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dimarts, 31 de març del 2015

WORLD BUILDER - Un corto de Bruce Branit.

Me impresionan la emoción, el amor y la sensibilidad que se desprende del personaje que crea este mundo para la mujer que ama que..... bueno, mejor descubrirlo vosotr@s mismos....

Hologramas, realidad virtual, innovadores interfaces de usuario… “World Builder” es un corto creado por Bruce Branit, en el que narra la historia de un hombre que utiliza herramientas holográficas para crear un mundo virtual para su amada.

Como curiosidad, el vídeo fue filmado en tan solo un día, pero las tareas de modelado, texturización, animación, renderizado y post-producción le llevaron al autor más de dos años de trabajo.


Ten una vida más significativa. La mente es maravillosa.

¿Qué significado tiene mi vida? ¿Te has hecho esa pregunta varias veces? Tal vez responderla honestamente te dé un poco de miedo, pero habértela formulado indica que quieres darle un sentido de una vez.
¿Por qué vives atado a tu rutina? No permitas que te absorba y te limite. Es cierto que tienes marcada una rutina por trabajo o estudio pero debes aplicarla sólo para eso. Tú puedes tener una vida más significativa de aquí en adelante.
Lo que necesitas para lograrlo es decidir cómo deseas vivir tu vida. Comienza por responder las preguntas que tu inconsciente te formula cada vez que se ve oprimido por tu cómoda rutina. Además de encontrar una motivación, también debes mejorar tu calidad de vida. Al mejorar la forma de relacionarte con tu entorno, encontrarás las respuestas a las preguntas más importantes.

Los pasos a seguir
-Céntrate en ser mejor persona. Trata de dar un paso atrás y piensa en cómo actuaría la persona que realmente deseas ser. Debes responder con mucha honestidad. En esa respuesta encontrarás el camino a tomar y las acciones a realizar. Comienza hoy mismo y acércate cada día más a tu ideal de persona.

-Conéctate contigo mismo. El tiempo compartido contigo mismo es fundamental. Relájate y conversa un rato contigo, lo más importante: escúchate. Para ser la persona que deseas, debes conocer a fondo tu interior. Unos 15 minutos por día serán suficientes para que puedas realizar unas respiraciones profundas y medites.

-Comparte tu tiempo. Una de las mejores formas para empezar a darle sentido a tu vida es ayudando a los demás. Puedes compartir tu tiempo una o dos veces por semana con personas con carencias. Muchas veces tienen carencia de afecto y tu presencia va a ser muy importante para ellos. Sentirás que puedes mejorar la vida de esas personas y empezarás a marcarte un rumbo.

-Escucha a todos. Pararte y escuchar a los demás te permite valorarlos como personas. No vayas por la vida creyendo que eres superior a alguien, todos pueden aportarte algo. Aprovecha el tiempo que compartes con los demás para escuchar sus puntos de vista y comprender distintas realidades.

-Ve la vida como un libro. Si eres buen lector y disfrutas de los buenos libros, podrás convertirte en escritor. Hoy debes escribir un excelente capítulo. Haz hazañas de novelas. Piensa en capítulos épicos, románticos o misteriosos y escribe tu propia aventura.

-Recuerda cuáles eran las cosas que más te hacían sonreír. Repítelas si puedes a diario. Trata de encontrar varias: ver alguna serie televisiva vieja, tomar un café en un determinado sitio, oler algún perfume. Vuelve a hacerlas y regálate momentos alegres a diario.

-Planifica tu día con todo lo que te gustaría que te pase. Desde almorzar con un amigo hasta una oportunidad laboral nueva. Escribe todo lo que tengas ganas que suceda. Trabaja hoy para que pase. Puedes escribir en una libretita cuando desayunas que cosas quieres que sucedan  y luego ¡márcalas si las consigues!

-Focaliza tus deseos. Este punto es uno de los más fuertes y tal vez de los más sencillos. Debes soñar muy alto, imaginarte en esa situación y visualizarte consiguiéndola.

-Es muy importante que tengas claro a dónde quieres llegar. Qué es lo que realmente deseas. Nuevamente debes ser realmente honesto y no tener miedo a desearlo, porque desearlo es el primer paso para lograrlo. Determina acciones a seguir para lograrlo.

-Expresa amor. Debes comunicarle a tus seres queridos cuánto los quieres y los valoras. Demuéstrales que valoras lo que hacen y que sientes aprecio y cariño por ellos. Llena de afecto tu entorno.

¿Cómo sería el mundo si todos fueran como yo?
Esta será la pregunta más difícil para que respondas. Puedes tentarte con decir: “muy bueno”. Pero creo que no estarías siendo honesto. Al respondértela con sinceridad, verás realmente qué cosas son las que debes cambiar. Darle un sentido a esa respuesta depende de ti.

Al conectarte contigo mismo, compartir tu tiempo y expresar tus emociones comenzarás a entender cuál es el rumbo que debe tomar tu vida. El capitán del barco eres tú. Tú tienes el timón y debes marcar el sentido.


dilluns, 30 de març del 2015

Todos construimos nuestra realidad. Jenny Moix Queraltó.


¿Le gustaría fabricarse otra vida? ¿Ser un impostor? De alguna forma, fabular con nuestras vidas está implícito en nuestros procesos psicológicos. Sepa por qué.
Una decisión tomada por la mañana, con buen ánimo, será absurda de noche, ya cansados.
Tania Head saltó a la fama como impostora. Afirmaba que era una de las supervivientes del 11-S. Según ella, cuando ocurrió la tragedia se encontraba en el piso 78 de la torre sur del World Trade Center, y se salvó gracias a un hombre que le apagó las llamas que le devoraban el vestido. A su historia añadía todo lujo de detalles conmovedores, como el anillo que le dio un hombre que se estaba muriendo para que se lo entregara a su mujer. Era la que mejor narraba las vivencias en el atentado, y por ello se convirtió en la presidenta de la Red de Supervivientes del World Trade Center.
Nada de lo que contaba era cierto; ni siquiera se encontraba en el edificio. De hecho, Tania Head es en realidad barcelonesa y su nombre es Alicia Esteve Head.
Está claro que se trata de un caso patológico y que era una fabuladora de su propia vida. Las patologías, en muchos casos, son exageraciones de procesos psicológicos, y por eso nos resulta fácil ver su fabulación. Sin embargo, de alguna forma todos fabulamos con nuestras vidas, todos nos construimos nuestra realidad.
Desde que nacemos, nuestra mente va absorbiendo información. Nuestro cerebro va ordenando, clasificando, procesando todo lo que nos pasa, y de esta forma va construyendo nuestras creencias. Vamos a ver las características de nuestros procesos psicológicos para entender cómo procesamos la información.

