Extraído del blog Gotas de Armonia
Como el caballo tras la zanahoria, todos corremos en pos de una felicidad perfecta, imposible de alcanzar ¿Elegir ser felices? Empecemos ajustando nuestro concepto de felicidad, para darnos cuenta de que no es algo que les ocurre a los demás.
Todo lo que muchas veces, nos venden los libros de autoayuda es eliminar completamente el sufrimiento de tu vida, por no hablar de los anuncios, en los que parece que la felicidad es estar todo el día riendo. Si vamos buscando esa felicidad no la vamos a encontrar nunca.
El sufrimiento siempre está presente en la vida. Hay momentos en los que sufrimos más o menos, pero siempre está de alguna forma. Incluso cuando estamos más enamorados, en el fondo también tenemos algo de sufrimiento, el sufrimiento siempre está dentro de la felicidad. La diferencia entre las personas felices y las que no los son, es que las primeras se ponen ese sufrimiento en una mochila y siguen mirando hacia delante, y a la gente que no es feliz, ese sufrimiento la invade, inundando toda su vida.
Correr detrás de la idea de una felicidad perfecta y sin fisuras en la que nada malo nos pueda pasar es en si mismo fuente de insatisfacción y si dejamos que el sufrimiento se convierta en el centro de nuestra vida, repercutirá en todo lo demás.
La vida es tan compleja que nunca sabemos si lo que nos pasa o pasará va ser para bien o para mal. Mi suegro, que por la edad era muy “sabio”, a veces cuando me pasaba algo me decía “Bueno ya veremos como acaba, porque lo que en un momento determinado piensas que es malo para ti puede acabar siendo bueno”
Buscamos afanosamente un espejismo de seguridad y rechazamos los cambios, sin darnos cuenta de que, lo queramos o no, estos son parte inherente a la vida. Ese apego a las cosas, como si no debieran cambiar, es una de las grandes fuentes de sufrimiento.
Es ese miedo al cambio el que nos lleva a vivir según premisas rígidas que nos aportan una falsa sensación de seguridad y que a menudo nos restringen, impidiendo evolucionar y lastrando cualquier opción de felicidad. Falsas creencias a las que a menudo nos aferramos, a pesar de que la realidad nos demuestre que estamos equivocados. La capacidad de dudar, de no aferrarnos a nuestras creencias sin más y de estar abiertos a ver las cosas desde nuestras perspectivas es una de las claves de la felicidad.
Se trata de disfrutar el presente, el aquí y el ahora, de ser capaces de apreciar lo que ya tenemos.
Todos lo sabemos, la felicidad se encuentra en cosas pequeñas. Benjamín Franklin ya lo dijo…
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