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dissabte, 31 de gener del 2015

Los espacios que habitamos cambian nuestra psique. Jader Tolja. La Contra de La Vanguardia.

Jader Tolja, médico, estudia como el entorno modifica nuestro entorno y nuestra mente.
Nací en Milán hace 59 años. He creado y dirijo un laboratorio de investigación en la Universidad de Bratislava. Investigo la relación entre el cuerpo, la mente y el espacio. Sin percepción corporal, si sólo hay mente, lo verdadero y lo falso son iguales, es lo que nos pasa en política

PENSAR CON EL CUERPO
Quería investigar corno el espacio que nos rodea, la cultura y la fisiología del cuerpo y el cerebro se influyen entre sí, cómo todas las formas de diseño, desde el urbanismo hasta la moda, nos cambian a nivel neurológico. Ha sido un largo camino. Realizó investigación clínica en los primeros departamentos de Medicina Ppsicosomática de Europa. Hoy es formador de Anatomía Experiencial (con varios libros publicados) y profesor de Body Conscious Design en la Domas Academy of Design en Milan y en otras universidades de diseño en Europa, Asia y América. Ha participado en el European Creativity Festival organizado en Barcelona por el Art Directors Club of Europe

La cultura: nuestra manera de pensar las ciudades, los objetos cotidianos, la moda..., redefinen nuestro cuerpo y nuestra manera de pensar.

¿Hasta qué punto?
Nuestro sistema nervioso está diseñado de tal modo que modifica el interior de nuestro cuerpo en respuesta al exterior. Cualquier estímulo externo, una plaza dura o la presencia de agua, provoca un cambio en el interior de nuestro cuerpo.

¿Cuál es el problema?
El problema es que los proyectistas desconocen el efecto que van a crear. Ante una plaza de cemento el sistema nervioso interpreta que está inmerso en algo duro y escoge una actitud de alarma, el cuerpo no se relaja, y sí lo hace en presencia de agua o tierra.

¿Hay estndios?
Sí. Sabemos, por ejemplo, que si desde la habitación de un hospital se ven árboles y verde, la persona ingresada es dada de alta tres días antes que la que no ve verde.

Curioso.
Un bosque nos permite no fijar la atención en nada particular, es armónico, y esto automáticamente lleva el sistema nervioso al lóbulo frontal derecho, al sentir. Si en el entorno hay muchos estímulos visuales, -viramos al lóbulo frontal izquierdo, el que focaliza.

La vida moderna nos lleva a estar bajo el mando del cerebro izquierdo.
Sí, cuando en realidad el cerebro izquierdo ha estado diseñado para estar al servicio del cerebro derecho, ¿Conoce a Perry Mason?

¿Puro cerebro derecho?
Sí, Mason tiene la visión de conjunto, y cuando necesita detalles manda a su ayudante, Paul Drake: el cerebro izquierdo. Hoy, nuestra educación, cultura y el diseño de los sistemas operativos nos convierten a todos en Paul Drake.

¿Qué tipo de sociedad crea eso?
Visual, incapaz de distinguir entre forma y contenido, y por tanto muy fácilmente manipulable. Ver el cielo estrellado nos permite entender que formamos parte de una coreografía planetaria. Si todo es selfie, fácilmente me creo el centro del universo.

Y usted estudia como evitarlo.
Investigo cómo intervenir a nivel cultural para rediseñar lo que nos rodea de manera que se adapte a nuestro sistema nervioso.

Se trata de cambiar el punto de vista
Sí, hay que diseñar a partir del cuerpo. En el diseño de interiores, si la decoración y los muebles son bajos y horizontales la sensación es de calma. Por el contrario, si hay muchos elementos altos y verticales nuestro sistema nervioso está más en alerta.

Podríamos llegar muy lejos.
Un espacio largo y estrecho nos lleva a una situación de alerta porque limita nuestras opciones de fuga. Un horizonte amplio nos proporciona sensación visceral de bienestar. Las ciudades y la mayoría de objetos están diseñados desde la teoría, la abstracción, la racionalidad, provocando situaciones de continuo esfuerzo físico y psíquico.

Eso se palpa.
Nos adaptamos a la arquitectura, a la moda, en lugar de adaptar la moda y el espacio a nosotros, y es un círculo vicioso: a mayor desconexión del cuerpo menor control del diseño, porque la gente pierde la capacidad de entender el precio que paga fisícamente.

Los tacones son un ejemplo.
Si observamos los pies, con sus 26 huesos y 36 articulaciones, no tienen sentido, pero no solo los 5 cm de tacón que atrofian los gemelos un 13%, sino cualquier zapato, porque no dejan espacio para distender de manera natural los dedos laterales. Ese diseño parte de una idea mental de lo que es un pie, de hecho se diseña a partir de un molde cónico de madera acabado en punta; lo contrario a un pie.

¿Qué provocan?
El cuerpo es una tensoestrucrura y al bloquear una articulación, otro lugar del cuerpo también se bloquea. Si uno camina con los pies contraídos no puede tener el resto del cuerpo relajado y libre, todo el cuerpo estará tenso. Pero el problema va más allá.