EL FILTRO. La atención selectiva.
En este momento, nuestro cerebro está captando mucha información: el contacto de la piel con la ropa, el ruido de fondo, los olores del ambiente...; sin embargo, en este preciso instante sólo somos conscientes de estas líneas. Así, aunque en nuestro cerebro entra mucha información, en la conciencia cabe muy poca, y por eso se necesita un especie de filtro que seleccione qué información va a entrar. La atención constituye precisamente este filtro. Pero es selectiva. ¿Y en función de qué seleccionamos? En gran parte, en función de nuestras creencias, nuestros intereses, nuestras necesidades, etcétera.

LA BIBLIOTECA. La memoria constructora.
A veces se compara la memoria con una biblioteca en la que vamos acumulando la información para luego acceder a ella cuando la necesitamos. Es una mala metáfora de la memoria. Si, por ejemplo, ahora nos pidieran que relatáramos la última discusión que hemos tenido con un compañero, grabaran nuestra explicación y nos volvieran a pedir la descripción de la misma discusión dentro de un mes, seguro que nuestro relato sería muy diferente y dependería en gran medida de nuestros sentimientos actuales hacia la persona. Muchas investigaciones demuestran que cuando estamos bien tendemos a recordar hechos positivos de nuestro pasado, y sucede a la inversa cuando estamos tristes. Por eso, en parte, muchas veces es tan difícil salir de una depresión, porque cuanto más deprimidos estamos, más tendencia tenemos a recordar los episodios negativos de nuestra vida, lo que a su vez más nos entristece. Es un círculo vicioso.

CATÁSTROFES. Pensamientos distorsionados.
Albert Ellis y Aaron Beck, los padres de la psicología cognitiva, afirmaban que, cuando pensamos, distorsionamos la información de diferentes maneras. Vamos a ver algunas:
- Filtraje. Se caracteriza porque sólo se ve un elemento de una situación. Imaginemos a un estudiante que va a recoger un trabajo al despacho de su profesor. El profesor le comenta que le ha encantado el trabajo y que lo único que tiene que mejorar es la presentación de la portada. Pues bien, si este alumno utiliza el filtraje, saldrá totalmente destrozado del despacho pensando en la dichosa portada, y se obsesionará con ella. No habrá captado el resto del mensaje, que tiene una gran carga positiva.
- Anticipación de catástrofe. Por ejemplo, nuestro hijo ha ido de colonias con el autocar, la profesora nos ha asegurado que a las 19.00 nos telefonearía, y son las 19.05 y todavía no nos ha llamado. Entonces, la distorsión cognitiva se encarga de hacernos imaginar el terrible accidente que ha sufrido nuestro pequeño.
- Interpretación del pensamiento. Sin preguntar, la persona cree saber lo que piensan los demás y por qué se comportan de la forma que lo hacen. Imaginemos que vamos a cenar con un amigo, estamos charlando y disfrutando, pero de repente nuestro acompañante nos dice que tenemos que marcharnos ya porque tiene que irse a dormir pronto, dado que al día siguiente debe levantarse temprano. Es usual que en circunstancias de este tipo pensemos algo así como "en realidad, creo que se está aburriendo enormemente". Y lo peor no es que pensemos esto, sino que luego actuamos basándonos en nuestro pensamiento distorsionado y quizá decidamos no proponer ninguna cena más, cuando es muy posible que nos dijera la verdad.

DEL ROSA AL NEGRO. Las emociones pintoras.
Las emociones son las que dan el color a las gafas que utilizamos para ver nuestro alrededor. Cuando estamos tristes, estas gafas son negras; cuando estamos enamorados, rosas... Una decisión que hemos tomado por la mañana cuando nos sentíamos con un buen estado de ánimo, nos puede parecer absurda por la noche cuando llegamos cansados a casa. Y la decisión es la misma; lo que ha cambiado son nuestras emociones.

LA GRABADORA. Imaginemos y reflexionemos.
Imaginemos que existiera un aparato que midiera la realidad y nos tradujera los pensamientos que nos provocan las situaciones que vivimos en datos objetivos. Por ejemplo, si en una reunión no consiguiéramos el objetivo propuesto y pensáramos algo así como "no hay manera, no me sale ni una negociación, soy un completo desastre',' el aparato nos presentaría a través de una grabación la situación objetiva: "Este mes has tenido seis reuniones y sólo en dos no has conseguido las metas propuestas"
La verdad es que al principio sería un poco agobiante, porque el aparato nos corregiría constantemente; pero si lográramos aprender sería un gran paso, porque no sólo conseguiríamos modificar nuestros pensamientos, sino también las emociones que provocan y los comportamientos inadecuados que se derivan de los pensamientos negativos. Si existiera este instrumento medidor de la objetividad, muchas personas no lo comprarían argumentando que ellas no lo necesitan porque ya son objetivas. Pues bien, justamente este tipo de sujetos son los que urgentemente lo necesitarían, porque no darnos cuenta de nuestra subjetividad es la peor barrera para mejorar. Este aparato no existe, pero sí la oportunidad de observarnos y corregirnos a partir del conocimiento de los pensamientos distorsionados. Así podríamos construirnos una realidad más cómoda en la que vivir.

