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dijous, 28 de febrer del 2013

¿CONTROLAR O VIVIR LA VIDA?. Isabel S. Larraburu

Es conocido por todos que el control excesivo puede generar efectos opuestos a los deseados. Es frecuente pensar que cuanto más esfuerzo se haga, mejores serán los resultados. Pero existen evidencias que demuestran la falsedad de la hipótesis. La programación sociocultural grabada en la mente es la que ensalza el valor del esfuerzo. Eso posiblemente ha ayudado a la humanidad en muchas cosas, pero con matices. La mayor eficiencia se obtiene, seguramente, siendo competentes en el arte de bailar: retroceder, avanzar, parar, mirar, volver a avanzar..., dominando la destreza de distinguir cuándo es bueno esforzarse y cuándo fluir con la corriente.
Prescribirse, por ejemplo, ir a dormir temprano para estar descansado al día siguiente puede asegurar una noche de insomnio, o la determinación de no comer nada que engorde puede desembocar en un atracón. La ilusión y la ansiedad por quedar bien en la cama con un nuevo ligue hace con frecuencia que la erección se haga de rogar; y, por descontado, desear con todas las fuerzas olvidar a una persona que se portó mal, garantiza una obsesión. Muchas veces, el control de la situación o de los sentimientos no pasa de ser una simple ilusión de control, aunque cueste aceptarlo. Por eso se recomienda saber diferenciar cuándo hay que esforzarse y cuándo no. Cuándo hay que luchar por controlar y cuándo se debe aceptar y dejarse ir.
La creencia de que el control es útil y efectivo se mantiene porque es evidente que funciona en el ámbito de las conductas. Se puede obligar a alguien a ponerse en pie con métodos coercitivos, pero no se le puede obligar a no sentir miedo. Por eso es buena la aclaración: se puede controlar las conductas, pero no las percepciones, los pensamientos, las emociones y los sentimientos, todo aquello que conforma el ámbito de lo privado.
La reacción a la idea de aceptar genera casi siempre una enérgica resistencia: si se acepta todo, ¿cómo superarse y lograr las metas?. O, si uno se resigna a los problemas, ¿cómo solucionarlos?. Pero tampoco parece que resistirse por sistema a lo que se considera malo lleve al bienestar y la felicidad. Ante una adversidad, la resistencia no hace más que añadir sufrimiento. Eso es por lo menos lo que postulan las nuevas tendencias en psicoterapia: la llamada terapia de aceptación y compromiso afirma que el control es el problema, no la solución.
Esta terapia parte de la base de que el sufrimiento es una característica esencial de la vida. En lugar de promover la modificación de los pensamientos y las emociones, alienta la aceptación y la atención del momento presente. La teoría mantiene que el malestar psicológico proviene de la tendencia humana a soslayar e intentar controlar todo sentimiento que se considera negativo.
Los psicólogos cognitivos que promueven la aceptación postulan que existen dos tipos de funcionamiento mental ante la vida, como si fueran dos maneras de mirar lo que va pasando.

Control (Hacer)
En el llamado modo controlado o hacer –a sus practicantes se les llama doers en inglés–, la acción es la manera de mantener el equilibrio. Es la actitud más corriente en todas las personas, pero también es una manera de pensar responsable de mucha insatisfacción y malestar. Es la actitud de que se echa mano de modo instantáneo siempre que las cosas suceden de forma distinta a como se querría. Comporta un proceso mental por el que se observa y evalúa constantemente el estado actual al compararlo con un modelo o norma que se desea, requiere, espera o teme. Es la mente crítica y generadora de juicios (que conduce a la infelicidad básica propia del ser humano): esto es bueno, esto es malo, esto me gusta, esto no.
El proceso mental de control se dispara cuando se observan discrepancias entre la realidad y el ideal. Eso da lugar a dos resultados: surge automáticamente alguna forma de sentimiento negativo (frustración, tristeza, rabia); o bien se activa el programa para reducir la diferencia entre lo real y lo deseado. En algunas ocasiones, es posible cambiar las cosas para que se parezcan más al ideal. En realidad, la genialidad estaría más bien en saber discernir entre lo modificable y lo no modificable. Si se utiliza exclusivamente este modo de pensar, el resultado va en detrimento de la felicidad. Estas son las actitudes características:
1. Centrarse en el hecho de que las cosas no son como gustaría que fueran. Fijarse solamente en la discrepancia, la distancia entre lo que es real y el ideal.
2. Focalizar la atención en actuar con el fin de acercarse al ideal. Al experimentar la dificultad de hacerlo, se inicia un remolino de ideas que provienen del pasado o anticipan el futuro.
3. La manipulación de conceptos e ideas mediante conjeturas y explicaciones conduce a que se lleguen a considerar hechos reales en lugar de eventos mentales. La preocupación constante acaba provocando un alejamiento de la experiencia del presente. El presente sólo se contempla como gestión para llegar a objetivos.
4. La noción del tiempo se vive de forma vinculada a los objetivos: calibrando las consecuencias futuras, anticipando los resultados de las acciones y recogiendo los recuerdos del pasado. Eso igualmente sustrae de la vivencia del presente.
5. Sentimientos y emociones son considerados cosas buenas o malas de entrada, dependiendo de si son adecuados o no a lo que se persigue. Se transforman en objetos ligados a las metas.

