Roland Fryer, premio Calvó-Armengol de la Barcelona Graduate School of
Economics
Tengo
34 años: aún me queda curva de aprendizaje. Nací en
Daytona Beach: mal barrio. Investigo cómo convertir la educación en
oportunidades. Por cada dólar invertido en
educación, el Estado recauda 1,22. Creo en el método científico. No voto: la verdad no tiene partido
Golear al destino
Su
madre tuvo que abandonarlo en manos de un padre que la maltrataba. A los 13
años, Fryer compraba una libra de marihuana por 700 dólares y la vendía por 1.500
(hoy sus apuntes de la economía del narcotráfico sientan cátedra). A los 15 fue
detenido y puesto en libertad, pero sus amigos aún cumplen condena por un
atraco al que él llegó tarde. Ese golpe de suerte le transformó y, a los 18
años, convirtió sus dotes para el fútbol en una beca universitaria (su padre,
al saberlo, remugó que seguiría siendo un "negro fracasado"), pero
sus profesores comprobaron que era un superdotado. A los 27 ya era profesor en
Harvard. Y hoy sus teorías sobre la desigualdad revolucionan las ciencias
sociales.
Le
resumiré mi vida hasta los 18 años en un dato: el 80 por ciento de mis
familiares y amigos están muertos o en la cárcel.
¡...!
En
Daytona Beach, mi barrio, los chavales mueren o cumplen condena a una edad
media inferior a la de mis alumnos de Harvard.
He leído que usted a los 13
años traficaba con marihuana y llevaba pistola.
...
¿Se relaciona usted con sus
amigos que ahora están en la cárcel?
No.
¿Y con sus familiares?
Mi
padre sé que aún está en el barrio. Mi madre ya no sé dónde vive...
...
...
Por eso comprenderá que conseguir una educación que dé una oportunidad a esos
miles de chicos como yo es algo personal.
Lo comprendo.
Para
mí es más que teoría económica.
...
Por
eso no he votado nunca.
Investigador brillante,
jovencísimo y muy laureado..., ¿y no ha votado nunca?
Si fuera
políticamente correcto, no podría ser libre para buscar la verdad que dé
oportunidades a esos chicos como yo.
¿Cómo busca la verdad?
Creo
en el método científico. Y cuando yo vendía marihuana, no era diferente de los
chicos de buenos barrios que estudiaban para ir a una buena universidad. Fui
camello y soy profesor: la diferencia está en haber tenido una buena educación.
¿Nació usted en el barrio
equivocado?
Sí,
y por tanto fui a la escuela equivocada: en EE.UU. las escuelas se financian
con impuestos locales. Si naces en un barrio rico, tu escuela también lo es y
tienes profesores bien pagados y motivados que te enseñan en momentos clave de
tu aprendizaje.
Quienes más necesitan una buena
escuela son los que tienen la peor.
Nuestros
modelos demuestran que, por cada dólar invertido en educar a un niño, el Estado
recaudará 1,22, porque los niños mejor formados, de mayores, tienen mejores
trabajos, mejor pagados y pagan más tasas.
Pues aquí recortamos en
educación.
Inmenso
error, que compruebo en sus colegios en barrios conflictivos con mucha
inmigración: esas
escuelas suyas no son mejores que las peores de EE.UU.
Tomo nota.
Queremos
investigar sin cortapisas y por eso también nos negamos a recibir subvenciones
públicas. Investigamos con donaciones privadas y sólo después presentamos a la
Administración nuestras conclusiones para que las transformen en programas. Me niego a
vivir de los impuestos de los demás.
Dios le bendiga.
Estudiamos
cómo aplicar incentivos: ¿qué pasaría si diéramos dinero a los chicos
conflictivos por sacar buenas notas?
¿...?
Ofrecimos
hasta 2.000 dólares a malos estudiantes si lograban mejorar sus notas.
Parece demasiado mecanicista.
Se
ilusionaron mucho cuando los ofrecimos, pero como los chicos no sabían qué
hacer, cómo estudiar y mejorar sus notas, simplemente no supieron hacerlo.
¿Y si pagan por aprender a
aprender?
¡Eso
sí que funcionó! Dimos dos dólares por leer un libro simplemente y fue un
éxito. Los chavales leían más, y en un año ya hubo una mejoría en las notas constatable.
¿Y si incentivamos a los
profesores?
También
lo hicimos. Estudiamos los mejores centros de EE.UU. y copiamos su sistema en
algunas de las peores escuelas. Eso significó despedir al 50 por ciento de los
profesores, los peores, y pagar más a los buenos.
Apuesto a que eso tuvo
resultados.
¡Fue
un éxito! Todos aquellos chicos de barrios pobres mejoraron las notas.
Pero sería caro aplicarlo a
gran escala.
Es la mejor
inversión que puede hacer el Estado y no es una afirmación, repito,
políticamente correcta. Es un dato empírico.
Pero esa inversión en educación
no daría votos en las próximas elecciones...
Por
eso no voto. Porque
a los partidos les interesan más las próximas elecciones.
Un economista observó que justo
14 años después de ampliar el aborto descendía la delincuencia juvenil.
Ese
economista, Steve, es amigo mío, y esa relación se ha comprobado también en
Rumanía, pero no es el aborto, sino las drogas, lo que explica ese descenso del
crimen.
¿Cómo lo sabe?
Mis
tíos favoritos traficaban con crack. Sé que su expansión en los 80 disparó la
violencia, que descendió en los 90. La razón es que en los 80 comenzó la
batalla esquina por esquina por el control del tráfico hasta que en los 90 hubo
ganadores y descendió la violencia. El consumo no ha descendido.
¿Por qué se matan por una
esquina?
Por
la misma razón por la que tantos pasan horas cantando para llegar a estrellas
del rap. El camello que trapichea muere y mata por una miseria, pero sabe que
el narco de la cúpula es billonario. Y todos creen que tienen una oportunidad
de llegar.
Es un derroche de vidas y
talento.
Ahora
apadrino a un quinceañero, Markus, que era camello. Le doy 150 dólares
semanales sólo por ir al cole y no meterse en líos. Ayer me preguntó: "¿Por qué tengo que aprender el teorema de Pitágoras
-y me lo repitió exactamente- si no sirve para nada"... ¡Ese chico llegará
más alto que yo!
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