ni casa en la playa, cocino... Puedo decir: "No me da la gana rendirme", y voy tirando.


"SE AMABLE CONTIGO MISMO". Miguel Benavent de B.

“En cuanto hay vida hay peligro” Ralph Waldo Emerson
Sí lo que estás atravesando es doloroso, lo esencial es luchar contra tus pérdidas y disfrutar aprendiendo a vivir con ellas. Las personas que no lo hacen terminan amargadas y desilusionadas por la angustia. No son capaces de encontrar solaz. Otros que usan creativamente esa lucha pueden obtener una nueva sensibilidad y una fe más rica. También debemos desahogarnos, expresar nuestros sentimientos y  emociones. Eso es parte del proceso de lucha. Sólo así puedes gozar de la fortaleza.
¿Cómo puede una persona transformar el duelo en un nuevo crecimiento en lugar de permitir que se convierta en una invasión que le destruya la vida?  Hay maneras de enfrentar la adversidad y hacerse camino a través de ese período de pena. Primero, hay que tratar de mantener un aspecto juvenil. Luego no tener resentimientos. Y quizá lo más importante de todo consista en hacer todos los esfuerzos necesarios para ser amable consigo mismo y la mayoría solemos ser demasiado críticos. Firma un tratado de paz contigo mismo. Perdónate por los errores tontos que has cometido.
“Grandeza para cada día” de Stephen Covey.


divendres, 29 de juny del 2012

EDUCAR ES SACAR LAS CAPACIDADES Y LA BONDAD QUE HAY EN LAS PERSONAS - La Contra de la Vanguardia.

Saturnino de la Torre, catedrático de Didáctica e Innovación Educativa en la UB


Tengo 69 años. Nací en Valladolid y vivo en Barcelona. Doctor en Filosofía y Letras. Llevo trabajando, estimulando e investigando sobre creatividad 38 años. Tengo 2 hijos y 2 nietos. En política me parece prioritaria la ética por encima del discurso. Creo en la trascendencia.

LO MEJOR DE UNO
Empezó siendo profesor de primaria y de bachillerato hasta que entendió que a quien había que formar era al profesorado. Ha sido coordinador del Grupo de Investigación y Asesoramiento Didáctico, promotor de la Red Internacional de Creatividad y presidió la Asociación para la Creatividad. Toda su vida ha girado en torno a la innovación educativa, la creatividad y su estimulación, con más de cuarenta títulos publicados. "Educar es sacar lo mejor de cada persona", asegura. Para él, nunca es tarde para aprender a vivir y a relacionarse, por eso impulsa el III Forum Internacional Innovación y Creatividad. La adversidad como oportunidad (sidtransdiciplina@yahoo.es).

Qué aprendió como maestro?
Lo importante que es el cariño, el trato, el generar confianza... Transmitir al alumno la idea de que crees en él.

¿En todos?
Todo alumno tiene al menos una capacidad que le hace sobresalir; debemos ayudarle a encontrarla, porque cuando a una persona se la reconoce, crece y se entrega al aprendizaje. La ciencia nos está demostrando que pensamiento y emoción están unidos, así nace un nuevo concepto...

Sentipensar.
No hay ninguna acción humana, dice el biólogo Maturana, sin una emoción que la establezca y la torne posible como acto. Tanto el pensar como el actuar ocurren en el espacio determinado por las emociones.

¿Y cómo se lleva a las aulas?
Siendo conscientes de que se aprende con todo el cerebro. Palabra, imagen, música, símbolos, se refuerzan unos a otros.

¿Eso significa que hay que relacionar la música con las matemáticas y la lengua?
Sí, se trabaja con proyectos integradores de varias disciplinas, se incorpora la vida en el aula.

¿Y qué conseguimos con eso?
Hasta ahora nuestra educación ha estado basada en contenidos empaquetados y el alumno se ha alimentado de este tipo de comida.

No suena muy bien.
Es necesario otro tipo de alimentación que les ayude a desarrollar competencias, conocimientos, habilidades, actitudes, valores... Estamos formando a la persona, al ser.