Aceptación (Ser)
El segundo estilo de atención es el modo de aceptación o ser. Es aquella manera de pensar y vivir que permite que todo sea como es, sin urgencia para cambiarlo. El ideal por alcanzar no es lo más importante, al objetivo se va llegando de instante en instante. Por eso, mientras se vive, no se juzga ni critica continuamente la experiencia, no se valora si la vida es parecida u opuesta al ideal. No surge la necesidad de actuar de inmediato para lograr el objetivo. El cambio mental hacia este procesamiento de todo lo que ocurre es la esencia de las habilidades que se aprenden al prestar atención total al presente. Así, se puede lograr la plenitud, la libertad y el bienestar mediante un modo de pensar que se basa en estas actitudes:
1. El presente no se considera un trámite que sólo tiene importancia en relación con el objetivo. Todas las experiencias vitales del presente son significativas y se viven con total profundidad, amplitud y riqueza.
2. Los pensamientos y las emociones pasan a considerarse, de modo semejante a los sonidos u otros aspectos de la experiencia de cada instante, como eventos internos pasajeros.
3. Lo que se piensa y se siente está en cierta forma desligado de las acciones que conducen a perseguir resultados. La mente no produce acciones automáticas para aferrarse a lo positivo ni escapar de lo negativo. Eso aporta una mayor pericia para tolerar los distintos estados emocionales (como mayor tolerancia al estrés).
4. Se agudiza la sensibilidad hacia la riqueza y la complejidad de cada momento gracias a la sensación de libertad, frescura y capacidad para asombrarse con todas las experiencias. 
Las dos actitudes, control y aceptación, no son compatibles entre sí. Siempre existe la prerrogativa de decidir el modo como se quiere vivir: haciendo o siendo. Controlando o aceptando. La sociedad fomenta la acción (el hacer) como virtud. No obstante, si la acción está fundamentalmente dirigida a las metas, la frustración y la tristeza serán fieles acompañantes, ya que la idea que tiene cada uno de su meta a menudo corresponde a una fantasía. No hay más que mirar atrás y ver la vida que se ha vivido: ¿cuántas metas logradas se correspondieron con las previstas?, ¿cuántas de las logradas proporcionaron la dicha?
Probablemente, la mejor opción es armonizar y alternar los dos estilos de mirar la vida a medida que se olvidan condicionamientos. Cuando se logra pericia en el modo de aceptación, es más fácil darse cuenta de los momentos en los que los automatismos arrastran y controlan, y que siempre conducen al mismo lugar. Habría que recordar siempre las palabras del poeta y monje budista Thich Nhat Hanh:
-      “Ya has llegado a casa”


Cambio de actitud
La actitud controladora y crítica puede sustituirse por la aceptación. Para iniciar el cambio:
1. Poner atención en todo lo que pasa, los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones y las imágenes que surgen. Advertir cuándo se distrae la atención.
2. Ser paciente, vivir el momento y darse cuenta de cuándo aparece la urgencia de correr hacia la actividad siguiente.
3. Evitar juzgarse a uno mismo y la experiencia. No calificar nada como bueno o malo.
4. Se suele juzgar según la experiencia pasada, pero se debe apreciar lo que pasa como si fuera la primera vez y no compararlo con lo que se cree que tendría que ser.
5. Darse cuenta de cuándo agradan unos sentimientos (felicidad) y cuándo se desearía huir de otros (tristeza). Permitir que los pensamientos y emociones existan tal como son.
6. Estar atento a cualquier actividad que se haga, sea comer, respirar, conducir, mirar un objeto, trabajar o escuchar a alguien.

http://www.isabel-larraburu.com/

7 PASOS PARA VENCER EL DOMINIO DEL EGO. WAYNE DYER


1. NO TE SIENTAS OFENDIDO.
Lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte.
Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres.
Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra.

2. LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE GANAR.
Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Es imposible ganar todo el tiempo. Siempre habrá alguien más rápido, más joven, más fuerte, más listo y con más suere que tú. Tú no eres tus victorias.

3. LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE TENER RAZÓN.
Olvidarse de esto es como decirle a tu ego: "No soy tu esclavo".
Pregúntale: "¿Quiero ser feliz o tener la razón?".


4. LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE SER SUPERIOR.

La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento.

5. LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE TENER MÁS.

Por mucho que logres y adquieras tu ego insistirá en que no es suficiente.
Como dijo San Francisco de Asís: "...es en dar cuando recibimos".

6. LIBÉRATE DE LA NECESIDAD DE IDENTIFICARTE CON TUS LOGROS.
Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estás consiguiendo tú solo es cuando abandonas la paz.

7. LIBÉRATE DE TU FAMA.
La fama que tienes no está localizada en ti sino en la mente de los demás, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella.
Si te preocupas demasiado por cómo te van a percibir las personas te habrás desconectado de la verdadera intención.

ASÍ FUNCIONA EL EGO.
WAYNE DYER
El poder de la intención

dimecres, 27 de febrer del 2013

"Para alcanzar algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca hiciste". Frases para cambiar vidas.


