La Navidad va acercándose día a día. Las luces y
guirnaldas, los escaparates iluminados y los adornos de Navidad nos lo
recuerdan. La TV ya nos anuncian los regalos, los programas especiales para
estas festividades y las películas de temática navideña…
Pero detrás de las prisas, de esos adornos y de
las celebraciones, la Navidad es algo que debe sentirse en nuestro corazón.
Es la oportunidad de renacer a la vida, no solo una fecha religiosa más. La
Navidad es algo que los niños viven como mágica, misteriosa y en la que la
ingenuidad y la ilusión infantil cobran todo su sentido. Lamentablemente los
adultos nos hemos quedado con lo efímero de ella, con lo solo aparente y con
unas fechas llenas de celebraciones y de familia. Y es que sin esa mirada infantil, estas fiestas no
hacen más que estresarnos e incrementar nuestros gastos en regalos.
Los niños, ya están de vacaciones y andan
alborotados. Un cúmulo de emociones se amontonan a través de sus sentidos. Los
Reyes Magos que traen regalos, adornar el hogar con luces de colores y el
pesebre, la visita de familiares a todas horas. Todo es ilusión y fiesta, en
unas fechas especialmente mágicas que, año a año, nos recuerdan la llegada de
Dios a este mundo. En forma de niño, como ellos mismos, con su mismo rostro de
sorpresa ante lo nuevo y desconocido, con su misma sonrisa ante lo mágico y
colorista de estas fiestas. Ellos sí viven el ya casi olvidado espíritu de la
Navidad, que no es más que ilusión, paz y amor!
Como dicen los maestros e iniciados, todos
nosotros tenemos un niño interior al que hay que redescubrir y reivindicar. Es
ese niño con ilusión que perdimos con la edad, junto a nuestra capacidad de
sorpresa, alegría e ilusión. Es alguien que nos habla desde dentro y siempre dice la
verdad, aunque no siempre le escuchemos ni le hagamos caso. Su
sonrisa está ahí, en nuestro corazón, esperando que la dejemos salir y cambie
el semblante de nuestro rostro, demasiado serio y endurecido por la edad. Es
ese niño que nos habla desde el corazón y nos ayuda a recordar que la vida es
solo un juego al que hay que jugar siempre con una sonrisa en los labios y con
los ojos bien abiertos, dejando atrás nuestras elucubraciones solo mentales y
todos esos pensamientos y actitudes de adulto que aprendimos a usar a diario en
este mundo de locos, en el que sentir, vibrar y amar se ha convertido casi en
una temeridad.
Aprende
de los niños a dejarte llevar por las circunstancias y a ser capaz de
ilusionarte ante lo que vives minuto a minuto y ante todo lo que aún está por llegar. Aprende a sonreír a la vida y a olvidar el pasado para esperar con sorpresa todo aquello que llegue a ella. Si lo aprendes, para tí cada nuevo día será Navidad, como lo es para cualquier niño! Descubre ese niño interior que clama por salir, para ayudarte a encontrar un sentido pleno a tu vida y enseñarte a vivir esa magia que todos buscamos cada momento de nuestra vida, para luego compartirla, con amor.
Moltes gràcies per compartir-ho, Joan! Bon Nadal, amb esperança! Una abraçada!
ResponEliminaGràcies Miguel i bones festes!
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