Tengo 64 años. Nací en Barcelona y vivo en Matadepera. Estoy casado con Margarida y tenemos dos hijos, Martí (37) y Clara (31), y un nieto. Soy independentista catalán. Soy agnóstico, pero me duele que se use a Dios para justificar violencias. El infierno es que el diablo no exista.
'Jo confesso'
Jaume Cabré es hoy el novelista por excelencia de la literatura catalana, por distinciones, número de lectores y proyección internacional. Me recibe en el despacho en el que escribe, en un plácido y soleado adosado ante un monte boscoso, para conversar de esto y de lo otro. Cabré ha alcanzado su sueño: vivir de sus fantasías, de lo que escribe. Autor de guiones televisivos y cinematográficos y de novelas como Les veus del Pamano, Senyoria, L'ombra de l'eunuc, Fra Junoy o l'Agonia dels sons, está ahora en la primera fila literaria con Jo confesso (Proa) / Yo confieso (Destino), gran aventura con todo lo que deben tener las buenas historias y con la cultura europea de fondo.
Por qué escribe?
Hubiese querido ser músico: toco el violín, pero no domino lo bastante el instrumento...
¿Y por qué músico?
En casa, de niño, había un piano que mis padres tocaban a cuatro manos... También quise ser bombero, Papa...
¿Papa de Roma?
Un señor disfrazado y llevado en andas... ¡Me deslumbraba!
Luego ha escrito sobre el papa Luna...
Que hubiese varios papas y que cada uno considerase herejes a los otros me fascina. El que gana convierte a los otros en antipapas: ¡escribe la historia! ¿Qué es la verdad?
Total, escribe porque no toca el violín.
El arte encubre alguna frustración, carencia que alivias tañendo el laúd, escribiendo...
La pulsión artística como terapia.
Si sientes que no puedes vivir sin atender esa pulsión, ¡debes seguirla!
"Si te ves capaz de vivir sin escribir, no escribas", aconsejó a Borges su padre.
¡Yo no he sido capaz de vivir sin escribir! Durante años fui profesor de secundaria, llegaba a casa, corregía exámenes, atendía a mis hijos... y, de madrugada, ¡a escribir! Era duro, pero más dura era la enseñanza: ganarse a los alumnos, implicarlos, ilusionarlos...
¿Qué haría para mejorar la educación?
Los padres se desentienden, delegan todo en la escuela. Si un padre se queja de que su hijo no lee, pregúntale: "Y tú, ¿lees?".
Amplía usted responsabilidades, veo.
Vivimos en una sociedad que prioriza un programa de tele sobre si un futbolista se depila a otro sobre historia de Europa.
¿Le preocupa?
Me desanima la superficialidad, que se nota en la incapacidad para estar a solas con nosotros mismos. ¡Educar consiste en enseñar al joven a estar a solas consigo mismo!
Socializar la cultura quizá la banaliza.
Yo creo posible extender y democratizar la cultura sin por ello degradarla ni bajar el listón. Sí me preocupa mucho el desprecio por los estudios de Humanidades...
¿Por qué?
Llevados por el utilitarismo extremo, dejaremos de estudiar griego y latín, luego geografía, y luego filosofía, luego historia... ¡Todo lo que nos hace cultos y con criterio, personas estructuradas! Justamente lo que todos deberían estudiar..., y luego que cada uno ahondase en la parcela que le apeteciera.
¡Firmo!
Se empieza por ser maleducado.., y luego maltratas a tu pareja.., y luego propinas un puñetazo, y así llegamos hasta Auschwitz.
¿No dramatiza un poquito?
No: el drama es que el mal reside en ti. El infierno consiste en que el diablo no existe.
¿Cuál es su idea del mal?
Pretender hacer el bien me parece tan pretencioso... Intentar no hacer daño ¡es ya mucho! Fíjese en la huella ecológica...
¿Qué le pasa?
Incluso la persona que no quiere contaminar nada acaba por contaminar un poco. ¡No somos ángeles! Y un grano de arena acaba deteniendo una gran maquinaria: se empieza por un mal gesto y...
Un ejemplo.
Llamar polaco a un catalán es un comienzo, como los nazis llamaban rata al judío.
¿Nos falta adiestrarnos en pluralismo?
Comprendamos que la lengua común de Europa no es el inglés: ¡es la traducción! Lo dice Umberto Eco. La realidad europea es plurilingüe, ¡y eso es una riqueza!
Usted escribe en catalán.
No habitamos un país: habitamos una lengua. Yo habito la lengua catalana. Una lengua que estuvo prohibida: esto es algo que asombra mucho cuando lo explicas por el mundo...
¿A cuántas lenguas han traducido ya sus obras?
A veintitantas lenguas, ¡también al español!, de lo que estoy muy satisfecho, dadas las reticencias de los lectores españoles hacia los autores que escribimos en catalán.
¿Por qué será?
Los catalanes sí leen a autores que escriben en castellano, pero al revés... ¡no! Y me sabe mal. Yo he oído en un restaurante por España a un grupo de comensales rechazar los vinos catalanes por serlo... ¡Y sabe mal!
Su última novela será superventas. ¿Y después, qué escribirá?
He tardado ocho años en escribir Jo confesso. Ahora... me toca esperar.
¿A qué?
A que me domine de nuevo la necesidad de escribir alguna otra cosa.
¿Y qué tal, por ahora?
Por ahora, no se da todavía el caso. Pero sospecho que algo llegará, algo llegará...
Ha escrito también culebrones y series televisivas.
El primer serial que se hizo en España, La granja, con Puyal... La cosa fue muy bien, gané dinero.
¿Qué consejo daría a quien quiera escribir para televisión?
Visualiza todo lo que escribas, describe gestos y miradas, y escribe cosas que te sorprendan a ti mismo.
¿Cuál es el secreto de sus novelas?
¡Ni idea! Sólo sé que dedico la vida, que me vuelco. Y que los críticos alemanes dicen: "Nunca habíamos visto escribir así".
Allí le leen mucho, tengo entendido.
Sí, hay muchos clubs de lectura, se lee en las escuelas, reciben a escritores. Creo que si todo el mundo leyese un libro al año, ¡cambiaría el mundo!
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