¿...?
La ansiedad es una expresión de un bloqueo de la respiración. Si el pie no tiene movilidad, se limita la respiración. Si ambos pies se mueven constantemente como dos bloques, inhibimos la alternancia de relajación y contracción entre los dos lados del cuerpo erradicando el concepto del dos en el cuerpo y en la mente.

¿Con qué consecuencias?
Por ejemplo no desarrollamos la capacidad de percibir al unísono las necesidades de dos personas diferentes y equivalentes. Percibimos que una debe adaptarse a la otra.

Hay que diseñar a partir del cuerpo.
La cultura está dominada por el cerebro izquierdo, por lo mental y abstracto, y toda su expresión, desde la educación hasta el vestir, nos coacciona. En la educación o en el deporte debemos partir de que el cuerpo funciona en base a un principio de placer.

¿Qué sería lo correcto?

Un proceso de humanización cultural, comprender cómo es nuestro cuerpo y nuestra psique; se trata de un proceso de educación somática. Hay que entrenarse a sentirse.


Nunca es demasiado tarde para nada. Patricia Ramírez. Huffington Post.

La edad no te condiciona, lo que te condiciona a la hora de seguir aprendiendo, cambiar de profesión, enamorarte, conocer nuevas personas o iniciarte en una afición es la interpretación que tú le das a tu edad.
En esta vida todo es relativo. ¿Por qué te ves mayor para emprender o hacer algo nuevo si no sabes qué día te vas a morir? ¡Desconoces por completo cuántos años vas a estar aquí! Las personas que por desgracia han fallecido jóvenes, víctimas de una enfermedad o de algún accidente, nunca pensaron que eran demasiado mayores para estudiar su carrera. Se limitaron a vivir. No tenemos información de cuándo acaba nuestra historia, así que no tenemos capacidad para establecer cuándo somos mayores para algo. Mi abuela se inició en la informática a los setenta y pico. Hoy tiene ochenta y nueve y maneja el ordenador y las redes sociales mejor que alguien de cincuenta que cree que ya no tiene edad para cambiar su metodología de trabajo o para aprender algo nuevo de informática. ¡Quién le iba a decir que con setenta y pico todavía le quedaban veinte años de experiencia informática!
No es la edad, es la actitud. Las personas jóvenes no son las que están por debajo de los 40 o los 30, sino las que se sienten llenas de vida, de ideas, de proyectos, las que desean vivir de forma plena y seguir aprendiendo. La juventud es aprendizaje y tenemos capacidad de aprendizaje hasta que morimos. Decía Eduardo Mendicutti en su libro Mae West y yo que hasta la muerte, todo es vida.
Muchas son las personas que han decidido hacer su carrera universitaria cuando llevan veinte años trabajando en otra profesión. Le han dado un giro a sus vidas y se sienten ahora plenamente satisfechas. Les costó esfuerzo, quitarse horas de descanso o de otras actividades, pero no dejaron de perseguir y trabajar por un sueño.
Que no te asuste la falta de memoria o de concentración. A pesar de que el cerebro y las personas perdemos facultades, lo cierto es que nuestra experiencia, la capacidad de relacionar conceptos y otras habilidades suplen lo que vamos perdiendo. Siempre estamos en equilibrio. La capacidad de aprendizaje de alguien que se cree mayor, con tanto que lleva almacenado en el cerebro, a veces es más sencilla que la de una persona de 18 años.

La capacidad de aprendizaje se relaciona con:
La motivación. Cuando algo te interesa de verdad, le prestas atención, inviertes horas y al final terminas por conseguirlo.
Las facultades intelectuales. A pesar que el tiempo reduce ciertas facultades como la memoria, la agilidad mental o la concentración, ninguna de ellas sufre un nivel de deterioro tan grande como para limitarnos el aprendizaje. Y lo más importante, se suplen con la experiencia, el interés y la motivación por querer hacer cosas nuevas.
La estimulación. Necesitas entrenar la mente. Leer, hacer ejercicios, resolver problemas, jugar con palabras, con números o lo que te llame la atención. Cualquier actividad cognitiva te mantendrá la mente ágil.
La paciencia. No se consigue todo a la primera. Plantéate que no tienes opción de tirar la toalla, no existe esta posibilidad. Persevera, aprende de los errores, vuélvelo a intentar. Lo que importa es conseguir la meta, no las veces que tropieces en el camino.
La capacidad de organización. Cuando de adultos tratamos de compaginar una formación nueva, otra carrera universitaria, no siempre podemos dedicarnos de forma plena a ello. Las responsabilidades como los hijos o tener que pagar la hipoteca impiden que dejemos el trabajo actual y podamos estar a pleno rendimiento con lo nuevo. Tendrás que hacer un sobreesfuerzo y compaginar. Y para ello es fundamental gestionar bien el tiempo y saber organizarse. Las personas que hacen más actividades no suelen tener tiempo. Solo se organizan mejor.
La experiencia es un grado. Conocer los procedimientos, el funcionamiento de la vida en general, lo que es importante y lo que no lo es, facilita que tu concentración esté en lo que es relevante.

