Epicteto
fue un filósofo estoico nacido en el año 50 cerca de Hierápolis de Frigia, la
ciudad de la diosa Cibeles, «ruidosa, de ritos orgiásticos y llena de vapores
sagrados». Se desconoce cuándo y cómo fue llevado como esclavo a Roma. Otro
filósofo estoico, Musonio Rufo, ejerció en Epicteto una impresión indeleble y
convirtió al esclavo en una especie de misionero del estoicismo. La mejor
aristocracia de la época de Nerón y que vivió los peores momentos de terror del
sátrapa romano, profesó el estoicismo, no en vano la definición de estoico es: fuerte y sereno
ante la desgracia... y mucha serenidad y fuerza debieron de
desarrollar los ciudadanos de Roma para soportar los catorce años que ejerció
Nerón como emperador.
Hasta
donde se sabe, Epicteto no dejó obra escrita, pero de sus enseñanzas se
conservan un Enchiridion (Ἐγχειρίδιον) o 'Manual', y en unos Discursos (Διατριβαί)
editados por su discípulo Flavio Arriano y del cual extraigo algunas citas más
abajo.
Epicteto
se trasladó a Nicópolis, en el noroeste griego, donde abrió su propia escuela,
a la que llegaron un gran número de patricios romanos. Entre ellos se hallaba
el antes mencionado Flavio Arriano, que llegaría a ser un respetado historiador
bajo el imperio de Adriano y que fue el encargado de conservar y transmitir al
futuro el texto de las enseñanzas de su maestro. La fama de Epícteto fue
grande, mereciendo —según Orígenes— más respeto en vida del que había gozado
Platón.
Las
enseñanzas de Epícteto tenían su base en las obras de los antiguos estoicos; se
sabe que se aplicó a las tres ramas de la filosofía: lógica, física y ética.
Sin embargo, los textos que se conservan tratan casi exclusivamente de ética.
Según ellos, el papel del filósofo y maestro estoico consistiría en vivir y
predicar la vida contemplativa, centrada en la noción de eudaimonía ('plenitud
del ser, felicidad').
Epícteto,
más que un filósofo, fue un moralista, volcado más en la práctica que en la
teoría y pensaba, por ejemplo, que donde el hombre debía probar su valía era en la vida
cotidiana, en el contraste con la realidad.
El
Enquiridión o Manual de Epicteto, obra también de Flavio Arriano, es una
colección de máximas y de enseñanzas morales. Partiendo de la libertad como bien supremo,
Epicteto distingue entre las cosas que dependen de nosotros y, por ello, son
libres (juicio, intelecto, inclinación, deseo, aversión) de aquellas
otras que no dependen de nosotros (cuerpo, salud, fortuna, riqueza,
honores) y
por ello son esclavas.
Estos son algunos breves extractos de este Manual...
«Acuérdate, pues, que si juzgas por libre y tuyo lo que de su
naturaleza es servil y sujeto al poder ajeno, hallaras muy grandes
inconvenientes, y te veras confuso en todos tus designios y expuesto
a mil molestias, y al fin acusarás a los dioses y a los hombres de tu
infortunio. Y si, al contrario, creyeres ser tuyo solamente lo que de verdad te
pertenece, y supieres considerar como externo o extranjero lo que en efecto lo
es, cierto que nada será capaz ni bastante para desviarte de lo que te hayas
propuesto hacer; que no emprenderás cosa alguna que te pese; que no
acusaras a nadie, ni murmuraras; que ninguno te ofenderá; que no tendrás
enemigos, ni padecerás jamás un mínimo desplacer.»
«Si quieres ser dichoso, nunca repugnes a lo que no depende de ti;
mas transfiere tu odio contra lo que resiste a la naturaleza de las cosas que
dependen de tu voluntad. Además de esto, no desees por ahora nada
con pasión; porque si deseas cosas que no dependen de ti, es imposible que
no te veas frustrado. Y si deseas las que de ti dependen, advierte
que no estás bastante instruido de lo que es necesario para desearlas
honestamente. Por lo cual, si quieres hacer bien, acércate a ellas de manera que
puedas retirarte cuando quieras. Pero todo esto se ha de hacer con
medida y discreción.»
«Acuérdate que debes comportarte en la vida como en un banquete.
Si se pone
algún plato delante de ti, puedes meter la mano y tomar honestamente tu parte;
si sólo pasa por delante de ti, guárdate bien de detenerlo o de meter la mano
en él temerariamente: antes, espera apacible a que vuelva a ti. Lo
mismo debes hacer para con tu mujer, tus hijos, las dignidades, las riquezas y
todas las otras cosas de este género. Porque por este medio te harás merecedor
de comer a la mesa de los dioses. Empero, si eres tan generoso que rehúses
también lo que te presentan, no solamente serás digno de comer a la mesa de los
dioses, sino que merecerás tener parte en su poder.»
«El verdadero medio de no estar sujeto a turbación es
considerar las cosas que son de nuestro gusto o amamos, como ellas son en si
mismas. Haz de comenzar el examen por las que importan menos. Por
ejemplo: cuando manejas una olla de barro, piensa que es una olla de tierra la
que manejas, y que puede quebrarse fácilmente. Porque, habiendo hecho esta
reflexión, si acaso se quebrare, no te causara alteración. Asimismo, si amas a
tu hijo o tu mujer, acuérdate que es mortal lo que amas, y por este medio te
libraras del impensado sobresalto cuando la muerte te los arrebate.»
«Nunca
pidas que las cosas se hagan como quieres; mas procura quererlas como ellas se
hacen. Por este medio todo te sucederá como lo deseas y serás feliz.»
Para
Epicteto una vida feliz y una vida virtuosa eran lo mismo. La felicidad y la plenitud personal son las
consecuencias naturales de hacer lo que es correcto...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada