La expresión ecología emocional significa
etimológicamente: «Conocimiento de nuestra casa emocional». La
ecología emocional enseña el arte de gestionar nuestras emociones de tal forma
que la energía que nos aportan sirva para mejorar como personas, aumentar la calidad
de nuestras relaciones y cuidar mejor el mundo que habitamos.
Cuando nacemos, en nuestro interior ya existe el
embrión de lo que será nuestra casa emocional. Al principio sólo es una
estancia en la que residen emociones básicas imprescindibles para nuestra
supervivencia: el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, el asco. ¿Cómo es en
este momento?
¿Es una casa abierta, bien
ventilada, acogedora, con espacios libres de barreras, un buen clima emocional,
donde las emociones entran y salen de forma fluida?
¿ O más bien es una casa cerrada a
cal y a canto, con muros defensivos, con pinchos que hacen difícil su acceso,
con algunas habitaciones cerradas que retienen emociones prohibidas?
En función de cómo sea vamos a gozar de un buen
nivel de salud emocional o bien vamos a sentirnos en desequilibrio e infelices.
Te proponemos que hagas el ejercicio de cerrar los
ojos y reflexionar sobre tu casa emocional. A estas alturas de tu vida eres
responsable de lo que en ella ocurre. Es importante que conozcas bien sus
habitantes, estas emociones, sentimientos, pasiones y afectos que entran y
salen de ella, que se relacionan entre ellas y nos mueven a la acción.
¿Te gustan estos habitantes de la
casa? ¿Predominan las emociones agradables o las desagradables? ¿Tienes habitantes
que se han apalancado en tu casa?
Recuerda que las emociones son un lenguaje valioso
útil para ir más orientado en tu vida. Te aportan datos sobre cómo te
relacionas contigo mismo, con los demás y cómo evoluciona tu proyecto de vida.
Si las atiendes, les das nombre, si una vez escuchadas incorporas la
información a tu mapa mental y las dejas partir, las estarás gestionando ecológicamente
y serán tus aliadas. Es posible que no hayas entrado en algunas habitaciones de
tu casa emocional. Tal vez temas qué hallarás detrás de sus puertas. Allí
pueden estar prisioneras algunas emociones. Hay quien no se permite sentir el
enfado y lo encierra en su interior. Y a fuerza de acumular ira y dejar pasar
el tiempo sin gestionarla, ésta puede convertirse en rabia, rencor o
resentimiento. Si tú sientes estas emociones... es el momento de «ventilar
habitaciones».
Si dejas encerrada en una habitación de tu casa
emocional algunas emociones desagradables o dolorosas como pueden ser la
envidia, el resentimiento, el rencor, los celos... recuerda que van a
convertirse en tóxicos emocionales que te dañarán a ti y a las personas que te
rodean, puesto que en algún momento serán «lluvia ácida» que arrasará la
relación.
Por otro lado, no debes prohibir que
entren en tu casa determinadas emociones desagradables. Incluso ellas te in forman de algo que es importante
para reconducir tu vida. Así la tristeza te
indica que estás viviendo algo como si fuera
una perdida, la ira
te informa de que sientes que alguien
o algo es un ob áculo para lo que
quieres conseguir; el asco o la
aversión te indica que
debes apartarte de una situación o
de algo que es insano para ti, el miedo
te señala que intuyes un peligro y te empuja a protegerte o a defenderte, la alegría busca repetir la situación placentera,
y la sorpresa promueve la apertura al aprendizaje. ¡Deja que entren en tu casa, acógelas,
escúchalas y permíteles que se vayan! ¡Que no se instalen
permanentemente en ella!
Tampoco es conveniente retener o evitar compartir emociones tan bellas como la alegría, el amor, la ternura, la gratitud... Como decía el poeta Evtuixenko, incluso la ternura puede ser letal si se esconde. Cuando no expresas
estos sentimientos, el mundo se pierde lo mejor, evitas que mejore el clima emocional, y dejas de dar vitaminas emocionales
a tus relaciones. ¿Acaso puedes perder algo por abrazar, decir gracias o te quiero, ser detallista con alguien, o
regalar alegría alos demás? Compartir emociones positivas es una estrategia siempre ganadora.
La naturaleza de las emociones es fluir. Sean
agradables o
desagradables de sentir, una vez cumplida su misión, debemos dejarlas partir.
Emociones, las razones que la razón ignora.
Mercè Conangla, Jaume Soler y Laia Soler Conangla.
Ediciones Obelisco
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada