Dice el aforismo: “Ten cuidado con cómo miras el mundo, porque el mundo
será como lo mires”. Y el poeta persa Rumi lo ilustra con un
breve cuento sobre la historia de un hombre poco agraciado físicamente y que
atravesó a pie el desierto.
En su travesía, el viajero vio
algo que brillaba en la arena, se acercó y recogió entre sus manos una especie
de pedazo de metal sucio. Lo limpió con sus dedos y resultó ser un trozo de
espejo. Lo miró entre sorprendido y extrañado, ya que nunca antes había visto
un espejo, y aunque se vio reflejado en él, no se reconoció.
–¡Que horror! –exclamó–
¡Qué feo! ¡No me extraña que lo hayan
tirado!
Y arrojó de nuevo el espejo al
suelo, prosiguiendo su camino.
(…)
Cuántas veces vemos en el otro
lo que somos.
Cuántas veces el otro nos hace
de espejo sin que seamos conscientes de ello.
Con cuánta frecuencia
proyectamos al mundo lo que tenemos encima sin darnos cuenta.
Un breve cuento que da mucho de
sí.
Besos y abrazos,
Álex
que clarito mensaje. Gracias.
ResponEliminaMerce
Gracias a ti por tu comentario.
ResponEliminaBesos.
Joan
tal cual es
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