El filósofo, que acaba de publicar 'La inteligencia ejecutiva', defiende que "los niños deben aprender de memoria cuanto más, mejor"
Madrid, 15 may (EFE/Catalina Guerrero).- Google y Apple son "fantásticos" pero "no pueden encargarse de educar a nuestros chicos", subraya en una entrevista con Efe el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, que acaba de publicar el libro La inteligencia ejecutiva, y defiende que "los niños deben aprender de memoria cuanto más, mejor".
"Que imaginen los padres que el cerebro de su hijos es como un ordenador potentísimo, que contiene todas las mecánicas habidas y por haber, pero sin ninguna información. Es muy rápido, pero sino le metemos nada, no sirve para nada", dice Marina para ejemplificar que "la inteligencia reside en la memoria".
Y es que "cuando pensamos lo hacemos con contenidos y conocimientos", subraya este escritor y antiguo profesor que encabeza desde hace años la Fundación Universidad de Padres, una ambiciosa plataforma para ayudar a padres y docentes a educar.
Una fundación sin ánimo de lucro que ofrece a partir de hoy sus cursos en www.superpadres.com, aunque de la gestión se ha hecho cargo el Grupo Planeta tras un acuerdo alcanzado recientemente.
"Para educar a un niño hace falta la tribu entera, pero la conciencia educativa debe ser de los que nos dedicamos a la educación. Nosotros cuidamos del futuro. La educación es una cosa complicada, es una ciencia de vanguardia, por eso los mejores talentos debemos dedicarnos a la educación", dice.
Hablando de vanguardias, "el final del siglo XX fue -señala Marina- el siglo de la genética y en lo que llevamos del XXI se ha dado un paso más, estamos en la epigenética", en la constatación de que el entorno y, por tanto, la educación y la cultura influyen en en la expresión genética, ya que son "aceleradoras de la evolución".
"Las nuevas tecnologías están configurando el cerebro humano, en algunas cosas no sabemos si para bien o para mal", señala el autor de La educación del talento, El cerebro infantil: la gran oportunidad, Los secretos de la motivación y La inteligencia ejecutiva, cuarto tomo editado por Ariel de la Biblioteca UP (Universidad de Padres), que alcanzará los "diez o doce" volúmenes.
Lo que sí se ha comprobado ya es que la gente joven que está metida en nuevas tecnologías "maneja la atención de manera distinta, controla bien las multitareas", "tiene muchísima habilidad", "usa superficialmente mucha información pero -advierte- se le queda muy poco, se acuerda de muy poco y eso es un problema".
Otro "fallo grande" es para Marina que se haya extendido la idea de que "si puedes buscar una cosa para qué la vas a estudiar". "Construirte tu propia memoria es tu gran recurso, es tu gran tesoro. Es lo que te va a dar más o menos posibilidades y, por tanto, tienes que diseñártela tú. Es una de las funciones de la inteligencia ejecutiva: la memoria de trabajo, creársela y saberla activar", aconseja Marina, uno de los pensadores españoles contemporáneos de mayor prestigio.
Los niños tienen "que aprender de memoria cuanto más, mejor; y luego tienen que aprender qué hacer con ello", mantiene.
Además de la memoria de trabajo, otras de las funciones básicas de la "inteligencia ejecutiva" son: capacidad de detener la respuesta a un estímulo, establecimiento de proyectos, organización de medios, control de la atención, autorregulación emocional, iniciación de la tarea, persistencia y la gestión del tiempo.
La "inteligencia ejecutiva", un término acuñado por Marina, es -precisa- como "un director de orquesta" capaz de dirigir por metas la "inteligencia generadora" de "nuestra prodigiosa maquinaria cerebral" para controlar acciones, anticipar el futuro y hacer proyectos, porque "así vivimos todos, salvándonos por los pelos, agarrándonos de un proyecto".
Otro "gran objetivo educativo", continúa, es "que los niños aprendan a ser libres", que no sean dependientes, pero "la libertad no debe estar al principio sino al final del proceso educativo", por eso tienen que tener límites y aprender a obedecer, primero a sus padres y educadores y luego deben comenzar a darse ordenes a sí mismos, algo que sucede a los 3 o 4 años.
El periodo de mayor desarrollo de las funciones ejecutivas va de los 6 a los 8 años; a los 12, el niño tiene una organización cognitiva cercana a la de un adulto, pero es a los 16 cuando se alcanza el desarrollo completo de los lóbulos frontales del cerebro.
Y, por último, un consejo de Marina: para evitar infantilizar la adolescencia hay que dar más responsabilidades a los niños, así les estaremos impulsando a madurar, ganarán en confianza y construirán sobre mejores bases su personalidad. Es, dice, "un tema educativo de alto voltaje".
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