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dilluns, 16 de juliol del 2012

¡QUE CAMBIEN LOS DEMÁS!. Borja Vilaseca. El País 15/07/12

"Desde que nacemos se nos adoctrina para hacernos empleados sumisos y consumidores voraces, y así perpetuar el sistema"
"Como en general huimos de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacía ninguna parte"
Tenemos tanto miedo al cambio, que muchos nos aferramos a una serie de mecanismos de defensa para no cuestionar las creencias con las que la sociedad ha moldeado nuestra identidad.
Cuenta una historia que el joven rey de un imperio lejano se cayó un día de su caballo y se rompió las dos piernas. A pesar de disponer de los mejores médicos, ninguno consiguió devolverle la movilidad. No le quedó más remedio que caminar con muletas. Debido a su personalidad orgullosa, mandó publicar un decreto por el cual se obligaba a todos los habitantes a llevar muletas. Las pocas personas que se rebelaron fueron arrestadas y condenadas a muerte. Desde entonces, las madres enseñaron a sus hijos a caminar con muletas en cuanto comenzaban a dar sus primeros pasos.
Como el monarca tuvo una vida muy longeva, muchos habitantes desaparecieron llevándose consigo el recuerdo de los tiempos en que se andaba sobre las dos piernas. Años más tarde, cuando el rey finalmente falleció, los ancianos que todavía seguían vivos intentaron abandonar sus muletas, pero sus hue­sos, frágiles y fatigados, se lo impidieron. A veces trataban de contarles a los más jóvenes que años atrás la gente solía ca­minar sin utilizar ningún soporte. Pero los chicos solían reírse de ellos.
Movido por la curiosidad, un día un joven intentó caminar por su propio pie, tal y como los ancianos le habían con­tado. Al caerse al suelo constantemente, pronto se convirtió en el hazmerreír de todo el reino. Sin embargo, poco a poco fue fortaleciendo sus entumecidas pier­nas, ganando agilidad y solidez, lo que le permitió dar varios pasos seguidos. Su conducta empezó a desagradar al resto de habitantes. Al verlo pasear, la gente dejó de dirigirle la palabra. Y el día que el joven comenzó a correr y saltar, nadie lo dudó; todos creyeron que se había des­quiciado por completo. En aquel reino, donde todo el mundo sigue llevando una vida limitada con muletas, al joven se le recuerda como "el loco que caminaba sobre sus dos piernas".

LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD
"Sé obediente. Estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, compra muchas cosas. Y sobre todo, no cuestiones jamas lo que te han dicho que tienes que hacer" (PeterJoseph)
No hay nadie a quien culpar. Pero lo cier­to es que desde el día en que nacemos se nos adoctrina para que nos convirtamos en empleados sumisos y consumidores voraces, perpetuando el funcionamien­to insostenible del sistema. Así es como, al entrar en la edad adulta, seguimos la ancha avenida por la que tran­sita la mayoría olvidándonos por completo de seguirnos a nosotros mismos, a nuestra voz interior. Por el camino nos desconectamos de nuestra verdadera esencia -de nuestros valores y principios más profundos- construyendo una personalidad adap­tada a lo que nuestro entorno más cer­cano espera de nosotros.
Si bien la sociedad yla tradición ejer­cen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros, en última instancia so­mos libres para tomar decisiones con las que construir nuestro propio sendero. Es una simple cuestión de asumir nuestra parte de responsabilidad. Sin embargo, tomar las riendas de nuestra existencia nos confronta con nuestro miedo a la li bertad. Prueba de ello es que tendemos a ridiculizar procesos y herramientas -como el autoconocimiento y el desa­rrollo personal- orientados a cambiar nuestra mentalidad.

LOS SIETE ENEMIGOS
"Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos" (Jiddu Krishnamurti)
Al obedecer las directrices determina­das por la mayoría, hacemos todo lo po­sible para no salirnos del camino trilla­do, rechazando sistemáticamente ideas nuevas. No nos gusta cambiar porque a menudo lo hemos hecho cuando no nos ha quedado más remedio. Por eso lo solemos asociar con la frustración y el fracaso. Tanto es así, que existen siete mecanismos de defensa cuya función es garantizar la parálisis psicológica de la sociedad.
El primer mecanismo de defensa es el miedo (1), el más utiliza­do por el statu quo como elemento de control social. Cuanto más temor e inse­guridad experimentamos los individuos, más deseamos que nos protejan el Esta­do y las instituciones que lo sustentan. Basta con bombardear a la población con noticias y mensajes con una pro­funda carga negativa y pesimista.
Enseguida aparece en escena el au­toengaño (2), es decir, mentirnos a noso­tros mismos -por supuesto, sin que nos demos cuenta- para no tener que en­frentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de trans­formación. Para lograrlo basta con mirar constantemente hacia otro lado. Como dijo Goethe, "nadie es más esclavo que quien falsamente cree ser libre".
Por esta razón, el autoengaño suele dar lugar a la narcotización (3). Y aquí todo depende de los gustos, preferencias y adicciones de cada uno. Lo cierto es que la sociedad contemporánea promueve infinitas formas de entretenimiento que nos permiten evadirnos las 24 horas del día. Dado que en general huimos permanentemente de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacia ninguna parte.
Con el tiempo, esta falta de propó­sito y de sentido suele generar la apa­rición de la resignación (4). Cansados físicamente y agotados mentalmente, decidimos conformarnos, sentencian­do en nuestro fuero interno que "la vida que llevamos es la única posible". Asu­mimos definitivamente el papel de vícti­mas frente a nuestras circunstancias.

