Antonio Fornés, filósofo
Tengo 43 años. Soy barcelonés.Vivo en pareja y tenemos un perro: Happy. Trabajo en la industria farmacéutica. Creo
que son los filósofos los que deberían tener más influencia en lo político, los tecnócratas se han olvidado de las
ideas básicas del humanismo. Soy católico.
Qué bello es
vivir
No
tenemos tiempo de ver a los amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de
estar con nuestros hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo
de hacer el amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes,
martes, miércoles, jueves.... La rutina engulle nuestra vida a cambio de algún
capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de vacaciones,
un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte el desayuno, pero ¿eso es vivir?...
¿Abdicar de la vida para que tus hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi
gato vive mejor. Con la excusa de la publicación de Reiníciate
(Diëresis), su autor y yo nos damos un baño de realidad.
Sumergidos en el
gris?
Así
vivimos. La sociedad actual nos convierte en engranajes, máquinas productivas
que anhelan continuamente hacer algo, incluso en su tiempo libre.
Lo llamamos
aprovechar el tiempo.
Hacer
y hacer, lo único que provoca es que el tiempo pase a una velocidad tremenda y
que no saboreemos la auténtica densidad de la vida. Ya lo decía Pascal: el mayor
problema del hombre es la incapacidad de estar solo consigo mismo.
Un viejo
problema.
Mientras
seamos máquinas de producir, somos perfectamente sustituibles tanto en el
trabajo como en la familia.
Qué duro suena
eso.
Sólo
cuando reflexionamos ejercemos de seres humanos, y la reflexión es algo
personal y necesario para el equilibrio. La sociedad actual nos despieza, nos
da remedios para el dolor, para las vacaciones, para ser guapos, contra el aburrimiento...Todo
parece estar al alcance, y tenemos la esperanza de que las cosas externas van a
resolver nuestros problemas, pero las respuestas no están fuera, sino dentro de
nosotros.
Bucear en las
miserias da pereza.
A
través de Iván Karamázov, Dostoyevski cuenta que Jesús vuelve a la tierra y
Torquemada, el gran inquisidor, lo encierra y le dice: tú te crees que los
hombres quieren ser libres y buenos, pero es mentira...
Un
monstruo ilustrado.
...
Lo primero
que busca todo hombre es alguien que le esclavice, que le diga lo que tiene que
hacer. Quiere milagros, pero no quiere ejercer la libertad, prefiere ser un
niño.
Es más cómodo.
Llegar
agotados a casa nos sirve de excusa para no tomar nuestras propias decisiones y
no escucharnos a nosotros mismos. Ese continuo dejarnos llevar es infantil. Hay
que entrar en la edad adulta.
"Levantarse,
tranvía, oficina, tranvía, comida, tranvía, oficina, tranvía, cena".
Sí,
eso dice Albert Camus en el mito de Sísifo. Pero un día surge el "por
qué".
Porque tengo que
pagar el alquiler...
Hay
que cambiar el acento, volver a dar a las cosas su valor. Estamos
sobrevalorando la propiedad y el trabajo, y más en tiempos de crisis. ¿Cuántas
personas conoces que viven esclavizadas a una hipoteca por tener un piso 30 m2
más grande, un coche nuevo o unas vacaciones? ¿No es absurdo?
Es el miedo lo
que nos esclaviza.
Actualmente
trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos
que
vivimos en una sociedad superlibre.
Algo de razón tiene.
Damos
demasiado peso a cosas superficiales; podríamos vivir con muchísimo menos, ese dejarnos llevar
pesa demasiado. En los ambulatorios hay folletos para recordarnos
que en verano hace mucho calor, que vayamos por la sombra y bebamos agua.
Absurdo, sí.
Hay
que parar e incluso retroceder, porque el avance continuado es una especie de locura que nos
lleva al vacío y la angustia. Hay una anécdota de Henry Ford que
demuestra lo manejables que somos. En plena crisis del 29 decidió subir el
sueldo a todos sus empleados. Sus asesores lo tomaron por loco, y él les dijo:
¿Qué creéis que harán todos en cuanto les subamos el salario?
Comprarse un
coche.
Efectivamente. La angustia
está cuando nos volcamos fuera y nos olvidamos de nosotros. Lo hemos
frivolizado todo en un esfuerzo por estar entretenidos como niños.
Ahora estamos
atrapados: trabajamos más por menos.
El
sistema no va a cambiar. Platón decía que el mejor sistema político es aquel
que tiene a los mejores ciudadanos. Debemos cambiar nosotros, recuperarnos como seres humanos
y vencer el miedo.
Tenemos muchos.
¿A cuál de ellos?
Estamos
dispuestos a trabajar más por menos dinero por miedo a perder el puesto de
trabajo, es lo que decía Dostoyevski: preferimos ser esclavos y no pensar y no temer, pero eso
nos deshumaniza.
Entiendo.
Los
subidones que nos provoca el consumo nos acaban convirtiendo en drogadictos. No
vale la pena trabajar un minuto más por tener un coche mejor. La
sofisticación y el placer están en cosas mucho más importantes y fáciles que
nos mejoran como personas; desde una buena conversación hasta implicarnos,
no con el mundo, sino con nuestro hermano y nuestro vecino.
Cuando no tienes
nada que perder es fácil rebelarte.
¿Qué
es más importante que vivir?. Lo estamos perdiendo todo cada día, deberíamos
arriesgar porque tenemos mucho que ganar: vivir la vida en plenitud, estar
orgullosos de haber vivido. ¿Qué nos quedará al final del camino tras haber sido tan
buenos trabajadores?...
Igual la empresa
te regala un reloj.
No
tiene sentido, no podemos apostar nuestra vida en el trabajo, la casa y las
obligaciones, eso es nada. Al final sólo nos quedará el haber vivido en la
máxima de las dignidades, que es la de ejercer de ser humano.
¿Y qué es
aprovechar la vida?
Masticarla.
Hoy creemos que estudiar ha de servirnos para algo, ha de ser una herramienta,
y no es así; el conocimiento nos enriquece como personas, nos eleva, para eso
sirve.
Debemos vivir por vivir como el niño juega por jugar. Lo demás es puro engaño.
...remedios para dormir, remedios para estar más despiertos, remedios para que no nos pare un resfriado... remedios, remedios, .... y más cosas para consumir y desechar en busca de las siguientes, más y más cosas, más y más remedios... corre, corre que no alcanzas a todo !!! Y en el silencio, en la quietud la angustia. Sí, lo leí el otro día en la Contra y me encantó la sencillez y veracidad de lo expuesto... y me dejó helada descubrir que trabajo más que un esclavo romano mientras cual William Wallace grito libertad, jjj. Bueno, pues a descansar que mañana es sábado. Feliz finde a tod@s
ResponEliminaCristina