Dan Fante, escritor
Tengo 68 años. Nací y vivo en Los Ángeles. Casado desde hace 10 años con mi cuarta mujer, tenemos un hijo de 7 años. Mi universidad fue ser taxista en Nueva York: es duro. De izquierdas. Cuando dejas el alcohol tienes que volver a nacer, y en mi segunda vida soy creyente.
Locura con humor
Empezamos hablando de las cremas exfoliantes de su mujer, exmodelo: "Muy alta y muy delgada", puntualiza Fante, que es bajito; y acabamos llorando la locura de una generación politoxicómana. En Fante. Un legado de escritura, alcohol y supervivencia (Sajalín Editores) enlaza la historia de su padre, John Fante -icono de la literatura norteamericana-, con la propia. A los 20 años Dan abandonó Los Ángeles y llegó a Nueva York, donde sobrevivió ejerciendo variopintos trabajos. Veinticinco años más tarde dejó el alcohol y recuperó la vieja máquina de escribir de su padre. Tiene 11 libros publicados, entre ellos 4 novelas que protagoniza Bruno Dante, inspirado en su época de detective.
Cómo arrancaría la novela sobre su propia vida.
Un tipo que está siempre borracho y lleva una pistola. Un tipo muy destructivo que tras veinte años de locura consigue cambiar el rumbo de su vida.
¿Cómo?
Escribiendo sobre la persona que había sido.
¿Un niño solo?
Muy solo, vivía refugiado en la fantasía, inventaba personajes con quienes jugar y hablar. El problema era añadir a mis juegos personas reales.
¿Mal estudiante?
Lo suspendía todo menos la literatura; iba a un colegio de curas irlandeses que nos golpeaban y no tenían sentido del humor.
¿Padre alcohólico?
Más o menos, bebió demasiado, pero no tanto como yo. En los años 50, en Los Ángeles, beber iba asociado a escribir y crear.
Entonces, ¿lo llevaba en los genes?
Sí, cuando bebo una copa de vino me siento como Superman: soy un poeta, un genio...
¿Cuántos oficios ha ejercido?
Quizá cien. Mi preferido fue el de vendedor ambulante de pulseras 'no me olvides' en Nueva York. Se las vendía a secretarias de altos edificios. Ganaba mucha pasta, pero me metían en la cárcel una vez por semana.
También fue taxista.
Sí, y detective privado, acomodador de cine y, lo peor: limpiador de ventanas de edificios de 80 plantas. Imagíneselo: diciembre, el agua resbalándote por los brazos y congelándose en las mangas. Un día me quedé colgando y abandoné. ¿Sabe lo que he aprendido después de tanto trabajo precario?
¿Qué?
Que somos todos niños bonitos intentando recordar que somos niños bonitos.
¿...?
Creemos que los humanos somos muy complicados, llenos de pasiones, pero en nuestros corazones sólo queremos pertenecer a algo, estar en paz, ser amados y amar.
¿Cuándo supo que era un alcohólico?
Tenía poco más de 20 años, pero era mi secreto. ¿Conoce el libro Dr. Jekyll y Mr. Hyde? Ahora soy amable, pero si me da tres copas me vuelvo un energúmeno.
¿Cuánto duró?
Veinte años, era un loco: dos personas en una que no se llevan bien. En algún momento entendí que si seguía me iba a matar.
Entre tanto, tuvo cuatro mujeres.
Un matrimonio no superó el mes, otro no llegó a los tres meses. Mi verdadero amor estaba dentro de un vaso y no de un cuerpo.
¿Y mientras tanto escribía?
Existe la idea poética de que los escritores ebrios crean, pero es ridícula. Abandoné el alcohol a los 42 años y entonces ocurrió.
¿El qué?
Cada persona tiene en su interior un don que trae magia a su vida y hay que encontrarlo. Nunca pierdas el tiempo con algo en lo que tú no creas.
¿Cómo lo halló?
En alcohólicos anónimos me pidieron un inventario de mi vida. Escribí páginas y páginas y descubrí asombrado que tenía algo que decir.
¿Sobre qué escribe?
Sobre las cosas que he visto y vivido. Uno de mis trabajos fue el de detective privado, así nació el detective Bruno Dante, que me ha dado para cuatro novelas.
¿Qué ha querido contar?
Cada hombre es una estrella.
¿...?
Mi primer libro, Chump Change, cuenta el viaje de un hombre hasta aceptarse y perdonarse a sí mismo. Lo opuesto a la locura no es la cordura, es la alegría. Más allá de la habilidad de sobrevivir está la de aprender cómo ser una persona real.
¿Y cómo?
Cometiendo muchos errores. Cuando llegas al final del precipicio y ves lo que hay abajo, sabes que no puedes seguir. Muchos amigos míos se han tirado y no entiendo por qué yo no me tiré, he tenido suerte.
¿Y qué fue de ellos?
Muertos: drogas, crimen, alcohol, gente muy brillante... Mi hermano, que construyó los pies de una de las naves espaciales que pisaron la Luna, un genio, murió alcoholizado.
¿Llora?
Sí. Yo pensaba que él estaba loco, siempre piensas que son los demás los que están locos, y luego te das cuenta de que tú también lo estás. Era la locura colectiva.
¿Pero por qué tanta locura?
Algunas personas no pueden vivir una vida normal, todo les parece difícil y oscuro, tienen que alterar su mente para soportarlo.
¿Artistas débiles?
No, los artistas intentan resolver su identidad. Fíjese en Shakespeare, demasiadas personas viviendo en su mente. Todos estamos en un viaje para descubrir lo que tenemos en nuestros corazones, no hay nada más que importe.
¿Usted lo ha descubierto?
Si perdonas a los demás estás perdonado. El único pecado es no ser amable con uno mismo y con los otros. Somos demasiado duros.
¿A quién ha tenido que perdonar?
Es una lista muy larga: mis padres, mis mujeres, mis jefes, mis hijos. Y yo también he tenido que pedirles perdón, a ellos y a todas las personas que he estafado: vendía cosas por teléfono y gané mucho dinero, pero mentía a todo el mundo, una vez lo calculé: 48.000 personas.
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