No permitas que nada te frene si estás apasionado con tu proyecto. La vida es larga y siempre ofrece nuevas oportunidades. Lo cierto es que hay que salir a por ellas porque rara vez llaman ellas a la puerta.


divendres, 30 de gener del 2015

Lo que yo cargo conmigo.

Aquel profesor era un hombre comprometido y estricto. Era conocido por sus alumnos como un hombre justo y también comprensivo. Aquel día de verano, al terminar la última clase del año académico, mientras el profesor organizaba unos documentos en su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y con actitud desafiante le dijo:
-Profesor, no sabe cuánto me alegra haber terminado ya las clases para dejar de oír tonterías y de aburrirme en esta asignatura.
El alumno se quedó de pie, con la mirada arrogante, esperando la reacción de su profesor. Suponía que éste se sentiría ofendido y que sus palabras lo iban a herir. Mientras tanto, iba mirando y mostrando una media sonrisa a los compañeros que quedaban dentro del aula y que se quedaron a la expectativa de lo que sucedía. El profesor miró a su alumno un instante y con la palabra pausada y suave le preguntó:
-Dime una cosa, cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes?
El alumno, desconcertado, por la pregunta inesperada le respondió, aunque despectivamente:
-¡Por supuesto que no!
-Así pues -prosiguió el profesor-, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia o rencor, que puedo decidir no aceptar.
-No entiendo a qué se refiere -dijo el alumno, aún más confundido.
-Muy sencillo -replicó su profesor-, tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y para decirte la verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad.
El alumno lo escuchaba sorprendido.

-Muchacho -concluyó el profesor-, tu rabia pasará, pero no intentes dejarla conmigo porque a mí no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargue con el mío.

