Iba tan acelerada por conocer a otros que se le olvidó conocerse a sí misma. staba tan seguro de que su triunfo consistía en agradar a los demás que se le olvidó agradarse a sí mismo. A ambos les pasó lo único que siempre cumple y siempre pasa: el tiempo.
Muchos vacíos de vida se producen por error de entrega de vida. Nos regalamos sin construirnos ni valorarnos. Buscamos amores ajenos y olvidamos el amor propio.
Aquellas reinas de noches de sofá y cama, aquellos vampiros chupadores de espejismos de luna menguante, todos sin excepción se fueron desvaneciendo entre rutinas de calendarios sin historia hasta que un día, de repente los envolvió el gran nubarrón del alma, que es ese momento en que mirándote al espejo no te ves. Se desaparecieron de sí mismos porque su yo, a cambio de nada se lo habían dado a otros.
De vez en cuando hay que sustituir paisaje por espejo y mirarse en silencio para reconocerse, que es ese profundo volver a conocerse. Aprender a hablar con uno mismo, reflejarse en el propio cerebro, abrirse en poro y piel, penetrarse en dulce y hiel. Saber verse, husmearse, criticarse y quererse. Hablarse…hacerse preguntas y preguntarse… parirse respuestas y responderse.
No te equivoques: a no ser que ya te hayas definitivamente vendido en la gran feria de los abolorios humanos, nunca estarás sólo. Al final, siempre quedarás tú para encontrarte contigo.
Ángela Becerra
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada