Para muchos el teléfono móvil -o celular- es un incordio! Sin quererlo, estamos permanentemente conectados al mundo con él, dejando sin límites la privacidad, los momentos necesarios de concentración o esa desconexión del mundo, que de vez en cuando necesitamos. Cuánto tiempo ha pasado desde que solo podíamos recibir llamadas en nuestro domicilio o en nuestro lugar de trabajo? Y cuando no estabas, nadie respondía! Aún recuerdo lo rápido que regresabas a casa o a la oficina para poder recibir esa llamada que estabas esperando! Ya fuera la mujer de tus sueños o ese cliente que todos buscamos y que quería contratar nuestros servicios! Y cuántas horas frente al teléfono fijo, esperando que sonara y cuyo silencio presagiaba lo peor, cuando esa llamada no llegaba!
De todas formas, deberíamos recordar que el teléfono móvil no es más que un aparato, un dispositivo más en nuestra vida! Lo importante no es su forma o sus funciones, sino lo que llega a través de él. Puede traerte la felicidad o bien, la infelicidad, depende de cada llamada! Cada una de ellas tiene un mensaje único e inequívoco, según quien realice la llamada, su mensaje y el momento en que llega! Por eso, el móvil -o celular- no es en sí ni bueno, ni malo, sino es un instrumento más en nuestra vida ordinaria, cada día más tecnificada y, teóricamente, más cómoda. El estar localizable en todo momento y en cualquier lugar es una comodidad… si sabemos ponerle límites a esa accesibilidad y nos atrevemos a no contestar, según quién llame o en qué momento. Muchos piensan que estar permanentemente localizados en el teléfono es un deber, una efectiva manera de controlarnos, además de una posibilidad que hace más fácil nuestra vida. También es verdad que, mal que les pese a algunos, tener un móvil es una opción libre, a la que nadie te puede obligar con el pretexto de estar siempre y en todo momento localizable!
Precisamente en estos tiempos en los que la comunicación está al alcance de todos es cuando -paradójicamente- hay más incomunicación, malos entendidos y más soledad! Y, a la vez, nos priva de momentos importantes con uno mismo! Como toda en la vida, el teléfono móvil es algo que nos libera o nos esclaviza, en función de la operatividad y el sentido que le demos. En algunos casos es efectivamente una ayuda para permanecer conectados con esas personas que conforman nuestro entorno personal o profesional; en otros momentos, es un incordio la insistencia de sus llamadas, así como el deber auto-exigido de responder siempre que suena, estés donde estés y en todo momento. Supongo que, como suele pasar, lo mejor es mantener el equilibrio entre el valor de la palabra y el del silencio, en el momento preciso!
Aunque por mi trabajo como consultor -especializado en gestión de crisis- tengo el hábito adquirido de estar permanentemente conectado -incluso por la noche, mientras duermo-, con el tiempo he aprendido a no sentirme obligado a contestar o bien con el derecho a desconectar el teléfono, en mis momentos conmigo mismo. El móvil, la verdad, es una poderosa herramienta que nos une, que ha conformado una nueva manera de vivir y tiene su propio valor añadido en nuestra vida! ¿Qué haríamos sin móvil?, piensan algunos. Pues vivir lo que vivimos y lo que siempre hemos vivido! Un móvil no sustituye un paisaje, ni una mirada de amor, ni tan siquiera una sincera sonrisa. Como tampoco lo hace Internet, a pesar de no tener fronteras, ni límites!
Pero pueden ser una puerta abierta, solo hay que atreverse a entrar en ella. A mí el amor me llegó gracias a esas tecnologías. ¿O es mi corazón abierto, lo que propició su llegada? Cuando al fin logras abrir tu corazón, el camino de entrada y de salida es lo de menos… ya sea el móvil, Internet o la esperanza de una mirada que justifique lo que ya sientes dentro y deseas compartir, cada minuto del día. Es entonces cuando aprendes que todo eso ya estaba dentro tuyo… solo esperando que fuera descubierto y resonara en el corazón de quien te ama desde siempre -tal vez sin saberlo-… te llame o no! Llega ese momento mágico y singular en que un simple “toke”, un guiño cariñoso en el preciso momento o las palabras siempre demasiado limitadas de un mensaje o un chat, se convierten en un poderoso mensaje entre dos corazones! Incluso, a veces, lo hace un silencio o una desconexión temporal, aunque siempre nos parezca demasiado larga o para siempre! El amor no necesita zapatos -ni móviles o Internet- para seguir avanzando, paso a paso…
Si me lo permites, te diré mi secreto. En todo caso, la vida también me ha enseñado que se puede estar permanentemente conectado -presente en su vida, en todo momento- con alguien especial, sin necesidad del teléfono o Internet, a través del Alma, lo que no es siempre fácil ni extensible a cualquier persona de mi entorno! Para ello, no hace falta tener buena cobertura telefónica, ni un terminal de última generación con conexión a Internet, tan solo basta estar conectado con el Alma de uno mismo y seguir sus señales inequívocas y eficaces, para sentirte siempre cerca de esa persona especial que habita nuestro corazón, esté cerca o lejos de nosotros!
Es un privilegio que pocos tenemos, mucho más eficaz y económico que cualquier tecnología, además de que el tiempo no pasa entre llamada y llamada, en este mundo en que algunos creen que el tiempo es oro, cuando es más importante una emoción sentida para siempre en el Alma, a través del corazón, aunque a veces sea con un emoticón… o un simple y significativo silencio, compartido!
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