Artículo del Blog de Robert Rodríguez, Una vida sencilla.
Hace ya unos cuantos meses explicaba que en mi vida sencilla habían tres prioridades individuales: la alimentación, la actividad física y la expresión de emociones. Quien me siga en Escucha tu cuerpo ya sabe por dónde andan los tiros en cuanto a ejercicio y dieta.
¿Y qué pasa con las emociones? Opino que, del mismo modo que las facilidades y comodidades tecnológicas de las que disfrutamos nos invitan al sedentarismo físico, o igual que la comida rápida y precocinada nos predisponen al sobrepeso y la enfermedad, nuestra educación y cultura exageradamente racionales y nuestro día a día plagado de actividad y estrés están ahogando nuestras emociones y, en consencuencia, a nosotros mismos.
Al menos eso es lo que me ocurrió a mí durante mucho tiempo, prácticamente toda mi vida, hasta que me dí cuenta que, fuera como fuera, todos los días debía reservar ni que fuera un ratito para expresar de alguna manera mis emociones. Sólo con ese pequeño cambio mejoraron considerablemente tanto mis propias emociones y mi estado de ánimo, incrementando mi optimismo, iniciativa y energía espiritual, como mi atención, concentración y rendimiento racional, eso que algunos llaman productividad personal.
LAS EMOCIONES EN SOLEDAD
Como insistiré después, igual que en otros ámbitos de la vida, creo que lo más importante es compartir con los demás nuestras emociones, lo que sentimos. Ahora bien, comprendo que a veces no es fácil, que existe la incompatibilidad de horarios con las personas que nos rodean, así como miedos, vergüenzas y creencias que nos limitan a compartirlas, y que por ello pasamos muchos ratos, reales o virtuales, en soledad.
Que no tengamos a nadie cerca para compartir nuestras emociones no quiere decir que no podamos dejarlas fluir y permitir que, tal como surgieron, podamos disfrutarlas durante un tiempo para después dejarlas marchar. Porque tal vez lo más importante sea precisamente eso, no guardarlas en el interior o hacer como si no sintiéramos nada, sino compartirlas y comunicarlas con el exterior. Aunque aparentemente no haya nadie que nos esté escuchando u observando, el medio ambiente y la naturaleza siempre están allí, atentos, percibiendo las emociones que desprendemos.
Personalmente tengo mis maneras de dejar fluir esas emociones. Ya puede ser escribir, cantar, tocar la guitarra o colgarme de un columpio y jugar conmigo mismo a hacer un rato el mono antes de volver a casa. Todos los días tengo mi ratito de “emociones en soledad”, sin excepción.
LAS EMOCIONES EN COMPAÑÍA
Como decía más arriba, si expresar las emociones en soledad ya tiene un poder mágico de por sí, compartirlas con alguien más tiene un poder ilimitado.
Cantar en grupo, echar unas risas, compartir con alguien tus inquietudes y pasiones, abrazarse, llorar mientras alguien te consuela,… Cualquier cosa que haga fluir las emociones entre dos o más personas todavía cobra una fuerza mayor.
Una de los aspectos en los que están insistiendo más los psicólogos es lo peligrosos y contraproducentes que son el aislamiento emocional y la soledad. Curiosamente, a pesar de estar viviendo en el momento de la historia en que contamos con más canales de comunicación -redes sociales, Internet, móvil,…-, cada vez hay más personas que se sienten solas.
Entonces se hace todavía más necesario despojarse de miedos y creencias para compartir emociones en compañía todos los días, ya sea con amigos, familiares, pareja, compañeros de trabajo, etc. Da lo mismo con quien. Simplemente hay que dejarlas fluir.
EXPRESA TODAS TUS EMOCIONES
Hay quien las separa entre positivas y negativas. A veces nos cuesta más expresar unas que otras. Mi consejo: exprésalas todas.
El miedo, el dolor, la tristeza, la rabia,… Acéptalas, mastícalas, digiérelas y suéltalas. Pero no te las quedes ni las reprimas. No tengas miedo a molestar, ni tampoco a mostrarte débil. Cualquiera puede sentir esas emociones. A veces te tocará ser el emisor, otras veces el receptor. No las evites; fluye con ellas.
Pero también la alegría, la felicidad, la euforia,… No te las guardes y compártelas. Sí, lo sé, parece que en estas épocas de tremenda crisis -sarcasmo- esté mal visto sentirse bien y ser feliz. O a lo mejor es aquella educación que recibiste del “hay que mantener la compostura” y portarse bien. Suéltate el pelo, enloquece, déjate llevar y sonríe, ríe y haz alguna payasada todos los días. Comparte tu felicidad.
LAS CARENCIAS EDUCATIVAS
No suelo meterme con los demás, pero creo que nuestro sistema educativo -reflejo de nuestra mentalidad- debe llevarse un toque de atención.
¡Menos pensar y más sentir! No puede ser que encajonemos a nuestros niños en aulas de 20 metros cuadrados, sentaditos y calladitos, desde los tres años. Es una tortura emocional fruto del intento de conversión del hombre en máquina, originario en el sistema educativo de la revolución industrial cuando todo el mundo tenía un único destino: la fábrica.
Pero ya hemos visto que no, que el hombre no está hecho para producir y nada más, que si su vida se enfoca sólo hacia la productividad acaba enfermando. ¿Por qué? Porque es entonces cuando se abandonan las emociones. ¿Cambiamos productividad por ingenio y creatividad?
Afortunadamente, hay quien está apostando por el desarrollo de las inteligencias múltiples de los niños y de la libertad de expresión emocional real. Se hace cada vez más necesario que transformemos aquel cada loco con su tema en cada niño con su tema.
DEJEMOS DE REPRIMIRLES. QUE EXPLOTEN SUS EMOCIONES.
¿Y para qué tenemos el lenguaje? Para usarlo. Para hablar.
Si te has fijado, los ejemplos que he puesto sobre cómo expresar cada día tus emociones tienen mucho que ver con el lenguaje no verbal o el arte. Cantar, escribir, pintar, bailar, tocarse, reír, llorar, etc.
¿Pero se puede hablar de emociones? ¡Claro que sí! Aunque probablemente necesitemos aprender a hacerlo. Otra vez, nadie nos enseñó.
Suele pasar que al preguntarle a alguien como se siente su respuesta sea un complejo razonamiento de cómo piensa que se siente. Analizamos, determinamos causas y efectos e incluso posibles soluciones a nuestros problemas emocionales. Y al final hemos hecho de todo excepto expresar nuestras emociones.
A veces, cuando me encuentro en esa situación y me dejan hacerlo -es muy importante cierta predisposición del interlocutor-, vuelvo a decir:
- “No te he dicho que transformes en pensamiento tus emociones. Te he preguntado cómo te sientes y sólo espero que me muestres, con palabras, tus emociones. No pienses tus emociones, no las razones. Sólo siéntelas y exprésalas”.
Es un ejercicio realmente complicado, teniendo en cuenta nuestra educación, pero te recomiendo que lo pruebes.
HAZTE EL FAVOR, TODOS LOS DÍAS
En definitiva, hazlo como quieras, pero quiérete, mímate y expresa tus emociones cada día. Las que sean, sólo o acompañado, haciendo lo que sea, hablando y sin hablar.
Encuentra la manera.
Emociónate y vive.
Cuantos más hombres lo lean y lo apliquen, mejor ... para ellos y para nosotras ...
ResponEliminaMuchas mujeres estamos deseando poder compartir nuestras emociones con ellos y no solamente con otras mujeres ...
A ver qué pasa ... Ahí estaremos
Carmina