El cansancio mental. Miriam Subirana. El País.Ilustración Anna

Ilustración Anna Parini
La mente fatigada provoca dispersión, falta de atención y de claridad. En la situación contraria, es capaz de ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente.
Las preguntas relevantes son como escobas que barren la mente y crean un espacio limpio.
Cuando la mente está libre de todo conflicto, existe una energía creativa que surge libre de condicionamientos
Gracias a nuestra poderosa mente pensamos, soñamos, ideamos, proyectamos, asociamos ideas, diseñamos, planificamos, generamos expectativas, imaginamos y recordamos. El pensamiento puede ser beneficioso o nocivo, positivo o negativo, necesario o inútil, insípido o creativo, elevado y sublime o destructor y desgarrador. Muchos pensamientos son innecesarios. Algunos surgen como tormentas que nos azotan. Si no gestionamos bien toda la actividad de nuestra mente, el cansancio mental se convierte en nuestro compañero inseparable.
Es una fatiga que provoca dispersión, pereza, falta de atención y de claridad; además, disminuye nuestra capacidad resolutiva. En cambio, cuando se está inspirado y motivado, la mente nos revitaliza y genera pensamientos creativos que suscitan energía y fuerza. En un estado creativo, los pensamientos son prácticos, poéticos y manifiestan belleza. La mente está abierta y puede ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente.
Desafortunadamente, este estado mental no suele durar mucho. Más bien nos sumergimos en una actividad mental estéril y agotadora. Cada individuo genera unos 50.000 pensamientos al día, muchos de los cuales son repetitivos y mecánicos. Otras veces se da vueltas una y otra vez sobre cosas que no se pueden cambiar. Son pensamientos que suelen referirse al pasado. No llevan a ninguna parte y agotan.
Cuando se vive en un tren de pensamientos innecesarios y debilitantes, viene bien plantearse algunas preguntas que ayuden a desactivar ese mecanismo repetitivo y lleven a una reflexión más productiva y estimulante. Por ejemplo, ¿cuál es la intención que le mueve a pensar lo que está pensando? El primer paso es encontrar el propósito, porque permite darse cuenta de lo inútil de ese pensamiento y cambiar el rumbo.
Otra práctica aconsejable es intentar no utilizar demasiado los tiempos verbales condicionales, ya sean en pasado o en futuro. Por ejemplo: “Si hubiera estado ahí en esos momentos, no habría sucedido esa desgracia”. “Si hubiera tenido esa información a tiempo, habría ganado ese caso”. Cuando tenga el título seré más respetado por mis superiores”. “Cuando él cambie estaré mejor”. Como el pasado pasó y el futuro aún tiene que venir, este tipo de juicios no son útiles, debilitan y agotan. Es tan importante aprender a transformar como a no crear estos pensamientos sobre asuntos que no podemos cambiar o que no depende de nosotros que cambien. Así se estará más concentrado y se tendrá mayor claridad para tomar las decisiones adecuadas.
No se trata de dejar la mente en blanco, sino de generar pensamientos positivos, creativos, inspiradores, beneficiosos. Así se logra un espacio mental fértil. Deliberar en positivo no es negar la realidad, sino ser capaz de ver los problemas y tener la creatividad mental para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse. Las reflexiones positivas fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser cavilaciones que se basan en valores y en apreciar y agradecer lo que se es y lo que se tiene. Una mente agradecida es una mente descansada.
Otro aspecto que agota es nuestra extraordinaria capacidad de planificar: reuniones, encuentros, acciones, lugares, horarios… Cuando las cosas se suceden una tras otra según los planes, uno está más tranquilo que cuando los imprevistos tergiversan los planes. Si se aferra a su plan, deja de escuchar las señales que el momento o las personas le están dando, y quiere que la realidad se amolde a sus ideas y no al revés. Al forzar nos cansamos. A veces es nuestro cuerpo el que nos pide descanso, pero como el plan era otro, nos forzamos a cumplirlo.
En una sesión de coaching, una mujer explicaba cómo se obligaba a realizar los planes que se había marcado y los compromisos que había adquirido, forzándose a cumplir los horarios impuestos por otras personas importantes para ella. Aunque sintiera que debía parar, su mente le hacía seguir. Sin parar, ni respirar con consciencia ni escuchar. Estaba agotada mentalmente. A veces hemos planificado algo, pero cuando llega la hora sentimos que no es el momento o no es el nuestro. Es importante detenerse unos minutos para replantear la situación. Ese rato da un espacio mental para abrir un paréntesis, ver y decidir con mayor claridad.
A veces el cansancio mental surge de las luchas internas entre lo que nos gustaría que fuera y lo que es, entre si decir o callar, si salir o quedarse, entre las decisiones que se toman y lo que en realidad se hace. Debemos incorporar prácticas para comprender de dónde surge tanto pensamiento estéril, para escucharnos y acallar los ruidos mentales.
Ejercitar la mente con pensamientos creativos revitaliza. Es como cuando se hace ejercicio físico. Caminar, correr, nadar o jugar al tenis energiza, y si acabamos cansados, se siente que es un cansancio sano. Por el contrario, si nos quedamos de pie media hora sin movernos, terminamos más cansados que si hubiéramos estado ese rato caminando. A la mente le ocurre algo parecido: si está “parada” dando vueltas a un mismo asunto, se agota más que cuando avanza con pensamientos inspiradores que abren nuevos horizontes.
¿Qué se puede hacer para que nuestro pensamiento sea más inspirador y vigorizante y combatir el cansancio mental? Cultivar el pensamiento creativo, reflexivo y claro. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo un viaje a un entorno natural y observar. Mirar el horizonte que une mar y cielo en una playa; sentir la humedad del suelo o gozar de los colores de las hojas y los ruidos de la naturaleza en una montaña. Así es más fácil que la mente se calme.
Ilustración Anna Parini.
Son situaciones que ayudan a parar la actividad mental durante un par de minutos y a descansar. Se trata de visualizar un espacio que me ayude a renovar el discernimiento.
En un mundo saturado de información y conversaciones que provocan ruido mental, emocional y físico, se necesita cultivar espacios internos de silencio para estar centrados. Un silencio creativo, contemplativo y generativo. Es decir, que genere positividad y bienestar, comunicación y sentido y una quietud en la cual se gesta el pensamiento transformador. Aunque uno esté en un entorno ruidoso, puede ser creador de pensamientos inspiradores como cuando está rodeado de naturaleza.
Todo mi esfuerzo debe limitarse a controlar las idas y venidas de la mente, poner la imaginación a mi servicio y dejar de estar yo –como un esclavo– al suyo.
Tenemos la capacidad de crear las reflexiones que queremos. Utilicémosla más a menudo. Para ello, se debe controlar la mente, dirigirla y mantener centrada la atención. Si uno se queda atrapado en sus propios pensamientos, no tendrá poder sobre ellos. Cuando, observándolos, se logra separarse de ellos, se deja espacio, se asume el control y se pueden canalizar en la dirección que se quiera.
Para tener poder sobre algo se debe ver desde cierta distancia. Al observar un cuadro, si se pega la nariz a él, no se ve más que un pedacito borroso. Si nos distanciamos, podemos abarcarlo en su totalidad. En la práctica de meditación se aconseja sencillamente observar los pensamientos y dejarlos pasar. Llega un momento en que uno se da cuenta de que son una creación mental, una película, que uno puede dejar de crear y de seguir. Al lograr este dominio, se conecta con un estado de calma y claridad que permite crear los discernimientos de calidad que queremos. Una buena meditación revitaliza, nos llena de energía, barre la mente de reflexiones innecesarias y deja espacios para la innovación y la renovación mental.

PARA SABER MÁS
Discos
Escuchar música relajante contribuye a descansar la mente. El mejor álbum de relajación del mundo contiene dos CD con 36 obras de grandes compositores. En el librito que lo acompaña leemos: “La música amansa a las fieras. Nos tranquiliza, nos libera de las tensiones y crea para nosotros un ambiente de relajación sosegada”.
Libros
Biografía del silencio. Pablo d’Ors (Siruela)
La mente en meditación. Jiddu Krishnamurti (Kairós)

Leerlos nos acompaña a descansar la mente.


dijous, 29 de gener del 2015

¿Para qué sirve el sufrimiento?. Irene Orce. La Vanguardia.

