Ilustración Anna Parini |
Las transformaciones
exigen tiempo. El cerebro se reorganiza constantemente si tenemos interés en
hacerlo; solo hay que dejar espacio al proceso
Todo hombre puede ser, si se lo
propone, escultor de su propio cerebro. Santiago
Ramón y Cajal
Cambiar de hábitos está al alcance de
todos. Para ello necesita dos ingredientes importantes: elegir un cambio que sea coherente con su
escala de valores, y entrenarlo hasta que se convierta en un hábito.
Poco más.
Ya nada es “obligatoriamente” para siempre,
ni siquiera lo que eligió como afición, profesión o lugar de residencia. La
idea de que podemos ser quien deseemos, practicar nuevos deportes, aprender
otras culturas, probar todas las gastronomías, tener otros círculos de amigos…,
convierte
una vida estanca en otra rica en oportunidades y variedad.
El
cerebro es plástico.
Las personas evolucionamos, deseamos
cambiar, crecer interiormente, y estamos capacitadas para ello. Atrás quedaron
las teorías sobre la muerte de neuronas y los procesos cognitivos
degenerativos. Hoy sabemos que las neuronas generan nuevas conexiones que
permiten estar aprendiendo hasta el día que morimos. La plasticidad cerebral ha
demostrado que el cerebro es una esponja, moldeable, y que continuamente vamos
reconfigurando nuestro mapa cerebral. Lo dijo William James, uno de los padres de la psicología, en 1890, y todos
los neuropsicólogos hoy día confirman las mismas teorías.
El propio interés por querer cambiar
de hábitos, la actitud y motivación, así como salir de la zona confortable,
invitan al cerebro a una reorganización constante. Este proceso está presente
siempre en las personas, desde el nacimiento hasta la muerte.
En esta sociedad impaciente, basada en
la cultura de “lo
quiero todo ya y sin esfuerzo”, cambiar de hábitos se ha convertido
en un suplicio. No porque sea difícil, sino porque no le damos el espacio suficiente
para convertirlo en hábito. ¿No le ha ocurrido alguna vez que al iniciar una
dieta, las primeras semanas son más difíciles de encauzar que cuando lleva ya
una temporada? Se debe a este proceso. Al principio su cerebro le recuerda lo
que tiene automatizado, la costumbre de picotear, comer dulce o no practicar
ejercicio, hasta que se “educa” y termina adquiriendo las nuevas reglas y
formas de comportarse con la comida.
La neurogénesis es el proceso por el
que se generan nuevas neuronas. Una de las actividades que retrasan el
envejecimiento del cerebro es la actividad física. Sí, no solo debe practicar
ejercicio por los beneficios emocionales como el bienestar y la reducción de la
ansiedad, o por verse más atractivo y fuerte, sino porque su cerebro se mantendrá joven durante más
tiempo. Un estudio del doctor Kwok
Fai-so, de la Universidad de Hong Kong, correlacionó el running con la
neurogénesis. El ejercicio ayuda a la división de células madres, que son las
que dan lugar a la aparición de nuevas células nerviosas.
Existen otras prácticas como la meditación,
el tipo de alimentación
o la actividad
sexual que también favorecen la creación de nuevas células
nerviosas.
Dado que la reorganización cerebral se
estimula a lo largo de toda la vida, no hay una sola etapa de las personas en
la que no podamos aprender algo nuevo. La edad de jubilación no marca un declive,
ni cumplir 40 o 50 años debería ser deprimente. Todo aquel que tenga interés y
actitud en algo está de enhorabuena, podrá aprender, entrenar y convertirse en
experto independientemente de la edad. Si usted es de esas personas que se han
dedicado durante su vida a una profesión de la que han vivido medianamente
bien, pero se quedaron con la miel en los labios por no estudiar Antropología,
Historia, Exactas, Bellas Artes, lo que sea, puede empezar ahora. No hay límite
de edad ni de tiempo para el saber.
No deje que su edad le limite cuando
su cerebro está preparado para todo. La mente está constantemente renovándose
gracias a la plasticidad neuronal.
Hasta hace poco se pensaba que
modificar y automatizar un hábito requería 21 días. ¡Demasiado optimismo! Un
estudio reciente de Jane Wardle, del
University College de Londres, publicado en European Journal of Social
Psychology, afirma que para convertir un nuevo objetivo o actividad en algo
automático, de tal forma que no tengamos que tirar de fuerza de voluntad,
necesitamos 66
días.
