Cuántas veces nos preocupamos por lo que dura el amor, por sus gestos y modales o por su intensidad!. Pero muy pocas veces tenemos en cuenta que lo más importante de él es su profundidad!. Pasamos nuestra vida buscando incansablemente el amor, como si no estuviera ya dentro nuestro y solo debemos dejarlo fluir cuando encontramos a esa persona especial que nos abre nuestro corazón!. Y al amor no se le encuentra, sino que brota de nuestro interior y es difícil de contener cuando lo hace!. El amor buscado es tan solo un reto mental y existencial que no responde a lo que llevamos dentro, por eso dura lo que dura la voluntad… y es lo que es, una adicción más o solo la huída de la soledad!
El amor de verdad, en cambio, nos sorprende en un momento dado cuando estamos atentos a nuestro interior y a lo que sucede a nuestro alrededor!. Nos habla con señales, nos provoca serenidad y resulta imposible negarse a él cuando llega, porque resuena en nuestro interior! Aparece cuando aparece, de la mano de esa persona especial que seguramente no responde siquiera a esos cánones que tenemos de álguien que nos ha de enamorar y llegar al corazón, basada más en nuestros sueños o nuestras experiencias, nuestra elucubraciones mentales… y muchas veces antes dolorosamente fallidas!. Esa persona llega cuando llega, remueve nuestro interior y rompe nuestros esquemas… para lograr abrirnos el corazón de par en par!
Este amor es profundo y plenamente consciente, porque, además de resonar en nuestro interior, cuestiona nuestra vida por entero, nos obliga a darnos tal como somos y a crecer con él. Pero cuando llega a las profundidades, despierta en ellas todo lo mejor y lo peor que tenemos en nuestro interior! Es íntegro y reclama todo lo que hay en nuestro ser!. Es un antes y después en nuestra vida, dure lo que dure en la realidad concreta… por eso es singular, eterno, mágico e irrepetible!. Sinceramente no creo que se viva muchas veces en nuestra vida… simplemente porque fluye desde el interior y eso es un logro que exije madurez y valentía para aceptarlo y vivirlo tal cual es!. No siempre es fácil aceptar un espejo en alguien más que nos revele lo que tenemos en nuestra Alma, nos muestre la suya para lograrlo y, todo ello, nos haga crecer y ser feliz, día a día más!
Mientras, mucha gente está solo preocupada en amores triviales, cómodos y de fantasía, en los que uno pretende controlar lo que da y lo que recibe de ellos y, como mucho, se obstina en su posible duración o en sus gestos emulados del amor de verdad! Y el amor de verdad es entrega desmedida, esencial y, por tanto, es imposible de modular o renunciar, porque se expande a todo y a todos los que están a nuestro alrededor! Es un amor integral, íntimo y expansivo… y, como tal, para siempre! Una vez hemos abierto el corazón, es inútil y doloroso intentar volverlo a cerrar!
Cuando nuestras luces y sombras surjen ante un amor de verdad, éste está calando hondo en nuestra vida, se convierte en algo auténtico, esencial y, a la vez, real. En nuestra vida todo lo esencial tiene su coste!. Alguien me dijo que el ser humano puede conocerse a sí mismo hasta el límite de lo conocido por él, pero solo el amor nos permite llegar a descubrir incluso lo desconocido que hay en cada uno de nosotros!. Cada uno se convierte gracias al amor de verdad en el fiel reflejo del Alma del otro… y en los ojos de el de enfrente se ve reflejado a sí mismo!. Y eso no es siempre cómodo, porque hay partes de nosotros mismos que nos da miedo reconocer y, mucho más, compartir!. Pero eso, ni más ni menos, el amor de verdad es el amor a uno mismo y al otro, con quien compartimos nuestro ser y nos ayudará a crecer!. Ese amor es crecimiento mútuo y compartido, eterno y mágico!. Le bastan dos premisas: amarse uno lo suficiente como para tener la necesidad de reconocerse uno mismo con sus luces y sus sombras… y el valor de, encontrando lo que encuentre, compartirlo con alguien más, por amor y ya sin temor!
Los demás amores, los que han ocupado días y días antes en nuestra vida son meros ensayos, en los que no hay compromiso con uno mismo ni con el otro, ni con la vida!. Son amores pasajeros, convenientes, superficiales… pero igualmente dolorosos cuando se van, porque entrañan un fracaso y emulan la realidad de un amor de verdad!. Son amores confortables, predecibles, en los que uno se siente presuntamente fuerte, aparente, controlador y seguro… tan solo ensalzan nuestro ego y nuestra presunta autoestima, sin más!. Pero el amor de verdad empieza, precisamente, por sentirse uno auténtico, vulnerable y confiado con lo que éste traiga a nuestro ser y a nuestra vida! En el amor de verdad se comparte todo lo que uno es, su verdad, toda su vulnerabilidad y su ansia de crecer como persona, compartiéndolo con quien se ama de verdad!
No pierdas el tiempo en esos otros amores pasajeros y tóxicos -porque no llenan sino vacían de amor tu corazón- que han configurado tu sufrimiento hasta ahora en tu historia, no por lo que han tenido de intensos, de placenteros o no, ni por su duración, sino porque no han permitido a tu Alma manifestar todo ese amor verdadero que está en su interior y ansía compartirse!. Esos otros amores experimientales, efímeros y convenientes no demuestran más que tu humana predisposición a amar de verdad!. Y el amor de verdad que requiere tu Alma tiene algo de humano, pero también de espiritual!. Quizás por ello es incondicional y eterno… y constituye un antes y un después en tu vida! Y, sin duda, es el primer y el único paso posible de una vida verdaderamente plena y feliz… de verdad!.
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