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dimarts, 31 de desembre del 2013

Deja espacio para tus deseos. Patricia Ramírez.

¿Cómo vas a conseguir objetivos nuevos si no tienes espacio?
Se acerca el nuevo año, el famoso día uno de enero dónde parece que la actitud se transforma. Nombrar el día uno es apelar al cambio, a la fuerza de voluntad, a fantasear con deseos y darle al ON para que se cumplan. El día uno de enero de todo año nuevo es el día de los Reyes Magos de la fuerza de voluntad.
Pero solo es el pistoletazo de salida, el "preparados, listos, ya". Las teorías sobre establecimiento de objetivos siempre te hablan sobre cómo planificar, la importancia de calendarizar lo que te propones, pero olvidan el primer paso fundamental: deshacerte primero de lo que no te conviene.
Es más sencillo sustituir un hábito del que quieres deshacerte por otro que te conviene, que simplemente planificar todo lo que vas a emprender. Porque, ¿dónde tienes pensado meter tanto cambio?
Esto es cuestión de física: quieres hacer deporte, ponerte a dieta, salir más con los amigos, arreglar esa ropa a la que llevas sin coserle botones algunos meses, llevar a la modista ropa que llevas tiempo sin ponerte porque no te sirve, meterte en un curso de cocina, leer más... pero, ¿cuándo, cómo y dónde?
Pues empecemos por desprendernos. Nos cuesta mucho desprendernos de las cosas. Nos excusamos en que les tenemos cariño, que nos traen recuerdos, y poco a poco nos vamos convirtiendo en Síndromes de Diógenes en potencia. ¡Cuántas cosas no llevarás en esa mochila, que ni te hacen feliz, ni necesitas! Y cuántas exigencias te impones en tu vida para seguir conservando ese peso de la mochila que ya forma parte de tu rutina. ¿De qué te tienes que desprender? Estamos a una semana de la entrada de año, una semana mágica en la que vas a deshacerte de todo lo que no te conviene. ¿Estás preparado para hacer tu lista? La sensación de entrar en 2014 libre de carga es un gustazo, o por lo menos libre de mucha carga que ahora puedes solucionar.

Te voy a dar ejemplos. Puedes desprenderte de:
  • La obligación de quedar bien con todo el mundo.
  • De la necesidad absurda que crees que tienes de beber alcohol. Si lo haces de forma moderada y porque disfrutas una copita de vino en las comidas, genial. Si lo haces porque no sabes qué tomar cuando sales, fatal. Hay muchas otras alternativas.
  • Puedes decir adiós a los complejos que te limitan: que si te sientes gordo por esos dos kilos de más, que si eres el que te has quedado en paro y te sientes poca cosa, que si tu nariz es aguileña, que si te estás quedando sin pelo. Jolín, acéptate de una vez y cambia lo que puedas cambiar. Pero deja de mirarte con desprecio. Tú eres valioso, por el simple hecho de ser persona.
  • Deja de hablar cada dos por tres con esa persona que te chupa la energía, sí, esa persona con la que cada vez que cuelgas el teléfono te sientes agotado y triste. Vete reduciendo las llamadas, o dile que por favor te hable de cosas positivas. No eres la hermanita de la caridad emocional.
  • Despréndete de cosas en casa: esa ropa que llevas años sin utilizar y te quita espacio en el armario, ese electrodoméstico de la teletienda que fue un gasto inútil y que no llegas a utilizar o del regalo ese de boda que te da pena tirar pero que te parece horroroso.
  • Mete simbólicamente en una caja todas las preocupaciones que no dependen de ti y a las que ahora no puedes dar una solución. Y guarda esa caja en una estantería hasta nueva orden.
  • Y deja de enviar mensajes a ese chico o chica que no te hace ni caso. El día uno de enero no se le va a encender una bombilla en su cabeza y se va a dar cuenta que eres el amor de su vida, el día uno tampoco va a cambiar de idea. ¡Cómo quieres que llegue tu hombre o mujer de tus sueños si no te has desprendido de quien te ningunea! ¡PUERTA! Ah, y despréndete también de la idea de que no podrás soportar la emoción de no tenerlo. Lo podrás soportar como lo hemos hecho todos, el desamor es algo natural.
  • Y apaga la obsesión por tener un coche mejor, un bolso más caro, esos zapatos sin los que no puedes vivir o ese reloj que te fascina. Haz más el amor y piensa menos en temas materiales, que seguro que te hará más feliz, tendrás una piel más bonita, más endorfinas y una sonrisa en tu cara de oreja a oreja.

Para hacerlo más divertido, puedes hacer una fiesta de despedida de cosas e ideas absurdas. La puedes hacer tú solo o con compañía. Igual que se hacen despedidas de soltero, nosotros vamos a hacer una despedida de todo lo que no necesitamos, aunque ahora creas que son imprescindibles.
Para que lleguen cosas buenas a tu vida, tienes que dejar hueco permitiendo que salgan las malas.

