Estoy empezando a percatarme que
al estar aburrido creo estar cansado de lo que me rodea,
pero en verdad estoy fatigado de mis pensamientos.
Es el pensar furtivo, monótono y repetido
el que produce el descontento.
Al adoptar una silenciosa actitud de darme cuenta
de lo que transcurre, al escuchar,
mi mente se refresca y la situación que me
aburría se vivífica.
SÍ mi atención vagabundea
es porque quiere ir hacia algún lugar.
Es evidente que no quiere permanecer sujeta donde yo
la fijo, prisionera de un deber rígido.
Un plan elimina el tedio prometiendo un cambio.
Pero, irónicamente, un plan es tan sólo mi decisión
De imaginarme un futuro distinto,
y si lo sigo demasiado estrictamente excluye los sucesos espontáneos,
A veces mi aburrimiento opera de este modo:
No me gusta lo que estoy haciendo
y tampoco puedo pensar en hacer otra cosa,
y si llego a hacerlo parece como
algo remoto e irrealizable.
Mi mente corre de un plan insatisfactorio al otro
y mi aburrimiento se profundiza y
me siento cada vez más frustrado.
Cuando esto ocurre me resulta útil
suspender todo esfuerzo por "decidir".
El pensar que sólo mi intelecto debe decidir
convierte a mi cuerpo en un objeto y me divide.
Sin embargo si espero y tomo conciencia
del flujo de vivencias que ocurren en mi interior,
en un momento dado siento un impulso que viene
desde adentro y que sin bullicio me dirige hacia un hacer.
O noto que ya he actuado sin que el "decidir"
haya sido la causa de mi acción.
Algunas veces el "qué haré" es permanecer
sentado.
Hugh Prather
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