Cuénteme sus experiencias.
Hay jóvenes que han llegado al bachillerato sin sentir ningún tipo de emoción hacia el conocimiento, sencillamente porque hemos sacado la emoción de las aulas.

Puro trámite para el futuro.
Así es. Hay que cambiar la conciencia, en la educación hacen falta reformas de base, de visión, darnos cuenta de lo importante que son los valores, las relaciones. Mi función no es enseñar, sino hacer que el alumno aprenda.

Está claro que algo falla.
Hemos pasado por cuatro grandes etapas en la educación. En la era agrícola el fundamento de la educación eran las creencias.
En el siglo XVIII vino la industrialización y con ella la instrucción, el conocimiento de la ciencia.
En los años ochenta aparecen las telecomunicaciones y pasamos de los conocimientos a las competencias, del creer al tener: conocimientos, riqueza, poder...

¿Y ahora?
Estamos en el saber hacer, y debemos educar para ser. Simplificando mucho, educar es sacar las capacidades y la bondad que hay en las personas. En todo ser humano hay creatividad y hay bondad, ¿por qué no tratar de compartirla?

La creatividad es uno de sus temas.
Treinta y ocho años de investigación. En la infancia tenemos un gran potencial creativo que luego queda dormido y emerge, en el mejor de los casos, ante la necesidad, ante la adversidad. ¿No sería mejor incorporarlo como herramienta desde la infancia?

¿Cómo?
Eso es lo más fácil: hay que dejar hacer. El 95% de los alumnos son creativos y sólo lo son el 5% de los adultos, ¿Qué ha pasado?

¿Se ha perdido por el camino?
Sí, por los patrones cerrados de la educación y de la sociedad. El alumno tiene capacidad de crear ideas, de inventar, de vibrar, de emocionarse. Y la emoción es el patrón más importante para que la creatividad emerja.

¿Y para mantenerla a flote?
Favoreciendo su expresión y educándola de acuerdo a las edades: en la primera infancia se expresa a través de la fantasía; en la edad escolar, en la aventura y la incitación al descubrimiento; en la adolescencia, en los retos, y en la juventud, en la búsqueda de las innovaciones y la proyección social. Y se trabaja a través de proyectos integradores.

¿Y cuál es la esencia de esos proyectos?
El camino es crear las condiciones para que emerja la creatividad en ellos y aplaudirla. Si un alumno interviene con algo creativo hay que aplaudirle literalmente. La sensación que siente por ese reconocimiento de su profesor y compañeros es imborrable. Si reconoces una cosa pequeña, se multiplica.

Creatividades hay muchas. ¿Qué hay que aplaudir?
La creatividad debe llevar valor, salir de sí para que el otro se beneficie, y cuando los demás reciben eso y se emocionan, y sienten y les toca, la creatividad se contagia y se multiplica. Se trata de crear habilidades, actitudes, hábitos, competencias básicas.

Entiendo.
Hay que formar en la flexibilidad, que es uno de los valores importantes junto a la adaptación de la creatividad, quien los ha asumido no tendrá fracasos porque será capaz de mudar, de adaptarse a situaciones.

... Condición para la felicidad.
Se trata de crear un escenario más que un aula, de utilizar toda clase de recursos que tengan un componente emocional. Detrás de cada gran idea hay una emoción, una profunda pasión, un deseo, una necesidad de hacer y de comunicar.

¿No le pedimos demasiado a las aulas?
Cuando estoy enseñando matemáticas, con mi manera de hacer estoy transmitiendo unos valores implícitos. Cuando tomo conciencia de ellos y los hago explícitos toman un valor mayor: el del sentido.





¿NUEVAS TECNOLOGIAS? - LEER ESTA DE MODA


En estas épocas de nuevas tecnologías donde todo son androids, ipads, tablets, ipods, facebooks, twitters.... se agradecen vídeos como este donde, en clave de humor, nos recuerda lo que es un libro... 