El cambio necesita espacio.
Ahora que has hecho hueco... SUEÑA. Imagina tu vida como un sendero, un camino, una carrera de fondo, como tú quieras. Tu PEDAZO DE SUEÑO MARAVILLOSO está al final. Coge una cartulina o un papel continuo de un metro y escríbelo por favor, con letras grandes, con colores, sé creativo incluso para escribirlo. Y ahora, vete al inicio de ese sendero y empieza a pensar y a escribir todo lo que necesitas para alcanzarlo (lo de escribir es importante, porque nada cambia solo por tenerlo en la mente). Haz un mapa del proceso y del final: contactos, lugares, formación que necesites, visitas, nivel de esfuerzo, tiempo, recursos, etc. Haz un collage con fotos, dibujos, en el que vayas plasmando tu proyecto y lo que has soñado. A medida que vayas dando pasos, vete poniendo ticks, rediseñando tu esquema, añadiendo. Ese sueño que ahora es visual, que está plasmado por escrito y dibujado, es flexible, para que vayas añadiendo y quitando lo que necesites.

No pierdas nunca la parte interactiva con tu sueño. Fantasear con lo que quieres está genial, pero tienes que materializarlo. Tienes que trabajarlo, planificar, calendarizar, llamar, visitar, hacer, ACTUAR. Si no actúas, no estás siendo protagonista de tu sueño. No dejes lugar a la improvisación, cuanto más planifiques y te involucres con tu objetivo, más fácil será alcanzarlo y modificar lo que no esté funcionando.
No te agobies queriendo cambiar ahora todo a la vez. De la lista que tengas, empieza por lo que más te apetezca o lo que más necesites. No siempre coindice la necesidad con el placer. Eres tú quien tiene que priorizar. Querer hacer todo de una puede llevar a agobiarte y que al final no hagas nada.
Y cuidado con el querer todo ya y ahora. No, tranquilo, paciencia. Llevas tiempo sin hacer lo que ahora empiezas. Ni medio agobio. Piensa que estás en el proceso que deseas, ¿qué más puedes pedir?
Deja que las cosas fluyan. Y disfruta.
Feliz 2014 ligero de equipaje.

EL CERVATILLO. Fábula. Jorge Bucay.

Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz, que le iluminara el camino a seguir. Todas las noches, al acostarse le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida.
Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi místico buscando recibir una señal divina.
Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pata medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vio aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado, estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un solo bocado.
Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso y también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado, en lugar de comérselo, el puma empezó a lamerle las heridas.
Después se fue y volvió con unas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua, y después se fue y trajo un poco de hierva húmeda y se la acercó para que el cervatillo pudiera comer. Increíble.
Al día siguiente. Cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber. El hombre se dijo: esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara.
“Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas”.
Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber. Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días,... pero nadie le daba nada. Los que pasaban lo miraban y el ponía cara de pobrecito imitando al cervatillo herido, pero no le daban nada. Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba ya muy angustiado, le dijo:
- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto?. Yo soy un hombre creyente...
Y le contó lo que había visto en el bosque...
El sabio lo escuchó y luego le dijo:
- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente, Dios no manda señales en vano, Dios te mandó esa señal para que aprendieras.
El hombre preguntó:
- ¿Por qué me abandonó?
Entonces el sabio le respondió:

- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?. Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valorarse por sus propios medios.

dilluns, 30 de desembre del 2013

GRÀCIES, GRACIAS.....

Amigas y amigos,

Siempre había pensado que podría decir cuando llegara a esta cifra mágica del millón de visitas en el blog, y hoy me he quedado sin palabras.

Simplemente quiero agradeceros estos años de descubrimientos a través de estos textos que comparto con vosotros, vuestra fidelidad que es la fuerza que me anima a continuar, a aprender y, en definitiva, a vivir. Sois vosotras y vosotros con vuestros comentarios, visitas y ánimos que hace que continúe. 

Gracias, gracias y más gracia, he aprendido mucho, ha sido un largo camino pero un camino hacia el interior, que creo es el verdaderamente real, han pasado muchas cosas en estos cuatro años, bellas y duras, alegres y tristes, pero que me han hecho ver la vida tal como es, no como quieren que la veamos.

A algun@s os he conocido en persona y ha sido una experiencia bellísima, otros por distancia o tiempo no hemos podido pero pienso que con este día a día nos conocemos a pesar de la distancia. Ojalá pudiera conoceros a tod@s y daros un gran abrazo, de corazón.

Esa es la magia de internet, poder compartir sentimientos sin conocernos. Me gustaría poder contestar, debatir, conoceros a todos pero por cuestiones de trabajo y alguna de salud me es imposible, así que sólo se me ocurre una canción de un cantante de éste mi pequeño país que es Catalunya.

Os dejo con ella, espero que os guste, un beso y gracias, miles, de gracias.... Os quiero y deseo que. como dice la canción, nunca negueis la ternura el bien más preciado que tenemos.

Un beso y un abrazo sentido.

Joan.



Cómo podría decírtelo
para que me fuese sencillo, para que te fuese verdad,
que a menudo me sé tan cerca de ti, si canto,
que a menudo te sé tan cerca de mi, si escuchas,
y pienso que nunca me atreví a decirte siquiera,
que debería agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.

Que juntos hemos caminado,
en la alegría juntos, en la pena juntos,
que a menudo has llenado la vaciedad de mis palabras
y en nuestra partida siempre me has dado un buen juego.
Por todo esto, y por lo que te escondo,
debería agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.

