La psicóloga Silvia Congost recoge en
el libro 'Autoestima automática' un método para creer en uno mismo y aprender a
vivir una vida plena y realizada
La terapeuta cree que "a la gente
no le apetece estar al lado de una persona que va de víctima"
Silvia Congost recibe cada mes a
decenas de personas que acuden a su consulta con diferentes problemáticas que
les causan inseguridad, estrés o incluso fuertes depresiones. La psicóloga
tiene claro que, en la gran mayoría de ocasiones, estos problemas parten de una
baja
autoestima, esto es, la imagen negativa que cada uno de ellos tiene de sus
fortalezas y capacidades. Congost se decidió entonces a escribir el
libro Autoestima automática
(Zenith), una guía práctica con testimonios reales con el que pretende
concienciar al lector sobre la importancia de tener una autoestima alta y aprender a ser
asertivos
para poder desarrollar todo el potencial interno. La psicóloga asegura que
poseer una autoestima alta no significa pensar que somos mejores que los demás,
sino creer en que tenemos las habilidades y recursos necesarios
para poder abordar con éxito los retos que tengamos por delante. Cuidar
diariamente la autoestima pasa por revisar nuestro diálogo interior, rescatar al
niño interior que todos tenemos dentro y tener unos propósitos claros en la vida.
-Descríbame el concepto de autoestima
que ha elegido como base de su libro…
-La autoestima es la imagen
que tenemos de nosotros mismos y las cosas con las que nos identificamos, tanto a nivel de
fortalezas y capacidades, como a la hora de sentirnos importantes y valiosos.
-Es un término que socialmente genera
cierto debate. ¿La frontera entre el egoísmo o la vanidad y una autoestima sana
es tan difuminada como parece?
-Tener una autoestima sana significa
sentirte importante y valioso, eso sí, igual que lo son todos los demás. No
quiere decir sentirte más importante que nadie, pero tampoco menos, que es lo
que hacemos cuando tenemos problemas de autoestima: nos comparamos y nos ponemos por debajo.
-A quién tratamos peor, ¿a los demás o
a nosotros mismos?
-A nosotros mismos, sin duda. Nuestro
pensamiento es una de las bases de todo y, la mayoría de veces, no somos
conscientes de los mensajes que nos transmitimos a nosotros mismos;
comentarios y frases que, probablemente, no diríamos a otras personas.
-¿Por ejemplo?
-“Eres un inútil”. “No vas a ser capaz”. “No lo vas a lograr”. No
hay ninguna duda de que podemos tratarnos muy mal a nosotros mismos si nos lo
proponemos.
-Nosotros nacemos con una naturaleza
ligada a una autoestima alta. ¿Cómo llegamos a este punto de masoquismo?
-A nivel de capacidades y
potencialidades partimos de una base que nos permite llegar donde deseemos,
siempre que tengamos unos objetivos realistas. Lo que sí que es cierto
es que, al ir creando esa autoimagen con la que después nos identificaremos, distorsionamos
la realidad y solemos creer que somos mucho menos de lo que somos en
realidad.
-¿Cuándo empezamos a gestar esa
autoestima?
-Se considera que el 30%
de la capacidad de superación y positivismo es innata, mientras que el 70% es
aprendizaje. Esta última se construye sobre todo en la infancia, a
través de nuestra relación con los padres. Depende de si crecemos en un entorno
en el que nos educan en el reconocimiento o nos educan a través de la
desaprobación. Es decir, si nos marcan aquello que hacemos bien para que
tengamos más ganas de hacerlo o nos marcan lo que hacemos mal para que
mejoremos.
-¿Cuál es la mejor forma de educar?
-Lo mejor para educarnos es el reconocimiento
ya que es cuando se pueden generar más ganas de seguir superándonos y hacer las
cosas bien. Eso no quiere decir que no se pueda decir lo que hacemos mal para
mejorar, está claro, pero sin remarcar constantemente lo que no está
suficientemente bien, lo que tendríamos que hacer más o compararnos con los
demás. Piensa que todo esto son señales que nosotros captamos y hacen que luego
tengamos un autoconcepto demasiado bajo.
-Y eso se da básicamente cuando somos
niños…
-Sí, especialmente en la infancia. La
adolescencia es una época en la que, con los cambios hormonales y demás, podemos
estar muy sensibles y depende de las situaciones que vivamos, especialmente en
el colegio, se puede profundizar más esa herida.
-¿Qué consecuencias acarrea en
nosotros tener una autoestima baja?
