Renoir, casi
paralizado por la artritis, seguía pintando. Un día, mientras observaba al
anciano artista en su estudio luchando penosamente para dar cada pincelada,
Matisse exclamó:
-Auguste, ¿por qué sigues pintando en medio de
semejante dolor?
-¡Ah...,querido amigo! -respondió
Renoir con sencillez-, el dolor pasa,
pero la belleza perdura.
Una de sus más famosas
pinturas, Las
bañistas, la terminó dos años antes de morir, tras catorce años de
estar sufriendo la debilitante enfermedad
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