Te quiero, sí,
tal vez con timidez, tal vez sin saber quererte.
Te quiero, y te soy celoso
y lo poco que valgo me lo niego, si me niegas la ternura;
te quiero, y me sé feliz
cuando veo tu fuerza que empuja y se rebela, que yo...

Que pasarán los años,
llegará nuestro adiós, y así ha de ser,
y me pregunto si hallaré el gesto correcto,
y sabré acostumbrarme a tu ausencia.
Pero todo esto ya será otra historia,
ahora quiero agradecerte todo el tiempo que llevo amándote.

Te quiero, sí,
tal vez con timidez, tal vez sin saber quererte,
te quiero y te soy celoso
y lo poco que valgo me lo niego, si me niegas la ternura;
te quiero, y me sé feliz
cuando veo tu fuerza que me empuja y se rebela. Que yo...


Te amo... 



Adictos al ruido. Borja Vilaseca. El País.

Nuestra vida está marcada por el estrés y el cansacio, tememos quedarnos quietos.
Deconectados de nosotros mismos, llenamos la agenda de actividades para evitar el silencio.
Si la naturaleza pudiera elegir su propia banda sonora, seguramente escogería el suave y pausado reggae de Bob Marley. Sin embargo, los ciudadanos de las sociedades modernas –cada vez más ajenos al mundo natural– estamos construyendo nuestra existencia al vertiginoso ritmo de la música electrónica de David Guetta. Vivimos tan acelerados que nos hemos vuelto hiperactivos en el peor sentido de la palabra. Cada vez nos cuesta más parar. Tememos quedarnos quietos y nos sentimos incómodos al quedarnos haciendo nada. Por eso procuramos mantenernos ocupados, distraídos y entretenidos.
Después de una larga y agotadora jornada laboral, al llegar a casa nuestra mente está tan embotada que lo único que nos apetece es sentarnos en el sofá delante de la tele. Pero tratar de relajarnos de esta manera es como hacer una tortilla sin huevos, sin patatas y sin sartén. ¡Es imposible! Así solo conseguimos callar nuestro ruido mental para escuchar el de la sociedad. De hecho, enchufarnos a una pantalla nos desconecta todavía más de nosotros mismos. Y termina por vaciar nuestro depósito de energía vital.

“La gran tragedia de nuestro tiempo es que no sabemos vivir aquí y ahora”. Eckhart Tolle
La calidad y cantidad de pensamientos que tenemos durante el día determina los que tenemos cada noche, en nuestros sueños. Por eso nos despertamos tan cansados por las mañanas, dependiendo de una buena taza de café para comenzar el día. Y puesto que no sabemos cómo recargar las pilas, solemos vivir disfuncionalmente. No es ninguna casualidad que tendamos a ser egocéntricos, reactivos y victimistas, perturbándonos cada vez que las circunstancias no satisfacen nuestras necesidades, expectativas y deseos. Del mismo modo que nuestro móvil deja de funcionar cuando se le termina la batería, cuando se nos agotan las pilas se produce un fallo energético, quedándonos sin la fuerza ni la comprensión necesarias para modificar nuestra actitud frente a la vida.
Puede que de día no ronquemos, pero eso no quiere decir que estemos del todo despiertos. Sin energía vivimos de forma inconsciente, dormidos, funcionando por inercia, casi sin darnos cuenta. Para verificar esta afirmación basta con observar nuestra forma de ducharnos. ¿Cuántas veces estamos realmente en ese proceso mientras físicamente nos encontramos bajo el agua?, ¿cuántas veces mientras disfrutamos de ese lujo –solo accesible para menos de la mitad de la población mundial– estamos sintiendo, valorando y apreciando ese momento cotidiano?
Mientras el agua resbala por nuestro cuerpo solemos pensar en lo déspota que es nuestro jefe, que nos obliga a trabajar hasta tarde. O en lo pesada que es nuestra suegra, que nos envía whatsapps constantemente para pedirnos que vayamos a comer los domingos a su casa. ¡Nuestro jefe y nuestra suegra duchándose con nosotros! Lo cierto es que no solemos estar en la ducha mientras nos estamos duchando. Estamos casi siempre en nuestra mente y en nuestros pensamientos, divagando entre el pasado y el futuro. Vivimos entre el allá y el entonces (ambos ilusorios), marginando el momento presente, que es el único que existe. Funcionando así, ¿cómo esperamos que nos vaya la vida?

