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dimarts, 26 de juliol del 2011

“LA FIDELIDAD EN ÉL DEPENDE DE UN GEN;EN ELLA DEL DÍA DEL MES”. Louann Brizendine. La Contra de la Vanguardia 01/06/10

Tengo 57 años: me siento liberada por la menopausia y unida con un nuevo vínculo más empático con mi marido. Nací en Kentucky. Tengo un hijo. Hombres y mujeres no compiten: los hombres rivalizan con hombres por jerarquía y las mujeres con mujeres por protagonismo.

Bendita andropausia
Robert Redford reveló aliviado a los 70 cómo su edad le había librado del impulso sexual que tiraniza al varón de por vida: “Ya no tengo que ir –ironizaba– a donde me lleva mi rabo”. La doctora Brizendine explica que hay hombres que disfrutan de esa andropausia liberadora y otros que sufren su andropausia como un reto a su virilidad y creen, como dijo aquí Hugh Hefner: “¡Mientras haya Viagra soy hombre!”. ¿Y ellas? ¿Cómo llevan esa elección de ellos? Buenas noticias: “La pareja –explica Brizendine– tras su meno-andropausia descubre una nueva y amable conexión, una especie de renovado compañerismo, tal vez con menos pasión, pero con mucha más comprensión y empatía”.

Cerebro... ¿Masculino?
¿Sabe por qué tanta broma?

¿...?
Porque es incómodo admitir el enorme impulso sexual del varón. De hecho, la civilización consiste en encauzarlo.

Y su libro El cerebro femenino es más gordo que El cerebro masculino.
Mis amigas decían que para “el cerebro masculino” bastaba un cómic. Esas bromas revelan la incomodidad de la sociedad ante el chorro de testosterona que arrastra al hombre y arrastra el hombre toda su vida.

¿Cuándo empieza el drama?
Hasta las ocho semanas de embarazo los cerebritos son iguales. Entonces los testiculitos empiezan a emitir la testosterona que hace diferente al cerebro masculino.

¿En qué?
Para empezar, el hipocampo, área cerebral que regula la actividad sexual, en el hombre es dos veces y media mayor.

¿Y eso le hace esclavo de sus pasiones?
Entre los 9 y los 15 años, el niño sufre un aumento de testosterona del 250 por ciento. Eso influye sobre todo –pero no sólo– en su sexualidad...

¿En qué más?
Los niños son más violentos, agresivos, posesivos, territoriales y jerárquicos, y muestran distinta visión espacial que las niñas. Ellas tienen quince veces menos impulso sexual.

¿Algún experimento lo demuestra?
Conductuales, muchos. Hemos preguntado a chicos y chicas de 16 años cuántas parejas sexuales querrían tener en toda su vida. Ellos dicen –de media– 17. Y ellas, 2.

Y ellos no llegan y ellas se pasan.
Es más preciso decir que la tendencia a la fidelidad en ellos depende sobre todo de sus genes y en ellas, del día del mes, de su ciclo.

¿La infidelidad está en los genes?
Creemos que en algunos varones existe un gen, el detector de la vasopresina, que determina la inclinación a la poligamia. Quienes lo tienen son monógamos con facilidad.

¿Cómo lo sabe?
Lo tiene el perro de la pradera, que es monógamo. En cambio, su primo el ratón de montaña es muy promiscuo. Colocamos ese gen del perro de la pradera en el ratón y el polígamo se volvió monógamo. Algo parecido sucede con el lagarto de garganta naranja...

¿Se enamora el bicho?
Depende del color de su garganta: los naranja son machos alfa con un gran harén; los acechan los gargantas amarillas, que aprovechan sus despistes para meterse en el harén y copular, y por último los gargantas azules que seducen a una sola hembra a la que se dedican y entregan durante toda su vida.

¿Usted qué estrategia prefiere?
A mi marido le apodo garganta azul cariñosamente y las genetistas bromean con que el tamaño sí importa, porque ese gen que los hace fieles influye más cuanto más largo es.

¿Cuál es el peor malentendido entre ellos y ellas?
Cuando pregunto a mis pacientes: “¿Cómo sabes que ella te quiere?”, suelen responder: “Porque practica el sexo conmigo”.

Primario, pero sincero.
Si les pregunto a ellas sobre ellos, responden: “Porque habla conmigo” y –las más afortunadas– “porque me escucha”.

¿Y cuál es su consejo?
Ella debe considerar que, tras la petición de sexo de él, su pareja, hay mucho más que la mera búsqueda del placer: hay refuerzo del vínculo. Y él recordar que la excitación de su mujer no comienza, como en ellos, cinco minutos antes del coito, sino al menos 24 horas antes; en realidad, todo lo que sucede en la relación influye en la excitación de ellas... Excepto, quizá, dos días al mes.

Cuente, cuente...
Las mujeres preferimos gargantas azules en general, es decir, buscamos compromiso a largo plazo. Pero hay dos días –justo antes de la ovulación– en nuestro ciclo en que miramos con interés, incluso sin darnos cuenta, a los chicos malos, pero atractivos, que normalmente rechazaríamos por su evidente falta de compromiso.

¿Por qué?
Hormonas. En esos días las chicas –a veces sin advertirlo– prefieren dejar al chico fiel en casa y buscar diversión fuera. Por eso, hay un cinco por ciento de progenie extramarital. De ahí que las culturas patriarcales quieran controlar la fecundidad femenina.

¿Qué le ha sorprendido al investigar?
La respuesta de los padres a la química del embarazo. La embarazada emite feromonas por su piel con su sudor que, al olerlas, inhiben la testosterona del padre –así le vuelve más fiel– y aumentan su nivel de prolactina.

... que potencia el instinto paterno.
Ese cambio hormonal causa el síndrome de Couvade o embarazo empático en algunos: bien documentado por los antropólogos.

Papás embarazados psicológicamente.
He atendido casos extremos de papás primerizos que engordan con la madre embarazada: uno ganó siete kilos y los perdió tras el parto. Ese cambio en el cerebro del padre agudiza sus sentidos y hace que oiga el llanto de un bebé un 30 por ciento más.

¿Dura mucho el embarazo paterno?
Al ver la cara del bebé se activan en los padres los circuitos neuronales del enamoramiento: se activan las dopaminas y oxitocinas. Y esa gratificación se mantiene hasta la adolescencia cuando juega con el niño.

O niña.
El niño juega retando al padre y la niña dominándolo en juegos de rol.


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