Sinceramente, ¡qué más da que sean 21
o 66! Lo interesante es que somos capaces de aprender, entrenar y modificar lo que
elijamos y deseemos. El número de días es relativo. Depende de
factores como la insistencia, perseverancia, habilidades, de las variables
psicológicas de la personalidad y del interés. El cambio ronda en torno a los
dos meses y pico. ¿Qué son dos meses en el ciclo de nuestra vida? Nada. Se
necesita ese tiempo para ser capaces de dar el cambio que deseamos. Y esto nos
hace libres y poderosos.
Diez consejos para empezar con lo que
desee:
Ilustración Anna Parini |
1. Elija su propósito y conviértalo en su proyecto. Seguro que, si
confecciona una lista, se dará cuenta de que tiene muchas inquietudes. Pero no
podemos cambiar o embarcarnos en todo a la vez. Olvide su cerebro multitarea y
no quiera modificar todo de golpe. Cuando consiga automatizar el primero, pase
al segundo.
2. Reflexione sobre su meta. Si contesta a las siguientes preguntas en
relación a su objetivo, su compromiso con él aumentará: ¿qué
quiero?, ¿por qué?, ¿para qué? y ¿con qué? El “con qué” hace referencia
a sus fortalezas, valores y actitud para lograrlo. Cuando se enfrenta a algo
nuevo, y dado que eso supone salir de la zona confortable, es recomendable
tener la seguridad y la confianza de que está preparado, que tiene capacidad
y que va a poder
lograrlo. Aunque sea difícil.
3. Hágale hueco. Sea lo que sea lo que desea aprender o iniciar,
necesita tiempo.
Si no le busca un espacio en su agenda y lo convierte en rutina, lo normal es que termine
postergando lo que ahora no forma parte de su vida.
4. Resáltelo. Todo aquello que no forma parte de nuestro orden
habitual es fácil olvidarlo. Si tiene una agenda, márquelo con fosforito. Si
utiliza la alarma del móvil, póngase una diaria con el nuevo objetivo. No abuse
de su memoria o del “debería acordarme”.
5. Rodéese de todo lo necesario, así no tendrá excusa para no empezar.
Por ejemplo, si está a dieta, compre los alimentos del régimen; si empieza a
hacer deporte, busque la ropa que va a ponerse, o si se inicia en la
fotografía, prepare el material.
6. Empiece hoy. No hay ningún estudio con rigor científico en el que
se relacione el lunes o el primero de enero exclusivamente con el comienzo de
un nuevo hábito. El martes o el jueves son tan buenos días como cualquier otro.
Retrasar todo para el lunes es otra manera de postergar y de dejar que la
pereza venza a su fuerza de voluntad. El mejor día para iniciar algo es hoy.
7. Emociónese. Las emociones avivan el recuerdo, le producen
bienestar, y estar apasionado con lo que se hace fideliza el hábito. Busque
cómo se siente, lo que va a conseguir, cómo mejorará su vida personal o
profesional. Disfrute
y esté presente.
8. No escuche a la voz interna que le dice que está cansado, que qué
sentido tiene y que la vida tiene cuatro días y son para disfrutarlos. Nuestro
cerebro está muy entrenado para buscar excusas y seguir en la zona confortable. Esa voz
interior es muy pesada y puede llegar a ser muy convincente.
9. Sea disciplinado. Tómese en serio su hábito. Tomarlo en serio no
significa que se ponga serio, sino que sea una prioridad para usted, algo a lo
que dedicarle su valioso tiempo. Y que ocupe un lugar especial en su agenda.
10. Convierta su nuevo hábito en su filosofía de vida. Esto le dará
otra dimensión y calma. No se trata de aprender algo ya, sino de que lo disfrute
y sepa que tiene toda la vida para practicarlo. Si, por ejemplo, ha decidido
empezar con la actividad física, no se sienta mal si un día falla. Tiene
mañana, pasado y toda la vida para hacerlo. No se trata de llamar a la
culpabilidad. Esa emoción no arregla nada. Solo hay que ser disciplinado
y tener
serenidad. Si de verdad es algo importante, mañana volverá a la
carga. No es todo o nada. Se trata de incorporar algo bueno para cada uno y
encajarlo en la vida para disfrutarlo, no para que sea un sufrimiento más en el
caso de no poder cumplirlo un día.
PARA
SABER MÁS
Libros
El cociente agallas. Mario Alonso Puig (Espasa)
59 segundos. Richard Wiseman (RBA Libros)
La Frase
“Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas
cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo
e infundirles nobles y elevadas inquietudes”. Ramón y Cajal
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