En cuanto a nuestros momentos de ocio, los dedicamos en gran parte a sentarnos pasivamente delante de una pantalla, ya sea viendo alguna serie de televisión, chateando por las redes sociales o navegando por Internet. El resto del tiempo lo pasamos rodeado de gente que, como nosotros, habla sin parar. Fijémonos en qué ocurre cuando conversamos con otra persona. La mayoría verbalizamos todos los pensamientos que deambulan por nuestra mente. En general no escuchamos. Y nadie nos escucha. Llamamos “conversación” a la sucesión compulsiva de dos monólogos que se interrumpen constantemente. Por eso nos es tan difícil conectar con los demás a un nivel más profundo.
Perseguimos la felicidad de tal modo que esta se encuentra cada vez más lejos. Y nuestra falta de paz interior nos ha convertido en personas tremendamente adictas al placer, la diversión y el entretenimiento. Pero, ¿cuánto dura la satisfacción de comprar cosas o lograr triunfos? Demasiado poco, ¿no es cierto? La cruda verdad es que utilizamos el ruido para tapar el molesto vacío que sentimos en nuestro interior. Pero no importa cuánto huyamos. Nuestro dolor nos acompañará vayamos donde vayamos
La “hiperactividad” nos impide relajarnos y disfrutar de la tranquilidad y la quietud. La “gula” nos condena a querer cada vez más de aquello que en realidad no necesitamos. Y el “ruido mental” nos imposibilita escucharnos a nosotros mismos –a nuestra voz interior–, desconociendo el camino que nos conduce nuevamente hacia el equilibrio. Estas tres tendencias ponen de manifiesto una carencia de silencio. Se trata de una cualidad que se desarrolla cuando estamos a solas, sin distracciones ni estímulos, cultivando la capacidad de ser y estar con nosotros mismos. Solo entonces comprendemos que la verdadera felicidad no tiene ninguna causa externa.
Una forma de empezar a cultivar el arte de estar a solas con nosotros mismos consiste en elegir un parque cerca de nuestra casa o lugar de trabajo y comprometernos a sentarnos cada día en el mismo banco. Se trata de dedicarnos a hacer nada al menos 20 minutos, conviviendo con nuestro aburrimiento, en silencio. En el caso de que la experiencia de estar con nosotros mismos se vuelva insoportable, podemos respirar profundamente y observar lo que sucede en nuestro interior. El reto consiste en acoger nuestras emociones, por más dolorosas que sean, así como atrevernos a sentir el vacío. No hemos de temerlo; más bien aprender a aceptarlo. Es una puerta. Al otro lado se encuentra el verdadero bienestar que estamos buscando.
A través del entrenamiento diario, la práctica del silencio nos genera multitud de efectos terapéuticos. En primer lugar, perdemos el interés en pasarnos el día haciendo cosas, aprendiendo a estar cada vez más presentes, viviendo cada momento con más profundidad. En paralelo, nos motiva a practicar yoga, taichi, contemplación o meditación, dedicando cada vez más espacios para hacer nada, respirar y relajarnos. Llegados a este punto, podemos vivir episodios en los que sentimos la necesidad de volver al parque y sentarnos en el banco para estar a solas con nosotros mismos.

“¿Quieres saber lo que verdaderamente necesitas? Pregúntaselo al silencio”. Séneca
También aumenta nuestra sensibilidad, percibiendo matices de la realidad que antes se nos escapaban o dábamos por sentado. A su vez, disminuye el miedo a conectar con nuestras heridas y traumas reprimidos, aprendiendo –a su debido tiempo– a liberarnos definitivamente del dolor y del sufrimiento. De esta forma gozamos de mayor habilidad para domesticar nuestra mente, escuchando cada vez con más claridad la voz que nos inspira a cuidar de nosotros y gestionar de forma más eficiente nuestra energía vital. Por último, podemos experimentar momentos de conexión profunda con nosotros mismos, por medio de los que contribuimos a sanar nuestra autoestima y fortalecemos la confianza en nosotros mismos.
Curiosamente, solemos decirnos que no tenemos tiempo para estar en silencio. O que hacer nada es una acción improductiva, carente de sentido. Sin embargo, lo que en realidad estamos diciendo es que no priorizamos cultivar nuestra salud física, emocional y espiritual. La práctica del silencio y de la inactividad nos llevan a desarrollar la serenidad y la sobriedad, dos cualidades que nos permiten sentirnos bien con nosotros mismos sin necesidad de estímulos externos. Como cualquier otro aprendizaje en la vida, es una simple cuestión de dar el primer paso. Y el mejor momento de darlo es ahora.

Para adentrarnos en el silencio
1. LIBRO
‘Focus’. Daniel Goleman (Kairós). Profundiza acerca de uno de los talentos más escasos y subestimados de nuestra sociedad: la atención, la cual, bien entrenada, posibilita lograr cualquier hazaña.
2. PELÍCULA

‘Hacia rutas salvajes’. Sean Penn. Relata la historia de Christopher McCandless, un joven de 22 años que, harto del estilo de vida consumista contemporáneo, emprendió un viaje hasta el corazón de Alaska, donde pasó más de cien días completamente solo para averiguar quién es y qué sentido quiere darle a su vida...



"Lo que no te comiste hoy o no te reíste hoy, ciao"'. Antonia San Juan. La Contra de La Vanguardia.

Antonia San Juan, actriz y directora de cine
Tengo 52 años. Nací en Gran Canaria en Madrid desde hace 33 años, pero sigo seseando. Comparto con mi marido una productora. Vivimos en una gran censura y los políticos nos engañan en nuestra propia cara. El estafado acaba siendo el culpable. No creo en ningún dios

AHÍ DONDE DUELE
Es Estela en la serie La que se avecina, sigue de gira con lo mejor de sus monólogos y promociona su segunda película como directora, Del lado del verano (Tesela de Oro en el Festival de Cine de Alicante). Dice que no podría vivir sin trabajar, le gusta. Le ha sacado jugo al psicoanálisis, higiene mental que hace décadas que practica. Habladora, pero observadora, tiene la capacidad de acertar donde duele, virtud a la que saca buen partido en los monólogos, aunque se guarda el veneno. Nació en un matrimonio roto y se crió frente al mar con su abuela y su padre, un cobrador de autobús mujeriego, bebedor y comunista, que a diario invitaba a su mesa a desconocidos.

Soy la desconocida popular. Almodóvar me catapultó, pero también me estigmatizó.

Siempre hace papeles...
Sí, de prostituta, yonqui, travesti, alcohólica.. Por eso me he convertido en directora de cine, para ofrecerme otros papeles.

Ha estrenado su segunda película.
Del lado del verano aborda el tema de las relaciones familiares. Defiendo que para que sean sanas has de independizarte.

Cuénteme eso.
En las familias todo el mundo interviene en la vida de todos: si llevas el pelo largo, te dicen que te lo cortes; si eres morena, que te lo tiñas porque el negro endurece; si estás delgada: "¿Te encuentras bien?"; si estás gorda: "¿Cómo es que te has dejado tanto?"; si dejas al novio: "¡Con lo bueno que era!"...

Entiendo.
A los hijos hay que darles aire por su salud mental. La madre que los abastece antes de que pidan crea inmaduros insatisfechos.

La veo desengañada de lo humano.
Intento disculpar y entender a las personas. Pero ante la poca vergüenza de los políticos, de la justicia y de todos esos poderes que nadie puede cuestionar, siento rabia e impotencia. Los ciudadanos somos muy pasivos, nos tiramos a la calle cuando gana la roja y poco más. Vivimos en un sistema perverso.

Explíqueme eso.
El sistema permite que nos manifestemos, que cortemos las calles, porque con eso a los únicos que fastidiamos es a nosotros mismos. Pero ante el escrache los políticos, tanto que les cuesta ponerse de acuerdo para sacar una ley, se pusieron inmediatamente de acuerdo: "En la puerta de mi casa, no".

Derecho al pataleo y poco más.
Tú patalea, que yo hago lo que me da la gana. Luego te jubilan y te conviertes en un estorbo, un gasto inútil.

Eso es triste.
Y terminamos con colesterol, azúcar, triglicéridos, porque si no tienes de qué ocuparte, ¿para qué te sirve el cuerpo?... Estaría bien que los mayores pudieran trabajar un 20% de su tiempo.

¿De eso habla en sus monólogos?
Digo todo lo que no se puede decir en la televisión o en una película subvencionada.

¿...?
La doble moral me repugna. A través de la televisión los niños aprenden a discutir, manipular, dominar, ser violentos, pero eso sí, sin palabrotas. Vivimos en la cultura de las formas: no puedes soltar un taco, pero sí recibir sobres. Tu imagen tiene que ser limpia y discreta; lo que haya debajo es cosa tuya.

Es usted reivindicativa.
Quiero hacer reír, pero también reflexionar. La gente quiere evadirse, evadirse y evadirse... Y está evadida: unos ciudadanos que han permitido que les roben y los lleven a la ruina evidentemente conforman un país que sólo ha querido reírse.

Es usted dura.
Somos responsables de lo que nos ocurre, pero lo más dificil de aceptar es aquello que te cuestiona. Tú eres lo que eres y estás donde estás porque tú lo deseaste.

Eso puede valer para lo profesional, pero ¿y los afectos?
Todos somos humanos: si me he casado joven con un hombre que ya no me interesa, tengo tres hijos, no me he movido de casa... y tengo una hermana independiente, con un trabajo interesante, tendré celos y envidia. La querré, pero también la odiaré un poco.

...
Y aunque sea la mamá, también sentiré celítos de mi hija realizada que ya no me necesita. Siempre es más fácil apoyar en el fracaso que en el éxito: si estás desvalida, yo, tu amiga, tu hermana o tu madre, te ayudo y te apoyo. Ahora, cuando tu abrigo ya no es de Zara sino de Prada, te veo con otros ojos

¿Hay que contar con ello?
"Cariño, el abrigo es de Prada, pero de un stock de hace dos años. ¡Baratísimo!". Si no quieres sufrir las agresiones del exterior, el otro ha de ver que eres humana y defectuosa, que sufres como todos, que te hinchas y te salen almorranas.

Tiene usted las cosas claras.
He aprendido a llamar a cada cosa por su nombre. Hoy sé, por ejemplo, que el amor no tiene nada que ver con un calentón, ni con las palpitaciones; se trata de un compañero que te da tranquilidad y seguridad, que es más que un marido, es un amigo.

¿Es su caso?
Desde hace años ambos nos psicoanalizamos, se trata de una higiene mental en la que hemos coincidido. Eso hace la relación muy fácil, no hay que cargar con los traumas del otro y viceversa.

¿Cómo entiende la muerte?
Lo que no te comiste hoy, no te tiraste hoy o no te reíste hoy, ciao. No ambiciono otra vida, y conozco gente desdichada teniendo de todo que sí la ambiciona; y pienso que, aunque existiera, ellos no serían los idóneos para vivirla por haber tratado tan mal esta vida

Reflexión refrescante.

