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dissabte, 5 de maig del 2012

"El bien y la justicia obedecen a nuestra biología". Hendrick Gommer. La Contra de la Vanguardia

Hendrick Gommer, biólogo, teólogo y abogado, autor de la teoría biológica de la ley.


49 años. Holandés. Casado. Dos hijas. Licenciado en Biología, Teología y Derecho. He sido empresario durante diez años en el campo de la energía solar y ahora soy profesor de Ley Pública. Las leyes deben basarse en la biología, de eso he hablado en CosmoCaixa. Soy agnóstico.

Atando cabos
Para comprender algo hay que abordarlo desde distintos ángulos, por eso Gommer estudió cosas tan aparentemente dispares como la biología, la teología y el derecho, lo que le permitió elaborar su teoría biológica de la ley. "He comprendido que todos los seres vivos estamos dirigidos por el mandato biológico de difundir nuestros genes. Y si analiza las religiones, encontrara los mismos principios: 'Creced y multiplicaos', 'Ama a tu enemigo (al que no pertenece a tu grupo)', lo que tuvo un éxito evolutivo enorme. Los ratones necesitan muy pocos recursos y sin embargo son 4.000 millones. La prescripción normativa también debe derivarse de las leyes biológicas, son unos sólidos cimientos".

El bien y el mal están en nuestra biología?
Sí, y el problema primordial de la ley es que separa el aspecto biológico y el normativo.

¿La ley se puede derivar de la biología?
Debe. Nuestro cerebro ha sido creado por el programa del ADN, especialmente nuestras emociones, que también poseen los otros animales y que les indica cómo actuar. Pero nosotros tenemos el neocórtex, que puede regular dichas emociones. ¿Qué hará un chimpancé si otro le roba el alimento?

Enfurecerse.
Y si puede, lo golpeará. Esa emoción tiene una función evolutiva: si no se enfureciese, perdería sus alimentos y moriría. Por tanto, para la difusión de sus genes es necesario este tipo de dispositivos que le hacen enfurecerse. Los humanos hacemos algo distinto.

¿Usted cree?
De acuerdo, primero nos enfurecemos, pero luego, gracias al neocórtex, tenemos la posibilidad de utilizar el lenguaje y de establecer reglas. El principio que puede derivarse de esa rabia es "no os robéis, compartid", y aquí tenemos la norma que se deriva de la emoción y, finalmente, de los genes.

Las bacterias evolucionaron gracias a la cooperación y no a la competencia.

Es más, el éxito de los humanos está basado en que somos animales muy sociales, expertos en cooperar incluso con individuos que no son de nuestra familia. Y gracias a las normas podemos mejorar la cooperación y tener más éxito en nuestra evolución, es decir, en difundir nuestros genes.

Pero el bien es un acuerdo social.
Su origen esta en la cooperación: portarse bien con los otros ayuda a la difusión de nuestros genes, y ese es el principio de la evolución.

El mal también ayuda a la difusión de los genes, la violación, por ejemplo.
Un violador o cualquier tramposo, es decir, el que no sigue las reglas y se aprovecha de la cooperación de los otros, triunfa evolutivamente si el grupo no lo castiga por no respetar las normas, que es el modo, el acuerdo, mediante el cual se puede mantener la estabilidad del grupo.

Pero eso, insisto, es social, no biológico.
Empieza en la genética y luego las otras disciplinas (la sociología, la psicología, la antropología, la política) encajan. Así pasamos de los genes a la moralidad y a las normas.

Y llegamos al derecho.
Sí, disciplina necesaria para mantener estables los grupos o los estados. El motor que subyace en el derecho es crear las condiciones para la reproducción, compartir alimentos y establecer relaciones recíprocas.

¿Qué consecuencias tiene su teoría, como se aplica a la vida real?
Los filósofos del derecho dicen que la moralidad y los valores provienen de un lugar misterioso, de los gobiernos, por ejemplo. Si aceptamos que nuestras normas derivan de los procesos biológicos, entonces la ciencia puede determinar lo que está bien y lo que está mal desde el comportamiento.

Hay países que aceptan la pena de muerte y otros que no.
Los mecanismos biológicos son motores fundamentales, están a un nivel muy básico. En todas las culturas está prohibido el homicidio dentro del grupo, pero la manera en que se castigue varía según la cultura. Mire esta imagen.

Un afroamericano quemado.
Sí, en 1919, por robar. Fíjese que le observan blancos orgullosos porque consideran que están haciendo algo bueno. ¿Cómo puede explicárselo? Dentro del grupo de americanos blancos está prohibido matar a los suyos, pero consideran que el afroamericano no pertenece a su grupo, es una amenaza.

Y ellos, unos salvajes.
Lo que valoramos como bueno o como malo es relativo, no existe una vara de medir. Lo que podemos aprender de esta imagen es que necesitamos expandir nuestro grupo interno para que incluya a todos los habitantes de la tierra.

Se ha expandido el modelo del más fuerte que explota al 90% restante.
Cuando tienes un sistema que funciona puedes tener poder y así difundir tus genes. El caso extremo es el del dictador que somete y reprime a un pueblo, pero la gente se lo permitirá mientras tenga suficiente libertad para sobrevivir y reproducirse, porque eso es lo que básicamente nos hace felices.

Animalitos.
Si el dictador se pasa de la raya y no les deja suficientes recursos, habrá una revolución. Ya ve, el principio de justicia es biológico.

¿Y de qué nos sirve saberlo?
Si aceptamos la idea de que debemos cooperar porque es bueno para nuestra difusión genética (mandato evolutivo), entonces en la filosofía del derecho tendremos unos cimientos totalmente distintos a los establecidos, que nos permitirán dar respuestas a preguntas complejas.

¿Por ejemplo?
¿Para tener una sociedad estable el matrimonio homosexual es recomendable o no?

¿...?
Si lo analizamos desde un punto de vista biológico, vemos que la homosexualidad se encuentra en todo el reino animal y tiene un beneficio evolutivo: menos competencia entre los machos, y un aporte de ayuda de los homosexuales para criar a los pequeños. Ya ve, las leyes complejas se derivan de leyes biológicas.


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