LA VIDA INTERIOR
“La felicidad es una construcción interior, parte de un paraíso interno. El paraíso no es ajeno; tu lo pintas y entras después en él”.
Jorge Carvajal.

EL ARTE Y LA DISTORSIÓN
Películas:
- Una mente maravillosa, de Ron Howard.
- Amor ciego, de Bobby y Peter Farelly.
- Crash, de Paul Haggis.

Novelas:
- Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena. Planeta, 2000.
- El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Salamandra, 2003.
- El niño con el pijama de rayas, de John Boyne. Salamandra, 2007.


RESIGNARSE, IMAGINAR O ACTUAR. Àlex Rovira.

“La resignación es un suicidio cotidiano”
Honoré de Balzac


Tal y como le sucede a la protagonista del largometraje Mi vida sin mí, de Isabel Coixet, la lucidez aparece por lo que podríamos llamar el efecto bofetada. Lo que no nos planteamos por convicción nos estalla en las narices por compulsiónreclama una respuesta que, acostumbrados a soluciones rápidas y fáciles, ni el Prozac, ni Google, ni Wikipedia nos pueden dar. Entonces, la reflexión sentida y el sentimiento pensado se imponen. Ambos se necesitan para construir una hoja e ruta personal con un mínimo sentido que alivie los efectos de la crisis y permita seguir andando con esperanzas renovadas y un propósito existencial

Por supuesto, frente a la opción de decidir construir nuestra propia vida y dotarla de un sentido, existe la alternativa del abandono, de la resignación. Pero esa elección no resuelve ni la inquietud, ni la angustia, ni el malestar. Todo lo contrario, más bien lo acrecienta. Porque resignarse, como ser cínico, es fácil. Simplemente se requiere de un cómodo sillón y de un mínimo ejercicio de reflexión. Argumentos para la resignación y el cinismo jamás han escaseado en la historia, y tampoco lo harán en el futuro. Frente a ello, lo difícil, lo complejo, porque implica un compromiso y una acción coherente, es arremangarse y trabajar para cambiar y crear circunstancias que dan sentido a la vida y hacen de este mundo un lugar más habitable para todos. 

Pero, por encima de todo, llevarlo a la práctica; ése es el reto. Un reto que, como tal, es un ejercicio de consciencia, coraje, responsabilidad y perseverancia.

La Buena Vida - Alex Rovira

diumenge, 29 de març del 2015

"Si entiendes, las cosas son así. Si no entiendes, las cosas son así". Frases para cambiar vidas.

Autor: Proverbio Zen
El Zen es una escuela del Budismo Mahāyāna. La palabra Zen es la pronunciación en japonés de la palabra china Chán (), que a su vez deriva de la palabra sánscrita Dhyana, que significa aproximadamente "meditación" o "estado meditativo". El Zen busca la experiencia de la sabiduría más allá del discurso racional.
El Zen emergió desde distintas escuelas de Budismo y fue difundido primero en China, en el siglo VII, para luego propagarse hacia el sur, a Vietnam y hacia al este, a Corea y Japón.
El Zen es, por otra parte, una de las escuelas del budismo más reconocidas y apreciadas en Occidente, como un recurso espiritual  para encontrar un camino que enseñe al hombre moderno a liberarse del seductor engaño de los sueños, la ambición o de los estímulos de la publicidad, como únicos orientadores de su actividad.
El Zen recoge una sencillez de principios, de difícil transmisión a través de las palabras, que trata de rescatar al hombre del sufrimiento de la existencia. La doctrina Zen subraya los siguientes fundamentos de su enseñanzas:
- La recuperación de la simplicidad y de la sencillez.
- La posibilidad de hallarlo todo, paradójicamente, al perderlo todo.
- Un especial entusiasmo en la riqueza del vacío.
- La inexistencia de un principio y un fin. Tan sólo existe el vacío.
En resumen, el Zen trata de ser una reconciliación de la persona con el ser sensible y con el cosmos, a través de un estado de "desprendimiento" y "ausencia" de deseos a la vez espiritual y psicológico. Para el Zen vaciarse significa darse cuenta de que realmente no se tiene nada y que nunca se ha tenido nada. Nada que ganar y nada que perder, nada que dar y nada que recibir; ser exactamente así de pobre y, sin embargo, ser rico en posibilidades inagotables.

12 preceptos Zen
Hay doce puntos fundamentales y básicos para llevar una vida parecida a los monjes Zen sin necesidad de tener que convertirse en uno de ellos:

