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dilluns, 31 de desembre del 2012

EL ENEMIGO ESTA DENTRO DE TI. Fábula.

Había una vez un monje que en todo momento buscaba la perfección. No soportaba la menor imperfección en los cánticos religiosos; una arruga en la ropa; un plato mal lavado; una palabra mal dicha; un error o equivocación por insignificante que fuera. Le resultaba intolerable si algún compañero bostezaba en los oficios religiosos o si veía una mota de polvo en los bancos de la iglesia.
Sufría mucho con sus compañeros en el monasterio y, convencido de que allí no le iba a ser posible encontrar la perfección, pidió permiso al abad para irse a vivir completamente solo. Se llevó lo imprescindible: algunas ropas, sus libros de rezos y un cántaro para llenarlo con agua del río.
Eligió como morada un lugar muy bello y pasó la noche en oración. Cuando amaneció, se despertaron los pájaros y flores y pensó, agradecido, que allí sí, por fin, encontraría la perfección deseada.
A media mañana tuvo sed, fue al río a buscar agua y, al cargar el cántaro, se le derramó un poco de su contenido. No aceptó esa mínima imperfección, arrojó el agua con despecho y se le mojaron y enfangaron los pies con el polvo del camino. Volvió a tomar agua y de nuevo se le derramó. Repitió la operación con cierta inquietud, y a la tercera vez, lleno de cólera, quebró el cántaro.
- La causa de mi cólera no está en los demás -pensó al calmarse-. El enemigo está aquí adentro.
Regresó al monasterio, pidió perdón y desde aquel día, empezó a ver con ojos nuevos y cariñosos a sus compañeros.
Aplícate el cuento, Relatos de Ecologia Emocional. 
Jaume Soler y Mª Mercè Conangla. Amat Ediciones.

8 pautas para aumentar la autoestima.


Pautas para tener alta la autoestima y así ser el mejor amigo de sí mismo. Para ello debemos concedernos:
1.    Aceptarnos tal cual somos: hay que saber y aceptar nuestras cualidades y defectos.
2.    Ponérnoslo fácil: debemos tener objetivos realistas.
3.    Darnos nuestro tiempo: hay que intentar tener tiempo regularmente para estar solos con nuestros pensamientos y sentimientos.Debemos aprender a disfrutar de nuestra propia compañía.
4.    Credibilidad: estemos atentos a nuestros pensamientos y sentimientos. Hagamos aquello que nos hace sentir felices y satisfechos. Disfrutar de lo que te gusta.
5.    Darnos ánimos: tomemos una actitud de “YO PUEDO HACERLO”.
6.    Compararnos con nosotros mismos: no tratemos de ser alguien más.Hay que estar orgullosos de ser quien somos.
7.    Querernos: hay que premiarse por los logros: los pequeños y los grandes. Recordemos que las experiencias son únicamente nuestras. ¡Disfrutémoslas!
8.    Amarnos: aprendamos a querer a la persona tan única que somos. Aceptemos nuestros éxitos y fallos.

La belleza y yo. Cortometraje.

¿Dónde reside la belleza?
En cada segundo del viaje.

¿Quien pone los límites?
Los límites los pones tu.

La belleza y yo.
Director: Román Reyes

El presente está para respirarlo.

www.jamesonnotodofilmfest.com


diumenge, 30 de desembre del 2012

El sentido de la vida. Mario Alonso Puig.


El doctor Mario Alonso Puig, experto en liderazgo, ofrece consejos prácticos para cultivar nuestra capacidad creativa.
El sentido de la vida es una de las cuestiones clave de la filosofía, plasmada en preguntas como ¿por qué estamos en este mundo?, ¿tiene algún propósito la existencia humana? ¿qué es la vida?, ¿que significa todo esto?
Además de ser una cuestión filosófica, descubrir por y para qué vivimos aquí y ahora y saber qué hemos de hacer con el tiempo de vida que nos toca, es un asunto de gran importancia psicológica y emocional, una de las llaves de la felicidad, según se desprende del pensamiento del doctor Mario Alonso Puig, eminente sanador del organismo y el alma humanas.
El doctor Puig es uno de los expertos más solicitados por las empresas para impartir conferencias y seminarios sobre liderazgo, creatividad, innovación empresarial y gestión del cambio.
Médico especialista en cirugía, formado en inteligencia humana, medicina mente-cuerpo y psicología positiva, en la Universidad de Harvard, Puig recibió el premio máximo a la comunicación y relaciones humanas del Instituto Dale Carnegie e imparte conferencias sobre liderazgo, creatividad y gestión del estrés en todo el mundo.
"Hay algo en nosotros que es mucho más hondo que la búsqueda del placer o la huida del dolor. Es la búsqueda de sentido, de un propósito, de algo que nos trascienda", señala el especialista que un día decidió dejar la medicina, parar de sanar el cuerpo, para sanar la mente y el corazón.
Para el autor del libro Reinventarse, tu segunda oportunidad, "de alguna manera ese sentido constituye nuestro horizonte particular, ya que si bien todos tenemos el mismo cielo por techo, no todos tenemos el mismo horizonte".
"Si queremos realmente que una chispa de felicidad alumbre nuestra vida de una manera continua, independientemente de lo que ocurra en el mundo exterior, es importante que busquemos que la dirección en la que enfocamos nuestra vida, tenga para nosotros un verdadero sentido", señala el experto español.
"Cuando buscamos un sentido, nos abrimos a lo que nos ocurre, en lugar de rechazarlo porque nos incomoda y nos disgusta. Empezamos a descubrir lo que permanecía oculto y entendemos que nos encontramos en un viaje de descubrimiento, de crecimiento y de evolución para comprender, con mayor hondura, la grandeza que reside en nuestro interior", anota Puig.

