Tengo
84 años y, tras siglos de rapiña colonial, veo
por fin el despertar
de la India y Asia. Nuestra
cultura de la responsabilidad nos está haciendo más prósperos que
ustedes.Llevo
casado –la familia es dar o no es– 58 años con mi única
esposa. No
muera sin haberse conocido.
La
solución eres tú
"Una
mujer buena te hará feliz: la mala te hará filósofo", ironiza
elswami (maestro)
Parthasarathy y asiente el empresario Luis Daswani, pionero del
vedanta en Catalunya y su palco del Camp Nou, donde da buen karma al
Barça. El vedanta no es religión ni secta ni pide dinero ni fieles.
Es una disciplina milenaria de raciocinio de la que beben tradiciones
como la socrática, la aristotélica, la cristiana o la musulmana. De
ella aprendo neutralización: para disfrutar más de la bebida, bebe
menos (sirve para cualquier placer). Y me dice cómo localizar
problemas: busca
el problema en ti mismo –corrige tu actitud– y deja de echar la
culpa a los demás. En ti está todo problema y toda solución.
Una
cultura basada sólo en los derechos individuales no lleva a la
armonía personal ni colectiva, porque, quien es educado en la
convicción de que tiene derecho a todo siempre encuentra motivos
para la queja.
¿Y
no es así?
Al contrario:
si vives convencido de que tienes todos los derechos, crees que
la única razón de tu insatisfacción es que alguien no te los ha
dado. Y de ese modo pierdes la oportunidad de tener
responsabilidades. Y, por ello, eres desgraciado, porque pierdes el
control sobre tu propia existencia.
¿Por
qué?
Porque si
sólo crees tener derechos, la causa de tu insatisfacción no está
en ti mismo, sino en los demás, en algo que otros no te dan. Y,
al pensar así, te conviertes en un niño mimado y dependiente al que
por mucho que se le dé todo, siempre le faltará algo.
¿La
cultura de los derechos es también la de la queja y la
insatisfacción?
Exactamente.
Por eso Occidente siempre se queja y por eso ustedes siempre están
insatisfechos por mucho que tengan.
Ahora
tal vez tengamos motivos.
Todo está
relacionado. La cultura de la queja es la razón de la decadencia
de Occidente. Porque, además de insatisfechos, esa cultura de
los derechos individuales sin ninguna responsabilidad social también
los hace a ustedes egoístas e improductivos.
También
esa cultura nos hacía, hasta ahora, más prósperos que nadie.
El tiempo ha
puesto las cosas en su sitio y cuando, por fin, en la India y Asia
nos hemos liberado de su colonialismo, nuestro sentido de la
responsabilidad nos ha permitido volver a ser prósperos.
¿Cómo?
La India y
toda Asia y sus sociedades colectivistas están basadas en el sentido
del deber hacia los demás: el pueblo, la familia, la sociedad. Por
eso ahora ya estamos compitiendo con ustedes en el terreno económico.
No
sé si veo la relación...
Una sociedad
como la occidental, basada en la continua reclamación de derechos,
los condena a la queja. Y los culpables siempre son los demás:
el Estado, el empresario, tu familia, los políticos, el municipio...
Pero lo peor es que, de ese modo, dejas la responsabilidad de tu
vida a alguien que no eres tú. Tú deberías ser, en cambio,
quien decidiera sobre tu propia satisfacción.
¿Cómo
recuperas la iniciativa?
Dando.
Basando tu vida en las obligaciones y las responsabilidades. Eso
volvería a hacerlos más productivos a ustedes los occidentales.
Porque, para que te den algo que crees merecer, sólo tienes que ser
lo suficiente insistente y hasta quejica, y tal vez te lo acaben
dando. Pero para poder dar algo a los demás, antes tienes que
haberlo producido y creado, y después ser generoso.
Dar
no es la cultura imperante aquí.
Si fundas
tu existencia en la responsabilidad y la generosidad de dar,
recuperas el control sobre tu propia existencia. Porque dar
depende sólo de ti; recibir te pone a merced de los demás. Si
fundas tu familia sólo para recibir amor y derechos, nunca obtendrás
bastante y acabarás abandonándola.
¿Por
qué?
Porque el
único modo de lograr tener una familia duradera es vivir para
dárselo todo. Mi única mujer y yo llevamos 58 años casados...Y
felices. Porque nunca pensamos en lo que nos debe el otro, sino en
lo que podemos darle a él y a nuestros hijos. El día en que
piensas más en lo que recibes que en lo que das, la familia deja de
tener ningún sentido. Nunca te dará bastante.
¿Esa
actitud requiere tener religión?
Es universal y
eterna en el ser humano que se conoce. Las civilizaciones que
progresan están fundadas en la generosidad, en personas que
trabajan, crean y dan a los demás.
Adam
Smith creía que los egoísmos individuales arbitrados en mercados
eficientes crean prosperidad colectiva.
Ese tipo de
actividad puede darte prosperidad, pero no paz interior. No es que
la prosperidad sea mala en sí, pero si no va acompañada de
crecimiento interior, no satisface a nadie. Al contrario, esa
hiperactividad te estresa, y te vuelve engreído e intratable.
¿Por
qué?
Porque el
único placer real que da ganar algo es poder compartirlo. Lo
descubre el vedanta desde hace milenios. Y de él bebieron Platón,
Sócrates, Jesucristo y Mahoma. Y miles de maestros de todas las
culturas.
¿En
qué consiste?
No hace falta
una fe ciega ni ascetismo ni grandes revelaciones. Llegará a esa
verdad por su propio sentido común. No se trata de ser santo,
sino simplemente sensato.
¿Disciplina
mental?
Madurez. Y no
me refiero a la acumulación de conocimiento, sino a sabiduría
vital. El placer, por ejemplo, lleva aparejado el desplacer.
Si usted bebe por placer, acabará sufriendo por la bebida, a menos
que aprenda a controlar su deseo –es la neutralización– y madure
hasta descubrir que beber menos es la mejor forma de disfrutarlo más.
También
depende de con quién bebas.
La causa de
una relación mala no está en el otro, sino en tu propia actitud. El
defecto no está en el amigo, el coche, la casa, la esposa... sino en
ti mismo, en tu actitud hacia ellos. Todo conflicto de relación
es una oportunidad para estudiarte y corregirte. Antes de
quejarse de
los demás, estúdiese y verá que el problema está en usted.
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