1. Una cosa cada vez. Es parte de la vida de un monje Zen, una tarea, nada de multitareas. Un proverbio Zen dice "cuando camines, camina. Cuando comas, come"
2. Hazlo pausadamente y con propósito. Aunque hagas una cosa cada vez, pueden realizarse aleatoriamente y con precipitación. Por el contrario, tus acciones deberán ser razonadas y realizadas con pausa, así ganarás en concentración.
3. Hazlo de forma plena. Centra tu mente en la tarea y complétala antes de pasar a la siguiente. Si algo queda inacabado, aparta la tarea completamente no dejando ningún resquicio. Si preparas un bocadillo, no lo comas hasta que hayas recogido y limpiado todo lo que utilizaste para prepararlo.
4. Haz menos. Un monje Zen no tiene una vida perezosa. Se levanta pronto y trabajada durante todo el día, pero no genera una lista de tareas sin acabar. Realice las tareas que realice serán esas y ninguna más. Menos tareas significa poner tu atención en ellas y las realizarás plenamente. Muchas tareas programadas harán que saltemos de una a otra rápidamente sin pensar y sin concentrarnos en ellas.
5. Espacia las tareas. Disponer de tiempo entre tareas te ayudará a concentrarte en ellas y te facilitará completarlas. Una programación relajada ayudará a finalizar tareas que se alarguen disponiendo del tiempo que necesario para finalizarlas.
6. Desarrolla rituales. Los monjes Zen tienes sus propios rituales para las tareas que realizan, desde comer a limpiar o meditar. Eso les ayuda a darles la máxima atención y a que sean realizadas, con pausa, correctamente. No tienes que seguir ningún ritual, crea tus rutinas propias para cada tarea que realices: preparar comida, limpiar, despertarse o acostarse o hasta como prepararse para el ejercicio.
7. Asigna tiempo para ciertas tareas. Hay tareas diarias que requieren un horario específico. Determina el tiempo para el aseo, para trabajar, para limpiar o para comer. Esto asegura que las tareas sean realizadas regularmente. Si para ti una tarea tiene la importancia suficiente para realizarse con regularidad, asígnale el tiempo necesario.
8. Dedica tiempo a sentarte. Una parte fundamental de la vida del monje Zen es la meditación sentado (zazen). Esto requiere designar un tiempo simplemente para sentarse. La meditación es práctica, ayuda a encontrarse, pero no hay por qué realizarla cuando estés sentado. Hacer ejercicio puede ser una buena práctica para centrarse en uno mismo, cualquier actividad te puede ayudar a encontrarte.
9. Sonríe y ayuda a los demás. Los monjes Zen dedican parte de su día al servicio a los demás. Esto enseña humildad y aleja el egoísmo de sus vidas, que se orientan al servicio. Dentro de la familia o fuera, puedes dedicar ese tiempo a los demás. De igual forma, sonreír y ser amable con todo el mundo ayuda a mejorar la vida de los que te rodean. Considera unirte al trabajo voluntario.
10. Haz que limpiar o cocinar sean parte de la meditación. Además de la meditación zazen, limpiar y cocinar son partes importantes del día de un monje Zen. Pueden resultar ensalzantes al realizarlas cada día como practica del auto-conocimiento. Si para ti son aburridas, intenta hacerlas parte de la meditación, concéntrate en ellas, hazlas pausada y plenamente y tu día cambiará... y tu casa estará más limpia.
11. Piensa qué es necesario. Hay muy poco en la vida de un monje Zen que no sea necesario. En su armario no hay prendas exclusivas, ni muchos zapatos, nada de instrumentos tecnológicos, coches o comida basura (su dieta es vegetariana). No es necesario vivir como un monje Zen, pero nos tiene que servir para recordar que hay muchas cosas en la vida que no son necesarias, y es interesante pensar qué necesitamos realmente en nuestra vida y qué cosas son necesarias.
12. Vive de forma sencilla. Es el corolario de la regla 11, si no es necesario, puedes vivir sin ello. Libérate de aquello que no sea necesario o esencial. Para cada uno, esto será diferente, familia, lectura, ejercicio o lo amigos, pueden ser algo esencial en tu vida. Decide qué es lo más importante para ti y hazle hueco en tu vida eliminando lo que no sea esencial.

"El camino perfecto carece de dificultades 
excepto la de negarse a admitir preferencias,
solo cuando se ha liberado del odio y del amor 
se revela plenamente y sin disfraces;
una diferencia de un décimo de pulgada 
es lo que separa al cielo de la tierra.
Si quieres verlo con tus propios ojos, 
no debes tener pensamientos fijos, ni a favor ni en contra.
Todo es adecuado y a la vez nada es adecuado" 
(Poema Zen)

Mi espacio de soledad, mi refugio verde. La Mente es Maravillosa.

Tal vez te sorprenda saber que en Japón, cuando una persona sufre estrés o estados de ansiedad, los médicos nipones suelen prescribir una receta infalible: el “shinrin-yoku“. ¿De qué se trata? De algo tan sencillo como pasear por el bosque; pero cuidado, porque no se trata de un paseo normal y ordinario, hay que hacerlo en soledad.
Japón es uno de esos países donde las tasas de suicidio siempre han sido muy elevadas. Una sociedad altamente avanzada que ha invertido mucho en su industria y en su tecnología pero que, sin embargo, no ha sabido desplegar estrategias para mejorar la calidad de vida de sus personas.
Las presiones laborales y el escaso tiempo para el desarrollo personal hacen caer a sus habitantes en un vacío emocional donde, de pronto, todo carece de sentido. Quizá por ello, y para encontrar nuevamente esa unión con uno mismo, se está practicando una especie de terapia ambiental.
La vuelta a los paisajes naturales no es solo una necesidad, sino una estrategia donde poder armonizarse con lo que es esencial, lo que tiene auténtico sentido. El silencio de un bosque, el aliento verde y reconfortante abrazo natural, invita a ese recogimiento interior, donde la soledad, nos permite reencontrarnos.

La psicología ambiental y la vuelta a las esencias
Somos los lugares que habitamos, los escenarios nos definen y, en ocasiones, hasta nos ahogan. Vivir en un séptimo piso, en un bloque de edificios donde apenas nos llega la luz, e ir todos los días a un trabajo de características similares, poco a poco, convierte también nuestros pensamientos y nuestro corazón en ese mismo frío hormigón donde nos falta el aire, donde se oxidan nuestros pensamientos y emociones.
Tal vez te sorprenda, pero a día de hoy muchos psicólogos nos hablan de nuevos e interesantes problemas que casi podrían encuadrarse en un especie de “trastorno por déficit de naturaleza”. ¿A qué nos referimos con este término? Básicamente a ese tipo de patologías como la obesidad, los problemas cardíacos, el déficit de vitamina D, el estrés…
Es posible que nos resulte cómodo vivir en una gran ciudad, todo queda cerca, hay tiendas, cines, centros comerciales pero de pronto, un día, todo se vuelve rutinario y deja ya de tener ese sabor interesante. Nos falta algo.
Posiblemente, nuestro cerebro y nuestros sentidos más primitivos anhelan esos estímulos que nos ofrecía el contexto natural, aunque casi nunca tenemos tiempo de darnos cuenta de ello. Las preocupaciones, las responsabilidades diarias y la presión, nos impiden incluso tener esas importantes “charlas interiores”.
Sufrimos una especie de “analfabetismo natural”. Ya no identificamos esos estímulos que un refugio verde podría aportarnos: el murmullo del viento rompiendo silencio, el olor húmedo de los árboles, el suave balanceo de sus ramas, el roce de los arbustos, el murmullo de los pájaros, de los insectos, el calor del sol en nuestra piel… Cosas esenciales que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, que nos curan y que nos unen a ese tejido esencial que es la naturaleza.

