Graciela Figueroa, bailarina, coreógrafa y terapeuta
psicocorporal
Nací hace 68 años en
Uruguay, adonde he vuelto tras vivir en Nueva York, Chile y Brasil. He fundado y dirijo varias escuelas Espacio
Movimiento-Río Abierto en España. Los políticos se comportan de manera
muy infantil. Creo en planos superiores de nosotros
mismos.
A DANZAR
Reconocida
por el Banco de Boston como maestra de todos los tiempos, ha trabajado como
coreógrafa y bailarina en las compañías neoyorquinas de danza contemporánea
Lucas Hoving y Twyla Tharp y en el Ballet Nacional de Chile.Fundó varios grupos
en Brasil. En 1987 trajo a España el Espacio Movimiento-Río Abierto, formación
para el desarrollo humano que combina lo mental y emocional con lo corporal.
Asegura que el camino más rápido para alcanzar la alegría es el movimiento
porque baja la energía aprisionada en nuestra mente. "Ponga
música y baile", me insiste. "En un Evangelio apócrifo
de san Juan, Jesús aparece bailando y dice: 'Quien no danza no sabe qué va a
pasar'".
Empecé a
bailar en una academia a los 2 años.
Precoz.
A los 3 ya
actuaba en teatros y a los 9 era integrante de un grupo de vanguardia.
Y a los 20 era una coreógrafa famosa.
Tenía
excelentes críticas, así que todo empezó a rodar; recibí varias becas (la
Fulbright del Departamento de Estado de EE.UU., la Marta Graham, la Guggenheim
Foundation) y me instalé en Nueva York.
¿Sin escollos?
Cuando tú estás en expansión, las cosas que
necesitas vienen. Descubrí que lo
que tú vales lo vales en cualquier parte, y ese es un descubrimiento
importante.
Se trabajó por fuera y por dentro.
Desde muy
joven fui consciente de mi sombra, de que todo lo que vivimos por dentro acaba saliendo, y de la
capacidad que todos tenemos de transformarla.
¿A través del baile?
Sí, que es la potencia energética, pero
también a través de las emociones y la mente.
Se hizo psicoterapeuta.
Viví en
Santiago de Chile y trabajé con el psicoterapeuta Claudio Naranjo. Luego
trabajé con María Adela Palcos, la formuladora del sistema Río Abierto, 13 años
en Brasil.
¿En qué consiste ese sistema?
Es un
trabajo de desarrollo humano a través de la expresión creativa y artística para
encarnar en el cuerpo la alegría del alma. Ahora dirijo varias escuelas en el
mundo que trabajan con este método.
¿Basado en el movimiento?
Trabaja con
todas las posibilidades del cuerpo: el movimiento, la mente, la intuición y las emociones,
para que recuperemos el poder de ser lo que queremos ser, para armonizarnos.
¿Y eso se consigue bailando?
Es evidente
que bailando se transforma la energía. Moviendo el cuerpo se conecta directamente con la emoción
y con el sentimiento. Según qué movimientos trabajes cambian tu emoción y tu
mente,
Entonces, ¿es una manera de sanar?
Sobre todo
es eso. A
través de las heridas de la infancia aprendemos a reaccionar, y esa reacción
se repite de manera mecánica a lo largo de la vida. Tomar conciencia
de ello y trabajarlo nos permite dejar de ser víctimas y asumir nuestro papel
de cocreadores.
...
Hay que
aprender a dar a cada área su espacio: a la mente, al corazón y al instinto
vital, para que puedan trabajar conjuntamente. Precisamente, uno de los
problemas de nuestra sociedad es que la mente se impone sin escuchar al cuerpo.
Yo diría que son las emociones las que nos dominan.
No debemos temer nuestros impulsos sino
confiar en que los podemos guiar, porque son parte del combustible para materializar nuestras aspiraciones.
¿Cómo podemos guiarlos?
Primero
debemos aprender a honrar todo lo que somos aunque no nos guste, ya que lo que negamos
saldrá por algún lado.
¿Usted propone domesticar la sombra, el inconsciente,
bailando?
Sí, el
cuerpo es el vehículo hacia la catarsis. Pero esta sociedad ha convertido el
cuerpo en un objeto, ya no lo usamos como antes, cuando caminábamos kilómetros,
cortábamos leña, danzábamos... Es esencial para nuestro equilibrio ponerlo en
movimiento.
...
Ves a
hombres grandes, altos, potencialmente fuertes, todo el día sentados frente a
un ordenador; de ahí nace una agresividad que proviene de no usar la energía,
la fuerza.
La gente va al gimnasio.
Sí, eso
ayuda mucho, pero bailar con conciencia nos transforma.
Despertar nuestra vitalidad en todas sus formas: la sexualidad, la fuerza, la
alegría; la expansión del corazón, es una reeducación.
Pero la danza no te cambia la mente.
¡Por supuesto
que te la cambia! La gimnasia física, emocional y mental armonizada te va
haciendo elástica, te va soltando y creando nuevos circuitos cerebrales que se
instauran a base de repetición. La inteligencia desligada de los intereses es muy
clarividente, se convierte en sabiduría.
¿Todo eso, desde el cuerpo?
Créame, sí.
Simplemente con que se moviera como nunca lo ha hecho, que pusiera en marcha
esos músculos que jamás ha sentido, que se apoyara realmente sobre sus pies,
que tomara confianza en su cuerpo, que aprendiera a respirar correctamente,
notaría un gran cambio.
La creo.
Solemos
tener la energía subida a la cabeza. Ya de niños tenemos que ser inteligentes o
simpáticos para que nos quieran, es decir: tenemos que construirnos desde la
mente. Para
curarnos de esa desconexión debemos bajar las emociones al cuerpo y al corazón.
¿Usted cree que nacemos sabios?
Nacemos
esencia, después vamos construyéndonos una personalidad: "soy
artista", "soy médico", y nos separamos de nosotros mismos... Hay que
retornar a la esencia y poner a su servicio la personalidad.
Bailando.
Lo emocional
es el campo de crecimiento de lo humano, porque antes de que llegue al pensamiento la
emoción ya ha llegado a todo el cuerpo. Cómo entra la emoción y cómo
sale es uno de nuestros campos de trabajo, aprender a actuar en vez de reaccionar; por
eso es importante trabajar en grupo.
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