Tan importante es saber felicitar como saber recibir halagos o cumplidos sin parecer un idiota egocéntrico.
Felicitar comparte familia léxica con feliz, del latín felixfelicis, que significa fecundo. Efectivamente, la felicitación es una tierra fértil y rica que cultivada adecuadamente hace florecer la autoestima en los demás, mejora las relaciones personales y trabaja a favor de nuestra capacidad de empatía. Aun así, usamos poco y mal el arte de la felicitación orientada a reconocer los méritos de quienes nos rodean, y usamos aún menos y peor la felicitación encaminada a reconocer aquello que nosotros mismos hemos hecho bien y merece, por tanto, nuestro propio reconocimiento.
Felicitar comparte familia léxica con feliz, del latín felixfelicis, que significa fecundo. Efectivamente, la felicitación es una tierra fértil y rica que cultivada adecuadamente hace florecer la autoestima en los demás, mejora las relaciones personales y trabaja a favor de nuestra capacidad de empatía. Aun así, usamos poco y mal el arte de la felicitación orientada a reconocer los méritos de quienes nos rodean, y usamos aún menos y peor la felicitación encaminada a reconocer aquello que nosotros mismos hemos hecho bien y merece, por tanto, nuestro propio reconocimiento.
Sea hacia los demás o sea hacia nosotros
mismos, lo cierto es que evitamos hacer uso de esta palabra que no por
casualidad es familia directa de esta otra: felicidad.
ENVOLVER EL REGALO
"La
manera de dar vale más que lo que se da" (Dale Garnegie)
Palmadita en la espalda y un masticado "muy bien, chaval". Manos en los
bolsillos, mirada al suelo y un escueto "no ha
estado mal". Felicitar así es como dar un regalo de
cumpleaños sin envolver ni quitar el precio. O peor aún, como decir "bueno, cómprate algo, que ya te lo pago yo".
No son formas. No hace ilusión. No motiva. Y como precisamente estamos hablando
de uno de los regalos más bonitos que podemos hacer, vamos a ver cómo debemos
envolverlo:
La importancia del presente. Cuando felicitamos un cumpleaños, solemos hacerlo
el mismo día. Obvio. Cuanto más alejado del momento, menos efecto tiene nuestra
felicitación. ¿Será
por eso que presente también significa regalo? No lo sé. Lo que sí
sabemos es que debemos felicitar en el momento en el que algo nos ha hecho
sentir felices. No dejar pasar el tiempo. No perder la ocasión. Ser oportunos es
decir, aprovechar
esa oportunidad única de poner en valor y destacar a aquella persona.
La actitud adecuada. Siguiendo con los regalos de cumpleaños.
Imagínese que va a una fiesta y lanza una bolsa encima de la mesa con un
escueto: "Toma, ahí va". No
es manera, ¿verdad? Cuando nos sentimos felices, es necesario que nuestro
lenguaje corporal y verbal muestre esa felicidad, que seamos espléndidos en
nuestras palabras y calurosos en nuestro reconocimiento. Debemos esforzarnos
para transmitir
con fuerza y entusiasmo lo que sentimos para salvar ese abismo que en ocasiones
son las relaciones humanas.
Involucramos en nuestras
palabras. Además de usar el momento
preciso y la actitud adecuada, es imprescindible que involucremos nuestros
sentimientos. De este modo, el regalo se transforma en algo personal, único y muy
valioso.
Si
somos capaces de felicitar en el momento oportuno, con la actitud adecuada e
involucrándonos emocionalmente en nuestras palabras, la otra persona se
sentirá importante y comprometida para seguir adelante con una actitud que
tiene, tal y como le hemos demostrado y transmitido, un efecto positivo en su
entorno.
Si
felicitamos en el momento oportuno y con la actitud adecuada, la otra persona se
sentirá importante y comprometida
ESTAR ATENTOS
"El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer
los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera
propio" (Johann W von
Goethe)
Si
quiero detectar motivos sinceros de felicitación en los demás, debo
escucharles, prestarles atención; orientarme a ellos. Si somos
capaces de incorporar a nuestra conducta el hábito de detectar todo aquello
digno de alabanza de las personas que nos rodean, trabajaremos sobre tres
pilares fundamentales del crecimiento personal:
La empatía: interesarse por los demás nos
permite salir de los círculos de nuestras preocupaciones y pensamientos para
enriquecernos con las preocupaciones y pensamientos de los demás.
La humildad: al reconocer los méritos
ajenos aceptamos nuestros propios límites, y ese es el primer paso para poder
superarlos.
La superación: cada caso que reconocemos como
digno de elogio es una posibilidad de superarnos. Una oportunidad de emular y
aprender de la otra persona. Hay tantos maestros de los que poder aprender como
acciones que reconozcamos dignas de felicitación.