Busca tu refugio verde
No hace falta que un médico japonés te recete “shinrin-yoku”, posiblemente nuestra sanidad pública jamás se plantee algo así como tratamiento ante el estrés. Por ello, es necesario que busques tu propia terapia, tu propio refugio verde.
No se trata de organizar un “picnic” familiar con mesas, sillas y barbacoa. Nada más lejos de la realidad. Debes entrar en esa montaña, en ese bosque o en ese parque del modo más humilde posible, sin enturbiar, sin alterar su equilibrio, al contrario, debes formar parte de él.
Avanza en silencio y en soledad y aspira muy hondo, reteniendo ese aire en tu interior para dejarlo ir muy poco a poco después. Acaricia la corteza de los árboles, anda despacio sintiendo la tierra, y todas las raíces que se esconden bajo ella…. abajo, muy abajo. No hay nada más firme, no hay nada más esencial que eso que sientes.

En tu refugio verde solo estás tú, no hay preocupaciones, y la brisa, sin que te des cuenta, te arrullará para que inicies esa conversación interior en la cual podrás establecer las prioridades en tu vida. Te dirá seguramente, que lo más importante en este mundo eres tú y tu bienestar. En ocasiones nos llenamos de demasiados artificios, así que no lo dudes, busca, habita, disfruta de tu refugio verde.


dissabte, 28 de març del 2015

¿Qué iba yo a decir ahora?. El País.

Las pérdidas cotidianas de memoria responden a una función normal del cerebro. El estrés y la falta de atención también influyen. Cómo reaccionar ante ellas
¿Cómo se llama esa actriz tan guapa, pelirroja, que sale en la última de Woody Allen? ¿Dónde he dejado el móvil? Tengo el nombre de esa persona en la punta de la lengua. ¿Qué iba a coger yo de este cajón que he abierto? ¿A qué venía a la habitación? Este tipo de olvidos son algo habitual en la vida cotidiana, y no tienen por qué reflejar la presencia de ninguna enfermedad. De hecho, obedecen al funcionamiento normal del cerebro.
El ojo humano realiza movimientos para registrar el entorno unas cinco o seis veces por segundo, y con ello recopila cantidades gigantescas de información de la que solo se conserva una parte y el resto se desecha. Si hubiera que guardar en la memoria absolutamente todo lo que vemos, escuchamos o leemos cada segundo, el cerebro estaría sobrecargado y eso deshabilitaría nuestro entendimiento. Vaciar la 'papelera de reciclaje' de vez en cuando (sí, como la del ordenador) se convierte en un imperativo para la supervivencia.
Todas las noches se da un proceso en el cerebro por el que se van desechando recuerdos del día y prevalece otra información. La memoria es selectiva. “En general, el olvido es fisiológico. Olvidar es una función normal del cerebro, porque si lo recordáramos todo sería un grandísimo problema”, zanja el doctor Alberto Villarejo, vocal del Grupo de Estudio de Neurología de la Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
En los años veinte del siglo pasado la ciencia conoció y estudió el caso de Solomon Shereshevsky, un individuo ruso que presentaba lo que se conoce como hipermnesia, es decir, exceso de memoria. Era incapaz de olvidar un nombre, un dato, una cara… Lo recordaba absolutamente todo, aunque pasaran años. Sin embargo, no sabía manejar tanta información, mezclaba sentidos y su don se convirtió en un tormento. Suena a película, pero fue un caso real, muy parecido al del protagonista de Funes, el memorioso, un cuento de Jorge Luis Borges.
La pérdida de memoria es, pues, un proceso necesario y frecuente, que en ocasiones se relaciona con procesos benignos como la falta de atención, el estrés o la ansiedad. También hay lagunas que nunca fueron otra cosa. "No recordar dónde se ha dejado el móvil no es un problema de memoria, sino que uno lo deja cuando estaba haciendo otra tarea y lo hace de modo inconsciente. Por ello ese suceso no se puede recuperar”, apunta el doctor Villarejo.
Otra de las causas de estos despistes cotidianos conecta con la ubicación espacial. “La memoria se codifica en un lugar determinado. Si estoy en el salón y voy a la cocina a por unas tijeras, cuando cambio de estancia ya he salido del lugar donde se creó el recuerdo, por lo que este se desvanece. Si no recuerdo que he ido a por las tijeras, la mejor técnica es volver al salón”, añade Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y experto en salud cerebral.
Según este especialista, autor del libro Cuida tu cerebro… y mejora tu vida, los recuerdos se crean por lugares, personas o momentos. “El lóbulo temporal del cerebro es la parte más importante en cuanto a la memoria que se asocia a caras y nombres. Es muy difícil recordar nombres porque no tienen nada que ver con las caras. Un rostro no dice nada sobre si se llama María o Natalia. Si usáramos los apodos de los indios americanos (Nube Grande, Fuego Viejo…) todo sería más fácil. Por eso es más sencillo recordar motes. En estos casos, lo mejor es hacer un esfuerzo de contención y relajación. Si no atina con el nombre del actor Russell Crowe, no lo busque en Internet: relájese y empiece a pensar cosas que sabemos de él, qué otras películas ha hecho… y el nombre vendrá solo”. Sobre todo, no se estrese. “Vivir con angustia estas situaciones dificulta que vuelva la memoria”, añade el doctor Villarejo.
Las personas atareadas son más propensas a estos olvidos cotidianos. “Cuantas más cosas pretendamos recordar y más compleja sea la vida, más normal será que olvidemos”, añade el neurólogo de la SEN, quien dice sospechar que también se relaciona con el estilo de vida en las grandes ciudades.
“Bueno, no pasa nada. Si se me olvida algo, ahí está Internet”, podrán pensar los lectores. Cierto. ¿Provocará entonces Google que perdamos memoria por permitirnos recuperar nuestros recuerdos a golpe de clic? “No sé qué ocurrirá pasados muchos años, porque esto no es algo que cambie en una generación. Es posible que haya alteraciones en la manera de memorizar y recordar la información, pero tampoco será algo tan negativo como se pretende. A veces no es tan importante tener tanta información en la cabeza sino saber dónde la puedes adquirir o qué habilidades puedes desarrollar con ella”, agrega el doctor Villarejo.
¿Cuándo hemos de preocuparnos por estos despistes del cerebro? El doctor Bilbao tiene las claves. “Primero, cuando encontremos dificultades con las palabras y no nos demos cuenta en el momento, ni al ser corregidos. Segundo, cuando no seamos capaces de recordar qué hicimos el día anterior, ni siquiera cuando alguien nos lo menciona. Y tercero, cuando las personas que nos rodean muestran preocupación por nuestros fallos de memoria y, aun así, permanecemos tranquilos. Otro signo es haber perdido el olfato a la vez que la memoria”.

Por cierto, la actriz se llama Emma Stone.


Fábula del árbol...

Había una vez, en las afueras de un pueblo, un árbol enorme y hermoso que vivía regalando a todos los que se acercaban el frescor de su sombra, el aroma de sus flores y el increíble canto de los pájaros que anidaban entre sus ramas.
El árbol era querido por todos, pero especialmente por los niños, que trepaban por el tronco y se balanceaban entre las ramas con su complicidad complaciente. Si bien el árbol amaba a la gente, había un niño que era su preferido. Aparecía siempre al atardecer, cuando los otros se iban.
- Hola, amiguito -decía el árbol y con gran esfuerzo bajaba sus ramas al suelo para ayudar al niño a trepar, permitiéndole además cortar algunos de sus brotes verdes para hacerse una corona de hojas aunque el desgarro le doliera un poco. El chico se balanceaba con ganas y le contaba al árbol las cosas que le pasaban en casa.
Casi de un día para otro, el niño se volvió adolescente y dejó de visitar al árbol.
Pasó el tiempo…y de repente, una tarde, el árbol lo vio caminando a lo lejos y lo llamó con entusiasmo:
- Amigo…amigo…Ven, acércate… Cuanto hace que no vienes… Trepa y charlemos.
- No tengo tiempo para estupideces -dijo el muchacho.
- Pero…disfrutábamos tanto juntos cuando eras pequeño…
- Antes no sabía que se necesitaba dinero para vivir, ahora busco dinero. ¿Tienes dinero para darme?.
El árbol se entristeció un poco, pero se repuso enseguida.
- No tengo dinero, pero tengo mis ramas llenas de frutos. Podrías subir y llevarte algunos, venderlos y obtener el dinero que necesitas…
- Buena idea -dijo el muchacho y subió por la rama que el árbol le tendió para que trepara como cuando era chico.
Y arrancó todos los frutos del árbol, incluidos los que aún no estaban maduros.
Llenó con ellos una bolsa de arpillera y se fue al mercado. El árbol se sorprendió de que su amigo no le dijera ni gracias, pero dedujo que tendría urgencia por llegar antes de que cerraran los compradores.
Pasaron diez años hasta que el árbol vio pasar otra vez a su amigo. Era ya un adulto.
- ¡Qué grande estás -le dijo emocionado-; ven, sube como cuando eras niño, cuéntame de ti.
- No entiendes nada, como para trepar estoy yo…Lo que necesito es una casa. ¿Podrías acaso darme una?
El árbol pensó unos minutos.
- No, pero mis ramas son fuertes y elásticas. Podrías hacer una casa muy resistente con ellas.
El joven salió corriendo con la cara iluminada. Una hora más tarde, con una sierra cortó cada una de sus ramas, tanto las secas como las verdes. El árbol sintió el dolor, pero no se quejó. No quería que su amigo se sintiera culpable.
El árbol guardó silencio hasta que terminó la poda y después vio al joven alejarse esperando inútilmente una mirada o gesto de gratitud que nunca sucedió.
Con el tronco desnudo, el árbol se fue secando. Era demasiado viejo para hacer crecer nuevamente ramas y hojas que lo alimentaran. Quizás por eso, porque ya estaba viejo cuando lo vio venir años después, solamente dijo:
- Hola. ¿Qué necesitas esta vez?
- Quiero viajar. Pero,¿qué puedes tú hacer?. Ya no tienes ramas ni frutos que sirvan para vender.
- Qué importa hijo-dijo el árbol-, puedes cortar mi tronco…con él quizás consigas construir una canoa para recorrer el mundo a tus anchas.
- Buena idea-dijo el hombre.
Horas después volvió con un hacha y taló el árbol. Hizo una canoa y se fue.
Del viejo árbol quedó tan sólo el pequeño tocón a ras del suelo. Dicen que el árbol aún espera el regreso de su amigo para que le cuente de su viaje.
Nunca se dio cuenta de que ya no volvería.
El niño ha crecido, pero tristemente se ha vuelto un hombre de esos que nunca vuelven a donde no hay nada más para tomar.
El árbol espera, vacío, aunque sabe que no tiene nada más para dar.

divendres, 27 de març del 2015

PAPERMAN. Cortometraje.

Precioso nuevo cortometraje de Disney, vuelve la magia!.

La  introducción de una técnica innovadora que combina perfectamente las técnicas de animación generadas por ordenador y los dibujos a mano, por primera vez director John Kahrs lleva el arte de la animación en una dirección nueva y audaz con el corto nominado al Oscar "Paperman".

Con un minimalista estilo en negro y blanco, el corto cuenta la historia de un joven solitario, a mediados de siglo la ciudad de Nueva York, cuyo destino da un giro inesperado después de un encuentro casual con una mujer hermosa en su viaje matinal. Convencido que la chica de sus sueños se ha ido para siempre, tiene una segunda oportunidad cuando él la descubre en una ventana del rascacielos a través de la avenida de su oficina. Con sólo su corazón, la imaginación y un montón de papeles para llamar su atención, sus esfuerzos no son rival para lo que el destino le tiene reservadol.

Creado en equipo, el innovador trabajo de Walt Disney Animation Studios, "Paperman" empuja el medio de la animación en una dirección nueva y emocionante.



¿EL ENEMIGO ESTÁ DENTRO O FUERA?. Borja Vilaseca. El País.

Para saber cuál es nuestro grado de sabiduría o de ignorancia en el arte de vivir basta con verificar cuál es nuestro nivel de satisfacción o de insatisfacción en nuestras relaciones. Detengámonos un momento y visualicemos mentalmente la cara de todas aquellas personas que forman parte de nuestra vida. No se trata de juzgarlas ni criticarlas: tan sólo de observar y de experimentar lo que nos hacen sentir.
Seguramente pensemos en nuestros padres y hermanos. En nuestra pareja e hijos. En nuestros amigos y conocidos. En nuestros compañeros Y, cómo no, en uno de nuestros grandes maestros vitales; esa persona tan empática que nos proporciona situaciones adversas con las que entrenar nuestro desarrollo personal y a la que llamamos "jefe".
Seamos honestos: ¿hemos tenido últimamente algún rifirrafe con alguna de las personas que han aparecido en nuestros pensamientos? ¿Nos llevamos realmente bien con todas? ¿Hay alguna a la que no soportemos especialmente? Tal vez admitamos haber discutido, habernos enfadado o incluso estar hartos de alguna de ellas.

LAS RAÍCES DEL CONFLICTO
"Deja de mirar la paja en el ojo ajeno y quítate la viga que tienes en el tuyo" (Jesús de Nazaret)
Sigamos con el juego. Viajemos con la mente a nuestro puesto de trabajo. Sí, a ese extraño lugar en el que pasamos al menos ocho horas de lunes a viernes, conviviendo con desconocidos que no hemos escogido y a los que vemos más que a nuestra propia familia y a nuestros amigos más íntimos. ¿Sentimos aversión crónica o le guardamos rencor a algún miembro de nuestro equipo? ¿Estamos en paz con nuestro jefe? ¿Es posible que nos ronden pensamientos negativos sobre alguno de nuestros compañeros de trabajo?
Quizá nos saque de quicio ese colega tan victimista que siempre aparece en el momento menos oportuno, contándonos lo desafortunada que es su vida y la manía que le tiene el jefe. O tal vez aquél otro tan chistoso, que parece haberla tomado con nosotros, soltando bromas que no suelen hacernos ni pizca de gracia Eso sí, el que más nos molesta es uno que compite agresivamente contra nosotros, tratando de dejarnos en evidencia cada vez que el jefe hace acto de presencia.
Puede que ahora mismo pensemos que no es culpa nuestra, que somos buenas personas y que hemos tenido mala suerte por tener que compartir tanto tiempo en compañía de gente tan quisquillosa e incluso nociva. Pero hemos de saber que los psicólogos afirman que estos sentimientos suelen ser recíprocos. A nosotros también se nos juzga y se nos critica, en muchas ocasiones, por quienes menos lo esperamos. ¿Hemos pensado alguna vez qué opinión tienen los demás sobre nosotros? Y sincerémonos todavía un poco más: ¿hemos barajado la posibilidad de que puede que no sean los demás, sino que en realidad la persona conflictiva seamos nosotros mismos?

EL VERDUGO ES LA VÍCTIMA
"Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti mismo" (William Shakespeare)
Se cuenta que un niño estaba siempre malhumorado y cada día se peleaba en el patio del colegio con sus compañeros. Cuando se enfadaba, se dejaba llevar por la ira y decía y hacía cosas que herían al resto de chavales. Consciente de la situación, un día su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que discutiera o se peleara con algún compañero clavase un clavo en la puerta de su habitación.
El primer día clavó 37. Poco a poco fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira que clavar clavos en aquella puerta de madera maciza. Y en el transcurso de las semanas siguientes, el número de clavos fue disminuyendo. Finalmente llegó un día en que no entró en conflicto con ningún compañero. Había logrado serenar su actitud y su conducta. Y, contento por su hazaña, fue corriendo a decírselo a su padre, quien le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta.
Meses más tarde, el niño volvió corriendo a los brazos de su padre para decirle que ya había sacado todos los clavos. El padre lo cogió de la mano y lo llevó a la puerta de la habitación. "Te felicito, hijo", le dijo. "Pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando entras en conflicto con los demás y te dejas llevar por la ira, las palabras dejan cicatrices como éstas. Aunque en un primer momento no puedas verlas, las heridas verbales pueden ser tan dolorosas como las físicas. No lo olvides nunca: la ira deja señales en nuestro corazón".