Autor: Anónimo.
Hoy recurrimos a una de esas frases que pretenden zarandearnos con el fin de que nos despertemos de una buena vez, y que nos debe servir de perfecto estímulo cuando el ánimo decaiga por la falta de resultados.
Decía Noel Clarasó que el hombre se dedica a desear en voz alta aquello que jamás se esfuerza en alcanzar. Lo que deseamos, siento desalentar a quienes así lo crean, no llega a nuestra vida porque si. Al respecto de eso podemos engañarnos todo cuanto queramos. Podemos quedarnos confortablemente instalados en el sofá, rumiando permanentemente la posibilidad de que algo acontezca en nuestra vida de forma natural y sorpresiva (milagrosa) y sin poner nada de nuestra parte salvo el ansioso deseo de tenerlo... y ya veremos el resultado.
Podemos en voz baja o quizá en voz alta, ir repitiendo una letanía constante al respecto de lo que nos gustaría hacer, tener o cambiar, y quedarnos simplemente en ese rumiar improductivo. En ese límite en el que tenemos suficiente coraje para desear (vaya por dios), pero no el suficiente para poner los medios e ir a por lo que deseamos.
No dejemos que la vida nos marque siempre sus reglas. Impongamos también las nuestras a la hora de decidir lo que queremos hacer, cómo queremos hacerlo y cuándo debemos hacerlo.
Y claro, habrá que intentar alternativas diferentes si hasta hoy no hemos obtenido resultados en la búsqueda de nuestros objetivos... y no clamar vanamente por nuestra mala fortuna. Digo yo.

Reflexión final: si no hemos llegado al lugar donde está lo que queremos, será o porque allí no está, y habrá que buscar en otra parte, o porque lo que hemos hecho hasta ahora no nos ha servido para llegar.  Solo queda o cambiar de destino o cambiar de táctica

dimarts, 26 de febrer del 2013

Aprende a reirte de ti mismo. Walter Riso.


Puede haber humor sin sabiduría, pero no lo contrario.
¿Habrá algo más ridículo y pesado que  una persona con delirios de grandeza? O peor: ¿quién no ha tenido que aguantarse alguna vez a un “experto” que piensa que sus conocimientos son la sapiencia en pasta? Empachados  por la efervescencia de una supuesta trascendencia tratan a toda costa de ser profundos, así deban sacrificar la risa.
El sentido del humor se refiere al gusto por reír y hacer reír, a ver el lado cómico de la vida, incluso en la adversidad.  Recuerdo que en cierta ocasión un amigo se resbaló al bajar de un autobús. La caída fue bastante aparatosa porque fue cayendo sentado, de escalón en escalón, hasta aterrizar aparatosamente de culo en la acera. Una mujer que pasaba por allí se le acercó a prestar ayuda, y le preguntó: “¡Dios mío! ¿Se cayó?”. Mi amigo, que no le falta sentido del humor, respondió en tono parco: “No señora, es una vieja costumbre de familia”. Este comentario dio pie para que todos aquellos que tenían la risa contenida por lo grotesco del incidente  soltaran la carcajada y la algarabía fue total. Buen humor: disposición a reírse de sí mismo, pero además provocar la risotada e involucrar a los demás en la ocurrencia. Por eso el arte de bromear sanamente es una virtud social.
Puede haber humor sin sabiduría, pero no lo contrario. Las tradiciones espirituales más conocidas de oriente y la filosofía antigua atestiguan lo anterior. Por ejemplo, el guía espiritual Bhagwan Shree Rajneesh  cita el curioso caso de un místico japonés llamado Hotei a quien se lo apodó el “Buda que ríe”:
“En Japón, un gran místico, Hotei, fue llamado el Buda que ríe. Fue  uno de los místicos  más amados en Japón y nunca pronunció una sola palabra. Cuando se iluminó  comenzó a reírse y siempre que alguien le preguntaba, ¿de qué te ríes?, él reía más. Iba de pueblo en pueblo riéndose… En toda su vida, después de su iluminación, por alrededor de cuarenta y cinco años, solo hizo una cosa: y fue reírse. Ese era su mensaje, su evangelio, su sagrada escritura”
Las personas que conocían a Hotei no podían parar de reír y no tenían idea de por qué lo hacían. En realidad se reían sin razón, algo que no entra en la cabeza de una persona ceñuda y amargada.
El budista Chogyam Trunga, sostiene que la percepción humana de un “yo” sólido es un “chiste cósmico”.  Un swami me dijo una vez: “Lo que me resulta realmente divertido, y espero que no lo vaya a tomar a mal, es que usted cree que existe”.  No saber quien soy, vaya y pase, ¿pero dudar de mi existencia? En todo caso, por ahora todavía sigo creyendo que soy un ser real, así produzca sonrisas compasivas en mis amigos budistas. El buen humor que acompaña la sabiduría posee la curiosa capacidad de  juntar los polos opuestos en una dimensión paradójica inesperada y producir una sensación de soltura y relajamiento.
Tres ejemplos
Montaigne: “Mi vida a estado repleta  de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”.
Óscar Wilde y  un diálogo de la obra, Un marido ideal:
- Cosa extraordinaria la que sucede con las clases bajas en Inglaterra. A cada rato se les muere algún pariente
- ¡Sí, mi lord! A ese respecto son extremadamente afortunados.
Groucho Marx: "Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria”.
La irreverencia del doble sentido ¿Habrá algo más subversivo que el humor bien  manejado? Alguien decía que la vida es muy importante para tomársela en serio. Si  todavía no hemos sido víctima del endiosamiento, deberíamos aprender a tomarnos el pelo a nosotros mismos de tanto en tanto, como un ejercicio de sincera  modestia y frescura.



