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dimarts, 31 de maig del 2011

LAS PERSONAS QUE DESTACAN OFENDEN. Mª Mercè Conangla. El Periódico de Catalunya

–¿Qué es una ofensa?
–Un contaminante emocional de elevada toxicidad. Tiene como punto de partida algo que uno percibe como una agresión, aunque no todas las agresiones acaban en ofensa.
–Hay personas que se ofenden con facilidad…

–Normalmente, es gente con un ego inflado. No está satisfecha con su proyecto de vida e intenta buscar culpables fuera. Así no asume la responsabilidad de hacer cambios.

–¿Qué tengo que hacer para no ofender?

–Es imposible pasar por la vida sin dejar ofendidos e intentado cumplir las expectativas de todo el mundo. Tenemos que intentar vivir en coherencia con lo que somos y nuestro proyecto. Eso sí, podemos mejorar nuestras competencias emocionales. Pero quien busca motivos para ofenderse, siempre los va a encontrar.

–Ofensa y envidia van de la mano.

–Sí. Cuando alguien tiene una expectativa de lo que quisiera en su vida y no se cumple y, en cambio, a alguien cercano aquello le está funcionando bien, se siente ofendido y aparece la envidia.

–También aparece en los amigos.

–Según Nietzsche, el buen amigo se reconoce porque es capaz de compartir tu alegría. Cuando uno está mal, encuentra fácilmente amigos con los que compartir su pena, porque se establece una relación de poder. El que ayuda se siente más fuerte: “Me das pena”, piensa. Una buena señal de madurez es no sentir envidia cuando esa persona pasa por un buen momento.

–Y, si en vez de ser amigo, es enemigo, empieza el rumor y la destrucción.

–Piensan: “Eso tenía que ser para mí”. O bien le quitan mérito: “Eso se lo han regalado”. Lo viven como injusto, o como una agresión a su ego. Si la persona no es madura, reacciona agrediendo o minimizando los logros del otro.

–Oliver Stone dijo: “Mi obra dejará muchos ofendidos porque es poderosa”.

–Las personas que destacan, ofenden. Cuando aparece una gran figura, todos los necios se conjuran en su contra. Son un espejo en el que ven reflejada su propia incapacidad.

–La masa suele ser conservadora.

–La masa y el individuo. Cuanto más inseguros nos sentimos, más nos agarramos a las certezas. Tenemos que trabajar el pensamiento flexible e intentar ver las cosas desde distintos ángulos para comprender mejor que no todo lo que hacen los demás tiene que ver con nosotros, o se hace contra nosotros. No somos tan importantes.

–Nos falta humildad.

–Es uno de los valores importantes para gestionar la ofensa. Cuando uno es muy narcisista, muy egocéntrico, cualquier gesto, comentario, cree que tiene que ver con él. Pero no somos el centro del mundo.

–Pues nuestra clase política tiene algo de narcisista, porque se ofende con mucha facilidad.

–Sí. Lo que somos nosotros, eso es el mundo. Cuando me siento herido o menospreciado y no sé qué hacer con este caos, lo más fácil es volcar la basura emocional hacia afuera y empezar a contaminar a los demás. Las luchas de poder, territoriales, entre comunidades, e incluso la violencia de género tienen que ver con la ofensa. A veces se transmite de generación en generación. Y, sin saber la causa, la última generación hereda el caos y la aversión a un colectivo.

–¿Qué podemos hacer para no tener tanta basura emocional?

–Gandhi se preguntaba: “Si cada día nos arreglamos el cabello, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?”. Nadie tiene el poder de ofendernos si no se lo concedemos. Einstein decía que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Es importante la educación emocional, educar y proteger creando una buena autoestima, que no tiene nada que ver con el orgullo y la soberbia. Es una gran vacuna no dañarnos a nosotros ni a los demás.

–Si me ofendo, ¿cómo puedo manifestarlo?

–Todos nos ofendemos, y no tenemos que cargar con el peso de la ofensa. Lo recomendable sería canalizar esas emociones negativas en seguida: la inseguridad, la sensación de desprecio, el resentimiento. Y aprender de la situación algo que nos sirva para mejorar. Y, si es preciso, hacer una devolución a esa persona, pero siempre desde el yo.

–¿Qué quiere decir?

–Es diferente decir al otro “me estás ofendiendo” o “calla, eres muy agresivo”, que decirle “cuando me has hablado así, me he sentido herido”.

–Y, quizá, con un poco de suerte, el otro nos pida perdón.

–Sí, lo que pasa es que ahora se utiliza el perdón como pretexto. Woody Allen dice: “Lo que más odio es que pidan perdón antes de pisarme”. O sea, que el perdón se utiliza como muletilla antes de herir. Perdona pero… y luego va el dardo.

Gaspar Hernàndez

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