Embarcar el corazón en una nueva relación significa asumir el pasado sin empeñar el presente y el futuro. Un delicado equilibrio que no siempre se consigue.
El hecho de que hayamos roto con alguien no significa necesariamente, que nuestros gustos, costumbres y carencias sentimentales hayan cambiado.
A la segunda relación llevamos los mismos miedos, necesidades, conflictos y carencias que a la primera. Elegimos para emparejarnos a personas aparentemente distintas, pero muchas veces en el fondo, son similares, volviendo a repetir situaciones casi idénticas. Y, tendemos a echar la culpa al otro de nuestro fracaso anterior sin molestarnos en hacer una verdadera auto crítica.
Y ¿cómo podemos asegurarnos una garantía de éxito en nuestra nueva relación?
Lo importante es estar dispuesto a:
Recuperar la confianza en el amor. Las rupturas afectan a la seguridad y la autoestima, es necesario sobreponerse para empezar de cero.
Ser comprensivo. El pasado existe, no se puede borrar. No hay que pretender anularlo sino entenderlo e integrarlo, con sus obligaciones y relaciones afectivas, para ser capaces de empezar una nueva etapa.
Ser generoso. Cuando se ha tenido una experiencia negativa previa, se tiende a ser egoísta con el tiempo y con el dinero. Las negociaciones de los divorcios suelen recrudecerse cuando se toca lo económico. Lo material se manifiesta como una forma de venganza.
Dialogar. En las segundas parejas el dialogo es, si cabe, más importante que en las primeras. Tener presente lo que salió bien y lo que salió mal en la anterior relación y hablarlo evita interpretaciones erróneas y situaciones difíciles.
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