Seguir verdaderos valores
Según este experto "el sentido nos hace priorizar en nuestra vida, a qué podemos decir sí y también no, sin tener ninguna sensación de culpabilidad. El sentido nos hace vivir de acuerdo a lo que para nosotros son verdaderos valores y no, de acuerdo a lo que otros han decidido que ha de ser para nosotros lo valioso".
"El sentido nos hace tener fe para caminar en medio de la incertidumbre sabiendo que el Universo es nuestro amigo y nos proveerá de lo que necesitemos en cada momento", añade.
Puig precisa que "el sentido de la vida, es que los latidos del corazón sintonicen con los latidos del universo".

¿En qué consiste el sentido de la vida?
"Consiste en recorrer el camino que nos permite florecer como personas y alcanzar plenitud. A lo largo de este camino descubrimos que hemos sido creados por amor, que sólo seremos felices en el amor y que nuestro corazón sólo descansará cuando vuelva a la fuente de amor de donde surgió".

¿La vida de todos y cada uno tiene un sentido?
"Todo ser humano es único e irrepetible. Todos tenemos una misión que cumplir y es cumpliendo ese objetivo como damos un verdadero sentido a nuestra vida. Todos cuando nos vayamos de este mundo, podemos dejarlo un poquito mejor que como estaba".

¿Cómo contribuye a nuestra felicidad y realización personal el conocer y concretar nuestro sentido de la vida?
"La felicidad no es el bienestar subjetivo, sino algo más profundo, es ‘la paz del sabio’, aquello que nos permite mantener un estado de equilibrio y de serenidad incluso ante las adversidades. Por eso, cuando nos encontramos con situaciones muy dolorosas, en lugar de caer en la oscuridad de la desesperanza nos debemos abrir a entender lo que nos está pasando, aunque no lo comprendamos, tiene un sentido. Todo tiene un sentido en la vida".

¿Cómo descubrir y ser fieles al sentido de nuestra existencia?
"El sentido de la vida se nos muestra si escuchamos a nuestra voz interior. Por eso considero de excepcional importancia cultivar la vida interior a través de la reflexión y la meditación".

¿Qué relación existe entre este sentido y ser creativo?
"La creatividad es la ciencia y el arte de descubrir vínculos entre cosas que aparentemente no están conectadas. La existencia nos muestra de forma constante que todo está interconectado, aunque no nos demos cuenta de ello y creamos que somos seres aislados e independientes. Por eso, comprender el sentido de la vida es también disolver las barreras mentales que nos separan para darnos cuenta de que todos, y a cierto nivel, formamos una unidad".

¿La creatividad es la llave para salir de situaciones adversas?
"Para salir reforzados de una situación como la presente son necesarias la creatividad, la ilusión y la cooperación. La ilusión activa el pensamiento creativo. Y la verdadera creatividad suele ser el resultado de un esfuerzo compartido".

CLAVES DECÁLOGO PARA POTENCIAR LA CREATIVIDAD
1. Haga todos los días algo que le haga salir de su zona de confort. Atrévase a hacer cosas diferentes, con un sentido lúdico y con el sólo objetivo de explorar, descubrir y aprender.
2. Lea e interésese por cosas distintas a las típicas de su profesión.
3. Ejercítese en encontrar vínculos entre cosas que aparentemente no están relacionadas.
4. Haga ejercicio físico, duerma un mínimo de siete horas y cuide su alimentación.
5. Evalúe los errores simplemente como la exigencia de volver a intentarlo de una manera distinta.
6. Busque maneras de interactuar con otras personas y comparta sus puntos de vista. Mantenga una mente de principiante para poder aprender de una manera constante.
7. Sea humilde.
8. Recuerde que la ilusión y el entusiasmo son necesarios para activar el pensamiento creativo. Atrévase a pensar en grande. Lo que el corazón quiere sentir, antes o después, la mente se lo muestra.
9. Cultive momentos de calma y silencio, porque favorecen los momentos de epifanía.
10. Acérquese al arte en todas sus formas, ya que el arte es un extraordinario estímulo para la creatividad.

Si das amor, recibes amor.

Cuando das amor, recibes amor.


