Es notable el número de veces que nuestra fe en un resultado concreto hace que el resultado se materialice finalmente. La confianza en poder resolver las situaciones y sentirnos capaces de superar los avatares adversos que se presenten, crea en nosotros una energía decisiva y desconocida para culminarlos. Pero claro, al menos hay que asumir el riesgo de intentarlo.
Ya salió la dichosa palabra a colación: “riesgo”. Correr riesgos es un deporte extremo para muchos y uno de los mayores miedos paralizantes con que algunas personas afrontan su vida. Así, y por el hecho de no asumir ningún riesgo, se convierten en ‘muertos vivientes’, cargando con el sufrimiento que les genera la incertidumbre y el pánico al error. "Si no lo hago, no me equivoco", podría ser su filosofía.
¿Recuerdas alguna vez que no hayas ni intentado algo por temor a asumir el riesgo de hacerlo?. ¿Cómo te sentiste?.
¿Recuerdas alguna vez que te arriesgaste, a pesar del miedo, y resultó ser de las experiencias más gratificantes que hayas hecho en tu vida?. ¿Cómo te sentiste?.
Es curioso, porque analizando las situaciones todos estamos aceptando riesgos en nuestra vida cotidiana: cada vez que nos montamos en un avión, cada vez que atravesamos una calle; no importa lo que hagas, siempre estarás aceptando un riesgo inconscientemente.
El riesgo es por su propia naturaleza atemorizante. Es incierto e impredecible. Si lo asumes, partes hacia un territorio desconocido. Puedes perder en el envite todos tus ahorros o toda tu reputación. Estás expuesto a la crítica y a la humillación, y te puedes ver abocado a tener que recoger los pedazos y empezar todo de nuevo. Pero aún teniendo en cuenta todo lo que nos jugamos en la vida hay que arriesgarse. De lo contrario, nunca sabremos lo que somos capaces de dar o aprender y hasta dónde podemos llegar.
Y lo siento, pero no. No hay una fórmula mágica para la gestión del riesgo, si bien con una cuidadosa preparación y una aplicada previsión, se puede tanto minimizar la inseguridad como maximizar las probabilidades de éxito.
ARRIESGARSE... O MORIR
• Hacer algo por alguien, es arriesgarse a involucrarse.
• Expresar sentimientos, es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.
• Exponer tus ideas y tus sueños, es arriesgarse a perderlos.
• Reír, es arriesgarse a parecer un tonto.
• Llorar, es arriesgarse a parecer un sentimental.
• Amar, es arriesgarse a no ser correspondido.
• Vivir, es arriesgarse a morir.
• Esperar, es arriesgarse a la desesperanza.
• Lanzarte, es arriesgarse a fallar.
Reflexión final: ...todos estos riesgos deben ser tomados, porque el peligro más grande de la vida es no arriesgarse por todo aquello que vale la pena en ella y la persona que no arriesga; no hace, no tiene, no pretende, no anhela.
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