Ráfaga de aire fresco i creatividad cargada de razón y sentido del humor.




DOS LOBOS. Fábula.

Un viejo cacique de una tribu estaba charlando con sus nietos, acerca de la vida. Él les dijo:


- Una gran pelea está ocurriendo dentro de mi … es entre dos lobos. Uno de los lobos es … el resentimiento, la inferioridad, el miedo, la maldad, la avaricia, la mentira, el egoísmo, la envidia, el rencor, la culpa, el dolor, la ira.


- El otro lobo, es … la paz, el amor, la bondad, la alegría, la gratitud, la sencillez, la esperanza, la serenidad, la humildad, la compasión, la sinceridad, la misericordia, la generosidad.


Y después agregó:


“Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro …    de todos los seres de la Tierra.”


Los niños pensaron por unos instantes y uno de ellos preguntó a su abuelo:


- “¿Y cuál de los lobos crees que ganará?”


El viejo cacique respondió simplemente…


- “El que alimentes”…

dijous, 28 de juny del 2012

"En tu relación con cualquier persona, pierdes mucho si no te tomas el tiempo necesario para comprenderla." Frases para cambiar vidas.

Autor: Rob Goldston. 
Es un hecho que las personas con las que más a gusto nos sentimos, son las que hemos constatado que mejor nos comprenden. Aquellas que nos perciben tal y como somos. Las que, lejos de juzgarnos, nos apoyan, nos estimulan y, cuando toca, nos reconfortan y consuelan. Hasta ahí perfecto: pero ¿qué pasa con el resto?.
Quizá haya quienes se jacten de que les basta con la compañía y la comprensión de los más allegados, pero eso implica una visión muy estrecha con la que renunciamos a decenas de otras nuevas posibilidades: las de todos aquellos que pasan por nuestra vida y que, aunque no se crea, podrían enseñarnos algo de todo lo que necesitamos aún aprender.
El conocimiento y la comprensión de los que nos rodean es una capacidad que resulta decisiva para la vida de cualquier persona, pues afecta a un espectro amplio de necesidades vitales. Si incrementamos nuestra atención y hacemos ‘visibles’ a otros (a quienes vemos, pero en realidad 'no vemos'), llegaremos a conocer las razones que les justifican, las aspiraciones que les motivan, los problemas que les preocupan, sus creencias y valores, y quizá encontremos que sus ideales no están muy lejos de los nuestros y quizá también lleguemos a la conclusión de que compartimos mucho más de lo que podíamos esperar. Y ese, evocando "Casablanca", puede ser el principio de una gran amistad.

Lo más importante
En el transcurso del segundo semestre en una escuela de enfermería, un profesor hizo a sus alumnos un examen por sorpresa. La última pregunta de la prueba era la siguiente: ¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?

Los alumnos pensaron que seguramente era una broma. Habían visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, como de unos cincuenta años, pero ¿cómo iban a saber su nombre? Todos dejaron sin respuesta esa última pregunta. 
Cuando salían de clase, uno de los jóvenes abordó al profesor con el fin de consultarle si un planteamiento tan insólito como aquel, contaría en la nota del examen.
- Absolutamente, afirmo el profesor con rotundidad. En sus carreras ustedes conocerán muchas personas. Todas son importantes y merecen su atención, aunque solamente les sonrían y les digan: “¡Hola!”, llamándolas por su nombre.

Una buena lección jamás se olvida.

Reflexión final: "Nos desdeñamos u odiamos porque no nos comprendemos porque no nos tomamos el trabajo de estudiarnos.”
(Santiago Ramón y Cajal)

LA PASION (y 2). José Antonio Marina.

Terminaba el artículo anterior con dos preguntas: ¿Se puede vivir sin pasión? ¿Se puede vivir apasionadamente? Freud pensaba que los humanos actuábamos para librarnos de la tensión, pero se equivocaba. Tememos la tensión y la deseamos, con lo que vivimos en la cuerda floja. A un lado la ansiedad; al otro, el aburrimiento o la anestesia afectiva. Antonio Machado lo explicó muy bien:
“En el corazón tenía
la espina de una pasión.
Logré arrancármela un día.
Ya no siento el corazón”.