Cuando vemos una actitud o comportamiento de amor se nos contagia a nosotros, así que vamos a repartir buenas acciones, amor, solidaridad y veremos que la cadena será imparable. Pero no solo en Navidad, vamos a sembrar una semilla que dure al menos hasta la próxima Navidad...




dissabte, 29 de desembre del 2012

NADA NACE, NADA MUERE. Gaspar Hernàndez.


«El nacimiento y la muerte tienen lugar en nuestro cuerpo de manera constante», dice el maestro budista Tich Nhat Hanh
No somos los mismos durante dos momentos consecutivos, como ocurre con el rio o la nube.
Cuando era pequeño y es­cuchaba a los curas pero­rar sobre la resurrección, me entraba sueño. Era como oír una narración de ciencia ficción, pero aburrida, porque a mí me parecía (y seguramente me equivocaba) que los curas leían los pasajes de La Biblia de carrerilla, sin concentrarse en lo que leían, como si tuviesen prisa por terminar. En aquel entonces tenían el público asegurado, aunque actuasen sin ganas. Había excepciones, por suer­te. Y las hay. Pero a pesar de todo ello, «la resurrección de la carne» aún me cuesta de digerir.
Supongo que debo formar parte de la mayoría creciente que -según estudios sociológicos- en Europa se siente más espiritual, pero me­nos religiosa. Las iglesias cada vez están más vacías y, en cambio, es mucha la gente que acude a ver a referentes espirituales, como Thich Nhat Hanh. No solo porque él no lee de carrerilla ni te hace sentir culpa­ble por tus pecados, sino porque entiendes lo que dice.
Thich Nhat Hanh es uno de los líderes espirituales más importan­tes de nuestro tiempo. Maestro vietnamita y uno de los impulsores del budismo zen en Occidente, ac­tualmente vive en PIum Village, una comunidad de meditación en el sur de Francia, a la que acuden miles de  personas para aprender sus senci­llas técnicas, entre ellas, la atención plena: la meditación que se practica caminando o lavando los platos.

COMPARACIONES
La muerte no existe, según Tich Nhat Hanh, porque tampoco exis­te el nacimiento. Cita a Lavoisier, un científico francés que declaró: «Nada nace, nada muere» (el con­cepto de vacuidad budista). Y para hacerlo comprensible, nos compara, a las personas, con nubes. Antes de nacer, la nube era agua en la super­ficie del océano. O estaba en el río y luego se convirtió en vapor. Tarde o temprano, la nube se transformará en lluvia. Y no diremos que la nube «ha muerto», igual que no decimos que la leche «ha muerto» cuando se convierte en yogurt.
«Si tememos a la muerte -afir­ma Tich Nhat Hanh, en La muerte es una ilusión (Oniro)- es porque no hemos comprendido que las co­sas no mueren». Otro ejemplo: el de una foto. Nos vemos en una foto de cuando teníamos 16 años. Ya no somos aquél: «Yo soy una conti­nuación suya, al igual que la lluvia es una continuación de la nube».
La impermanencia, según el maestro budista, significa que algo siempre está cambiando. Creemos que nuestro cuerpo es permanente, pero en realidad tiene poco que ver con el de cuando teníamos 16 años; todo es distinto, no es el mismo cuerpo, ni las mismas células. «En realidad -sostiene-, el nacimiento y la muerte están teniendo lugar en nuestro cuerpo constantemente. A cada momento, una multitud de células están muriendo y naciendo. Después de una inhalación y de una exhalación, ya nos hemos converti­do en una persona distinta».
Desde que el lector ha empeza­do a leer este artículo hasta ahora, muchas de sus células han muerto y muchas otras han nacido. Si algo conocemos desde que nacemos es la muerte; lo que Tich Nhat Hanh llama «la manifestación y la cesa­ción de la manifestación», que está teniendo lugar constantemente. No somos los mismos durante dos momentos consecutivos, como ocurre con el río o la nube.
Ahora que casi he terminado el artículo, y que me he despedido de tantas células, me doy cuenta de que no entiendo todo lo que dice Tich Nhat Hanh. O sea, rectifico. No lo entiendo, pero sin embargo es bonito. Quizá tanto como el concepto de resurrección.



divendres, 28 de desembre del 2012

COMO INTERPRETAR LA SOLEDAD - Vivir solo puede ser una opción de vida, pero solamente si gozamos de una buena salud social