Angustia, tormento, desesperación El sufrimiento nos convierte en prisioneros de una existencia desnuda y vacía. No en vano, los expertos lo definen como la causa más común del tan silenciado suicidio. Cuando toma el control de nuestra mente, nada parece tener sentido. Como un “tsunami” emocional, arrasa con cualquier vestigio de alegría y bienestar, consumiéndonos. Sin embargo, también nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestra propia vida, pues nos conecta con nuestra más profunda vulnerabilidad.
Si nos permitimos bucear en ese espacio interior auténtico, crudo y honesto, donde reposan nuestras verdaderas inquietudes y necesidades, podremos redefinir nuestros límites, reubicarnos y reconstruirnos, saliendo fortalecidos de la experiencia. Así, aprender a transformar el sufrimiento en una fuente de aprendizaje nos permitirá tomar impulso de nuevo, creciendo ante las dificultades y superando obstáculos que creíamos insalvables. De ahí que los grandes sabios afirmen que el sufrimiento puede convertirse en un gran maestro, una puerta abierta a la comprensión.
Sin embargo, para aprender de la experiencia que nos ofrece, es necesario trascenderlo. Y el primer paso para lograrlo es tomar consciencia de la diferencia que existe entre el dolor y el sufrimiento. Mientras el dolor es una reacción física (como por ejemplo un fuerte dolor de cabeza), el sufrimiento es una reacción psicológica, una interpretación negativa de ese mismo dolor, que nos limita y nos lleva a quejarnos, lamentarnos y victimizarnos. Así, mientras el dolor es inevitable, el sufrimiento es algo que depende de la forma en la que reaccionamos ante un estímulo determinado.

Cómo pasar de oruga a mariposa. “La adversidad es ocasión de virtud”, Séneca
Cuenta una antigua historia que un joven paseaba por el bosque. En su camino, halló una crisálida de mariposa resguardada entre las hojas de una planta, y la curiosidad le impulsó a llevársela a su casa para ver cómo nacía. Tras esperar durante varias horas, el joven observó, emocionado, cómo se había abierto un diminuto orificio en el capullo de mariposa. A los pocos minutos, empezó a notar cómo luchaba por salir a través del minúsculo agujero.
El tiempo pasaba, y parecía que la mariposa se había quedado atascada. Daba la sensación de que no progresaba en su intento por librarse de la cárcel de la crisálida. El joven, generoso y atento, decidió ayudarla. Sin pensarlo dos veces, cogió unas finas tijeras y realizó un corte lateral en el orificio del capullo para agrandarlo y facilitarle la salida. Y la mariposa salió al exterior sin necesidad de hacer ningún esfuerzo más.
El joven, satisfecho por su intervención, se quedó mirando a la mariposa, que tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas, débiles y plegadas. Esperaba ansioso ver cómo volaba por primera vez. Sin embargo, debido a su ignorancia, había impedido que la restricción de la abertura del capullo cumpliera con su función natural: incentivar la lucha de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo nutrieran sus alas para fortalecerlas antes de salir al mundo y comenzar a volar.


El sufrimiento como oportunidad de aprendizaje. “Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento”, Gerardo Schmedlig
Nuestra mente, traicionera, se aferra al miedo, a la exigencia, al deseo y a las dañinas expectativas. Y cuando la realidad no se adapta a lo que nosotros esperamos, nos invade la frustración, preludio del sufrimiento. Este dolor psicológico es el resultado de todas aquellas creencias y reacciones que limitan nuestra comprensión, y tiene una clara función: derribar los muros de nuestra ignorancia, ampliando nuestro nivel de consciencia.
Aunque la mayoría de seres humanos pasan por la vida huyendo del sufrimiento, se trata de una gran oportunidad para aprender y evolucionar, haciéndonos más fuertes y sabios. De ahí la importancia de atrevernos a enfrentarlo. Y sea cual sea la causa que lo desencadene, no desaparecerá hasta que la comprendamos y la integremos en nuestra forma de ver la vida.
El sufrimiento nos enseña que no podemos controlar nuestras circunstancias, pero sí la actitud que tomamos ante ellas. Nos ayuda a superarnos a nosotros mismos, a eliminar nuestras resistencias. Y cuando comprendemos el mensaje que nos quiere transmitir, se desvanece. Al fin y al cabo, esta perversa trampa de la mente nos lleva a saturarnos de malestar. Y al llegar a nuestro límite, el cambio se convierte en algo necesario e inevitable. Dejar de sufrir pasa por conocernos a nosotros mismos y aprender a ser protagonistas de nuestra vida, en vez de víctimas de nuestros pensamientos. La clave está en comprender que, como en la historia de la mariposa, la adversidad tiene su función

En clave de coaching
¿Cuáles son las situaciones que más sufrimiento me han generado?
¿Por qué creo que me sucedieron?
¿A qué atribuyo haberlas superado?

Libro recomendado
“Tratados morales”, de Séneca (Espasa)




La piedra en el camino.

El distraído tropezó con ella
El violento la utilizó como proyectil
El emprendedor, construyó con ella
El campesino, cansado, la utilizó de asiento
Para los niños, fue un juguete
Drummond la poetizó
David, mató a Goliat
Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre.