Contaba Simone de Beauvoir que un día se encontró al escultor Giacometti con un brazo escayolado, y gritando muy contento. “¡Por fin me ha pasado algo! ¡Me he roto un brazo!”.
En muchas culturas se ha temido la pasión. A la amorosa se la consideraba peligrosa porque su fuerza podía transgredir normas. Al escribir el Pequeño tratado de los grandes vicios me encontré con la sorpresa de que en el origen de los pecados capitales estaba siempre una pasión. George Bataille escribió: “El Mal es la forma más violenta de expresar la pasión”. Con esta condena, el alma europea quedó atribulada y confundida. Ya no sabía que sentir. El fuego pasional era malo, pero, por otra parte, el Dios cristiano, Yahvé, era un dios apasionado, colérico, efervescente. Enfrentado al frío motor inmóvil de la filosofía griega, ese dios arrebatado planteó problemas a los teólogos, que no sabían cómo hacer compatibles las emociones divinas con su inmutabilidad, omnipotencia, y autosuficiencia. Las cosas tuvieron que volver a su cauce. Tomas de Aquino resumió en una frase ese cambio: “Las pasiones están también integradas en las virtudes, por eso, a veces, hay que estimularlas”.
Les dije que el apasionamiento podía ser un hecho coyuntural o un rasgo de carácter. La pasión es la intensidad en la percepción de lo valioso. Tiene por ello algo de poético. Los antiguos griegos –eran muy listos y se les escapaban pocas cosas– hablaban de la poesía como de una theia mania, como un arrebato divino. En el mundo desapasionado, los valores suenan con sordina, amortiguados. Ninguno de ellos hace vibrar las cuerdas profundas de nuestro corazón. Y como los valores son los que mueven nuestra acción, en esa grisura afectiva podemos encontrarnos desanimados e inválidos. Estamos sometidos a fuerzas ascendentes y descendentes. Podemos superarnos o encanallarnos. Por eso, hay pasiones altas y bajas, nobles y plebeyas. La calificación depende de los objetivos a que aspiren. En todas las culturas se ha considerado que la avaricia, el resentimiento, la envidia, el odio, la lujuria como sexualidad animalizada, era malas pasiones. El amor era una pasión ambivalente, porque podía ser creadora o destructiva, dependiendo del objeto amado. La ira también podía ser buena o mala. “A veces –decía Tomás de Aquino– es pecado no encolerizarse”. La indignación ante lo injusto es una ira necesaria. Otras pasiones eran siempre buenas: la justicia, la admiración, la búsqueda de la verdad, de la bondad y de la belleza.
Este análisis, que resume una parte de la historia de nuestra cultura afectiva, nos permite añorar una deseable pedagogía de las pasiones ascendentes, que tiene que basarse es una poesía de los valores altos. Necesitamos su impulso, su capacidad de movilizar energías, de soportar las dificultades, su creatividad, su fuerza para emprender lo arduo. En resumen, necesitamos las pasiones para volar. 
Recuerden el antiguo lema de la flecha: “ Si no subo, caigo”. En vilo estamos.

dimecres, 27 de juny del 2012

EL COLUMPIO. Cortometraje.


La autoestima, la inseguridad, las creencias, los miedos, ... que diferente iría si fuéramos más atrevidos o sencillamente más sinceros! ...... un reflejo de la vida en 8 minutitos de corto. Un encuentro casual de dos jóvenes en una estación de metro propicia una historia de amor. Será ella la mujer de sus sueños?. Será él el hombre de su vida?. Tiene el tiempo freno y marcha atrás?.


Un corto de 1992, ganador de un Goya al mejor corto de ficción, protagonizado por Ariadna Gil y Coque Malla y dirigido por Alvaro Fernández Armero.


dimarts, 26 de juny del 2012

LA FUERZA DE VOLUNTAD. Gaspar Hernàndez.


