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dijous, 28 de març del 2013

"Unas 200.000 personas al año no superan el duelo". Alba Payás. La Vanguardia.


Alba Payás nació en Manresa, aunque vive actualmente en Barcelona. Lleva más de 20 años acompañando a las personas que afrontan la muerte o el duelo. La psicoterapeuta Alba Payás ha decidido compartir esta experiencia en Las tareas del duelo. El manual aborda desde un modelo integrativo relacional una temática que durante años ha sido relegada a un segundo plano en las universidades de Psicología.
Alba Payás, de 54 años de edad, es directora del Instituto Picoterapia Integrativa Relacional (IPIR) en Barcelona. Su formación clínica tiene origen en Metanoia Institute, en Gran Bretaña. También es miembro certificado de la Asociación Internacional de Psicoterapia Integrativa de Nueva York (IIPA) y, además, ha dirigido durante 10 años el servicio de Apoyo al Duelo de Girona. Es docente en varias universidades y creadora del modelo integrativo-relacional en pérdidas, duelo y trauma.

El duelo es uno de los grandes olvidados de la formación en Psicología.
Las facultades de Psicología no han tratado nunca el tema del duelo en profundidad, también por la ausencia de modelos. El modelo Integrativo relacional ofrece un marco teórico para la comprensión de la experiencia de pérdida y es además una teoría de métodos que aclara cuando una intervención es adecuada y cuando puede “hacer daño” o causar iatrogenia. Por suerte, esta tendencia está cambiando.
Este tema ha despertado un interés creciente desde hace diez años, sobre todo en el campo de la psicología, la antropología, la filosofía y la espiritualidad. Cada vez hay más profesionales que sienten la necesidad de especializarse en duelo.

¿Qué errores se cometen por falta de especialización?
Muchos psicoterapeutas consideran que el sufrimiento no tiene sentido y que el objetivo terapéutico es simplemente reducir ese dolor a través de medicación y consejos, les dicen a los pacientes “despídete”, “rehaz tu vida”, “no pienses en ello….”. El modelo está basado en la buena intención, pero hoy sabemos que estas recomendaciones, dadas de forma indiscriminada, son mala praxis clínica.

Así pues, ¿cómo debe de proceder el psicoterapeuta?
El psicoterapeuta debe de acompañar y ayudar a la persona a vivir ese sufrimiento, utilizarlo como camino y darle sentido. No se puede evitar el dolor. Pero, desafortunadamente, un gran número de profesionales de la psicología sigue diciendo barbaridades a la gente en duelo. El modelo de la buena intención es un mal modelo de intervención. Esta fue, precisamente, una de las cosas que me motivó a escribir el libro.

¿Cuáles son las más gordas que ha oído?
Terapeutas que recomiendan a pacientes que se aten una goma a la muñeca y que la estiren cada vez que piensen en la persona que han perdido. Otros que les sugieren que se deshagan de las cenizas o coger la foto de la persona amada y decirle “adiós”, o distraerse con actividades o recomendarles que no vayan al cementerio. La utilización de frases hechas como “ya tendrás otros hijos”, o “mejor ahora que más adelante” a padres que han perdido un bebe al nacer o un aborto son lamentablemente aún es frecuente entre profesionales.

¿Y qué tipo de consecuencias acarrea este mal modelo?
Mucha gente acaba rechazando la ayuda, acaba revictimizada por el terapeuta. Un problema añadido es que la persona que acompaña en el sufrimiento tiene que estar dispuesta a mirarse a ella misma. En el mundo de la psicología y la psicoterapia en nuestro país aún hay muchas formaciones que no incluyen la parte de trabajo personal. El psicólogo primero debe conocerse a sí mismo. Es imposible acompañar a alguien en el dolor cuando el tuyo no lo has atendido, no eres capaz de gestionar tus propias emociones y acabas animando a la persona en duelo a que evite su sufrimiento, es decir proyectando tus propias pérdidas no resueltas. La formación en psicoterapia en duelo, final de vida y trauma requiere de una gran exigencia personal de introspección.

La empatía es importante para ayudar al prójimo.

