Qué mala es la envidia y qué mal te lo hace pasar. Las personas
envidiosas no siempre son malas personas. De hecho a muchas de ellas les
gustaría no serlo... pero no lo pueden evitar.
La
envidia se presenta por varios motivos, pero uno de los principales es la
sensación de injusticia. "¿Por qué a esa persona le ha tocado la suerte de
ser rica, o famosa, o inteligente, o trabajadora, o encantadora y querida por
todos... o tener algún don específico?" Esta es una de las
preguntas más frecuente que se hacen los envidiosos.
Los
envidiosos se dividen en dos:
Están
los "sanamente envidiosos", que
anhelan lo que tú tienes o el tipo de vida que llevas, pero que no te desean
nada malo.
Y
los "insanamente envidiosos", que
no solo desean lo que tú tienes sino que además quieren que tú lo pierdas. Se
alegran cuando te va mal, cuando te equivocas, cuando pierdes o cuando tu
pareja te traiciona. En este segundo grupo se encuentran muchas personas que no
se consideran malas y que les encantaría no tener ese sentimiento, pero no lo
pueden evitar. No lo pueden evitar porque les surge sin que lo puedan
controlar. Están presenciando al "objeto de su envidia" y
automáticamente se disparan las ganas de que fracase. Buscan desprestigiarlo,
justificar su éxito en todo menos en sus méritos y elaboran juicios de valor
fáciles e injustos.
Estas
personas insanamente envidiosas, a las que les gustaría reconvertirse y dejar
de serlo, sufren mucho. Reconocen que sus sentimientos no son buenos, que son
injustos, no se quieren reconocer en esa persona que juzgan y critican de forma
despiadada, pero
no saben cómo dejar de hacerlo.
La
mayoría de las veces llevan su envidia en silencio, porque hacerla pública les
conferiría una etiqueta negativa por parte del grupo, y se sentirían delante de
los demás, miserables y malas personas.
Echémosles
una mano para que puedan redirigir su rabia y convertirla en algo positiva que
les ayude a crecer.
Invierte tu tiempo, en lugar de
desear lo malo, en crear el mundo que deseas. Y si para ello tienes que copiar lo que te agrada
de otro, hazlo. No está nada mal aprender de las personas que admiras. Te
sorprendería la ayuda que están deseando prestarte esas personas a las que les
va bien. Si te gusta su físico, cópialo, si te gusta su carrera profesional,
trata de formarte, si te gusta cómo se comportan en público, imítales. Seguro que con
tu toque personal, harás lo mismo pero con tu estilo. Se trata de responsabilizarte
de lo que no te gusta de ti y hacerlo mejor. Tienes todo el derecho a cambiar y
comportarte, pensar o sentir de forma diferente.
Si deseas dejar de sentir
envidia y te sientes mal por ello, simplemente trata de comportarte como si no
lo tuvieras. Piensa y dite a ti mismo: "Yo no soy envidioso" y trata de
desearles lo mejor. Haz el ejercicio aunque no lo sientas. Prueba también a
comunicárselo a la persona, dile de la forma más sincera posible que le deseas
lo mejor, alégrate de palabra cuando algo le vaya bien. El hecho de comportarte como te gustaría
que fuera, te retroalimentará, te hará sentir buena persona y poco a poco te
irás convirtiendo en lo que deseas.
Recuerda que tú eres valioso
por lo que tú eres, no por lo que dejas de tener en función de otros. La medida no está en la
comparación, sino en ti mismo. La mejor manera de crecer y superarte es hacerlo contigo
mismo. Si te sientes mal por lo que no tienes, dejarás de estar
pendiente de lo que sí tiene valor de ti. Seguro que tú tienes potencial y
muchas virtudes a las que no estás dando la importancia que se merecen. Concéntrate en
ti, valórate.
En
el momento en el que dejas de preocuparte por desearle el mal a los demás,
tendrás mucho tiempo para centrarlo en ti y en lo que tú deseas hacer.
Conseguirás vivir tu vida en lugar de no querer que los demás vivan la suya. Y
te sentirás bien, te sentirás buena persona, con buenos sentimientos; y esto es
muy reconfortante.
Pruébalo, no te
mortifiques por haber tenido malos sentimientos, son naturales y a todos les ha
pasado alguna vez.
Pero recuerda que puedes cambiarlo en cuanto tú te lo propongas y meterte en la
cadena de los benevolentes, esas personas lindas que esperan cosas buenas de la
vida y de los demás, y que desean que otros también sean felices. El mundo
funciona mejor con personas como estas.
Y si dejamos de valorar negativamente a los envidiosos, cada término, cada adjetivo, lo cargamos de energía poco adecuada. Trabajo con familias a reconocer las emociones de los hijos y a valorarlas como herramienta de aprendizaje. Creo que las teorias elaboradas hasta la fecha sobre inteligencia emocional ayudan a muchas personas a crecer y madurar emocionalmente pero desde hace un tiempo me pregunto ¿a qué precio? es que a los envidiosos, celosos, miedosos, rabiosos, taciturnos, tristes... se les ha de señalar con el dedo para que se den cuenta de lo malos que son??????? no seas envidioso, no seas celoso, no tengas miendo y un largo NO!!! estoy cansada de tanto NO, de tanto CAMBIA y serás feliz, pues NOOOOOOO... Desde mi perspectiva intento enfocar de otra manera, ni peor, ni mejor, de una manera quizás menos inteligente pero creo que más saludable! HAY QUE CREER en lo humano y las emociones son lo más valioso que tenemos, utilizemolas para crecer, seamos envidiosos para emular a lo que consiguen nuestros deseos, seamos celosos para concienciarnos de lo mucho que amamos a quién, quizás, no nos ama, sea miedosos para actuar con prudencia y aprender a encoraginar-nos, enfadémonos para tener fuerzas con las que superarnos y también gritemos de rabia cuando sintamos indignación por las injusticias...
ResponEliminaGracies Joan pel teu espai i pels teus posts que sempre motiven i tb donen molta enveja, jajajaaaa... petons,