-Hay muchas. Una muy frecuente son las
conductas
celosas en las relaciones de pareja. Hay quien se considera poco
importante y es ahí donde aparece el miedo de que nuestra pareja encuentre a
alguien mejor. Como parten de la base de que no cuesta mucho encontrar a
alguien mejor, están siempre con ese sufrimiento. También solemos perder muchas
oportunidades por sentir que no estamos a la altura. Otras veces una
autoestima baja nos puede generar un tipo de relación de dependencia emocional en la
relación de pareja, ya que por miedo a no encontrar a alguien mejor nos
aferramos a esa relación aunque sea tóxica.
-¿El hecho de escoger bien tu pareja
es determinante para nuestra autoestima?
-Sí, por supuesto. Si eliges una
pareja que te dice que no eres suficiente o que trata mal y no te respeta, tu
autoestima se va haciendo cada vez más pequeña. Si lo permites en esos momentos
iniciales en los que tendríamos que poner límites, la autoestima se va
debilitando hasta que el otro logra anularte por completo.
-Usted visita anualmente a muchísimos
pacientes. ¿Cuál diría que es el factor unificador en la mayoría de casos que
sufren problemas con su autoestima?
-Todo lo que está en nuestra cabeza.
Si nos vemos de una manera determinada convertimos esa imagen en una creencia,
y las creencias son como verdades absolutas que nos imponemos. Si yo tengo
claro que soy fea o que los demás son mejores que yo me enfrentaré a todas las
áreas de mi vida partiendo de esa base. Es por ello que luego todo va mal y
puede ir empeorando.
-¿Compararse con alguien que tiene
éxito en la vida y a quien le salen las cosas bien es positivo o nos puede
perjudicar?
-Depende de cómo sea la técnica de
modelación. Si nos comparamos sintiendo que nosotros estamos por debajo y que
nunca llegaremos a ese punto es algo muy negativo y que suele suceder cuando
tenemos una autoestima baja. ¿Qué sería lo ideal? Poder tener a alguien como
referente sabiendo que si te esfuerzas y haces los mismos pasos que esa
persona, probablemente, llegarás al mismo punto. Es importante partir de la
base de que se puede llegar ahí si se sigue más o menos su ejemplo.
-Hace falta algo más que voluntad…
-Tenemos que partir de la certeza de
que nosotros
tenemos la capacidad para desarrollarnos y llegar a esos objetivos
aunque en un momento inicial no tengamos los aprendizajes adecuados.
-Y objetivos realistas. Entiendo que
una autoestima alta nos puede llevar a cometer errores de selección de metas…
-Si somos personas centradas ya no nos
plantearemos objetivos que no estén a nuestro alcance. Lo que sí que hay que
tener claro es que muchas veces no podremos llegar ahí, pero sí que nos
habremos acercado mucho más que si no lo intentamos.
-La autoestima es fluctuante. ¿En qué
tenemos que fijarnos cuando esa autoestima nos hace un bajón?
-Se trata de que nos conozcamos muy bien para
poder detectar que la autoestima va bajando y nos sentimos más vulnerables;
además de aprender una serie de herramientas, que las tengamos incorporadas y
que las utilicemos en esos momentos. Por ejemplo, fijarnos en los pensamientos,
que es una de las partes básicas para una autoestima sana. Hacerse preguntas
como “¿qué
nos estamos diciendo en ese momento?”. Ese diálogo interior es lo que hace
que nos sintamos inseguros y con miedos, además de tener conductas de bloqueo.
Se trata de revisar constantemente qué nos estamos diciendo y cambiar ese diálogo
en caso necesario trabajando con afirmaciones positivas: “yo puedo”, “yo soy capaz”, “lo voy a
conseguir”. Eso sí, no como un loro que repite las cosas, sino tomando
conciencia de que en el fondo esas afirmaciones son verdaderas y que
no nos estamos planteando nada que sea imposible para nosotros.
-Que nadie se preocupe si en algún
momento de su vida sufre un bajón de autoestima, ¿ese es otro de los mensajes?
-Claro. Hay que abrazar todas las emociones,
también las más negativas como la tristeza, el miedo o la pena, pero siempre
intentando restablecer ese equilibrio lo antes posible.
-Asegura también que tener una
autoestima alta no significa no tener miedo…
-Es normal que nos den miedo las cosas
desconocidas o los cambios que significan medirse a cosas a las que no nos
hemos enfrentado nunca. Lo que sucede es que cuando conectamos con el miedo
tenemos que pensar si el miedo es racional o no, si hay un
peligro ahí para nuestra integridad. Si no es así, aunque tengamos miedo,
tiraremos adelante con él, pero lo haremos porque sabemos que no pasa nada y
que, una vez que nos pongamos en marcha, esos miedos se irán diluyendo por el
camino.