POSITIVA TU VIDA!. Miguel Benavent de B.


Rojas Marcos, experto y eminencia mundial en temas de optimismo , aconseja hacer un ejercicio muy simple. El día que te sientas desanimado, pesimista, el día que estés un poco chafado, hay que coger un papel y un lápiz. Escribe 20 cosas que tengas en la vida para estar agradecido. 20 cosas fantásticas que tienes un tu vida. 20 cosas brutales. Todos tenemos 20 problemas y preocupaciones, 20, 30 o 40. Si la mente la dejamos neutra, si la dejamos libre, dirige los pensamientos hacia estas preocupaciones. Ésta es su manera natural de funcionar, la mente está diseñada para resolver problemas, es su mecanismo original. Pero a veces deberíamos hacer el esfuerzo de llevar la mente a las alegrías, a lo que funciona, a las cosas que van bien. Escribe las 20 cosas.
No es fácil, ni rápido; se puede tardar 15 minutos en hacer este ejercicio. Pero después de este tiempo pensando en positivo, nuestra mente dice: «¡Al loro!, que no estamos tan mal». Uno ve las cosas de otra manera, se valoran las cosas que funcionan bien, te vuelves más alegre, más positivo. Las preocupaciones nos quitan demasiado tiempo, mucho más del que deberían. Descartes, al final de su vida, escribió una carta en la que decía: «Mi vida estuvo llena de preocupaciones, muchas de las cuales jamás sucedieron». Por eso hay que preocuparse lo justo y aprender a dirigir la mente a las cosas positivas que también tenemos en la vida.
Estoy seguro de que muchas personas que lean este ejercicio pensarán: «Vaya tontería, yo necesito algo de más nivel, algo más sofisticado». ¿Lo has probado? Si piensas que es una tontería estás diciendo que el señor Rojas Marcos dice tonterías. Éste es otro de los deportes nacionales, saberlo todo mejor que los demás, pensar que uno sabe más que el experto, calificar de tonterías cosas que uno ni siquiera ha probado. Vamos a imaginar que te propusiera el siguiente ejercicio. El día que haya luna llena coge un vaso de cristal y pon dos dedos de aceite, aceite de oliva virgen extra; si es de Córdoba, mejor. Deja el vaso con el aceite toda la noche en una repisa de cualquier ventana en la que le dé la luz de la luna. Asegúrate de que es luna llena, puede que lo parezca pero no lo sea. Por la mañana coge una nuez y tritúrala. Ponla dentro del vaso, con el aceite. Enciende una vela, o mejor, un poco de incienso. Coge una cuchara de plástico, sobre todo que sea de plástico, porque si es metálica se perderá toda la energía positiva acumulada. Dale tres vueltas en el sentido de las agujas del reloj y piensa en tres deseos. Luego bébete el aceite con los con los trozos de nuez de golpe, sin pararte. ¡Ah!, y tapándote el orificio izquierdo de la nariz, porque si no se escapan las emociones positivas.
Estoy seguro de que si explicara esta chorrada habría más gente que haría esto antes que el ejercicio de hacer la lista de las 20 cosas que recomienda Rojas Marcos. Estoy convencido de que hay personas que leyendo este ejercicio deben pensar: «¡Sí, sí, sí, venga, que esto pinta que sí, que tiene que funcionar!». Porque estamos en un mundo en que si la cosa no es esotérica, si no hay velita o incienso, entonces es una tontería y no funciona. Antes de hacer cosas raras y extrañas, ¿no sería mejor probar las cosas simples y sencillas que recomiendan los expertos?
Tal Ben-Shahar, el reconocido profesor de Psicología Positiva de la Universidad de Harvard, explica en su libro Practicar la felicidad un experimento de los psicólogos Emmons y McCullough. Pidieron a un grupo de personas que escribieran cada día al menos cinco cosas por las que cada día se sintieran agradecidas. Las consecuencias de este simple ejercicio se demostraron enormes. En comparación con un grupo de control que no hizo el ejercicio, los que sí lo hicieron desarrollaron una mayor capacidad para apreciar su propia vida, experimentaron niveles más elevados de bienestar personal y emociones positivas, se sentían más felices, eran más asertivos y optimistas, se mostraron más generosos, sentían más ganas de hacer ejercicio y encima tuvieron menos síntomas de enfermedades. ¡Y todo esto sólo por escribir cinco cosas cada día por las que estás agradecido en un papel!

“Vivir la vida con sentido”, escrito por Victor Küppers.

dilluns, 25 de febrer del 2013

TE DEJO. Cortometraje.

