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diumenge, 4 de desembre del 2011

ESFUERZO INTELIGENTE, ESFUERZO DIRIGIDO. Hanna Harranz.

Cualquier cosa que se quiera conseguir precisa de un mínimo esfuerzo, aunque dicho esfuerzo ha de ser siempre lo más inteligente posible puesto que de no ser así no servirá absolutamente de nada.

Un claro ejemplo de ello es el de dos personas que caminan 1.000 pasos cada uno pero uno anda en linea recta mientras que el otro los da en círculo. Cuando terminan de caminar, el primero de ellos ha recorrido una distancia aproximada de 1km desde el lugar de partida, mientras que el segundo sigue en el mismo lugar en el que comenzó.
De esta manera nos damos cuenta de que el mismo esfuerzo puede dar lugar a resultados muy diferentes, por ello es de suprema importancia que nos esforcemos diariamente de forma inteligente, es decir, dirigiéndonos hacia la consecución de un fin, puesto que si no lo hacemos así terminaremos habiendo malgastado nuestro esfuerzo para no llegar a ningún lado.
Esto es lo que sucede en muchas ocasiones con la vida; nos esforzamos cada día (incluso muchas veces hasta quedar agotados) pero sin dirigir nuestro esfuerzo hacia ninguna meta, lo que supone una absoluta pérdida de tiempo ya que al igual que en el ejemplo anterior estamos caminando en círculo y nuestro avance es cero.
¿DÓNDE ESPERAMOS LLEGAR SI NO SABEMOS DÓNDE QUEREMOS IR?
Para evitar cometer este error, debemos primero detenernos un instante para fijarnos unas metas que alcanzar y una ruta por la que llegar hasta ellas.
El tiempo que se emplea en elegir el destino y decidir el rumbo más adecuado es un tiempo muy bien invertido ya que servirá para facilitarnos el camino y aumentará enormemente nuestras posibilidades de éxito.
Por último, hay que recordar que el camino se recorre paso a paso y cada uno de todos ellos cuenta, así que es importante tratar de no desperdiciar ninguno de nuestros esfuerzos en vano y caminar hacía el destino que deseamos.
El hombre más lento, que no pierde de vista el fin, va siempre más veloz que el que vaya sin perseguir un punto fijo.
Gotthold Ephraim Lessing

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