Si hubiera otra vida, debería ser para los amantes de la vida, los que han sabido disfrutarla, no para los quejicas que tiran su mierda sobre los otros.


diumenge, 29 de desembre del 2013

Claves para desarrollar nuestro talento. Pilar Jericó.

Todos tenemos talento, aunque no tengamos talento para todo. El talento es la capacidad que nos hace alcanzar resultados extraordinarios en nuestro trabajo o en nuestra vida privada. Y lo más importante, se puede desarrollar. Vamos a ver a continuación algunas claves para ello:

Motivación. El talento requiere pasión, es decir, que la actividad que hacemos realmente nos motive. Al principio, cuando somos pequeños la motivación puede ser externa, cuando los padres se empeñan en que sus hijos hagan un determinado deporte o eligen para ellos una afición. Sin embargo, por mucho reconocimiento externo que tengan, si los niños no disfrutan con ello, pueden acabar aparcando las raquetas, las zapatillas o la partitura. Del mismo modo todo lo dicho se puede trasladar al mundo laboral. Richard Branson, creador del emporio Virgin, afirma que su principal lema empresarial es “¡Venga, vamos a divertirnos!”

Saber cómo. Para poder perfeccionar nuestras habilidades necesitamos tener conocimientos que nos permitan lograrlo. Disfrutar con una actividad nos lleva a perfeccionar nuestros conocimientos sobre la misma. La biografía de Thomas Edison relata cómo devoraba todos los libros de física de la librería dónde trabajaba. Esas lecturas le dieron la formación suficiente (puesto que no tenía estudios universitarios) para patentar, entre otros inventos, la lámpara de incandescencia. Si la motivación impulsa a realizar la actividad, el conocimiento permite mejorarlo.

Constancia. Por último, el talento se materializa en acciones. Necesitamos tiempo, esfuerzo y mucha, mucha repetición para crear nuevos hábitos. Como lo resumen magníficamente uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA, Larry Bird: “Es curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos”.

Recursos. Necesitamos recursos en tiempo y en medios para poder formarnos. La intenciones siempre son buenas, pero si no tenemos posibilidades para conseguirlo, será difícil que alcancemos resultados extraordinarios. Así se ve en el deporte. Sin ir más lejos, el gran salto en el número de medallas conseguidas por España en unas Olimpiadas fue en Barcelona 92. En Seúl habíamos conseguido solo cuatro y ante el fracaso que podía avecinarse, se creó el programa ADO (Ayuda al Deporte Olímpico) que tenía como objetivo invertir en el desarrollo de los deportistas. El resultado fue todo un éxito: 64 millones de euros recaudados entre las empresas y 22 medallas para España. “La diferencia era enorme: de malvivir con una beca de 25.000 pesetas al mes, a tener un salario de 150.000 pesetas”, recuerda Sandra Myers, récord de España en 100, 200 y 400 metros lisos. Aunque en las siguientes Olimpiadas el número de medallas descendió (y habrá que ver que sucede en las próximas Olimpiadas de Brasil con los recortes que estamos viviendo), en cualquier caso se puso de manifiesto algo crucial para el desarrollo de las capacidades: Si queremos desarrollar talento necesitamos invertir recursos en ello. Y esto, por supuesto, es de aplicación tanto para las empresas como para nosotros a la hora de mejorar alguna habilidad.

Recetas
La primera clave para saber en qué tenemos talento es pensar en aquello que nos apasiona. Reflexiona sobre si lo que quieres alcanzar es algo que realmente te enamora.
Para mejorar en algo es recomendable invertir tiempo en estudiarlo, practicarlo o mantener contacto con personas que ya sepan hacerlo. Ponte cerca de los mejores para conseguir aquello que quieres alcanzar.
Repetición, repetición y repetición. No hay talento sin hábitos, no hay talento sin esfuerzo. Por ello, una vez más, marca un plan de acción para que, al menos, semanalmente te veas obligado a repetirlo.

Fórmula
Desarrollo de talento: Motivación + saber cómo + constancia + recursos.


Basado en el libro: La Nueva Gestión del Talento


AGUA DEL GANGES. Fábula.

Maestro – dijo el discípulo -, enseñas que Dios está en el interior de cada uno de nosotros, pero ¿cómo puede la divinidad, tan vasta como es, caber dentro de nosotros?

- Ve hasta el Ganges y tráeme un litro de agua – le respondió el maestro al discípulo.

Cuando éste hubo traído el agua, el maestro quedó asombrado:

- ¡Pero si ésta no es agua del Ganges!

- ¡Por supuesto que sí, la he sacado yo mismo del río! – exclamó el discípulo.

- Pero ¿dónde están las tortugas, los peces, las gentes que en él se bañan, las embarcaciones, los cadáveres que arrastra y los monjes que hacen sus abluciones en él? Yo no veo nada de todo esto en ella. ¿No puede tratarse del agua en cuestión! ¡Corre a arrojarla al Ganges!

Cuando el discípulo regresó, el maestro le dijo:

- Ahora, tu litro de agua, mezclado con el agua del río contiene tortugas, peces y todo cuanto le faltaba antes. Ésa sí que es agua del Ganges.

