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dilluns, 16 de maig del 2011

LA FORTALEZA RADICA EN ASUMIR LA PROPIA FRAGILIDAD - Diana Cardozo. La Contra de la Vanguardia.

Tengo 47 años. Nací en Montevideo y vivo en México. Estudié Ciencias de la Comunicación. Ejercí 13 años de periodista tratando temas de política internacional, en ´Página 12´ (Buenos Aires) y en Canal 40 (México); y luego estudié cine. A la política le falta ética. Soy atea.


"He aprendido que los que pueden mostrar su fragilidad son los más fuertes, y que hoy más que nunca debemos reflexionar sobre cómo las decisiones individuales impactan colectivamente; si nos consideramos víctimas de las circunstancias, no nos responsabilizamos de nada". Diana presenta el sábado en la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona (Drac Màgic) Siete instantes, filme sobre los momentos de decisión en medio de una guerra de guerrillas, donde el individuo toma el protagonismo más allá del trazo ideológico o histórico; y esa es la verdadera historia de la humanidad, más allá del reduccionismo histórico que nos convierte en espectadores de nuestra propia vida. 


Los tupamaros tenían la simpatía del pueblo.
Por sus acciones: robaron grandes bancos, asaltaron un casino, y repartían el dinero entre las villas miseria de Uruguay. Hicieron la fuga más grande de la historia: 111 guerrilleros escaparon de un penal de alta seguridad escarbando como topos. 


¿Gente cultivada? 
Sí, estudiantes que se rebelaron contra el gobierno fascista de Pacheco Areco. Tomaron un pueblo simulando un entierro: seis coches fúnebres llenos de guerrilleros. Y siempre preservaron la vida de los inocentes. 



¿No mataron a ningún civil? 
A uno, un hombre que se topó con uno de los escondites tupamaros buscando su caballo. La mujer que decidió esa muerte, Gloria Echeveste, dueña de la estancia, me lo explicó apenada décadas después. Que se hiciera cargo de la historia es todo un ejemplo para Latinoamérica, donde no hubo justicia. 

Usted tenía familiares tupamaros. 
Si yo en el 68 hubiera tenido 16 años en lugar de 6, su historia hubiera sido la mía. Mi generación no quiso cambiar el mundo, la utopía había desaparecido. 

Somos nuestras circunstancias... 
Sí, pero al mismo tiempo somos elección personal: libertad, decisión y responsabilidad; en esas tensiones vivimos. En plena clandestinidad, Adriana Castera, como tantos otros, se tiñó el pelo y se operó la nariz para no ser reconocida en una ciudad llena de soldados y con su foto colgada en las paredes. Después de años de no haber visto a su familia, se encontró con su hermano en un autobús: su dilema era ir hacia él y abrazarlo o no comprometerlo. 

¿Qué hizo? 
Ignorarlo, esas decisiones son las importantes en la vida. Poco después, él murió. No volvió a verlo. Ese es el valor del presente, en cada instante se juega no solamente tu vida hoy, sino todo lo que serás. 

Usted volvió a colocar a Adriana en esas circunstancias. 
Sí, y mientras filmábamos entró su hija de 13 años y se sentó a escuchar la historia desconocida de su madre. Adriana contaba cómo se quebró en la tortura, no aguantó el dolor y delató a unos amigos. 

Eso debe de ser espantoso. 
Vio como les quitaban a su bebé y quedó destrozada. La mayoría no aguantó la tortura y vive avergonzada, porque la gente quiere ser heroica. Pero la fortaleza radica en asumir tu fragilidad; el valor reside en hacerte cargo de tu propia historia, no maquillarla. 

¿Ella no los canjeó por su libertad? 
No, simplemente no aguantó el dolor. Vivió 13 años de cárcel y torturas, ella y sus hijos adolescentes. Y muchos años después su torturador le vino a pedir trabajo. 

¡...! 
Entre los esquiladores de ovejas apareció un tipo: "¿Cómo estás?..., ¡pero no te acuerdas de mí!". Y de golpe le vino a la mente la siguiente escena: ella cuelga de sus propias manos, le tiran a los pies a su hijo, de 13 años, desnudo y desmayado. Ese hombre lo patea, le pisa los genitales, le golpea una y otra vez. Entonces ella le dice: "Se te va a secar esa mano con la que haces tanto daño". 

Qué locura. 
Esto es la impunidad. El perdón del Estado implica que los torturadores no entiendan lo que hicieron y que piensen que hoy pueden ser amigos de sus víctimas, no tienen dimensión ética. Si no hay ni siquiera un reconocimiento de lo que pasó (en la prensa, en la educación, en la memoria colectiva…), la tortura se convierte en una anécdota. 

¿Se le secó por lo menos el brazo? 
Pues sí, y la mujer me decía: "¡Yo no tengo nada que ver con eso!". Hay algo artificial, sobrevalorado y manipulador en la idea de que los grandes saltos políticos están en manos de héroes, mártires, ideólogos, estadistas o elegidos. De la misma forma se responsabiliza de los grandes males a un malvado o psicópata en el poder, llámese Hitler, Pinochet, Stalin, Franco… 

Detrás de ellos hay individuos indiferentes. 
Sí, más allá de esos malvados hay una sociedad entera que en determinado momento acepta determinado proceso. 

Veo que a usted no le gustan los mitos. 
La idea mitificada del guerrillero hay que cuestionarla porque escamotea la verdad. Ellos hicieron historia de la misma manera que la hacemos cada uno de nosotros con nuestras decisiones, porque la construcción histórica está en todos los niveles. Las decisiones individuales impactan colectivamente; si nos consideramos víctimas de las circunstancias, no nos responsabilizamos de nada. 

Regáleme otra historia con moraleja. 
A Alba Antúnez la tuvieron siete años atada con alambre y con una capucha. Tenía 20 años. Una vez al mes la sacaban media hora al recreo. Ella tiraba una piedra al aire y volvía a cogerla. El sargento, uno de sus torturadores, vio que la piedra le había herido la mano y le dio una pelotita. Alba cuenta que esa pelotita le salvó la vida, vio una mirada humana en medio de la locura. 

Ha filmado un maratón de humanidad. 
Los seres humanos terminamos encontrándonos. Le puedo contar la historia de cómo un embajador inglés se hizo amigo de su secuestrador. "Por favor, no grites - le dijo el tupamaro cuando el ejército registraba la zona-,porque si tengo que matarte, me mato contigo"... Y los dos se abrazaron.




Tu decisión y yo...



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