No existe “piedra” en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento

dimecres, 28 de gener del 2015

El poder de la envidia.

Cierta vez, mientras el demonio atravesaba el desierto de Libia, llegó a un lugar donde un grupo de amigos suyos trataba de atormentar a un santo ermitaño mediante imágenes de los siete pecados capitales. Pero la fuerza de voluntad de aquel santo hombre era demasiado poderosa para ellos, de modo que éste pudo desbaratar fácilmente sus diabólicas intenciones. Tras observar el miserable fracaso de estos diablillos, el demonio avanzó dispuesto a darles una lección.

-Lo que están haciendo es muy torpe -les dijo-. Permítanme un momento.
Y le susurró al santo:
-Tu hermano acaba de ser nombrado obispo de Aleandría.
En el acto, una mueca de maligna envidia nubló el rostro sereno del ermitaño.
-Ésta -explicó el demonio a sus diablillos- es la clase de cosa que suelo recomendar.

Arthur Conan Doyle

EL LADO OSCURO DEL PENSAMIENTO POSITIVO. Álvaro Merino.

Llenamos las redes sociales de mensajes positivos, encontramos frases de discutida autoría cargadas de positividad. Hasta aquí muy bien, pero ¿para qué?
¿Qué conseguimos con tantas frases positivas? ¿De qué sirve el pensamiento positivo si se queda ahí?
Y es que desgraciadamente en muchas ocasiones, este tipo de pensamientos sirven únicamente para convertirte en alguien muy cool con trazas de trascendente y punto. Muchos de los pensamientos positivos que leemos y compartimos nada tienen que ver con nuestros comportamientos.
Leía no hace mucho que lo importante no es si la botella está medio llena o medio vacía sino que lo importante es si la estamos llenando o la estamos vaciando. Posiblemente ésta sea la esencia del lado oscuro del pensamiento positivo. Leemos, pensamos, pero luego no actuamos positivamente, sino que seguimos siendo esclavos de estados de ánimo negativos que utilizamos como excusas para abandonar nuestros objetivos.
El pensamiento positivo puede convertirse en la guarida perfecta para aquellos que no quieren enfrentarse a las dificultades inherentes a la vida. Transforman el verdadero pensamiento positivo en la versión superficial y superflua de la vida. Negar las dificultades y hacer huidas hacia delante no es quedarse solo con lo positivo, es ser un cobarde.
El pensamiento positivo sin un comportamiento positivo coherente es una gran mentira. Y un comportamiento positivo se construye desde la aceptación de aquello que no puedes decidir, de aquello que nunca podrás cambiar y de la actitud con la que tu llenes la botella que en muchas ocasiones ni siquiera has elegido.
Ser optimista pero carecer de un plan riguroso, estructurado y bien diseñado es el camino perfecto para vivir esa mentira. Y vivir así, antes o después, se viene abajo irremediablemente. Es cuestión de tiempo. Tener objetivos bien diseñados, ser disciplinado y persistente es más importante que tan solo tener intenciones positivas y pocos o ningún acto coherente.
Al igual que no tener enfermedades nunca es sinónimo de estar sano, carecer de pesimismo no es ser optimista. Ser optimista tiene mucho más que ver con conseguir que nuestro cerebro disponga de una “ventaja de felicidad”, es decir, que funcione en positivo con más frecuencia que en negativo. Y para conseguir que el cerebro trabaje de esta manera hay que entrenar a diario y con mucha consciencia.
El optimismo guarda mucha más relación con la tolerancia a la frustración y con la resiliencia, que con el hecho de agarrarnos a frases que nos acercan al tan utilizado refranero, que despacha consejos para todos y tiene respuestas en todos los sentidos. Me recuerda mucho a aquella frase del genial Groucho Marx sobre sus principios: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

Sin embargo, ser capaces de sobreponernos a las adversidades y salir reforzados de ellas nos regala un entrenamiento valioso para nuestro cerebro, que afrontará con mayor optimismo otras situaciones difíciles.
Ser optimista es ser valiente, es dar un paso adelante cuando lo cómodo sería quejarse por la mala suerte y no apostar por cumplir con tus objetivos y decidir esforzarte por conseguirlos.

Menos frases optimistas y más hechos positivos.


dimarts, 27 de gener del 2015

¿Es amor verdadero?. Leocadio Martín.