NO PARECER UN EGOCÉNTRICO
"Dar con los ojos cerrados. Recibir con los ojos
abiertos"
(José
Narosky)
Tan
importante es saber felicitar como saber recibir felicitaciones, halagos o
cumplidos. Fijémonos en Liz Strauss. A Liz la siguen millones de internautas en
su Successful Blog, lo que la ha llevado a recibir miles y miles de
felicitaciones. Aun así, no está acostumbrada y se pregunta cómo recibir una
felicitación sin parecer una idiota egocéntrica. Buena pregunta, y fenomenal
título de un post en el que la autora nos revela cómo comportarse ante las
felicitaciones, los elogios y los cumplidos:
No contestar
hablando de uno mismo. Por ejemplo, si recibimos una felicitación en el
trabajo, debemos evitar hablar del esfuerzo y la dedicación que nos ha costado
alcanzar el objetivo. Es mejor evitar frases del tipo: "Estuve despierto
hasta las tres de la madruga da cada
noche de esta semana. A pesar de que
tuve a toda la familia con gripe, yo he seguido
trabajando hasta conseguir terminar...".
Tener en cuenta que se trata de un punto de
vista. Por
magníficas que sean las palabras
de felicitación, no podemos perder la perspectiva. Se trata de una opinión, y como
tal es respetable petable y discutible. Agradecer
con una sonrisa abierta y si nos quedamos
mudos, recurrir a fórmulas infalibles, que no por ser fórmulas dejan de ser
sinceras: "Agradezco de corazón estas palabras, significan
mucho para mí".
Evitar la modestia. Peligrosa y de doble filo, la modestia
suele conseguir justo lo contrario que se propone. Si estamos recibiendo un caluroso
comentario acerca de un trabajo que hemos realizado y se nos ocurre soltar "no es nada, de verdad. Tampoco ha sido tan
dificil...", acabaremos pareciendo, tal y como indica el
título del post de Liz Strauss, unos idiotas egocéntricos.
EMPEZAR POR NOSOTROS MISMOS
"Nadie puede tener una opinión buena de
una persona que tiene una opinión mala de sí mismo". (Anthony
Trollope)
Si ahora le pido que piense
en algún defecto que reconozca en sí mismo, seguro que le viene a la cabeza
más de tres. Que si soy testarudo, impaciente, nervioso, glotón... Sin embargo,
si le pregunto por sus virtudes, lo normal es que la respuesta, si la hay,
vaya detrás de un largo e incómodo silencio. Nos cuesta mucho reconocer nuestros
propios méritos. Pero si queremos dominar el
arte de la felicitación y usarla como la poderosa herramienta de motivación y
crecimiento que es, debemos empezar por nosotros mismos. Cada día
hacemos cosas dignas de elogio. Puede que sea haber sabido escuchar a un amigo
en apuros, puede que haber hecho un gran descubrimiento científico. Da igual.
Una y otra son dignas de felicitación y, por tanto, debemos automotivarnos para seguir
haciéndolo bien y, por qué no, incluso mejor. Superando nuestros limites.
Desde Deepak Chopra hasta Osho, pasando por Eckart
Tolle, son muchos los gurús, coachers y psicólogos que nos hablan de los beneficios de la
meditación. Aquí quiero proponerle la antesala de la espiritualidad, es decir,
empezar por llevamos bien con nosotros mismos, reconocer nuestros propios
méritos y prepararnos de este modo para reconocer los valores de los demás de
una forma sincera, alegre y vital. ¿Cómo? Es muy sencillo.
1. Antes de ir a dormir
póngase cómodo. Puede que estirado en la cama o sentado relajadamente en
el sofá.
2. Respire conscientemente durante un par de minutos, dejando que la fatiga
acumulada de todo el día se vaya diluyendo en el momento.
3. Visualice su día. Repáselo mentalmente como si de una película a
cámara rápida se tratara.
4. Detecte aquellas cosas
que ha hecho bien. Insisto en que no hace falta que sean logros dignos del
Premio Nobel, que también valen. Pero incluso en ese caso, seguro que ha hecho
bien otro tipo de cosas, como acordarse del cumpleaños de un amigo, no
contribuir a criticar a un compañero del trabajo, tener tiempo para sí mismo y
conseguir ir a comprar ese libro que le gusta.
5.
Persista en su actitud proponiéndose seguir haciendo bien las cosas que
ya hace bien.
LAS COSAS COSAS BUENAS DE LA VIDA
LIBROS
- Como ganar amigos e
influir en las personas; de Dale Carnegie (Elipse).
Los efectos casi mágicos que tiene el reconocimiento sincero.
-'Zen en el arte del tiro
con arco; de Eugen Herrigel (Gala).
Para aprender que lo importante no es el maestro, sino la capacidad y las ganas
de aprender del alumno.
-'Se vende mamá; de Care Santos (Ediciones SM). Para darse
cuenta de que en ocasiones pasamos por alto todas las cosas buenas que nos
rodean.
PELÍCULAS
-'Trabajo basura; de Mike Judge,
es una divertida y exagerada historia que todos los jefes que solo regañan y
nunca felicitan deberían ver.
-'School of rock' (Escuela
de rock), de Richard Linklater, nos
enseña que cualquiera tiene grandes cosas que enseñar.
-'Los increíbles; de Brad Bird. Los superhéroes salvan el
planeta día sí, día también; sin embargo, los humanos no les felicitan por
ello. Es más, en este mundo recreado por Pixar, los superhéroes están apartados
y olvidados de la sociedad.
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