Cuántas veces habremos oído la frase: "Tengo miedo a estar solo". Somos seres sociales y necesitamos de los demás para constituirnos a nosotros mismos, no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal, sino también para afianzar nuestra autoestima. Este miedo a la soledad parte de nuestra dependencia infantil, nos sumimos en el temor a ser abandonados hasta que constituimos la presencia del otro en su ausencia. Las personas no sólo existen cuando están, también cuando no están. El gran problema de muchas personas es que se sienten solas porque aniquilan al otro en su fantasía. Decir "estoy solo" es como decir nadie existe, y esa negación es la que nos enferma. 
Una vez que el ser humano se da cuenta de su finitud, de que su existencia está encaminada a este acontecimiento, nace la preocupación por el ser. Es la muerte la que le va a dar verdadero valor a la vida. Son los límites los que nos permiten vivir de una forma saludable. Cuando entendemos que las relaciones también han de tener sus límites amamos con más libertad, pero no todos somos capaces de aceptarlo. Cuando entiendo que el otro es una posesión soy capaz de encerrarlo con tal de no perderlo, ahí no hay amor. El amor es amor a un objeto, hace del otro un objeto, con lo cual entra en juego el régimen de propiedad, hace individualistas, mientras que el deseo no desea objetos sino que desea deseos, hace sujetos deseantes, sujetos que saben que la soledad no existe: o se vive entre otros o se vive entre fantasmas. 
Las sociedades modernas, a pesar de los avances técnicos, fomentan el aislamiento y falta de comunicación. Nos han educado en el consumismo sin límites, pero no nos han enseñado a relacionarnos con otras personas. Nadie nos dijo que comprometerse con otros es lo que genera autoestima y bienestar, que elegir nuestros compromisos es el mayor grado de libertad. Somos caldo de cultivo para el egoísmo y la envidia. Amamos al otro para utilizarlo en la satisfacción de nuestras necesidades, para no estar solos, pero no hemos aprendido a conocer al otro en su verdadera dimensión. Cuando amamos por necesidad es cuando vivimos con miedo a ser abandonados. Podríamos preguntarnos por qué tantas parejas que ya no se aman, aun así, siguen viviendo juntos. Es clara la respuesta, por miedo a la soledad. No saber arreglárselas con la propia soledad se convierte en un problema para vivir, acabas viviendo con cualquiera. 
En muchas ocasiones hay un temor previo, el temor a arriesgarse, a dar y no recibir, tememos equivocarnos y por ese motivo no emprendemos nuevos proyectos y relaciones. Pero como dice el poeta Miguel Oscar Menassa, "en las relaciones intersubjetivas, lo único que se arriesga es un poco de seguridad y un poco de dinero; el resto, ganancia, todo humano". Hay que arriesgarse a ganar. Las relaciones sociales no se buscan, se encuentran en el camino del trabajo, de las aficiones, de los compromisos. Cuando alguien que se siente solo me pregunta cómo puede hacer amigos, siempre le digo que los amigos se encuentran indirectamente. No hay edad para las relaciones sociales, seamos jóvenes o mayores todos necesitamos de otras personas para sentirnos vivos y si algo te impide estar con otros, acércate a ellos a través de los libros, la televisión, el teléfono, internet.  
También están esas otras personas que lloran por las esquinas porque se sienten solos, ¿no será que no saben amar? Hay que aprender a amarse para luego amar a los otros. El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.
Se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo. Estar solo es un hecho común para todos, no siempre estamos acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y suele ser muy constructiva. Sentirse solos es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía, en ocasiones no nos sentimos a gusto con las personas que nos rodean. El sentimiento de soledad tiene que ver con no haber forjado una escucha o haber perdido una escucha. A veces este sentimiento acontece ante una separación o ante la pérdida de un ser querido, quién no ha vivido una situación como esta a lo largo de su vida. Cuando uno se encuentra bien, no importa llegar a casa y estar solo, porque nos sentimos acompañados de todas nuestras relaciones y compromisos. Vivir solo puede ser una buena opción de vida, pero no puede resultar si no gozamos de unas buenas relaciones sociales, si no gozamos de una buena salud social.
La cultura nos permite no sentirnos solos jamás. Es cuando sólo nos escuchamos a nosotros mismos que entramos en ese vacío de la soledad. Cuando abrimos un libro, escuchamos a otros; otras vidas laten conmigo, es imposible sentirse solo.

Helena Trujillo Luque

dimecres, 26 de desembre del 2012

EL REGALO. Cortometraje.

Una familia encuentra su mejor regalo en lo que tienen como personas....