Somos ricos, infinitamente ricos, pero, a un determinado nivel de consciencia, no vemos más que el litro de agua y no la inmensidad del río. Cuando estamos vinculados a la inmensidad, somos ricos de todo aquello que contiene.

dissabte, 28 de desembre del 2013

Tras la mirada de un niño. Miguel Benavent de B.

Muchas veces nos falta ánimo para seguir adelante. Nos sentimos cansados y sin poder ver luz en el horizonte. Es humano, de vez en cuando, sentirse así, tal como está de complicado nuestro día a día. El árbol no nos deja ver el bosque, como las circunstancias -muchas veces pasajeras y/o triviales- no nos dejan disfrutar de la vida, en toda su plenitud. A veces solo bastaría que levantáramos la mirada y, mirando hacia atrás, viéramos cuántas situaciones de nuestra historia que un día nos preocuparon realmente incidieron significativamante en nuestra vida de entonces o si hoy persisten en ella, como pensamos en su día…
Seguramente hay momentos en que perdemos la perspectiva. Pero también hay otros momentos en que se nos cae encima esa perspectiva de nuestra vida y nuestra mente nos invita a acumular los hechos que nos hicieron sufrir y extraer la conclusión de que la vida completa nuestra ha sido y es solo sufrimiento. Si lo pensamos bien, esa afirmación es injusta, con nosotros mismos y con la propia vida. Lo recordemos o no, en nuestra vida han habido momentos felices tanto como infelices, aunque no siempre lo recordemos o lo tengamos presente. Pero la sesgada mente nos invita a restringir esos recuerdos y solo incide en los -aparentemente- negativos…
Ni que decir tiene que la mayor parte del sufrimiento sirve para que despertemos a la realidad! Sufrir, nos guste o no, es aprender! Pero, independientemente de esta función del sufrimiento, es incierto que nuestra vida completa esté solo llena de él, como si no hubiéramos tenido jamás situaciones de felicidad, aunque solo fuera efímera. La verdad es que tanto la felicidad como la infelicidad son -por definición- efímeros, como lo es todo en nuestra vida cambiante. Lo que precisamente convierte -o lo pretende- en crónica la alegría o la pena es nuestra actitud ante la vida!
La actitud es precisamente lo que nos ayuda a ver y valorar las diferentes circunstancias como lo que son, oportunidades… o solo dificultades. En todo caso, ambas tienen su propio sentido, aunque no siempre seamos capaces de verlo y apreciarlo así. A veces basta que pase el tiempo suficiente para poder juzgarlas como lo que en realidad significaron, significan o significarán en nuestra vida. Pero no podemos hacer que el tiempo pase a nuestro antojo, por lo que es más práctico depositar nuestra confianza en la vida y reconocer que todo en ella tiene su sentido profundo y su esencial por qué. Así que mejor no juzgar de antemano, mejor confiar… y tener confianza en lo que venga, sea lo que sea! Con el tiempo, la vida nos ayudará a interpretar su profundo y verdadero significado y nos agradecerá esa confianza!
Pero no siempre es fácil confiar gratuitamente y esperar que pase el tiempo para poder entender y aceptar lo que nos trae la vida! Así que muchas veces deberemos buscar remedios paliativos para soportar una situación que vivimos con sufrimiento. El mejor recurso es, sin duda, buscar el significado profundo de nuestra vida, lo que nos dará esa perspectiva necesaria o nos recordará que en ella todo pasa, nada permanece. O, como mínimo, nos recordará que toda la vida no es más que un continuo aprendizaje…

Otro recurso -más inmediato- es aprender de los niños a vivir el aquí y ahora, con ilusión. Ellos son los verdaderos maestros de la vida, pues no acumulan experiencias y creencias que socaven su razón, ni tienen en cuenta el futuro, que ya llegará. Viven
simplemente el hoy! Y para ello se concentran en sus emociones y sus sensaciones más inmediatas, sin tener en cuenta lo que ya pasó o lo que tal vez llegará. Los niños sin duda viven con ilusión cada momento… lo que para nosotros los adultos cargados de lastre del pasado o con expectativas de futuro, ya sería todo un lujo o, como mínimo, una gran oportunidad.

"Un hijo no es responsable del padre que tiene". Daniel Vázquez Sallés. La Contra de La Vanguardia.

Daniel Vázquez Sallés, escritor
Tengo 47 años. Soy de Barcelona. Soy escritor. Dos veces divorciado, tengo dos hijos, Daniel (13) y Marc (3). ¿Politica? Soberanista de una Catalunya bilingüe. ¿Creencias? He tenido muerto a mi hijo en mis brazos cuatro veces, y vi una luz en su pupila cuando volvió a la vida.

RECUERDOS
Cada uno vive como puede, sí. Antes de hablarme de su padre muerto, Daniel Vázquez me estremece al relatarme cómo vive cierta enfermedad crónica de su hijo Marc, cuya vida rescató de la muerte clínica con un boca a boca, Daniel pugna por la vida de su hijo y por la memoria de su padre, Manuel Vázquez Montalbán, muerto hace diez años, a los 64. Daniel vive su ausencia también como puede: la ha transmutado en un libro espléndido, Recuerdos sin retorno (Península), sucesión de estampas junto a él, y lo hace con elegante y valiente prosa, cuajada de emociones íntimas y de nombres propios, entre los que se toma alguna revancha.