LA TIRANÍA DEL EGOCENTRISMO
"La enfermedad del ignorante es que ignora su propia ignorancia" (Amos Bronson)
Si tanto daño nos hacen los conflictos emocionales, ¿por qué criticamos y juzgamos a los demás? ¿Por qué luchamos y nos peleamos tan a menudo? ¿Por qué odiamos a otras personas? Y en definitiva, ¿por qué tenemos enemigos? Lo cierto es que llevamos a cabo todas estas conductas tan destructivas porque carecemos de la comprensión y el entrenamiento necesarios para relacionarnos de forma más eficiente con la gente que nos rodea. Prueba de ello es que solemos creer que los demás pueden herirnos emocionalmente si dicen o hacen cosas con las que no estamos de acuerdo.
Pero eso no es del todo cierto. La causa de nuestro sufrimiento emocional no está fuera, sino dentro: es nuestra reacción a lo que los demás dicen o hacen. Y esta reactividad se desencadena como consecuencia de ver e interpretar lo que nos sucede de forma egocéntrica. Es decir, queriendo que los demás se amolden a nuestros deseos, necesidades y expectativas. A este egocentrismo también se le conoce como "encarcelamiento psicológico" y es la causa última de todo nuestro malestar.
Además, debido a la reactividad y la negatividad creada por nuestras interpretaciones egocéntricas, vamos clavando clavos en nuestro corazón. Y eso nos sumerge en un círculo vicioso: cuanto más egocéntricos somos, más tristeza, ira y miedo albergamos en nuestro interior. Y a su vez, todas estas emociones negativas alimentan nuestro egocentrismo. Dicho de otra manera: nuestro estado de ánimo condiciona la percepción que tenemos de lo que nos pasa, y esta interpretación subjetiva de nuestras circunstancias condiciona nuestro estado de ánimo. Por eso llega un punto en que nuestro malestar nos impide -literalmente- establecer relaciones pacíficas y armoniosas con los demás.

DE DENTRO A FUERA

"Las verdaderas batallas se libran en el interior" (Sócrates)
Cuentan que Mahoma, acompañado de sus seguidores, llegó a una ciudad para difundir sus enseñanzas. Inmediatamente se les unió un discípulo que vivía en aquella localidad.
"Maestro, en esta ciudad te van a perseguir, calumniar y demonizar", le dijo preocupado. "Los habitantes son arrogantes y no quieren aprender nada nuevo ni diferente. Sus corazones están sepultados bajo una losa de piedra".
Mahoma asintió sonriente y le respondió con serenidad:
"Tienes razón".
Más tarde apareció otro discípulo de Mahoma que también vivía en aquella comunidad. Radiante de alegría, le dijo:
"Maestro, en esta ciudad te van a acoger con los brazos abiertos. Los habitantes son humildes y están con muchas ganas de escucharte. Sus corazones están dispuestos a nutrirse con tu sabiduría".
Mahoma asintió sonriente y de nuevo afirmó:
"Tienes razón".
Incrédulo, uno de sus acompañantes se plantó delante del maestro y le preguntó:
"¿Cómo puede ser que les hayas dado la razón a los dos si están diciéndote exactamente lo contrario?".
Y Mahoma, impasible, le contestó:
"No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros. Cada uno de ellos ve a los habitantes de esta ciudad según su punto de vista. ¿Por qué tendría yo que contradecirles? Uno ve lo malo y el otro ve lo bueno. ¿Dirías tú que alguno de los dos ve algo errado? No me han dicho nada que sea falso. Solamente han dicho algo incompleto".

LA MALDAD NO EXISTE
"Ámame cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito" (proverbio chino)
Para mejorar nuestras relaciones con los demás, primero hemos de hacer las paces con el único enemigo que hemos tenido, que tenemos y que podemos seguir teniendo a lo largo de nuestra vida. Y para conocerlo basta con que nos miremos en el espejo. Al tomar consciencia de que somos cocreadores de lo que sentimos y experimentamos en nuestro interior, empezamos a asumir la responsabilidad de sanar las heridas emocionales causadas por nuestras interpretaciones y reacciones egocéntricas.
A lo largo de este proceso de autoconocimiento y desarrollo personal, también nos damos cuenta de que la maldad no existe, pues cuando somos esclavos de nuestra reactividad no somos dueños de nuestra actitud ni tampoco lo somos de nuestra conducta. Lo que sí abunda es la ignorancia de no saber quiénes somos y la inconsciencia de no querer saberlo. Y lo cierto es que cuanto más egocéntricos somos, más sufrimos. Y que cuanto más sufrimos, más problemas y conflictos tenemos con los demás.
Para arrancar de raíz nuestros conflictos emocionales hemos de aprender a aceptarnos a nosotros mismos tal como somos. Al disolver a nuestro enemigo interno por medio de la comprensión y el amor, dejamos de proyectar nuestra oscuridad hacia el exterior. Ya no necesitamos falsos enemigos con los que luchar y a los que culpar de nuestro malestar. Cuando conectamos con nuestro bienestar interno, empezamos a interpretar lo que nos sucede con más objetividad y a ver a los demás con más neutralidad. Cuando logramos apaciguar nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro espíritu, comprendemos que lo que sucede es lo que es y lo que hacemos con ello es lo que somos.

PARA APRENDER DE NUESTRAS RELACIONES
1. LIBRO
'Transformar la ira en calma interior', de Mike George (Oniro). Un ensayo muy lúcido sobre las verdaderas causas de nuestros problemas y conflictos, que tanta ira y malestar suelen generarnos. Según el autor, los enemigos los creamos y alimentamos con nuestra percepción egocéntrica de la realidad.
2. PELÍCULA
'Crash', de Paul Haggis. En esta película se muestra cómo en el interior de todos los seres humanos convive la luz y la oscuridad, y que nuestras relaciones humanas son un juego de espejos y proyecciones a través del cual podemos llegar a conocernos a nosotros mismos.
3. CANCIÓN
'La danza del fuego', del grupo Mago de Oz. Una canción que nos invita a mirar hacia dentro para encontrar el camino que nos conduce hasta nosotros mismos, aprendiendo de la ignorancia de los demás.

Cuestión de percepción
Cuentan que un experimentado conferenciante distribuyó unas hojas de papel a los miembros de su auditorio y les pidió que escribieran sus nombres y sus preguntas a fin de poder luego discutirlas y comentarlas. El procedimiento funcionó muy bien hasta que abrió una de las hojas que le habían dado y observó que en el papel plegado sólo había escrita una palabra: "¡Idiota!". El conferenciante la leyó en voz alta sin inmutarse y se dirigió a su público: "Damas y caballeros, en las múltiples conferencias que llevo dando desde hace años, muchas personas han escrito su pregunta y han olvidado firmar con su nombre. Ésta es la primera vez que alguien firma con su nombre y olvida escribir su pregunta".