El punto de equilibrio entre juego y voluntad es el que proporciona mejores frutos.
Dar un estímulo y mantenerlo, dice Murakami sobre els arte de escribit o hacer "footing".
Cuando éramos pequeños, la fuerza de voluntad pa­recía serlo todo. Después hubo una época en que lo importante era disfrutar. Y así nos fue. Hoy, con la crisis económica que todo lo está cambiando, se habla de recuperar la llamada cultura del esfuerzo. Quizá ha llegado el mo­mento de ir en busca de la voluntad perdida. Sin olvidar que el punto de equilibrio entre juego y voluntad es el que da los máximos frutos. Al fin y al cabo, el tenista Rafael Nadal ha ganado siete títulos de Roland Ca­rros porque se esfuerza y juega al mismo tiempo. Juega en el sentido de que, como Leo Messi en el campo de fútbol, se lo pasa bien.
En el 2006, dos investigadores australianos -Megan Oaten y Ken Cheng- reclutaron dos docenas de personas y les hicieron realizar un número cada vez mayor de ejer­cicios de levantamiento de peso, entrenamiento de resistencia y ru­tinas aeróbicas. Al cabo de dos me­ses, investigaron los otros aspectos de la vida de los participantes para ver si trabajarla fuerza de voluntad en el gimnasio se traducía en una mayor fuerza de voluntad en casa. Y así era. Cuanto más tiempo pasaban en el gimnasio, menos fumaban y menos alcohol y cafeína consumían. Pasaban menos horas mirando la televisión. No se deprimían tanto.
Oaten y Cheng hicieron un ex­perimento similar con 29 personas para que siguieran un programa de cuatro meses para administrar el dinero. Les pusieron metas de aho­rro. Pidieron a los participantes que se abstuvieran de lujos. No solo su economía fue mejorando. También su fuerza de voluntad: bebían me­nos alcohol, tomaban menos cafeína, fumaban menos y eran más productivos en el trabajo.

REGULAR LOS IMPULSOS
Todo ello lo cuenta el periodista del New York Times Charles Duhigg en su libro El poder de los hábitos (Ura­no). Y llega a la conclusión de que cuando aprendemos a esforzarnos para ir al gimnasio, o comemos una ensalada en lugar de una hambur­guesa, en el fondo estamos cam­biando nuestra manera de pensar. «La gente aprende a regular sus im­pulsos. A distraerse de las tentacio­nes. Y una vez que entras en la onda de la fuerza de voluntad, tu  cerebro está entrenado para ayudar a con­ centrarte en una meta».
La frase me recordó al escritor Haruki Murakami, a quien tuve el privilegio de entrevistar para este periódico. Casi todo lo que sabe sobre el arte de escribir, afirma, lo ha aprendido corriendo. Él también habla de fuerza de voluntad, y dice que para escribir se requiere el mis­mo proceso que para salir a correr cada día, fortalecer la musculatura y tener un cuerpo de corredor. «Dar un estímulo y mantenerlo».
Como dice el antropólogo Josep Maria Fericgla, dejar de fumar es como casarse: se trata de tomar una decisión y mantenerla.
«Toda nuestra vida, en cuan­to a su forma definida, no es más que un conjunto de hábitos», dijo el psicólogo Wilian James en 1892. La mayor parte de decisiones que tomamos a diario, escribe Charles Duhigg, pueden parecernos pro­ducto de una forma reflexiva de tomar decisiones, pero en el fondo no es así. Son hábitos.
Podemos cambiarlos. Detectan­do cuál es la rutina del hábito, cuál la recompensa. Duhigg quería eli­minar el hábito de salir de la oficina a media tarde para ir a comprarse una galleta. Pensó en cuál era la re­compensa: a lo mejor no era la galle­ta. Al final intuyó que se quería dis­traer temporalmente, socializar, y pudo rediseñar el hábito. A lo mejor en vez de comer galletas, o en vez de fumar, podemos comer manzanas. O casarnos.