
El ejercicio de plena conciencia es el
modo de estar
en el momento presente sin perdernos en el pasado o en las incertidumbres del
futuro. La trampa de la felicidad está en presuponer que cuando
alcance ciertos objetivos seré feliz: más poder, más dinero, más éxito, más
amor… Cada
persona tiene su propia fantasía de felicidad. Sin embargo, es un error.
“Podemos ser felices en el aquí y en
ahora. Si escribiéramos todas las cosas que tenemos ya mismo por las que
alegrarnos no tendríamos suficiente con diez páginas”. Thich Nhat Hanh
Tenemos agua corriente, no vivimos en
medio de un conflicto, la mayor parte de nosotros no sufrimos enfermedades
terminales, podemos caminar y sonreír… En definitiva, tenemos un listado de
posibilidades por las que alegrarnos y, sin embargo, seguimos atrapados en lo
que deberíamos conseguir en el futuro. Ya lo decía el filósofo Erich Fromm, “vivimos
en la dualidad del tener o ser”. Si la felicidad la ubicamos en
el tener, sabemos que estamos apostando a un número perdedor. Sin embargo, si
nos centramos en lo que somos, tenemos muchas probabilidades de abrazar la
felicidad (por supuesto, eso no significa que no sigamos avanzando o tener
sueños). Para ello, un buen ejercicio es entrenar la capacidad de estar en el
aquí y en el ahora; y como punto de partida, debemos regresar a nuestro cuerpo,
a nuestra respiración.
Cuando prestamos atención a nuestra espiración e inspiración,
silenciamos un poco nuestra mente. Digo un poco, porque aunque
los pensamientos surgirán, no los elaboraremos con tanta intensidad. Aquí es
donde quizá los occidentales nos veamos un poco más atascados. No nos han
enseñado a prestar atención a nuestra respiración y, curiosamente, es el ejercicio
más saludable para reducir los nervios. Saber respirar es un arte, que ayuda a
mejorar la oxigenación de nuestras células y, al mismo tiempo, a calmarnos y a
estar en el momento presente.
Abrazar nuestro dolor, desarrollar una mirada más amable hacia
lo que tenemos y vivir el momento presente nos ayuda
también a mejorar la comprensión hacia el otro. La comprensión es la base para
querer a la otra persona y reducir el enfado o la decepción hacia sus
comportamientos. Como dice Thich Nhat
Hanh: “La comprensión nos hace libres de la rabia
y del miedo”. No es de extrañar que esta sea un ingrediente
básico para la felicidad.

Para saber más: www.vivirdespierto.com
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