La verdadera reinvención no consiste
en cambiar las actitudes, sino en modificar las conductas.
Para cambiar de rutinas y de
comportamiento, hacen falta tiempo y voluntad.
Cuando vivimos crisis de este tipo,
cambian las leyes y las expectativas.
“Reinventarse siempre es algo
provocado, por lo general no cambiamos si no se nos obliga a ello”, señala el profesor y psiquiatra Luis Rojas Marcos en una entrevista con El Confidencial. Precisamente,
la reinvención ha sido el tema principal de su participación el pasado viernes
en la tercera edición delThinking Party, organizado por Fundación
Telefónica y por donde han pasado una docena de profesionales, entre
ellos Mario Alonso Puig, cuyas conferencias han utilizado el cambio vital como
hilo conductor. Un concepto que, recuerda Rojas Marcos,
“es muy diferente de la adaptación.
Si hace frío y nos protegemos buscando calor, nos adaptamos a las distintas
situaciones del medio, o a los cambios físicos. La reinvención es otra cosa, y tiene lugar cuando una persona ha de
enfrentarse a un cambio importante en su vida o su entorno, negativo o
positivo, que suele ocurrir de forma inesperada”.
La reinvención, pues, parece
espoleada por un elemento externo que impulsa el cambio.
“Es la experiencia del ¡ajá!, una revelación que me hace
pensar que tengo que transformarme, crear una personalidad nueva, o tener
nuevos intereses o una profesión diferente. Y eso implica transformaciones en
los valores. Hay gente que se jubila y tiene que cambiar, otros se quedan sin
trabajo, y eso les obliga a
modificar sus gustos, aficiones e incluso sus relaciones”.
Un cambio que también se traduce en
la creación de un nuevo yo o en el redescubrimiento de facetas de nuestra vida
que creíamos olvidadas:
“Las personas que se divorcian tienen que regresar al papel de
soltero o soltera y eso requiere un esfuerzo. En
las crisis también hay ejemplos de personas que descubren que pueden tener otra
profesión y que han puesto toda su energía y su esperanza en conseguirlo. Y han
tenido éxito”.
Evolucionando al ritmo de los tiempos
En las sociedades del pasado, sin
embargo, no era tan necesario mutar continuamente. Es más, resultaba preferible
mantenerte fiel a un método, unas costumbres y unas ideas que proporcionaban
una cierta estabilidad. Pero los tiempos y las personas se han transformado, y
ahora el cambio perpetuo es un valor insoslayable:
“Cuando crecí en Sevilla, la educación era un privilegio y yo
tuve la suerte de tener unos padres que me costearan los estudios. Hoy hay ayudas del Estado, y
también existe la obligación de estudiar, lo que ha forzado a los jóvenes a
cambiar sus costumbres, porque ahora deben permanecer varias horas al día
sentados en un aula aprendiendo, lo que ha hecho que empiecen a surgir casos de
niños hiperactivos y que no se concentran.
Al cambiar la situación docente y social también hay nuevas características que
emergen”.
No sólo los tiempos son otros, sino
que la transformación de la persona a través de las etapas vitales es condición
esencial de nuestro proceso humano. Por ejemplo, cuando uno se enfrenta a la
vejez.
“El hecho de que vivamos más nos obliga a adaptarnos y a
cambiar. A medida que nos hacemos mayores aumenta nuestra experiencia y
sabiduría, pero también las limitaciones físicas e intelectuales que tenemos,
lo que nos lleva a reinventarnos”, señala el autor de La
autoestima (Ed. Espasa).
Las herramientas para el cambio
La verdadera reinvención, defiende
Rojas Marcos, no es mera transformación de actitudes. Éstas son sencillas de
modificar, lo complicado es alterar las conductas.
"Reinventarse no sólo consiste en creer en cosas en las que
antes no se creía, sino en
tener otros comportamientos. Para cambiar de rutinas hace falta tiempo,
pero también esa voluntad que solo se
posee cuando somos conscientes de que debemos cambiar".
En esa tarea, un pequeño empujoncito
externo siempre viene bien: “Si tienes suerte, aparecerán mentores que te guíen en el
proceso". El otro factor esencial es la
confianza.
"Quienes cambian suelen ser personas optimistas, que
esperan lograr lo que se proponen o que utilizan ‘éxitos’ del pasado para
aumentar su seguridad. Son gente que piensa que
si lograron enfrentarse con éxito a alguna experiencia complicada en el pasado,
también lograrán sobreponerse ahora a unas malas circunstancias. Quienes se
reinventan suelen ser también aquellos que
localizan el control de su vida dentro de ellos mismos, los que piensan ‘yo
puedo hacer algo y tengo cierto control’. Lo
opuesto es la gente que dice ‘que sea lo que Dios quiera’. El que pone el control de su vida fuera de sí mismo tiene
más dificultad para reinventarse o para superar las situaciones”, recuerda el que fue director del Sistema Psiquiátrico
Hospitalario de Nueva York entre 1982 y 1992.
Barreras que hay que derribar
Cuando se le sugiere al profesor que
el cambio quizá no sea tan fácil, Rojas Marcos responde que “es bueno que nos fijemos en personas que han tenido éxito en
ese proceso, porque ellos nos pueden dar las claves". Por ejemplo, quienes han pasado por experiencias traumáticas y
han logrado rehacer su vida. Por su experiencia sabemos que, como señala el
psiquiatra, "el sufrimiento en sí mismo no sirve para nada. Lo
importante es que en ese proceso doloros se descubran aspectos de la personalidad que
antes permanecían ocultos, o que se averigüe que uno es más fuerte de lo que se
pensaba. Si esas experiencias
hacen que aprendamos cosas sobre nosotros mismos y que nuestra seguridad salga
reforzada podremos decir que nos han servido para algo”.
“Decir a
una persona ‘mira, tienes que cambiar’, que se lo decimos todos los días a
nuestros hijos y a los estudiantes, no
sirve de nada si no coincide con un momento de claridad en la otra persona”, recuerda el autor de Eres tu memoria: conócete a ti mismo (Ed. Espasa).
“Las personas aprenden como consecuencia de sus errores o de
alguna situación difícil a la que se han enfrentado. Una vez que alguien se decide a
cambiar, sí podremos ayudarle dándole pautas. Y en ese cambio el entorno social
juega un papel importante. Si
favorece las segundas oportunidades, las personas se verán mucho más animadas a
reinventarse".
Un reflejo social
El cambio del que
habla Rojas Marcos se postula a nivel individual, pero dada la situación en que
nos encontramos, ¿puede trasvasarse también a lo social? ¿No deberíamos
plantearnos también la posibilidad de reconfigurar nuestro destino como
cultura?
“Hay ciertos aspectos en los que creo que sí.
En EEUU ha habido pérdida de confianza y de respeto en los líderes sociales de
todo tipo, ya sean económicos, políticos o religiosos, ya que en los últimos
años han salido a la luz cantidad de abusos en todos los niveles. En este
sentido creo que la tendencia principal se encamina a que la sociedad ponga una serie de
preventivos o de medios para evitar que esto vuelva a ocurrir”. Así pues, parece ser que lo personal puede
ayudar a lo comunitario, y viceversa: “Cuando vivimos
crisis de este tipo, cambian las leyes y las expectativas. Es la oportunidad de
reinventarse”.
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