EL AMOR TIENE LÍMITES - Walter Riso

El límite lo define tu integridad, tu dignidad, tu felicidad. El límite de lo aceptable se traspasa cuando tu vocación y anhelos pasan a un segundo plano, cuando la vida comienza a convertirse en algo tan predecible como inseguro, cuando el “ser para el otro” te impide el “ser para ti”. Si te pasaste de la raya y estás en el lado oscuro del amor, es probable que quieras regresar a lo que eras antes, a la tranquilidad de aquella soledad bien llevada.
Cuando establecemos las condiciones de un amor de pareja saludable, definimos una zona, una demarcación realista más que romántica, a partir de la cual una relación debe terminarse o transformarse, así el sentimiento amoroso exista. Pasar los límites de lo razonable (v.g. respeto, maltrato, infidelidad, desamor) no implica que el afecto tenga que disminuir necesariamente, sino que a partir de ese punto, el amor por sí solo no justifica ni valida el vínculo afectivo debido a los costos psicológicos, morales, físicos y/o sociales. En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad interesa es la conveniencia/congruencia interpersonal, es decir, qué tanto la persona que amas le viene bien a tu vida y qué tanto concuerda con tus metas, intereses y necesidades, e igual para el otro lado.  A partir de ciertos límites (cuando no te aman, cuando se ve afectada tu autorrealización o cuando vulneran tus principios) el amor propio y el autorrespeto comienzan a trastabillar y la dignidad personal pierde su potencia, así el amor insista y persista.
Si en verdad, tal como dicen algunos filósofos, el amor “verdadero” no tiene límites intrínsecos, pues, en las relaciones de carne y hueso habrá que ponérselos. Esto no implica “amar menos”, sino amar de una manera realista y decorosa. Es cierto que a veces no tenemos el poder de desenamorarnos a voluntad, pero sí podemos dejar de magnificar el amor y alejarnos de una relación afectiva destructiva, así sea con esfuerzo y dolor. Autocontrol, sufrimiento útil, lucidez de una mente pragmática. Dejar el alcohol gustándome el alcohol; dejar la droga, gustándome la droga. Y en una relación afectiva malsana y destructiva, decir: “Te amo, pero te dejo”.
¿Cuándo pierde el amor su sentido vital?. Al menos, en tres situaciones: 
  • primero, cuando no te quieren; 
  • segundo, cuando tu realización personal se ve obstaculizada; y, 
  • tercero, cuando se vulneran tus principios. 
Dicho de otra forma: estaré a tu lado siempre y cuando me sienta amada o amado, pueda llevar adelante mis proyectos de vida y no vulneres mis principios y valores. Tres preguntas: ¿Lo cumples? ¿Mantienes tus límites? ¿Negocias lo que no es negociable por amor?.
Walter Riso

VER, MIRAR, CONTEMPLAR. Xavier Guix. El País 11/12/11

"En el mirar existe intención. Hemos decidido qué ver. Exigimos la mirada para captar en ella el reflejo del alma"
"Uno puede ver el vuelo del pájaro, mirarlo para observarlo o sentir que vuela con él. Eso es contemplar, convertirse en el otro"
La realidad no depende tanto de los ojos que la miran como de la intención al enfocar. Podemos elegir simplemente ver. O mirar. O dejarse penetrar contemplativamente.
Antonio Damasio, uno de los grandes investigadores en neurociencia, neurología y psicología, nos relata que sin la conciencia, es decir, sin una mente dotada de subjetividad, no tendríamos manera de saber que existimos, menos aún de saber quiénes somos y qué pensamos. Ciertamente existe un yo, aunque no se trata de una cosa sino de un proceso que, al ser sentido, nos hace creer que pertenece a alguien.
Desde la perspectiva de la evolución y de la historia vital de una persona, ese yo que tiene conciencia de sí mismo ha tenido que pasar, según Damasio, por tres etapas:
  • un protoyo que se limita a ver y sentir de forma primigenia;
  • un yo central movido por la acción que mira para conocer;
  • y finalmente un yo autobiográfico que incorpora las dimensiones social y espiritual.
A ese yo autobiográfico quisiera añadirle su facultad contemplativa.

VER
"Ver a través de todo es lo mismo que no ver". (Clive Stapies Lewis)
Ver, es solo eso, ver. Sin más. Se puede ver y no sentir nada. Se puede ver y sentir alguna alteración, básicamente instintiva. Placer o dolor. Agradable o desagradable. En el ver solo hay impacto o indiferencia. El ver puede ser inerte, sin apenas vida. Muchas personas, en pleno siglo XXI, aún siguen viviendo en la etapa más primigenia de su existencia. Dicho de otro modo, se limitan a ver cómo la vida pasa ante sus ojos.
Alguna de las generaciones de nuestros jóvenes, ha sido tildada de ni-ni; es decir, que ni trabajan ni estudian, y quizás también podríamos añadir que ni tienen motivación por nada, ni les importa si los castigan, ni saben cómo salir de ese letargo anímico, ni encuentran cómo ver la realidad de otra manera. Se limitan a existir. Algo parecido nos ocurre a todos cuando nos plantamos frente al televisor y nos tragamos todo lo que echen o navegamos por Internet, solo para ver. Desde luego que vemos, pero no vivimos.
Ver es el primer escalón. Es útil para orientarse, para distinguir, para almacenar recuerdos gráficos. Sin embargo, limitarse simplemente a verlo todo es reducir la vida a su aspecto más primigenio, es decir, a ver sin ver más allá. Es nuestro yo más pequeñito, necesario pero insuficiente para evolucionar hacia una conciencia más despierta. 

