Una vez más una entrada de uno de los blogs más interesantes que sigo. Contigomismo.
Ayer una amiga mía me decía que, de mayor, quería ser
como yo y tener mi fortaleza. Curioso viniendo de alguien que es algo mayor que
yo y paradójico porque no soy menos vulnerable que ella, una buena madre que
está luchando día a día para ser ella misma y dar amor a sus hijos! Y pienso
ahora que mi
presunta fortaleza no es más que aceptar sin resignación mi debilidad
y, por otra parte, confiar en la vida, aceptando lo que ésta me
trae, día a día, aprovechándolo para dirigirme hacia mis sueños y cambiar mi a
veces cruda realidad. Sí que es verdad que, para ello, tengo el don de
encontrarle el sentido a lo que vivo, me guste o no. Pero, a la vez, tengo
momentos de debilidad como todos, reconozco mis imperfecciones como ser humano
y a veces me rebelo contra lo que me rodea y querría cambiar. Tal vez esa es
toda mi fortaleza!
El día que te das cuenta de que eres imperfecto -o sea
con derecho a equivocarte, para aprender- y tienes momentos de debilidad, luego
eres más vulnerable de lo que te gustaría admitir, es cuando empiezas a
sentirte fuerte para vivir y, día a día, construir tu propia felicidad y vivir
solo lo que mereces… y no solo lo que alguien -o tu mismo, con miedo- decide
por ti. Ser
fuerte no es dejar de sufrir, sino encontrarle el sentido al sufrimiento y
saber a ciencia cierta que eso también pasará, como todo en nuestra vida!
Ser fuerte es mirar el sufrimiento de cara y no dejarlo enterrado en el
corazón, lo que impedirá que ame como amo. Ser fuerte es entender que, junto a
la luz está también la sombra y que la vida está hecha de felicidad e
infelicidad a partes iguales…
¿Es esa toda mi fortaleza? Sí, lo es
y es algo que no llega espontáneamente, sino que debes tener la voluntad de
llegar a ella y vivirla! Tal vez ese es todo mi mérito, si es que hay alguno! Para llegar a
vivir así, antes tuve que decidir firmemente no volver a renunciar a todo lo
que soy, siento y pienso, para vivirlo así, desde el corazón, tal
como sale y sin miedo al que dirán! El día que te empeñas en eliminar la
mentira y el autoengaño que vives, surge la verdad de tu corazón! Y,
seguramente, vivir la verdad es la premisa necesaria de la felicidad! Y cuando,
día a día, eres capaz de vivir y compartir la verdad, te das cuenta de que todo
lo que deseabas en la vida estuvo y está en tu corazón, desde siempre!.
Cuando aprendes a vivir desde el corazón, te arrepientes
de no haberlo hecho muchos años antes, cuando estabas sumido en las tinieblas
de la ignorancia al albur de lo que llegaba a tu vida y solo te hacía sufrir! Y
también adquieres esa humildad necesaria para perdonarte por todo lo que ocupó
tu vida durante demasiado tiempo, admitiendo que debías necesariamente pasar por la
oscuridad para llegar a la luz, que a ratos nos ilumina! Y aprendes
a amarte por lo que has pasado, por lo que eres y por lo que deseas
regalar a los demás, por amor! Y es solo
entonces cuando aprendes a amar de verdad y puedes compartir tu amor! Y
descubres que, lo que te hacía creer libre, el amor vivido hasta este momento y
lo que buscabas solo por fuera, no eran de verdad, sino unas meras ilusiones! Y
te das cuenta de que todo eso que ahora nace en tu corazón ya es sin duda todo
lo que eres y sientes y todo lo que genera es verdadero y atemporal, no depende
de las circunstancias solo externas, no hay más! Y, si además, tienes el valor
de vivirlo cada día y compartirlo…
Quizás es esa la fortaleza que todos buscamos, atrevernos
a ser tal cual somos y amar, compartiéndolo sin miedo! Aunque
ser valiente no significa no tener miedo, sino tener el valor de mirar de cara
el miedo y evitar que él comande nuestra vida, como antes siempre hizo,
privándonos de la paz y el amor, de verdad! Y entonces nuestra manera de vivir
la vida cambia radicalmente, aún estando en nuestra vida cotidiana de siempre!