En un momento en el que la realidad se describe con poco más que con cifras, este corto muestra la emoción y el sentimiento de muchos jóvenes, y no tan jóvenes, que son capaces de asumir una posición crítica ante dicha realidad; que sienten, como si de su historia personal se tratase, un dolor hondo cuando miran al futuro. 
Al suyo, y al de los que les rodean. Porque poco más nos queda a ilusos y soñadores que hacer las maletas hacia un lugar soñado en el que el dinero esté al servicio de las personas, y las decisiones políticas, al servicio del bien común y no de unos pocos. 
Podríamos salir corriendo o aplicarnos una sordera selectiva, pero lo soñadores escuchamos con el alma, cerramos los ojos, y creemos que es posible; pero también sentimos desesperanza, también nos sentimos abatidos cuando recibimos una de cal y otra de arena...para mí, esto es lo que refleja este corto: las dudas, la desazón de quiénes buscamos otro mundo posible y, en el camino, nos encontramos con obstáculos. ¿El mayor de ellos? El que nos digan que lo que nosotros creemos posible no lo es. A estas personas va dirigido este corto; porque nada puede hacerse realidad si antes no nos atrevemos a imaginarlo.

EL MAPA DEL TESORO (3ª PARTE): SABER. Àlex Rovira.


 Vivimos en un mundo donde todo avanza sin parar, donde el conocimiento no deja de crecer, donde permanentemente aparece algo nuevo que merece la pena conocer, sea por la solución tecnológica que nos aporta, o porque nos enseña a pensar y a actuar mejor y más eficientemente. Por ello es imprescindible estar al día, aprender y formarse continuamente, comprender, prever, estar lo mejor preparados posible. Por ello es importante aplicar los siguientes principios para ir a por el tesoro:
a) Voluntad de aprendizaje continuo, es decir, no dejes nunca de aprender. La formación continua es esencial: lee, aprende, estudia, investiga, cuestiónate. Filosofía, cuanto más sepamos, más amplia será nuestra visión del mundo y las oportunidades que veremos en él. Somos como la tecnología: quien no actualiza su conocimiento, deja que su software quede rápidamente obsoleto y desconectado de la realidad. ¿Trabajarías hoy con un PC de los años noventa? ¿Irías con un móvil como aquellos pesados maletines de autonomía limitadísima y sistemas de comunicación que ya no son útiles? ¿Verdad que ni siquiera lo concibes? Pues la persona que, pongamos por ejemplo, acabó sus estudios hace veinte años y no se ha puesto al día, se queda tan obsoleta o más que esos equipos del pasado.
b) Conocimiento especializado y diferencial. Si quieres ser relevante, tienes que ser distinto, y para ser distinto tienes que mirar el mundo y conocerlo de forma diferente a como lo hace el resto. Si eres distinto, serás relevante, la gente te verá y por lo tanto tendrás muchas más opciones de ser elegido. No solo se trata de que sepas mucho de lo tuyo, sino que sepas algo que nadie más sabe. Aristóteles Onassis afirmaba que “el secreto de un gran negocio consiste en saber algo que nadie más sabe”. Pues eso.
c) Haz del error el mayor conocimiento y haz de la crítica el mayor aprendizaje. Quien no se equivoca es que no actúa y, por lo tanto, no aprende. Basta ya de vivir los errores como máculas que hay que ocultar, como pecados de los que necesitamos la absolución. Solo quien nada hace no se equivoca. Lo inteligente es aprender del error para mejorar. Luego equivócate, pero extrae conclusiones útiles que te permitan saber más que nadie de lo tuyo.
d) Premia las ideas de tu gente. Hay que tener en cuenta que el 90 por ciento de la innovación del mundo no nace de altos costes de inversión en I+D, sino de ideas y opiniones de los propios empleados de la empresa. Si quieres desarrollar tu conocimiento para llegar al tesoro, escucha a tu gente y piensa que la idea más pequeña y más simple puede revolucionar un negocio. Piensa, por ejemplo, que el post-it fue el resultado de la perseverancia de un ingeniero que se preguntó qué hacer con un pegamento que no pegaba bien… pero tardó catorce años en encontrarle una utilidad a un pegamento de baja calidad.
e) Cultiva la paciencia y la perseverancia en la voluntad de aprender y descubrir. Dicen que Edison repetía la siguiente frase: “La gente que dice que no se puede hacer no debería interrumpir a quienes lo están haciendo”. Y es verdad. El conocimiento especializado y diferencial, el saber que aporta valor, requiere por un lado de una gran perseverancia y, por otro, de una mirada distinta de la realidad. Siempre he pensado que lo que convierte a alguien en un genio es la capacidad de hacer obvio lo que hasta el momento estaba oculto y a la vez era evidente. Que la Tierra gira alrededor del Sol hoy está fuera de toda duda. Que la relatividad existe es un hecho. Que la sangre circula por nuestro cuerpo, también. Que nuestros genes y los de los monos tienen muchísimo en común, es obvio (a veces, descaradamente obvio). Que hay recuerdos y vivencias del pasado que no somos capaces de evocar porque resultan muy dolorosas y en algunos casos insoportables, es tristemente evidente… Pero a Galileo, Newton, Servet, Darwin o Freud y a tantos otros genios de su momento les costó muchos disgustos defender sus “obviedades”, que fueron negadas y perseguidas por sus coetáneos, en algunos casos, con extrema violencia. Los genios miran la realidad de una manera diferente. Utilizan su cerebro para imaginar, para crear, partiendo de datos fiables y contrastables. Luego traducen sus descubrimientos a un lenguaje comprensible para todos. Parece fácil, pero para ello hacen falta cuatro cosas:
- Saber pensar: tener modelos de referencia.
- Tener buena información: preguntar, observar, escuchar y, en definitiva, ayudarse de los sentidos.
- Arriesgarse a salir de lo conocido hasta el momento (se necesita coraje).
- Y, sobre todo, arriesgarse a comunicarlo.
Pero hay un ingrediente más. En las biografías de Madame Curie, Thomas Edison, Albert Einstein, Santiago Ramón y Cajal, Antoni Gaudí, Sigmund Freud… se constata que todos los hoy considerados genios perseveraron y trabajaron mucho en la construcción de su saber. Y aunque cuando pensamos en ellos solo nos vienen a la cabeza los clichés de sus éxitos, conviene recordar que antes de esos éxitos hubo… ¡fracasos! Un ensayo y error, una preparación, una tenacidad y una gran fe en el resultado. Decía, brillante, Giacomo Leopardi que “la paciencia es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda apariencia de heroísmo”. ¡Cuánta verdad! Es famoso el hecho de que Edison realizó más de mil intentos antes de lograr su primera bombilla eléctrica (piénsalo despacio, mil intentos: uno, dos, tres… ). Cuando alguien le preguntó cómo era capaz de perseverar en el intento tras tantos fracasos su respuesta fue firme, irónica y contundente: “Perdone que le corrija. No he fracasado ni una sola vez. De hecho, ahora conozco mil maneras diferentes de no hacer una bombilla”. Muy pocos nacen siendo genios. Detrás de la genialidad hay una creatividad que muchas veces procede de la perseverancia, paciencia y especialización que escasos humanos son capaces de alcanzar. Pablo Picasso lo dejó muy claro: “No sé en qué momento llegan la inspiración y la creatividad… Lo que sé es que hago todo lo posible para que, cuando lleguen, me encuentren trabajando”. Para vivir “oportunidades geniales” es imprescindible que seamos perseverantes a la hora de intentar sacar provecho de los talentos o habilidades que tenemos y del entusiasmo que nace cuando hacemos de nuestra pasión el objeto de nuestro trabajo.
Este artículo y otros anteriores son una síntesis del libro “El Mapa del Tesoro”, escrito por Álex Rovira y Francesc Miralles, y publicado por Editorial Conecta.
Álex Rovira

"La magia de la vida es el encuentro". Alberto García-Alix. La Contra de La Vanguardia.

Alberto García-Alix, premio Nacional de Fotografía 1999

Tengo 56 años. Nací en León y vivo en Madrid con mi pareja. Autodidacta. Este país necesita una regeneración, más democracia, listas abiertas; me avergüenza tanto corrupto. Si digo que no creo, temo mentir y si digo que creo, temo no ser sincero. Creo en el poder de la vida.

Un romántico
Sigue siendo un motero, con su chupa y su pañuelo al cuello. Es demasiado temprano para hablar de la vida y la muerte con este poeta de la imagen, que no acaba las frases, que no encuentra palabras, sincero y desgarrador. Paseamos por La Virreina (Barcelona), donde expone 76 fotografías y dos vídeos: autorretratos de un mundo que roza la sordidez y el lirismo a partes iguales, aunque nunca fue un maldito, sino más bien un devorador de vida (lo segundo lo sigue siendo). "Me recuerdo como un vitalista incansable -escribe en Autorretrato (La Fábrica)-, un echado para delante, quizá porque no ambicionaba mucho. Sólo deseaba una vida intensa e independiente".


¿Fue un niño feliz?
Sí. Mi miedo fueron los curas, sus castigos; la indefensión del niño frente a lo externo.

Años después Madrid eclosiona y usted está ahí.
Sí, haciendo fotos de mi entorno y de mi vida. Pero yo nunca fotografié la movida, simplemente estaba ahí, y éramos pocos.

El Madrid canalla.
Ahora lo veo todo tan ingenuo... Había agitación, convulsión, la performance era una actitud. Sostenidos por nuestra vitalidad, derrochábamos vida, nada era suficiente.

La heroína se instaló entre ustedes.
Yo empecé a los 20 años, cuando todavía era muy minoritaria. Conocí a una mujer que era adicta y me enamoré de ella.

¿Cuántos años estuvo enganchado?
Estuve entrando y saliendo. Yo siempre he tenido un gran afán de supervivencia. Cuando me veía muy mal, lo dejaba unos meses.

¿Cómo lo hacía?
Los amigos decían que tenía fuerza de voluntad, yo creo que era más miedo que otra cosa. De repente me veía mal: mal yo, mal mi pareja... Pero no me arrepiento.

...
He pensado mucho en la heroína. Destruye toda intención de ser, anestesia todo dolor. La fotografía fue un gran anclaje para superarlo, luego recaía como drogadicto de fin de semana, y de ahí al lunes... Hubo épocas peores y épocas mejores.