Sí, lo que pasa es que este concepto se tiene que definir mejor. La empatía no es sólo decir “te entiendo” desde la comprensión intelectual. La verdadera empatía se ejerce desde la persona que conoce sus propias emociones y es capaz de entrar desde dentro, en la experiencia subjetiva del otro. Y la empatía es la herramienta que nos permite “conocer” a la persona en duelo , que es más que “entenderla”. De hecho un buen terapeuta raramente dice “te entiendo” a sus pacientes porque es obvio por sus intervenciones que está en sintonía con sus necesidades y atendiéndolas. Y para eso necesita tener en cuenta todas las dimensiones de la experiencia, no solo lo que dicen verbalmente sino también lo que no dicen y expresan con sus lágrimas, suspiros, su cuerpo. Desde el modelo de psicoterapia integrativa–relacional emocional estamos más interesados en conocer a la gente que en cambiar su manera de ser. Y la relación es la herramienta principal de intervención, porque solo dentro de una relación se puede sanar lo que la falta de relación ha causado.

¿Qué es el duelo complicado?
Es una patología de duelo que padece un pequeño porcentaje de personas a las que les cuesta recuperarse después de la pérdida de un ser querido, y que son incapaces de rehacer sus vidas especialmente en lo que atañe a sus relaciones.

¿Qué ocurre en nuestro interior cuando perdemos a alguien que queremos?
La muerte y la separación de una persona a la que amamos despierta muchas reacciones emocionales y físicas que están ligadas a diferentes tareas que hay que atender. Por un lado, está la parte traumática, asociada a cómo fue la muerte –el sufrimiento de la enfermedad, mi impotencia por salvarlo, cómo me dieron la noticia; hay otra parte que tiene que ver con la pérdida de la relación, es decir, el echarlo a faltar, no haberme podido despedir de él, tener algo pendiente que no le dije, o tal vez puedo emocionarme por el futuro que ya no podremos compartir, porque parte de mi identidad la construí a través de esa persona. Por lo tanto, vivir el duelo no es sólo llorar por el difunto por lo que ha perdido el o ella, sino también por la parte de mi que se ha ido y que tendré que volver a construir. También ante la situación de separación, se ponen en marcha todas nuestras formas aprendidas sobre cómo manejar el sufrimiento, y como responde el entorno a esta necesidad de apoyo, y esta tarea también hay que explorarla.

¿En qué consiste esta parte?
Hay duelos complicados o crónicos que tienen su origen no tanto en la pérdida de la relación por la muerte del ser querido, sino en la manera como el entorno respondió después del trauma. Recuerdo el testimonio de un adulto que expresaba como al morir varios miembros de su familia en un mismo accidente de automóvil, la falta de apoyo y reconocimiento tanto en el entorno familiar como en la escuela le marcó de por vida: “si yo hubiera llegado a la escuela y me hubieran escuchado, reconocido en mi dolor y permitido hablar de mis sentimientos, seguramente mi vida hubiera sido diferente”. El fracaso de la red social y familiar de dar apoyo es un duelo secundario que hay que tratar.

¿Hasta qué punto es importante para la sociedad dar un buen tratamiento al duelo?
El duelo es un problema sumergido porque no es detectado ni tratado de forma adecuada desde atención primaria y salud mental. La falta de tratamiento adecuado hace que tenga un coste económico, social, laboral y relacional muy alto. La persona con duelo tiene un consumo elevado de recursos sanitarios, más bajas laborales, consumo de medicación además de la afectación familiar. Este coste se podría prevenir con una atención preventiva como, por ejemplo, apoyando la implementación de unidades especializadas.

¿Cómo integrar estas unidades de duelo en el sistema sanitario?
El modelo anglosajón es un gran ejemplo sobre cómo con poco dinero puede crearse una red estatal de apoyo. Las unidades de duelo podrían estar adscritas a la atención primaria, a paliativos, centros de salud mental y fundaciones públicas y privadas. En España hay hoy una red totalmente fragmentada de pequeñas iniciativas. Ni la red está conectada ni inserida dentro de los recursos socio-sanitarios, ni cuenta con el debido apoyo y reconocimiento institucional. En mucha parte del territorio las familias no saben adónde acudir y acaban lamentablemente con sobre-medicación.