Solo ha cambiado la manera de vivirla, nada más. Porque, cuando la vives desde
dentro, desde el corazón, eso te hace firme y, a la vez, tolerante, a la vista
de los demás. Pero esa firmeza no es constante ni contagiosa, solo hay que
saber encontrarla en el día a día, simplemente teniendo el ya firme propósito
-está en juego la felicidad- de no renunciar nunca más a lo que eres y sientes
en el interior… y dejándolo fluir, con las oportunidades que nos brinda la
vida, cada día!
Y ahora veo que todo lo que fueron mis debilidades
crónicas, hoy empiezan a ser los argumentos que sustentan mi actual fortaleza.
Lo que antes fue solo miedo, cada día más es amor. Lo que antes me hacía sufrir (la soledad,
el abandono, etc.), hoy es la palanca de mi felicidad! La necesidad
de amar de antes, hoy es mi libertad de amar sin miedo y dar todo lo que soy,
con firmeza, libertad y sin esperar nada a cambio. Y eso, es cierto, me hace
capaz de valorar y encontrar su propio sentido al silencio, la soledad, la
libertad, la ausencia consentida… viéndolas como otras formas posibles de
amarme y de amar, de verdad! Como también es cierto que mi sonrisa casi perenne de
ahora está fabricada de momentos pasados de pena, impotencia y de dolor por
todo aquello que merezco… y parece que no acaba de llegar a mi vida!
Y de todo aquello que hace sufrir aún a ratos a mi corazón, aprendo día a día
más a integrarlo en mí, dominando el miedo y convirtiéndolo en amor y sabiendo
esperar el momento adecuado, evitando culpabilizar a los demás o a la vida! Y
ese amor es lo que me hace fuerte y me obliga a mejorar mi realidad, cueste lo
que cueste y día a día! Y me doy cuenta de que amar es confiar y confiar tiene
algo que ver con soñar y hacer de ese sueño una realidad! Porque soñar es importante, pero lo es más
ser firme para al fin convertir ese sueño -siempre posible- en realidad
cotidiana, simple y espontánea.
Tener fortaleza no es no tener miedo, sino conseguirlo
dominar! Y yo tengo tanto miedo, como los demás! Tal vez por eso, veo el miedo
en los ojos y en los gestos de la gente que lo padece y le priva de su
felicidad! Por eso entiendo maneras de actuar basadas en él, porque yo lo he
sentido igual en mi historia y aún lo siento a ratos… y sé bien que debo mirarlo de cara, para
paliar su efecto cuando se siente y me bloquea, alejándome de la felicidad, que
siempre había soñado para mi vida! Y reconozco -en mí y en los
demás- los sueños que ansían hacerse realidad en una simple mirada o en un
gesto mudo…. No soy un visionario más, sino que soy alguien a quien el miedo
paralizó durante demasiados años… y día a día logra deshacerse de él. Pues
detrás está el amor verdadero… resguardado tras el miedo a sufrir! Quien más
miedo tiene es porque es consciente del gran valor que tiene el amor que
esconde en su corazón… y quien más tiene para ofrecer y compartir! Solo debe -como
yo aprendí a hacer- dejar salir el temor… para luego dejar que fluya el amor!
Y eso, día a día, es lo que estoy consiguiendo: Mirar el
miedo de cara cuando me asalta, para luego -tras él- encontrarme con el amor
que sale de mi corazón! ¿No será el amor el mejor -y único- antídoto contra el
miedo que sentimos de vez en cuando en nuestra vida? ¿No será haber
conseguido amar sin miedo mi presunta fortaleza y mi único mérito en mi vida
actual? ¿No es, al fin y al cabo, lo más importante aprender a amar por amar
-sin necesitarlo, sin miedo, sin compadecerte-… admitiendo que, aunque tal vez
tardase en llegar el amor, con él me di cuenta de que todo lo que había soñado
estaba ya en mi corazón, dispuesto a que lo utilizara para ser feliz, compartiéndolo, sin miramientos y sin más
dilaciones? ¿No
será esto vivir con fortaleza y ya en una vida plena?
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