MIRAR
"Pensar es más interesante que saber, pero menos interesante que mirar" (Goethe)
En el mirar existe sin duda intención. Hemos decidido qué ver. Y lo hacemos cuando queremos conocer o cuando pretendemos llegar al fondo del otro y al trasfondo de la cuestión. Necesitamos mirar para certificar, para curiosear, para descubrir, para encontrar en lo mirado nuestro deseo o para desvelar verdades: ¡Dímelo a la cara!. ¡Mírame cuando te hablo!. Exigimos la mirada para captar en ella el reflejo del alma. Hay quien expresa su temor a ser mirado y también quien afirma que puede mirar a los ojos de todo el mundo porque no tiene nada que ocultar.
La mirada es el segundo paso del escalón de nuestra conciencia. Henry Amiel decía que un espíritu cultivado es el que puede mirar todas las cosas desde muchos puntos de vista. Cuando miramos no nos quedamos indiferentes, más aún si somos mirados. La mirada tiene vida propia: es inquietante, alegre, triste, perdida, profunda. Una mirada puede traspasar al otro, del mismo modo que podemos quedar atrapados por la intensidad de una mirada. Es un misterio. Es el pasaporte entre el yo y el tú.
Cuando el artista mira, crea. Los amantes se aman. El investigador descubre. El aprendiz modela. El estudiante conoce. El médico explora. Mirar es ver más allá. Es penetrar, porque a diferencia del ver, el mirar no es una experiencia sino un encuentro. 

CONTEMPLAR
"El grado sumo del saber es contemplar el porqué" (Sócrates)
El filósofo y místico Raimon Panikkar decía que todo lo que somos capaces de conocer no es el conocimiento último. No es suficiente con ver, e incluso con mirar concienzudamente para conocer. Hay una aprehensión de la realidad que pertenece solo al rango de la contemplación. Es la verdad intuida, revelada, descubierta a través de los ojos que miran hacia dentro.
Es un error limitar la contemplación a una forma superior de vida religiosa. La contemplación es una actitud que nos acerca a ser aquello que contemplamos. No es un proceso, una etapa. No tiene intención complementaria. Sencillamente sucede cuando dejamos de ser, cuando abandonamos las dimensiones espacio-tiempo para convertirnos en lo contemplado y descubrir así su esencialidad. Uno puede ver el vuelo del pájaro, mirarlo para observarlo o puede sentir que vuela con él. Para comprender al otro, tal como se comprende a sí mismo, hay que convertirse en el otro, compartir su experiencia, participar de su mundo.
En nuestra escala evolutiva, la contemplación es el nivel que nos acerca a las realidades últimas, las más profundas y verdaderas. Las descubrimos en el silencio interior, en la cesación de todo intento de entender las cosas, a los demás y a nosotros mismos. Callamos para escuchar nuestra verdad interior. Tal vez por eso hay tanta gente que no calla nunca; por eso vivimos en sociedades tan ruidosas; por eso nuestra mente no para. El silencio asusta porque tememos encontrarnos interiormente. Pero eso solo puede suceder si hay juicio. En la contemplación, solo hay verdad.

La construcción de nuestras realidades tiene su substrato en las representaciones mentales que atesoramos a lo largo de la vida. Dicho llanamente, todas las imágenes que metemos en nuestro cerebro, a partir de lo que hemos visto, oído y percibido. Todo acaba siendo una memoria en nuestra mente y vivimos según ella. Incluso las personas con ceguera crean sus representaciones mentales. Ven, aunque no saben que ven. Al contrario de lo que hacen aquellos que sí saben que ven, pero no ven nada. Entonces, tenemos una enorme responsabilidad a la hora de decidir qué debe estar y qué no en nuestra mente. Palabras, imágenes y sensaciones acaban conformando el jardín de nuestra neurología.
Al final necesitamos ese ejercicio contemplativo que nos lleve más allá de nuestras memorias. Ser capaces de intuir nuestras motivaciones profundas, también nuestras visiones erróneas. Lo que nos hace profundamente humanos es contemplar la certeza que se esconde detrás de lo que creemos ser. Para ello hace falta una conciencia evolucionada. De lo contrario, como antaño, sería suficiente con ver e ir pasando mientras no haya peligro. Querer vivir es mirar la vida cara a cara y, contemplándola, descubrirnos a nosotros mismos.

OJOS QUE MIRAN Y SIENTEN

Libros
- 'Y el cerebro creó al hombre', de Antonio Damasio (Destino, 2010).
- 'Escuchar con los ojos', de Ferran Ramón Cortés (RBA, 2011).
- 'De la mística', de Raimon Panikkar (Herder, 2005).

Música
- 'Blue eyes', de Elton John.
- 'It's in your eyes', de Kylie Minogue.
- 'La paz de tus ojos', de La Oreja de Van Gogh.


dimarts, 25 de desembre del 2012

FELICES FIESTAS - BONES FESTES.

Deseo que paseis unos felices días en compañia de las personas queridas y disfrutando de lo que realmente os gusta. Y me permito, desde aquí hacer una petición, 

que este espíritu que nos llena estos días de tantas emociones y buenas intenciones nos dure al menos hasta el año que viene, para poder volver a empezar deseando que este espíritu perdure!.  




Nadie es tan pobre que no pueda regalar una sonrisa. Lucía Etxebarría. La Vanguardia.