¿A cuántas personas podría afectar en España el duelo complicado?
Se calcula, teniendo en cuenta lo que llamamos el índice de duelo, que a unas 200.000 personas cada año, que por supuesto se suman a las del año anterior. Es un coste extraordinario para el sistema socio-sanitario.

¿Cuáles son los síntomas?
La persona sentirá un estado de ansiedad que le dificultará poder trabajar, reincorporarse a la vida o acabará con una depresión crónica asociada a sentimientos profundos de culpa, enojo o añoranza. También existe un colectivo de personas muy funcionales que vuelven a rehacer su vida –se casan, tienen hijos-, pero sus decisiones están influenciadas por el trauma no resuelto que vivieron. De este colectivo se habla poco pero les vemos en consulta.

Un ejemplo.
Alguien que consulta por que es muy infeliz a nivel de relaciones de pareja. Al explorar se identifica un duelo no resuelto de la primera pareja , o quizás de uno de los padres en la infancia. De alguna manera aquella persona ha tomado la decisión, inconsciente por supuesto, de que nunca más entregará su corazón a nadie. La decisión de no tener hijos, entre otras, es otro ejemplo posible de decisión o guión de duelo no resuelto

¿Cuál es el principal peligro del duelo?
Aislarse, encerrar el dolor y no hablar de lo que a uno le pasa. Compartir con los demás permite expresar las emociones y con ello se facilita una construcción más adaptada de la historia de pérdida. El dolor no expresado hace daño, incluso físicamente la persona se va doblando y consumiendo.

¿Las lágrimas son buenas?
Las lágrimas liberan hormonas del estrés (la prolactina entre otras ) y ayudan a elaborar el duelo, no sólo porque reducen el nivel de estrés, sino porque neurológicamente la expresión de la tristeza activa la memoria y facilita el proceso narrativo de la experiencia pérdida. Por supuesto hay que buscar un equilibrio entre encontrar el momento para el dolor y su expresión y el momento de hacer el esfuerzo de salir de éste y conectar con la vida y el futuro.

¿Durante cuánto tiempo tenemos que guardar duelo a un ser querido?
No hay un calendario para el duelo, no hay un tiempo mínimo. La pérdida de un hijo te emocionará para siempre, aunque de otra manera. La frase de que “el tiempo lo cura todo no es cierta”. Hay gente que dice que el primer año es peor, pero otras opinan que es el segundo, porque durante los primeros meses estaban en un estado de negación profunda que les protegía del dolor.

¿Cómo tratar a alguien que acaba de tener una gran pérdida?
Compartiendo el sufrimiento con él, poniendo palabras al dolor, ayudándole a expresar verbal y emocionalmente lo que está sintiendo; no teniéndole miedo al sufrimiento ni prisa por paliarlo. También es importante implicarse, no decir “si me necesitas, llámame”, sino “si me necesitas, llámame, pero si no lo haces, permíteme que te llame de vez en cuando o que venga a verte a tu casa”. La gente no necesita “power points” sobre el amor, la gente en duelo necesita presencia física e implicación

¿Podemos aprender algo a raíz de la muerte de una persona cercana?
En medio de este proceso de explorar el dolor, de penetrarlo, compartirlo, ponerle nombre,integrarlo y darle sentido, emerge siempre un sentido de esperanza, de crecimiento y de transformación de la identidad. Muchas personas expresan que a través del duelo se han vuelto más tolerantes, tiernas, amorosas o que han tomado decisiones en su vida que les llevan a la autenticidad.

El duelo es un aprendizaje más.
Nos llama a ser quien somos de verdad, liberarnos de las defensas que hemos construido a lo largo de nuestra vida para protegernos del dolor, pero que nos aíslan de la gente de nuestro entorno, y de nosotros mismos. He escuchado a muchas personas decir que, aunque preferirían que no les hubiera pasado, el duelo les ha llevado a un camino de aprendizaje, y se han hecho más fuertes y más dedicadas a los que aman. Aprender a conocerse mejor a uno mismo y a amar, vivir la vida con más plenitud y en honor a nuestros seres queridos fallecidos, esta es la esperanza al final del duelo.


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