Autor: Jeff Bezos, fundador de Amazon
No es la primera vez que abordo la cuestión de la 'marca personal' en el blog, y espero que aún me resten unos cuantos capítulos más. Todos
los que hagan falta hasta dejar patente la singular trascendencia que, en
nuestros días, adjudico al hecho de disponer de un acento propio y bien
definido que nos haga inconfundibles y, por lo tanto, diferentes y, por lo tanto, elegibles entre la
masa uniforme.
Decía
un afamado especialista en marketing, Philip Kotler: "Si no logramos convertirnos en una
marca, seremos una pura y simple mercancía." Pero alguno se
sorprenderá con el concepto: ¿Nosotros, una
marca? Si, como la del maravilloso chocolate que nunca falta en
tu lista de la compra o como esa deliciosa bebida refrescante que bebes sin
parar o como la compañía propietaria del avión con el que te trasladas
confortablemente de un lugar a otro. Una marca cuyo Consejero Delegado eres TÚ.
La
idea, de lo que en Estados Unidos se convino en llamar Personal Branding, es la
de poner en solfa todas nuestras habilidades, capacidades, competencias,
honestidad y fiabilidad, para ser percibidos por el mundo de la mejor manera
posible. Es decir, la marca personal es la impronta que dejamos en el
corazón de las personas, es la huella que dejamos en los demás. La
forma de vendernos al mundo.
Y
en el camino hacia esa marca propia debemos potenciar las cualidades
intrínsecas y genuinas que nos hagan destacar. Cualquier cosa antes que quedar
diluidos y convertirnos en una especie de 'marca blanca' que deje a la gente
indiferente e incapaz conectar de una manera positiva con nadie. El objetivo es
hacer que no nos olviden, que nos recuerden con cariño y que hablen bien de nosotros,
aun cuando no estemos. Que nos vean como queremos ser vistos y que digan de
nosotros lo que queremos que digan. Ser auténtico, transparente y constante, son las claves
para potenciar nuestra marca.
Y
sí, la marca personal es insoslayable. Al interactuar con otros, enseguida se
establecen asociaciones mentales que nos adjudican, o nos hacen adjudicar,
ciertas etiquetas. Esto ocurre automáticamente porque nuestros cerebros están
diseñados para reconocer patrones y formar asociaciones.
Cómo
te vistes, lo que llevas encima, tus gestos, tu voz, lo que opinas, lo que
dudas, lo que amas y odias... todo ello configura la esencia de ese producto
que eres tú. Cuando se trata de la promoción de la marca TÚ, todo lo que
hagas, -y todo lo que optes por no hacer- comunica el valor y el carácter de tu
marca. Todo, desde la forma en que hablas por teléfono hasta la
forma en que contestas los mensajes de correo electrónico. Esto no quiere decir
que no se pueda ser humano o cometer errores, pero si implica una cierta
responsabilidad y una cierta reflexión acerca de los comportamientos que
pudieran dañar tu marca.
Todos
tenemos la oportunidad de destacar. Todo el mundo tiene la ocasión de aprender, mejorar y
desarrollar sus habilidades. Todo el mundo puede convertirse en una
marca digna de observación. Y más te valdrá aprender cómo entregar valor al
'cliente' (los demás con los que te relacionas), porque de ello dependerá buena
parte de tu éxito en la vida.
Ya tienes
una marca personal, si lo deseas o no. Depende de ti determinar qué hacer con
ella: sepultarla en el anonimato de los miles de productos que pasan
desapercibidos en las estanterías de los hipermercados o darle un lugar
predilecto en el pasillo principal donde todo el mundo te vea... y te 'compre'.
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