El amor no mata. El amor es libertad
El amor debe construir y no hacernos mal. ¿Cómo diferenciarlo? Te dejamos seis claves, que propone el psicólogo Kevin D. Arnold, para hacerlo.
El amor verdadero se basa en el deseo de dar, sin esperar algo a cambio. Confíar el uno en el otro en que estarán para apoyarse. El amor viciado rara vez da sin esperar algo a cambio, el dar es solo una forma de obtener algo a cambio, no una forma de expresar cariño.
Las personas que aman de una forma sana trabajan para conocerse el uno al otro esforzándose por descubrirse mutuamente. El amor viciado exige que cambies y seas la persona que otra persona quiere que seas. No le importa quien seas tú, solo que te conformes a sus demandas.
Un amor sano crea áreas en la relación que son privadas, en las que nadie más puede entrar. El amor real protege el tiempo que comparten, lo que saben el uno del otro, y las cosas únicas que hacen entre ustedes. El amor viciado no da privacidad, tus debilidades se vuelven el chiste de todos; los detalles de eventos privados como los besos se comparten con todos quienes estén dispuestos a escuchar; y el tiempo juntos se le da a cualquier persona menos a ti.
Si tu pareja realmente te ama, las discusiones se vuelven formas de aprender más el uno sobre el otro. Verás un esfuerzo genuino para arreglar los conflictos por medio de la comunicación entre ustedes, escuchando los sentimientos sinceros del otro. El amor viciado es rencoroso. Cada discusión se convierte en una oportunidad de venganza. Verás que las peleas llevan a culpar, coerción o rechazo.
El amor verdadero pone a dos personas en un espacio de vida compartido, donde crean metas que promueven el bienestar del otro. Tu pareja debería querer que tus esperanzas y sueños se vuelvan realidad. El amor viciado solo toma, no da. El amor dañino te pide que sacrifiques tus sueños, en vez de cumplirlos. El amor viciado se trata solo de interés propio, no de interés por los demás.
El amor sano crea el deseo de cuidar a la otra persona. Tú quieres que la otra persona esté en tu vida, te preocupas de qué es lo que necesita. En cambio, el amor viciado exige cosas y usa la culpa para obtener lo que quiere. Tu pareja te dirá que eres malo o que no te preocupas, y te comparará a otros para hacerte sentir mal, y luego te dará el siguiente mensaje: “pero, mi amor, si haces lo que te digo que hagas, entonces quizás te perdone.” No decides rendirte porque quieres, sino porque tienes que hacerlo.


El amor sano te deja sintiéndote mejor al final del día, pero el amor dañino duele mucho la mayor parte del tiempo.


ENMASCARADOS

¿Te has parado a pensar alguna vez cuánto de ti hay en verdad en ese rostro que muestras cada día? ¿Cuántas veces eres TÚ en realidad el que aparece y habla ante los demás, en lugar de ese otro YO que te has inventado, porque piensas que es así como los demás quieren verte?
Debemos ser conscientes de que cada vez que fingimos ser como no somos, estamos atrayendo a nuestra vida a gente que responde a ese patrón, a esa forma de mostrarnos ante ellos. Y a la vez estamos alejando a quienes sí podrían apegarse a nuestra verdadera esencia que queda oculta tras la máscara. Por eso se insiste tanto en la importancia de ser auténticos.
Usamos la máscara para evitar que la gente vea nuestras debilidades, para luego descubrir que al no poder ver nuestra humanidad, los demás no nos quieren por lo que somos, sino por la máscara que empleamos.
Usamos una máscara para preservar nuestras amistades, luego descubrimos que perder un amigo por haber sido auténtico no es nuestra perdida, sino de la máscara.
Usamos una máscara para ser diplomáticos y evitar ofender a alguien, y no nos damos cuenta de que las personas que vale la pena tener a nuestro lado repudian las simulaciones.
Usamos una máscara hermosa y sin imperfecciones convencidos de que es lo mejor que podemos hacer para ser amados, pero sin percatarnos de que aquel que nos quiera de verdad habrá de amarnos incluyendo los defectos que camuflamos.
Al final descubrimos una triste paradoja: lo que más deseamos lograr con las diferentes máscaras que usamos, es precisamente lo que impedimos que llegue a nuestra vida con ellas puestas.
«Deja que el mundo sepa cómo eres y no cómo crees que deberías ser, porque tarde o temprano, si estás actuando, te olvidarás de actuar. ¿Y dónde estarás tú? (Fanny Brice)



dilluns, 26 de gener del 2015

"PARA VIVIR, ¡ARRIESGA! O VIVIRÁN TU VIDA POR TI". Mario Pérez Antolín, poeta y filósofo aforístico. La Contra de la Vanguardia. 29/06/11

Profanación
Mario Pérez Antolín empezó escribiendo poesía, y al ver que sus poemas se desnudaban de lirismo para vestirse de reflexión, los convirtió en aforismos filosóficos. Ahora ha reunido esos aforismos –¿nanocuentos? ¿microensayos?– en el libro Profanación del poder (Los Libros del Lince), con prólogo de Eugenio Trías, que le ve “chispazos de inteligencia y sabiduría”. El modo aforístico de filosofar resulta sabroso y digestivo: “Filosofar es dar testimonio de mi ruina sin inmutarme”, arguye Antolín, estoico. Y aconseja: “Si quieres mostrar autoridad, perdona; si quieres mostrar debilidad, ofende”. Antolín no ofende, sólo mueve a reflexión con su poesía que piensa y su filosofía que emociona.

Tengo 46 años. Nací en Stuttgart, hijo de la emigración, y vivo en Ávila. Soy profesor de formación agraria. Estoy casado y tengo un hijo, Darío (12). ¿Política? Las ideologías exigen una convicción. . . que luego no complacen. ¿Dios? Padezco laxitud en articulaciones y creencias.