-¿Tenemos que trabajar nuestra
autoestima cada día?
-Sí. Si nos habituamos a trabajar con
pensamientos positivos y somos conscientes de ello, y trabajamos para ser más
asertivos, para poner límites, para expresar lo que sentimos, para aprender a
decir “no”
sin miedo a que los demás se enfaden, nos rechacen o nos abandonen y, además,
tenemos unos propósitos claros en nuestra vida que nos darán una dirección
determinada, convertiremos todo esto en un hábito, fluiremos más y nos será
mucho más fácil tener esa autoestima alta incorporada.
-Frecuentemente estamos expuestos a
los inputs de los demás: familia, amigos, pareja, sociedad, trabajo. Mantener
ese nivel no es una tarea fácil….
-Es así. Además, si nos relacionamos
con los demás vemos que nos tratan de una manera determinada pero por sus
propias historias y pensamientos. Tenemos que aprender a diferenciar lo que
realmente va con nosotros o lo que va con la otra persona a la hora
de decidir poner una barrera.
-Da la sensación, y no sé si la famosa
crisis económica ha tenido algo que ver, que nos hemos vuelto excesivamente
quejosos por naturaleza. ¿Lo ve usted así?
-Lo peor que podemos hacer es entrar
en esa fase de victimismo.
La víctima no consigue nada y, al final, genera rechazo en su entorno; a la
gente no le apetece estar al lado de una persona que va de víctima. Por el
contrario, lo que tendríamos que hacer siempre es responsabilizarnos y darnos cuenta de que
la situación siempre es la que es y, a partir de ahí, ver qué
opciones se tienen y ponerse en marcha. Si estamos en una situación en la que,
por ejemplo, no estamos bien en el trabajo pero no nos podemos permitir
dejarlo, asumir que decidimos quedarnos ahí a pesar de esa situación pero porque
es lo mejor que podemos hacer y que, en cuanto podamos, haremos un cambio. Lo
importante es tener
claro que lo estamos decidiendo y que quejarse no tiene demasiado sentido.
-Usted va más allá y propone que la
autoestima sea también una asignatura en las escuelas…
-Enseñar a los niños a amarse o a aprender a
tomar conciencia de sus capacidades y de su potencial para ver cómo construir
una sana autoestima es vital. Lo que vemos en la consulta es que, sea el que
sea el motivo por el que la gente acude, debajo siempre hay un problema de
autoestima. Siempre. Si reforzamos esa enseñanza en la primera etapa de
nuestros estudios será más fácil que en la adolescencia seamos jóvenes mucho
más seguros a la hora de enfrentarnos a todo lo que nos viene.
-Que no es poco. A medida que crecemos la
posibilidad de sufrir algún trastorno psicológico es cada vez mayor…
-La baja autoestima es precisamente
una de las bases de todos los problemas psicológicos que sufre el ser humano.
Lo veo en la consulta cada día cuando, sea el problema que sea el que tiene la
persona que acude, si refuerzo la autoestima ese problema desaparece o mejora
notablemente. Siempre existe esa relación directa. Si tenemos un problema a la
hora de gestionar determinadas emociones, relacionarnos o marcarnos objetivos,
siempre influye muchísimo el cómo nos vemos o nos sentimos con nosotros mismos.
-Confiesa en su libro que pasó por una
etapa de muy baja autoestima a consecuencia de una relación de dependencia
emocional. ¿Cuál fue el punto de inflexión que le propició el cambio?
-Siempre hay un despertar, que es ese momento
en el que uno abre los ojos y entiende que el problema que hay es una falta de
autoestima, que si te sintieras bien y te respetaras como debes no permitirías
ciertas cosas en tu entorno y empezarías a poner límites. No permitirías que
nadie te tratara como tú no te querrías tratar. Cuando tomas esa conciencia es
cuando empiezas a buscar información o a actuar para cambiar esa tendencia. Al
final, la
autoestima es sentirte seguro y confiar en tus propias capacidades para
conseguir todo lo que te vayas proponiendo.
-¿La sociedad actual es demasiado
competitiva?
-Sí. Somos muy competitivos y, al
final, lo que uno tiene que darse cuenta es que eso no conlleve querer siempre
estar por encima de los demás o destacar. Está claro que todos queremos ser la
mejor versión de nosotros mismos y queremos avanzar, pero eso debe ser junto a todos
los demás, no por encima de nadie.
Consejos
para mejorar nuestra autoestima - La psicóloga Silvia Congost nos acerca
algunas claves para mejorar nuestro potencial y evitar caer en una autoestima
baja que nos provoque problemas
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