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dijous, 26 de juliol del 2012

"Lo que nos hace humanos es la cooperación". Michael Tomasello. La Contra de La Vanguardia. 05/07/12.

Michael Tomasello, especialista en psicología comparada entre humanos y simios.


Tengo 61 años. Nací en Florida. Casado, tres hijos. Estudio la cooperación, y soy consciente de la necesidad de construcción, por parte de la sociedad, de instituciones que la promuevan. Nadie sabe de dónde surge el universo. Todo es un misterio, tengo sensación de maravilla.

La semilla
El departamento de psicología comparativa y del desarrollo del instituto Max Planck, que dirige, investiga los procesos cognitivos que forman parte del aprendizaje y la creación tanto en humanos como en chimpancés y grandes simios. Tomasello era adolescente en los sesenta, así que creyó que era posible convivir pacíficamente entre nosotros y con la naturaleza. No ocurrió exactamente así, pero esa semilla se convirtió en una vida dedicada a la investigación para llegar a afirmar que la cooperación es lo que nos hace humanos, y que tal vez deberíamos volver a la prehistoria y comenzar de nuevo. El ciclo de conferencias de la Asociación de Becarios de La Caixa lo invitó para hablar de ello.

Uno de nuestros trabajos más recientes fue con niños que cooperaban o que no cooperaban.

¿Y?
Si no cooperaban, no compartían. Repartíamos caramelos de forma no equitativa, a uno le tocaban tres y a otro uno. Resultó que los que habían trabajado juntos los compartían y los que no habían trabajado juntos reaccionaban diciendo: "Así es la suerte, yo tres y tú uno".

Trabajar juntos fomenta el compartir.
El mismo estudio realizado con chimpancés dio otro resultado: daba igual que hubieran trabajado juntos, no compartían los caramelos. Cuando los simios cooperan y están haciendo algo juntos, lo que buscan es si hay algo ahí para ellos.

Hay mucho simio con corbata.
Una de las diferencias entre nosotros y los simios es el lenguaje. Pues bien, el lenguaje ha evolucionado en contextos de colaboración en los que debemos coordinarnos y ayudarnos los unos a los otros para poder establecer un objetivo común.

Usted tiene una teoría al respecto.
Sí, que esos contextos de colaboración no sólo forman el núcleo de algunas de nuestras actividades cognitivas más destacadas, como el lenguaje, sino también de nuestras cualidades morales.

¿A qué se refiere?
La moralidad es una forma especial de cooperación que requiere ayudar a los demás, compartir cosas de manera justa y seguir las normas que hayamos acordado. Estos son algunos aspectos de la moralidad y todos derivan de la interdependencia.

La vida en sí es el resultado de la cooperación entre bacterias.
Pero, en la evolución, la cooperación sólo se produce si no implica el sacrificio del individuo: esa es la condición humana, la tensión entre perseguir mis intereses y preocuparme de la sociedad.

Equilibrio, la palabra mágica.
Una de las cosas que hemos hallado en nuestros estudios con niños es que los más pequeños, de dos años, empiezan a cooperar de manera indiscriminada; pero cuando crecen empiezan a preocuparse de si alguien les está mintiendo o se está aprovechando de ellos.

¿Nos estropeamos con la edad?
Esa sería la versión rousseauniana, que nacemos puros y que la sociedad nos corrompe. Si me forzase, le diría que sí, pero la gran conclusión de todo ello es que lo que hace que los humanos sean únicos en este mundo biológico deriva de su manera de relacionarse, de la cooperación.

Entendido.
Si un niño creciera en una isla desierta lejos de todo contacto con los humanos, de adulto tendría adaptaciones biológicas para la cooperación, la cultura y la comunicación, pero no sería muy distinto de los simios.

Necesitamos tanto las adaptaciones biológicas como nacer en una sociedad.
Eso es. Nuestro cerebro es tres veces más grande que el de los simios, y la mayor parte está dedicada a la interacción con los demás y no en ser individualmente más inteligentes.

Pues no parece que se nos dé muy bien lo de cooperar.
En casi toda nuestra historia hemos vivido en grupos pequeños, de unas cien personas, que cooperaban y no tenían propiedad privada, y no existían individuos dominantes porque los rechazaban.

Una manera inteligente de vivir.
La caída del edén vino con la llegada de la agricultura, de las ciudades y de la civilización. Había que proteger los excedentes y la propiedad, así nacieron armas y guerras.

Y ahí estamos.
En el mundo moderno creemos que hemos superado la desconfianza al que no es de nuestro grupo, pero es falso. Favorecemos a los que consideramos de nuestro grupo, nos preocupa nuestra reputación dentro del grupo y eso hace que respetemos las reglas. Forma parte de nuestra historia evolutiva.

Dentro del grupo vestimos igual, hablamos igual, comemos igual...
Sí, desde la prehistoria. Con la agricultura comienza la mezcla cultural, religiosa y de costumbres que vemos hoy a gran escala en los países y que tantos conflictos causa. La cuestión es si podremos trasladar nuestras habilidades de pequeños grupos al gran grupo. Necesitamos estructuras institucionales que animen a todos a cooperar.

Hay un movimiento social en busca de igualdad, justicia y respeto por la naturaleza, ¿tiene algo que ver con la evolución?
Sí, es una reacción a las sociedades modernas estratificadas en las que un pequeño grupo tiene el poder, y creo que esto forma parte de nuestra tendencia natural que heredamos de los grupos prehistóricos.

¿Hay razón para el optimismo?
Sí. La raza humana es cooperativa (lo vemos en los niños y la prehistoria), le preocupa el bienestar de los demás, pero nuestras sociedades han llegado a un punto en el que esas tendencias naturales no tienen cabida más allá de la familia. Si somos lo suficientemente inteligentes para potenciarlas...

Quiero ser prehistórica.
Elinor Ostrom, Nobel de Economía 2009, estudió el modo como las personas consiguen alcanzar acuerdos de cooperación en casos de escasez de recursos y demostró que se resuelven mejor sin acudir a la ley. Demostró que cuando la moralidad es muy fuerte no se necesitan leyes.


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