Qué es el poder?
Toda creencia, fe o ideología, si son dogmáticas, amenazan tu libertad: el poder es una relación de fuerzas.

¿Y quién va ganando?
Los ciudadanos perdemos poder sobre nosotros mismos: nos imponen todo, estamos dejando de ser sujetos activos.

Dígame cuándo lo fuimos.
Nunca del todo, pero en sociedades más simples había más espacios para la autonomía personal. Nuestra sociedad, tan compleja, sólo nos ofrece alternativas para... el ocio.

Es algo.
Un ocio cargado de ficción, virtual, evasivo, que desdibuja la realidad. ¡Yo abogo por el realismo militante!

¿En qué consiste eso?
En analizar crudamente lo que hay delante, sin ficciones, y en buscar alternativas no escapistas.

Bien, pues analice: ¿qué ve?
Una medicalización de la política. De la teopolítica pasamos a la biopolítica: de condenar ideas desde la moral, hemos pasado a diagnosticar males desde la medicina. El inquisidor es hoy el médico y el técnico en servicios sociales.

Pero todo es por nuestro bien.
Sí, claro, y así vamos perdiendo parcelas de privacidad y autonomía.

¿Algún otro diagnóstico?
Superado el binomio clasista explotador-explotado, hoy tenemos por debajo del paria al invisible. El escenario es virtual: visiblesinvisibles. La lucha, hoy, consiste en hacerse visible. De ahí el auge de la red social, de los realities: hay que aparecer, exhibirse…

Y el 15-M... ¿no?. En esta sociedad de la información, ¿estamos informados?
Bombardeados de estímulos, cada vez más: a este paso, la información sólo será posible si nos llega de otro modo...

Sociedad del conocimiento... y a la vez máximo fracaso escolar: ¿qué hacer?
El saber estaba antes en pocas manos y el profesor era un núcleo de poder: tenía prestigio. Hoy el saber es más accesible, el profesor ha perdido valor, ya no se le respeta...

¿Tiene usted alumnos?
Sí, y noto que llegan desarmados para la crítica ante el poder. A esto conduce la tendencia instrumentalista de la educación (Bolonia), destinada a formar buenos técnicos, pero… ¿dónde está ya la formación humanística general, base verdadera de la educación?

Sea como sea, seguimos teniendo hijos.
Es nuestro modo de no resignarnos al inevitable fracaso personal: la muerte.

Filosofa usted en píldoras.
No digo en siete páginas lo que puedo decir en siete palabras: el aforismo es un modo sintético de filosofar, vengo de la poesía...

Regáleme alguno de sus aforismos favoritos.
“Lo bueno de las causas perdidas es que no pueden echarse a perder”.

Claro. Otro.
“Con la primera mentira termina la infancia, con la primera nostalgia empieza la vejez”.

Otro.
“Nadie hay tan poderoso que se permita desoír sus inclinaciones”. Todos obedecemos siempre a algo, a pulsiones interiores...

¿No somos libres?
Sólo si consigues ser guía de ti mismo. Pero, ¿puedes trascender tus pasiones?. Somos tan frágiles... Lo más resistente, sin duda, es la fragilidad.

¿Qué nos debilita?
La adulación, el halago. Gracias a los que me critican: ¡me tienen en cuenta! Y eso me refuerza. La crítica muscula a una sociedad. Si no, se empobrece y debilita.

¿Conoce algún consejo práctico para manejar el poder?
Para mantenerte en el poder, ríe los disparates al superior, evita las estocadas del igual y consigue la lealtad del subalterno.

Otra alternativa es transgredir el poder.
Detrás de todo moralista hay un inmoral, detrás de todo puritano hay un libertino... ¡Sólo el transgresor predica con el ejemplo!

Pero es arriesgado.
Es la única manera sensata de vivir: para vivir, arriesga. O vivirán tu vida por ti.

Pero también dice usted que “la cobardía es una estrategia de supervivencia”.
Sí, porque evita imprudencias en que puedes dejarte la piel.

A propósito... ¿qué me dice del amor?
En cuestión de sentimientos, la única certeza posible es esta: “Te odio, amor mío”.

¿Por qué?
Porque te desnudas ante tu amante, lo que te vuelve vulnerable, de modo que le facilitas convertirse en tu peor enemigo...

El amor y el desamor, inextricables.
Es inevitable..., pero nunca estamos preparados: el amor anestesia el costado por el que te entra la espada del desamor.

Qué paradoja...
La ironía y la paradoja son los registros que más uso para filosofar. Por ejemplo: “Ensalza algo tuyo que detestes..., y vendrá un envidioso para llevárselo”.

Ja, ja, cómo somos... Y no exhibas lo que sí aprecies, ¿no?
Claro, pues en tal caso lo pondrás en peligro. Ufanarte de tu suerte puede ser insultante para otros: ¡no te jactes de tu dicha, pues sobrevendrá la desgracia!

Despídase con otro aforismo suyo.
“No hay mejor ética que una apología elegante de la risa”.