Qué tal está Manuel Vázquez Montalbán?
En la barra de un bar, bebiendo y hablando con el Perich de Laura Antonelli...

Diez años de la muerte de su padre.
Viernes, 18 de octubre de 2003, cuatro de la madrugada, llamada de mi madre: "Tu padre ha muerto de un ínfarto en el aeropuerto de Bangkok".

¿Cómo se quedó usted?
Recordé un guion que escribí un tiempo antes, que arrancaba así: "Tu padre ha muerto de un infarto...".

Vaya.
Creo que inconscientemente me preparaba para la muerte de mi padre... Él era cardiópata, yo era hijo único, teníamos un vínculo fuerte... Preferí no ver su cadáver.

¿Con qué imagen se queda?
Con una sonrisa suya, cierto día. Una sonrisa protectora.

Manuel Vázquez Montalbán no sonreía mucho.
Hasta los cinco años durmió en la cama de su madre, paraíso del que fue expulsado al volver su padre de la cárcel, represaliado político. Heredó su carácter introspectivo, poco efusivo afectivamente... Su padre, mi abuelo Evaristo, le insistía en que se emplease en un banco...

Claro, es que eso de escribir...
Mi padre fue el primero de su familia en estudiar. ¡Su mayor viaje fue salir del barrio chino, cruzar la Ronda, ir a la universidad! "Hasta los años setenta viví para escribir, a partir de entonces escribí para vivir", decía.

Y le fue bien.
Le pagaban por escribir, no explotaba a nadie y era generoso: "A los que tienen dinero les pido que me paguen mucho, y a los que no tienen, gratis".

¿Con qué frase suya se queda?
“La vida no es lo que esperábamos", "el movimiento se demuestra huyendo"... Pero me quedo con lo que me dijo el día en que, siendo yo niño, le pregunté: "¿Por qué a mí nunca me dedicas un libro? ¿No me quieres?".

Anhelaba usted mucho su afecto
Un hijo no es responsable del padre que tiene, fue su magnífica respuesta.

Cuénteme alguna otra lección.
Quise dedicarme a la dirección cinematográfica, y un día de crisis dramaticé y le espeté: "iVoy a dejar el cine!". Me respondió así: "Te apoyaré en cada decisión, pero dime: ¿cómo dejarás lo que todavía no has hecho?".

Y ahora usted escribe... ¿le aconsejó?
"La escritura es un oficio", repetía: hay que meter horas y horas, y él lo hacía.

¿Qué opinaría hoy del mundo?
Ni un escéptico como él imaginó esta erosión del Estado de bienestar. Le sublevaría el actual manejo político de la mentira.

¿Y qué diría del independentismo?
Apoyaría una consulta, porque estuvo siempre con los movimientos sociales, pero sobre la independencia... no sé qué sentiría.

¿Y usted?
Soy soberanista de una Catalunya en la que el castellano sea cooficial. Se equivoca Muriel Casals, de Ómnium Cultural, al rechazar esto: ¡ahuyenta del soberanismo a muchísimos catalanes!

Su padre se perdió el Barça triunfante.
Me lo dijo Serrat a la salida de la final de París: "He pensado en tu padre". Qué putada, él sólo vivió las catástrofes del club.

¿Cómo amalgamó hedonismo y compromiso político?
El venía del hambre..., ¡y se vengó! Pero haciendo favores, ayudando, dando dinero...

¿Y cómo lo vivía usted?
Con miedo, como una amenaza a mi felicidad. Yo odiaba al partido, pues sentía que me podía partir mi infancia por su causa.

¿Cómo era el comunismo de su padre?
Mi padre era un anarquista que se enamoró de mi madre, y por ella se metió en el PCE. Desconfiaron de éL era tan callado que creyeron que era un infiltrado policial. Y era muy irónico, y eso le hacía sospechoso: el humor no cotizaba por allí... Nunca fue comunista de verdad.

¿No escribió demasiado?
No podía vivir sin escribir, hasta el punto de ganarse enemistades, como sucedió con Los alegres muchachos de Atzavara.

¿Tenía enemigos?
Presencié un pique: "Manolo, cada día estás más gordo", le soltó Luis Goytisoolo. "Y tú cada día más verde", le replicó mi padre.

¿Qué añora más de él?
Al compañero de viaje, sus consejos... Escribo, y me siento solo... Le veía en su mesa, me acercaba por detrás, le besaba la coronilla calva y él me decía: "Qué tal, chaval".

¿Qué reconoce de su padre en usted?
La piel de las manos, el entrecejo, ciertos gestos, el escepticismo, el aislamiento...

Si viviera, ¿qué le preguntaría?
Indagaría en su carácter tan melancólico.

No dispara nunca contra su padre...
Soy un privilegiado por haber vivido cosas a su lado, sólo puedo sentir gratitud.

Pero alguna disconformidad mantendría usted con su padre...

Sólo estaba disconforme con su incapacidad para demostrar una alegría. Pero... cada uno vive como puede.