Doris
Grinspun, enfermera
Tengo 59 años, y jamás miento. Nací en Chile y vivo en Ontario
(Canadá). Soy enfermera de profesión y de alma. Vivo en pareja y tengo dos más dos hijos, y
dos nietos. Abogo por una sanidad universal pública: acaba
siendo más barata y eficaz. Soy agnóstica de familia judía
Amorosa y sabia
La población
envejece, y cada día será más imprescindible la figura de la enfermera amorosa,
sabia y competente, en cuyas manos acabaremos todos (con suerte). La señora
Grinspun, torbellino de energía, es una enfermera vocacional convertida en
Canadá en referente del gremio: ha colocado a las enfermeras en el eje de la
sanidad pública (desde su organización: www.rnao.org), y todos los gobernantes
canadienses le piden consejo para gestionar la sanidad. Es ya un referente
internacional en el sector, ahora invitada por la dirección de enfermería del
hospital Universitari Vall d'Hebron para ilustrar a sus enfermeras, que luego
han asistido muy atentas al curso de esta entrevista.
Siempre
quiso ser enfermera?
A los siete
años lo proclamé: "¡Quiero ser enfermera!"
Qué
precoz, ¿no?
También quise
ser rabino, psicóloga, abogada... Pero quedó lo de enfermera... y no estaba
bien visto.
¿No?
Ser médico,
sí, pero ser enfermera... era algo menor. Hoy ya es una profesión que ha
encontrado su orgullo, su relevancia. En Canadá es así, en España todavía no
tanto...
¿No
valoramos esta profesión?
No lo
suficiente. ¡Ser enfermera es la mejor profesión del mundo!
Qué
pasión.
Es un trabajo
más importante que el de un político: la enfermera tiene la vida de las
personas en la punta de los dedos. La enfermera cambia la vida de la gente.
Lo
dice convencida.
Lo estoy: un
país con buenas enfermeras será mejor y más feliz.
Pues
estamos recortando...
¡Qué gran
desgracia para el bienestar de los españoles! La enfermera es central para una
buena sanidad pública.
Y
en la sanidad privada, ¿no?
Es una falacia
que sea beneficioso que la sanidad privada y la pública vayan de la mano.
¿Por
qué?
Una sanidad universal de calidad sólo es viable con un sistema
plenamente público. El ánimo de lucro acaba minando la buena sanidad
y perjudicando a todos. El estatus de las enfermeras es el mejor barómetro.
¿En
qué sentido?
La enfermera debe implicarse con los pacientes, conocerlos,
seguirlos.
Y para eso conviene continuidad, una plaza garantizada. Optar por enfermeras
eventuales... acaba resultando más caro e ineficaz.
Más
importante son buenos médicos.
El médico no
podrá ser bueno sin el concurso de una buena enfermera.
¿Cómo
debe ser el reparto de papeles?
Ambos cuidan y
curan, pero el médico decide y dirige el tratamiento contra la enfermedad,
mientras que la
enfermera ve al enfermo en todas sus dimensiones, holísticamente, como persona
en su contexto.
¿El
médico piensa y la enfermera ama?
La enfermera
también piensa: el amor no basta. Si así fuese, ¡la simple mirada de tu madre
te sanaría!
Y
no.
La mirada
amorosa de la enfermera es necesaria... pero debe sumar conocimientos.
¿Qué
tres cualidades debe tener una enfermera para ser buena?
Primero, conocimiento
siempre actualizado: que nos den oportunidad de formarnos y que nos
exijamos estar al día.
Segunda
cualidad.
Compasión, humanidad. ¡Las personas a nuestro
cuidado se sienten vulnerables!
Y
tercera.
Pasión y perseverancia. La enfermera
debe insuflar energía en el paciente y su familia.
Tienen
fama de ser duras y frías.
Mantener la
serenidad en toda situación para tomar decisiones correctas... no es ser
insensible. Confieso que, durante años, no pude trabajar con niños... Me
afectaba.
¿Cuántos
pacientes por enfermera son aconsejables?
Unos siete
pacientes por enfermera. En cuidados intensivos, un par.
El
gran error de una enfermera es...
No debe hacer
algo para lo que no esté preparada, y no debe engañar al paciente. En nada. Si
le dice: "Vuelvo en cinco minutos", ¡que sea verdad! El paciente es
muy vulnerable, hay que ser muy delicado con él.
¿Por
qué la enfermera protagoniza tantas fantasías eróticas masculinas?
Combato ese
uso degradante: en Canadá hemos conseguido la retirada de un anuncio
publicitario que jugaba con esa imagen.
Con
las enfermeras, ni una broma, ¿eh?
Soy así: fui
sionista y feminista, y el ardor de la juventud me llevó de Chile a Israel,
para construir el país desde un kibutz...
¿Era
creyente?
No tengo
tiempo de creer, me dedico a actuar. Creo en la energía humana: si quieres
creer, cree... ¡pero haz algo mientras vivas!
¿Y
qué hizo usted?
Estudié
Medicina, y salí a hacer el doctorado a Estados Unidos. Y ya no volví a Israel.
¿Qué
quedó de su experiencia israelí?
El
fundamentalismo religioso perjudica a Israel.
¿Qué
aprendió con el cambio?
Que la vida en
Estados Unidos era más confortable, pero la sanidad... era deficiente.
Explíquelo.
Por eso Barack
Obama intentó repararlo, con un sistema público universal. Pero ha fracasado:
aplicará un sistema mixto que acabará siendo costoso e ineficaz. ¡Lo más
sencillo y barato es un sistema público universal!
¿Hacia
dónde debería evolucionar la enfermería?
Deberíamos dar más responsabilidad a las enfermeras. La
relación con los médicos debe tender hacia un genuino mano a mano. Son ellas
las que conocen al detalle la evolución de cada paciente.
¿Por
qué suelen ser ellas y no ellos?
También hay
enfermeros, pero aún minoría. La mujer ha tenido una mayor tradición como
cuidadora que el hombre.
¿Hay
algún paciente suyo al que no haya podido olvidar?
A tantos a los que he dado energía, o bien para sanar... o bien
para morir en paz.
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