Antesala del infierno.
Lo veo en la fotografía, hay épocas más lúcidas y otras en las que apenas hacía fotos. Pero hay dolores mucho más grandes.

Usted ha visto morir a muchos amigos y a un hermano.
Sí, Willy, mi hermano, murió de sobredosis a los 25 años. Fue el primero en morir, y su hija Nuria la primera en nacer. Una lección magistral de vida. Luego mis amigos: un inmenso cementerio.

Doloroso.
El dolor de la ausencia es insondable. Pero la muerte es cotidiana, es algo natural, está en el camino.

¿Dónde y cómo se desenganchaba?
Con el alcohol.

¿Por qué todo esto?
En los tiempos que corren, tan políticamente correctos y tan falsos, es difícil hablar de lo que estamos hablando. Nunca he visto la heroína como algo peyorativo. Hice fotos de amigos y de mí mismo poniéndome, y no me da ningún pudor. Entre un alcohólico y un heroinómano no hay mucha diferencia, pero el cartel de drogadicto se lo ponen a los de la heroína. Demasiados prejuicios.

¿Pero qué le daba la heroína?
Siempre fui un gran hedonista. Pasarlo bien era todo lo que pedía a la vida.

Ha pagado un alto precio.
Yo creo que soy un privilegiado, mi trabajo me ha permitido crear, educarme. Durante muchos años he vivido de manera muy humilde, muy pobre, pero he tenido una gran libertad. En 1986 mi vida dio un vuelco, me separé de la mujer que amaba.

¿Una relación difícil?
Entre drogadictos siempre lo es. Perdí hasta la casa, pero me ofrecieron una exposición que fue bien y empezaron a surgir trabajos. Seguía drogándome, pero había algo que me sujetaba. Siempre he sido positivo.

¿Pese a sus Tres tristes vídeos?
Me fui a París a hacerme un tratamiento químico muy potente porque tenía el hígado destrozado y tuve que dejar de consumir todo tipo de drogas. Por suerte conocí a una mujer y lo viví en pareja.

¿Y cómo veía el mundo sin drogas?
Triste. Yo estaba acostumbrado a pasar las noches en los bares, y para empezar a trabajar tenía que meterme algo; ese era mi proceso creativo, y aquello fue un corte radical con cualquier tipo de hábito.

Usted se libró del sida.
Pero no me libré de mí mismo. Hoy mi vida ha cambiado, ya no estoy en la droga y vivo enamorado. Me hubiera gustado hacer más fotos, y mejor, haber tenido más conciencia.

¿Por qué ha elegido el retrato?
La magia de la vida es el encuentro. Vivimos inmersos en un monólogo interior permanente. Cuando escuchas, sientes la resonancia, lo que tiene que ver contigo eso que estás mirando, la esencia de la vida y de lo humano.

Mirar escuchando.
Todos tenemos días negros. Uno de esos días estás en tu habitación mirando el techo. La mente no calla, y de repente dice: "Esa esquina es el decorado de mi fracaso". Si te levantas y coges la cámara y lo fotografías, eso es resonancia.

...
He estado en el entierro de un amigo. Muy triste, pero he pensado: "¡Jo, qué buena foto!". Automáticamente, eso paraliza el monólogo interior, incluso te saca de los sentimientos.

¿Qué siente ante sus autorretratos?
Que fui ese, pero que ya no lo soy. Hoy soy un hombre más, que quiere conocerse y que cada vez tiene menos pelo.

Usted sigue con su cámara de carrete.
Sí, en la fotografía digital hay mucha falsedad, todo está retocado, y para mí la belleza está en el mundo de la imperfección.
http://www.albertogarciaalix.com/obra/


diumenge, 24 de febrer del 2013

"La depresión es rabia sin entusiasmo". Frases para cambiar vidas.


Autor: Steven Wright
A principios de 2006, durante un agudo ataque de depresión, una joven británica llamada Crystal Nunn escribió una carta desesperada a Stephen Fry, comediante, actor, director y escritor británico.
Crystal contaba así su historia a los medios de comunicación posteriormente:
"Básicamente estaba sufriendo una depresión muy grave y me sentía muy sola; como si nadie se preocupara por mí. No tenía ni idea de a quién recurrir. Pero realmente necesitaba alguien en quien confiar y que pudiera aliviar mi dolor. Así que escribí a Stephen Fry, porque él es mi héroe y ha pasado por esto mismo que yo pasé. Su carta me ayudó mucho durante ese periodo de desesperación y le amaré eternamente por ello".

Estimada Crystal,
Siento mucho escuchar que la vida te está tratando mal y está tirando hacia abajo de ti en este momento. Dios sabe que puede ser muy duro cuando nada parece encajar y tampoco nada parece estar cumpliendo con nuestra expectativa de felicidad. No estoy seguro de que haya algún consejo que pueda específicamente darte y que te pueda ayudar a devolver sabor a tu vida. A pesar de las buenas intenciones que uno tenga, a veces es muy feo recordar que no nos amamos tanto como deberíamos amarnos.
He encontrado que es de alguna ayuda pensar en los estados de ánimo y sentimientos propios sobre el mundo, como algo similar al clima y su libre albedrío:
Aquí están algunas cosas obvias sobre el clima:
Es real.
No se puede modificar. Si no te gusta, no puedes echarlo a la basura y cambiarlo por otro más benigno.
Si es oscuro y lluvioso, es en realidad oscuro y lluvioso, y no se puede alterar.
Y puede ser que sea oscuro y lluvioso durante dos semanas seguidas.
PERO...
Un día será soleado.
No está bajo nuestro control hacer que salga el sol, pero lo hará.
Un día.
Realmente es lo mismo con el propio estado de ánimo, me parece. El enfoque erróneo es creer que  el dolor es una mera ilusión nuestra. Es real. La depresión, la ansiedad, la apatía; son reales, como el mal tiempo e, igualmente, no tenemos CONTROL en absoluto sobre ello. No es culpa nuestra.
PERO...
Pasarán: ellas (la depresión, la ansiedad, la apatía) pasarán.
De la misma manera que uno tiene que aceptar las condiciones meteorológicas, uno tiene que aceptar cómo se siente acerca de la vida a veces.
Proclamar: "Hoy es un día de mierda", es una actitud totalmente realista. Se trata de encontrar una especie de paraguas mental.
'Hey, está lloviendo en el interior: no es mi culpa y no hay nada que pueda hacer al respecto, más que sentarme a esperar. Pero el sol puede salir mañana y cuando lo haga, lo voy a aprovechar al máximo."
No sé si nada de esto que te cuento te será de alguna utilidad: puede que no te lo parezca, y si es así, lo siento. Yo solo pensé en escribirte unas líneas, para desearte fortuna en tu búsqueda de un poco más de placer y de propósito para tu vida.
Muy buenos deseos
Stephen Fry

La depresión no es demasiado exigente. Quiero decir que recolecta a sus víctimas entre hombres, mujeres, ricos, pobres, blancos y negros... Nadie es inmune. No hay una vacuna contra ella y ninguna persona, salvo casos de flagrante estupidez, puede afirmar que está a salvo de padecerla.
Algunos creen, erróneamente sin duda, que es una enfermedad que afecta solo a gente con pasados oscuros o caóticos. Pero no, es ubicua, y se ha convertido en la mayor plaga moderna (todas las enfermedades mentales, no solo la depresión), por encima del resto de enfermedades y solo por detrás del VIH / SIDA, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
La depresión drena energía, consume la esperanza y hace todo un poco más difícil, por lo que hacer aquello que es preciso para sentirse mejor, resulta tarea inabordable para la persona que atraviesa un episodio depresivo.
Pero si bien la superación de la depresión no es rápida ni sencilla (de ello podrían contar, y mucho, quienes la padecieron y salieron), está lejos de ser imposible. No es factible sobreponerse a través de la fuerza de voluntad; hay que pedir apoyo. Por tanto, la primera decisión es asumir lo que se siente y reconocer que es mejor recurrir a alguien que nos pueda ayudar a salir del pozo.
Pedir ayuda, hablar de lo que nos pasa, mostrar los sentimientos, expresar lo que nos preocupa o la angustia que uno siente o los miedos, justificados o no, que ensombrecen cada día... es trascendental. La ayuda profesional es clave, porque permite ver lo que sucede desde otra perspectiva, descubrir el porqué sucede y, de esa forma, hallar la salida del laberinto.
Nunca subestimes tu dolor. Que la vida te duela no es algo natural. Por tanto, padecer en silencio, con tristeza y malestar permanente, la ansiedad que te supone vivir, no es saludable. Y no lo es ni para ti ni para la gente que te rodea. Las enfermedades de carácter mental hay que abordarlas de la misma forma que las otras; no son excepcionales en ese aspecto. Cuando padecemos una gripe o tenemos un dolor localizado, no nos planteamos si debemos acudir al médico o no. Vamos y le contamos. ¿O es que acaso si te rompes un brazo o una pierna, te propones curarte tú solo?
Y no, no sé es un 'bicho raro' por padecer algún tipo de trastorno mental. Solo hace falta ver las cifras...
Las estadísticas en el mundo sobre la incidencia de las enfermedades mentales, según FEAFES (Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental)
Una de cada cuatro personas padece algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida.
450 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por una enfermedad mental, neurológica o conductual, que dificulta gravemente su vida. En España, entre el 2,5 y el 3% de la población adulta tiene una enfermedad mental grave. Esto supone más de un millón de personas.
Las enfermedades mentales representan el 12,5% de todas las patologías, un porcentaje superior al del cáncer y los trastornos cardiovasculares.
Menos del 25% de los afectados por una enfermedad mental es diagnosticado y tratado correctamente en los países occidentales.
Entre un 35 y un 50% de las personas con enfermedad mental de los países occidentales no recibe ningún tipo de tratamiento. En España, más de la mitad que necesitan tratamiento no lo reciben, y un porcentaje significativo no recibe el adecuado.
El 1% de la población mundial desarrollará alguna forma de esquizofrenia a lo largo de su vida.
"Si estás pasando por un infierno sigue adelante, no disminuyas la velocidad. Si tienes miedo, no lo muestres y procura salir de ahí antes de que el diablo sepa siquiera que estás."
(Rodney Atkins)