Los investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de British Columbia, en Canadá, y de la Escuela de Negocios de Harvard llevaron a cabo un experimento cuyo resultado se publicó en la revista Science. Preguntaron a 635 individuos por sus ingresos y su valoración del grado de felicidad. Después, calcularon cuánto gastaban al mes en pagar facturas y en regalos para sí mismos (“gasto personal”), o en regalos para otros y en donativos de caridad (“gasto prosocial”). Hicieron otro experimento con 46 participantes, a los que repartieron sobres con dinero para gastarlo ese mismo día. Asignaron al azar cuáles debían gastarlo en regalos para sí mismos y cuáles en regalos para otros o donativos, y midieron el grado de felicidad de cada uno antes y después del gasto. La conclusión taxativa fue que el gasto personal no está relacionado con la felicidad, pero el prosocial sí: si una persona gasta mucho en sí misma, no es más feliz que si gasta poco. Pero cuanto más dinero gasta la gente en otros, más feliz es.

Vivir la Navidad en Año de Crisis tiene dos cosas buenas. La primera, que este año el horroroso engendro de árbol eléctrico gigante que normalmente se alzaba desde el centro de la rotonda cercana a mi calle ha desaparecido, para alegría de mi vista y de los conductores a los que ya no cegará. La segunda, que los ciudadanos no se lanzarán a despilfarrar desaforadamente sus ahorros de todo el año. Aun así, doy por hecho que todo el mundo regalará, pero ya no podrán llegar a última hora al Gran Almacén de turno y apoquinar doscientos euros para quedar bien ante el cuñado o la suegra, sin invertir más de cinco minutos en elegir el pre­sente. Este año, crisis obliga, si no nobleza.
Los regalos no valen por lo que cuestan en euros, sino por el cariño, el esfuerzo, el tiempo invertidos en su búsqueda y en su preparación. Por eso muchas veces nos resulta tan importante el envoltorio o el estuche como el obsequio mismo. Por eso yo siempre envuelvo personalmente mis regalos, en un papel manila especial que compro en una tienda de artículos de bellas artes. Y por eso yo valoro más los dibujos que me hace mi hija –unas fantasías multicolores de tremendo barroquismo y horror vacui, en las que debe de invertir horas– que los carísimos centros de flores que me envían los editores (perdón… enviaban, doy por hecho que este año recibiré un libro como mucho). Porque el símbolo esencial de la Navidad no son las figuritas de los nacimientos, ni Papa Noël, ni el árbol iluminado, ni el besugo, ni el cava ni los turrones de Jijona. El verdadero símbolo de la Navidad son, sobre todo, los regalos, que se supone que conmemoran los regalos de los pastores y de los Magos al Niño. Sea usted o no cristiano, la Navidad le ofrece la oportunidad de comprobar en carne propia que “hay más alegría en dar que en recibir”. Lo dice el Evangelio (Hch 20, 35), y lo reiteró el estudio citado al principio del artículo.

A todos nos gusta recibir regalos, pero sobre todo lo que nos encanta es hacerlos. Por lo menos a mí. Regalar como muestra de afecto, sin esperar nada a cambio. Porque, a fin de cuentas, la gente no se quiere porque se haga regalos, sino que se hacen regalos porque se quieren.

LA OTRA NAVIDAD. MIguel Benavent de B.

Extraido del blog Contigo mismo de Miguel Benavent. Un blog que sigo y creo interesante compartir.

No desearía caer en la tópica Navidad solidaria y lejana que muchas ONG’s utilizan para recordarte que, en nuestro propio mundo, también hay otra Navidad. Hay también otra Navidad más cercana, de personas incluso conocidas, en las propias calles de nuestra ciudad, protagonizada por gentes no tan anónimas que están sólas o tristes, enfermas u hospitalizadas o que simplemente tienen a sus seres queridos a miles de kilómetros de distancia o ausentes en su vida. Hablo de gentes que viven en nuestras mismas calles, vecinos, familiares, personas que se dedican al servicio doméstico, inmigrantes, solitarios, que, por una razón u otra, su Navidad les invitará a sufrir!

Más allá de las luces de colores, de los villancicos, de las sonrisas de celofán, de los regalos desmedidos y de los empachos de familia y de excesiva comida, hay otra Navidad más triste, más sombría, más vacía, que muchas otras personas vivirán, seguramente muy cerca nuestro. Es ese otro mundo que vive en nuestro propio Primer Mundo… y que no llega siquiera a ser Tercer Mundo, pues nadie se acuerda de ellos, ni tan siquiera por solidaridad para limpiar nuestras conciencias dormidas en la autocomplacencia o en la ignorancia ante nuestro mundo injusto, inhumano e insolidario! Es el otro Primer Mundo o el Tercero, qué más da, el que cada uno de nosotros permitimos, toleramos y promocionamos cada vez que nos desentendemos de los demás y/o no hacemos todo lo posible para alcanzar nuestra propia felicidad.

También hablo de esas otras personas que, aún teniendo todo lo necesario para sentirse felices y con todos los lujos habidos y por haber, estarán tristes en estas Navidades, porque se sentirán sólas aún en compañía, echarán en falta a seres queridos lejanos o ausentes o, simplemente, que no pueden encontrar el sentido a esta vida como para dedicarle una simple sonrisa a lo que viven o aún no tienen el valor de hacer realidad su sueño de felicidad! Esa otra Navidad existe y lo sabes!

