Ben Rattray, activista
digital, uno de los 100 hombres más influyentes del mundo
Influencia
La
revista Time del mayo pasado señaló a Ben Rattray como una de las cien personas
más influyentes del mundo. Tiene sentido: ha
construido una plataforma digital que permite a cualquier persona, desde
cualquier parte del planeta, alzar la voz contra una injusticia y sumar apoyos
para combatirla. ¡Ninguna generación en toda la historia tuvo antes tamaña
capacidad de cambiar cosas! Así lo demuestran algunos casos planteados desde
change.org. La conciencia se globaliza y el activismo también. ¿Hay
intersección con la política? "La gente
mejorará su entorno más inmediato: problemas a gran escala se solventarán a
pequeña escala con apoyos globales", argumenta Rattray.
Cuál era su vocación?
Ser
banquero. Banca de inversión.
¿Por qué?
Medía el
éxito por la cantidad de dinero que acumulas. ¡Hay varios banqueros en mi
familia!
¿Sigue creyéndolo?
No.
Es más
gratificante ayudar a las personas a defender sus derechos y su dignidad.
¿Y cómo ayuda?
He
fundado una plataforma digital de activismo democrático, change.org.
¿Para qué tipo de
activismo?
Eres
débil si estás solo: si te juntas con otros, ¡eres fuerte! Mediante la
plataforma, puedes adherirte a una causa. Y cualquiera puede pedir apoyos para
combatir alguna injusticia, modificar alguna ley...
Las modifican los
parlamentos...
Pero
los políticos reaccionan ante estados de opinión y peticiones populares. ¡Una suma de
firmas elimina muchos obstáculos!
¿Cómo se convirtió al
activismo?
Estudiaba
en la Universidad de Stanford y mi hermano menor me confió que padecía rechazos
y maltratos tras confesar su homosexualidad. ¡Me sublevé ante la homofobia!
Normal.
Yo hasta
ese momento sólo pensaba en mis objetivos personales... ¡Ahí cambié! Sentí la
imperiosa necesidad de apoyarle y combatir una situación intolerable. ¡Y ya no
paré!
¿A quién apoyó después?
Fundé
la plataforma Change.org con mi amigo Mark Dimas, pues entendí que la unión
hace la fuerza para ayudar a cambiar cosas.
Póngame un ejemplo...
Por
el método de gestación subrogada, una pareja de homosexuales españoles tuvieron
una hija en Estados Unidos. Antes de traérsela, fueron a inscribirla en el
Registro Consular... ¡y se lo denegaron!
¿Por qué?
Más
homofobia. ¡Las parejas heterosexuales no tenían impedimento alguno! Esa
pareja, en pocos días, reunió 600 firmas.
No es mucho.
Pero
bastó para que el ministro de Justicia español diese orden de que se admitiese
el registro.
Cuénteme otro éxito.
¿Sabe
lo que puede pasarles a muchas mujeres lesbianas en Sudáfrica?
No.
Allí
está extendida una espantosa práctica llamada violación correctiva...
¿En serio?
Y
suele terminar en asesinato. Ndumie Funda, un mujer lesbiana sudafricana, pidió
en marzo del 2011 al Gobierno que combatiera frontalmente esa lacra.
¿Usó esa mujer su
plataforma?
Sí,
y así 171.000 personas de 175 países se unieron a la petición, y así la prensa
internacional recogió el caso. Por eso el Parlamento sudafricano ha ordenado
una comisión de investigación sobre las violaciones correctivas ¡por primera
vez en la historia!
¿A cuántas peticiones
han dado curso?
Hemos
cursado ya unas 100.000 peticiones. Recibimos unas 15.000 peticiones al mes.
¿Cuánta gente presta su
firma?
Dos
millones de personas nuevas firman cada mes para respaldar alguna petición.
¿Cuál es el
procedimiento?
Ingresas
en la plataforma, planteas tu petición, señalas a quien crees que tiene
competencias para solventarla, y argumentas por qué merece la pena respaldarla.
¿Y cómo hago para
respaldarla?
Entras
y aportas tu firma.
¿Y qué ganan usted y su
plataforma?
Este
activismo informático se financia mediante patrocinadores locales. Nuestra
estructura es exigua: sólo 150 empleados en todo el mundo.
Cuénteme otra petición.
Me
gusta la de Molly Katchpole contra el Bank of America, durante el pasado otoño.
¿Qué pasó?
Molly
tiene 22 años y dos trabajos como niñera. Le pareció injusto que el Bank of
America impusiera una comisión de cinco dólares mensuales a sus tarjetas de
débito.
Y con razón.
Unas
300.000 personas pensaron como usted: apoyaron la petición de Molly al Bank of
America de que retirase esa comisión.
¿Y el banco la ha
retirado?
¡Sí,
al mes siguiente! Y ha servido de ejemplo para que se cursen otras peticiones
contra otros bancos con comisiones similares.
¡Bravo!
Me
gusta también la petición de mujeres de Arabia Saudí para que las dejen
conducir. El caso ha provocado la primera crítica pública de la Administración
estadounidense contra el Gobierno de Arabia Saudí.
A usted ¿qué tipo de
peticiones le motivan más?
Las
que quieren reforzar una educación de calidad, como la de una madre madrileña
contra los precios de los libros de texto.
¿Ha recibido coacciones
o amenazas?
El
Gobierno de China boicoteó allí la plataforma. Pero nos las hemos ingeniado
para blindar nuestro sistema informático...
La revista Time le
sitúa entre las 100 personas más influyentes del mundo...
¡Mi
madre ha sido feliz, ja, ja!
¿Y usted?
Reconoce el poder de la gente contra la injusticia:
nunca tuvimos antes tanto poder.
¿Cuál es su sueño?
¡Que la
sociedad civil sea consciente de su poder! Cien millones de usuarios sería una
palanca invencible.
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