Autor:
Richard Feynman
Tendemos
a camuflar la realidad. Es decir, no queremos ver la verdad de cuanto acontece
y, sobre todo, si esta es resulta amarga. Pues si no quieres admitir que muchas
veces tú tienes la culpa, peor para ti: te engañas a tí mismo.
En
estos días hay un montón de gente infeliz dando vueltas por el mundo. Parece
que se acumulan y acumulan las razones para que la gente se sienta más infeliz
que nunca. Pero, ¿quién es el responsable de esta plaga de infelicidad planetaria?
Nada
es tan difícil como no autoengañarse. A menudo, los excesos en nuestro propio
comportamiento derivan en que culpabilicemos de nuestros desastres al sol, a la
luna y a las estrellas: como si fuéramos villanos por necesidad, tontos por
imposición celestial o fracasados por un golpe ineludible del destino.
Los hombres
sufren sus más grandes engaños a partir de sus propias opiniones y es
desesperadamente difícil ser honesto con uno mismo. Resulta mucho más fácil, de
hecho, ser honrado con el resto del mundo. Ya lo decía Dostoevsky: “Mentirnos a nosotros mismos está más profundamente
arraigado que mentir a los demás".
Nunca
es igual saber la verdad por ti mismo que tener que escucharla en boca de
otros. Por uno mismo se ignora, se tuerce, se inventa o se disimula, por los
demás es diáfana la responsabilidad que sobre lo que hacemos o dejamos de hacer
se nos imputa.
Por
ejemplo, el mundo está lleno de personas que creen que su talento se ha visto
frustrado por una cruel fatalidad, y están convencidos de que podrían haber sido
buenos escritores, pintores o músicos, si su vida solo se hubiera ordenado de
forma diferente. Pero aunque todavía tienen tiempo, carecen de la resolución
para hacer la reordenación necesaria de sus vidas en aras de conseguirlo.
Estas personas no son mentirosos, pero están probablemente engañándose a sí
mismos. Tienen el talento, pero éste no está respaldado por la suficiente
determinación.
El
hombre, en definitiva, prefiere creer lo que prefiere que sea verdad. Y así,
corremos sin cuidado hacia el precipicio después de haber puesto algo sólido
delante de nosotros... para evitar verlo llegar.
“Una de las desventajas de tener un poco de inteligencia, es que
uno puede inventar mitos de su propia imaginación, y llegar a creer en ellos.
Los animales salvajes, que carecen de imaginación, casi nunca hacen cosas
desastrosamente estúpidas amparados en falsas percepciones del mundo que los
rodea.” ET
Jaynes.
Fuera
del autoengaño, está la verdad. Áspera, difícil de tragar, dolorosa en algún
caso, pero la verdad. Solo con ella podrás construir. La mentira es maleable,
inestable y perecedera. Con ella no podrás erigir nada.
“Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te
engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te
culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.” (Paulo Coelho)
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