Durante muchos años, en algún momento u otro, me sentí un Papá Noel, regalando momentos de felicidad a personas tristes o simplemente arrancando alguna sonrisa a quien creía no tener motivos suficientes en su vida como para sonreir! Pero hoy me doy cuenta de que todo ese esfuerzo era inútil, pues yo tampoco sabía ser feliz en Navidad! Y es imposible regalar algo que uno aún no posee! Pero, además, aunque hubiera sido feliz de verdad, no podía haber llegado a todas esas personas que, con motivo o sin, eran incapaces de vivir su propia felicidad! Porque, al fin, también aprendí que la felicidad no puede regalarse, ni venir de fuera, sino que cada uno de nosotros debe aprender y tener el valor de buscarla en su propio corazón! Siempre hay algún motivo y el momento adecuado de encontrar algo para celebrar, compartirlo y sentirse feliz así!

Porque, siendo honestos, cada uno de nosotros, siente en algún momento esa otra Navidad, cada vez que, por la razón que sea, no puede o no sabe cómo compartir esos momentos de felicidad o simplemente no lo siente así! Cada vez que encontramos a faltar a alguien querido cerca nuestro o cuando debemos compartirla por obligación y porque las fechas mandan, la Navidad se convierte en algo triste o tedioso, que remueve nuestro corazón! Y es que, a veces, cuesta abstraerse a lo meramente externo que nos rodea o simplemente preferiríamos celebrar la Navidad de otra manera, felices con quien amamos y que ahora no está junto a nosotros! Esa también es esa otra Navidad!

Yo mismo, estas fiestas tendré la posibilidad de disfrutar la verdadera Navidad o bien, vivir la otra Navidad, la que desearía y seguramente no podré aún celebrar. La verdadera estará en mi corazón y la celebraré -a pesar de todo- con quien amo, aunque ahora mismo no esté junto a mí. Mi otra Navidad, en cambio, estará donde yo esté, seguramente sólo y muy lejos de donde desearía realmente estar! La primera me traerá alegría y amor, mientras la segunda, soledad y quizás algo de tristeza o nostalgia, de lo que nunca pude celebrar! Pero la vida no me preguntará qué Navidad deseo realmente sentir. Deberé ser yo mismo quien lo decida, una vez más! Y, aunque hoy al fin tenga claro cómo, dónde y con quién desearía pasar mi Navidad, siempre tendré la opción de vivir desde dentro lo que viva y esperar que, algún día no muy lejano, pueda al fin vivir y compartir -plena y felizmente- nuestra Navidad, desde dentro y desde fuera, como debe ser la verdadera Navidad!

Pero la Navidad puede ser la coartada perfecta para encontrar esa otra felicidad que ya está dentro de nuestro corazón! Yo mismo he tardado casi medio siglo en encontrarla, hasta que logré abrir mi corazón! Solo hay que dejarse llevar por el amor… y aprender a desoír los ruidos ensordecedores, dejar de ver las deslumbrantes luces de las fiestas y hallarse uno mismo en silencio ante el tumulto familiar, para reencontrar todo aquello esencial que uno no encuentra en el exterior! Seguramente esta próxima Navidad estaré aquí, pero sintiéndome y compartiéndola alli, donde está mi corazón! Y quizás soy ya feliz de saber -por fin- dónde está hoy mi Navidad! Porque dentro de él hay siempre paz y amor… y motivos suficientes para compartirlos y sentir así felicidad, esté donde esté! Esa es la verdadera Navidad, quizás una prueba de amor más para, a pesar de las fiestas, aprender a ser feliz desde el interior y para siempre… y compartirlo con quien amamos de verdad, esté o no cerca nuestro ahora, porque ya está en nuestro corazón!

¿Necesitamos más motivos para sentir, vivir y compartir la Navidad? ¿No es suficiente que estemos vivos, sanos y podamos celebrarla? ¿Porque amamos y nos sentimos amados, aunque sea en silencio, a distancia o en la ausencia? ¿Porque la paz y el amor están dentro nuestro y solo depende de nosotros que los encontremos, de nadie más? ¿Porque con paz y amor es fácil compartir y sentir así esa felicidad que siempre antes habíamos creído inalcanzable, externa y/o lejana? ¿Porque solo aprendiendo a escuchar al corazón hallaremos todo lo que necesitamos para ser felices cada día, muchas veces, a pesar de las fiestas de navidad? ¿Porque la Navidad no es más que un recordatorio de nuestro deber de renacer a una mejor vida, intentando ser felices cada día del año… y compartiéndola con amor, en lo que nos quede aún por vivir?

Sé bien consciente de esa otra Navidad, la tuya, la mía y la de otros, la que está en tu corazón y recuerda siempre vivirla y sentirla tal como sea… aunque, si quieres, eres -o pronto lo serás- libre de compartir con amor esa otra felicidad, la verdadera!