ARROGANCIA Y CINISMO
"Ninguna persona cambia hasta que su situación deviene insoportable" (José Antonio Marina)
En caso de sentirnos cuestionados sole­mos defendernos impulsivamente por medio de la arrogancia (5), muchas ve­ces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto. Al mostrarnos sober­bios e incluso prepotentes, intentamos preservar nuestra rígida identidad.
Si seguimos posponiendo lo inevi­table, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en cinismo (6). Sobre todo tal y como se entiende hoy día. Es decir, como la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insa­tisfacción que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente pre­fabricada. Tal es la falsedad de los cíni­cos, que suelen afirmar que "no creen en nada", poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos.
Por último, existe un séptimo mecanismo de defensa: la pereza (7). Y aquí no nos referimos a la ' definición actual, sino al significa­do original. La palabra pereza pro­cede del griego acedia, que quiere decir "tristeza de ánimo de quien ' no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar".
En fin, nadie dijo que fuera fá­cil, pero para empezar a cambiar , solo hay que dar un primer paso.

PRISIONEROS DE LAS CREENCIAS
Un niño fue al circo con su padre y quedó fascinado con un enorme elefante, de fuerza descomunal. Al terminar la función, el chico vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Le sorprendió constatar que la estaca era un minúsculo pedazo de
madera.
- "Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?': le preguntó.
Y  su padre le dijo:
- "Porque está amaestrado".
- "Y si está amaestrado'; insistió el chico, "¿por qué lo encadenan?".
El padre no supo qué decirle. Otro hombre que había escuchado la conversación le reveló la respuesta:
- "El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Al principio trataría de soltarse, empujando con fuerza. Pero  siendo un elefantito, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse agotado, impotente y, finalmente, resignado. Ahora ya ni se lo plantea".

11 comentaris:

  1. Me siento identificada. Gracias por ayudarnos a quitarnos las enredinas mentales y darnos cuenta de que somos normales. Todos lo somos a nuestra manera, claro. Un saludo. Veva

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  2. Gracias Veva por tu comentario y me ha gustado lo de las "enredinas mentales". Buena definición, si señor. Un beso!

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  3. Que de verdades juntitas. Es despertar no es del todo difícil, lo complicado es mantenerse en él y no volver a caer. Ellos son muchos y las raices fuertes.
    Un post genial
    Un saludo

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  4. Geniales los cuentos, el del rey y el del elefante. Nos hacen ver que nunca debemos aceptar sumisamente todo lo que nos dictan los medios de masas, los de arriba. Porque llegará un momento en que no cuestionaremos nada y nos quedaremos estancados.

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  5. Muchas gracias por vuestros comentarios, de eso se trata de no estancarnos. Un beso!

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  6. Brillante!!! comparto tu visión; luchar contra el miedo, la indefensión aprendida... eso es lo que nos permitirá salir adelante. Aun así es duro cuando te niegas a seguir la corriente y no solo con los de arriba sino con los de tu alrededor. Si decides elegir tu camino, tu forma de vivir, priorizar lo humano a lo material... en seguida te conviertes en un bicho raro. Yo creo en la ley del esfuerzo, y tendré la vida que quiero ¡estoy segura! y si por algo no fuera así, no pienso quedarme con la impresión de que no lo intenté con todas mis fuerzas.

    Felicidades por el artículo y ánimo a todos!

    Silvia

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  7. Muchas gracias por tu comentario Silvia.

    Un beso!

    Joan

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  8. Muy bueno el post, debería moverse por las redes sociales. Demasiada parsimonia, demasiada gente que dice no creer en nada. Educados en EL sistema creemos que es el único posible o viable. Si no te gusta el sistema político ni el económico, cámbialo. Desde dentro, desde fuera, como quieras.

    Un saludo desde Madriz.

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  9. Brutal el post!! La realidad del sistema mejor plasmada imposible! Creo que somos unos cuantos que ya empezamos a desanestesiarnos y nos empezamos a cuestionar muchas cosas!!!!

    Felicitaciones!!

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  10. Enhorabuena por el post! Os recomiendo un libro, si no lo habéis leído ya: El elemento, de Ken Robinson. Habla de cómo debemos buscar cada uno nuestro elemento para ser felices haciendo lo que se nos da bien y además, nos gusta. A pesar de que esta búsqueda pueda significar romper con ciertas cadenas invisibles. Espero que os guste! Saludos

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    Respostes
    1. Gracias por tu recomendación Carolina!.

      Un beso,

      Joan

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