Los especialistas
consideran que el viernes por la tarde es el mejor día para dar noticias negativas,
ya que el impacto es menor.
Por cada ración de malas noticias, deberíamos
alimentar nuestra mente con material positivo y motivador
En el actual estadio de la crisis, muchas
personas se preguntan por qué Mariano Rajoy elige también los viernes para dar
malas noticias por televisión. Los especialistas en medios de comunicación
consideran que el viernes por la tarde es el mejor momento para dar noticias
negativas, ya que el impacto en la opinión publica es menor que en el resto de
días laborables. Una de las razones que se esgrimen es que el sábado hay un bajo
consumo de periódicos y, por tanto, el recorte de turno quedará diluido entre
las noticias deportivas que protagonizan los periódicos de fin de semana.
Esta práctica no es exclusiva de los Gobiernos
que aprietan el cinturón a los ciudadanos. También muchos despidos en las
grandes empresas se comunican en viernes por la tarde.
Podría pensarse que la razón es permitir al
empleado reponerse del disgusto durante el fin de semana. Sin embargo, el
motivo suele ser otro muy distinto. Un despido anunciado en viernes por la tarde, cuando los
empleados ya se van a casa, provoca una alarma mucho menor que hacerlo un
lunes por la mañana, con lo cual la noticia se convertiría en la comidilla de
toda la semana.
BOMBAS DE NEGATIVIDAD
"Es
un hecho que las malas noticias venden más periódicos que las buenas" (Peter
McWillianis)
En un informe sobre el tema firmado en 1993
por Bor, Millar, Goldman y Scher se
definieron las malas noticias como aquellas "situaciones en las que existe una sensación de
falta de esperanza, una amenaza al bienestar mental y físico, un riesgo de
alteración del estilo de vida, o cuando un mensaje transmite una disminución
de las opciones sobre la vida".
Esto es lo que sucede cada vez que nos
muestran las cifras desesperantes de desempleo, la caída de las Bolsas o una
prima de riesgo astronómica, lo cual se suma a noticias de guerras recientes o
incipientes, atentados, las amenazas del cambio climático y tantas otras bombas
de negatividad.
Aunque la persona expuesta a estas noticias
se halle en buena situación económica y viva en un país alejado de los
conflictos, el torrente negativo le afectará sin duda. Esta clase de estímulos transmiten
incertidumbre sobre el futuro inmediato y dan una visión catastrófica sobre el
ser humano y el mundo en el que vive.
Prueba de ello es el estudio que, hace una
década, llevó a cabo un equipo de investigación de la Universidad de
California en la población de Irvine. Analizaron la salud psíquica de 1.322 ciudadanos
antes y después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, así como los
efectos psicológicos del inicio de la guerra de Irak en 2003.
El 12% de las personas que participaron en el
estudio mostraban un agudo estrés postraumático a causa de los atentados del
11 de septiembre, y e17% presentaban una situación psicológica similar a causa de la guerra de Irak.
Estos resultados llamaron la atención de los investigadores, sobre todo porque
los sujetos estudiados no tenían relación ninguna con ambos sucesos.
A partir de estos datos se llegó a la conclusión de que las personas
que se exponen varias horas al día a imágenes y escenas violentas, sea a través
de las noticias o de películas, son más susceptibles de padecer trastornos
depresivos o relacionados con la ansiedad. Se trata de efectos
secundarios indeseables de los que se debería advertir a los espectadores, del
mismo modo que en los paquetes de tabaco se alerta sobre los peligros para la
salud del hábito de fumar.
PÁNICO A PERDER EL TRABAJO
"Si
quieres conquistar el miedo, sal y mantente ocupado". (Dale Carnegie)
En un artículo del doctor Ricardo
Fernández divulgado por la Cámara de Zaragoza, este autor hace referencia al
estado de amenaza constante al que está sometida la población debido a los periódicos
e informativos. Ahora mismo, los temidos ERE, los despidos o los cierres de
empresas ocupan en nuestro país el primer lugar entre los disparadores de la
angustia:
En palabras del propio Fernández: "distintas investigaciones en Europa y Estados Unidos
muestran que las regulaciones de empleo y los despidos colectivos tienen
consecuencias para la salud tanto de las personas que pierden su empleo como de
las que lo conservan". Para este ensayista, los que no sufren en propia carne la pérdida de
empleo sí padecerán las secuelas psicológicas de las "malas
noticias" en su entorno inmediato.
Estas son las principales causas del estrés de
un trabajador en tiempos de crisis:
INCERTIDUMBRE. El hecho de que el entorno
laboral se deteriore rápidamente y su evolución sea imprevisible coloca al
trabajador en un escenario mental de provisionalidad que lo hace muy
vulnerable.
PESIMISMO. La comunicación de amenazas
por parte de las empresas -frases como "la extra de esta Navidad está en
peligro"- afectan de forma directa al estado de ánimo de los trabajadores
y, por tanto, a su rendimiento.
DESMOTIVACIÓN. Todo aluvión de malas
noticias debería verse compensado por mensajes positivos por parte de las
instituciones y de las mismas empresas. Si solo informamos de lo que va mal y obviamos los buenos
logros que tienen lugar cada día, el resultado será un ambiente de apatía y
negatividad.
TERAPIA CONTRA LA NEGRURA
"Siempre
empiezo los periódicos por las páginas de deportes, que recogen los logros
humanos. La portada suele contener solo nuestros fracasos" (Earl Warren)
Vistas las consecuencias de las noticias negativas
para el estado de ánimo, vamos a proponer un programa para blindarnos de esa
plaga mental sin por ello vivir en la desinformación:
Primar las
secciones que nos producen bienestar. Si tenemos el estado de ánimo bajo, podemos elegir aquellas
secciones del diario o del noticiero sin contenidos catastrofistas, como
cultura, ciencia o deportes.
Evitar la
exposición a la violencia. Se ha demostrado que las imágenes de masacres, guerras y atentados
-también si son de ficción- afectan directamente a la salud de nuestros
nervios.
Compensar la
negatividad con contenidos de signo opuesto. Por cada ración de malas noticias deberíamos alimentar
nuestra mente con material positivo a través de artículos, vídeos de conferencias
o libros motivadores.
Elegir cómo
nutrimos la mente. Como norma general, en la
medida en que decidamos lo que entra en nuestra conciencia tendremos mayor
control sobre nuestro estado de ánimo y evitaremos los bajones por los
estimulos negativos.
EL PODER DE LA FICCIÓN
"Cada
poema o novela terminan con una puerta abierta" (Michael Ondaatje)
¿Quién no se ha sentido alguna vez superado
por la realidad? Suceden tantas cosas terribles a nuestro alrededor, que a
menudo nos sentimos abrumados, sin fuerzas para enfrentarnos a la complejidad
de los problemas que nos rodean.
Contra ese sentimiento, la humanidad ha
disfrutado desde los inicios de la cultura de un remedio infalible para evadirse
de cualquier panorama desolador y nutrirse de energía inspiradora: la ficción.
Homero alentaba a los suyos de viva voz con las heroicas aventuras de Ulises.
Los cuentacuentos chinos han llenado los salones de té desde hace milenios con
historias que hacían reír, temblar o reflexionar. Contra la tiranía de lo
prosaico y lo negativo, elegir una buena novela, alquilar una película con
capacidad de entusiasmarnos o escuchar un disco son remedios siempre eficaces
que despiertan nuestras mejores emociones y son antídotos seguros contra el
fatalismo y la ansiedad.
La buena noticia de la mala noticia
Los expertos en comunicación interpersonal insisten
en que cada mala noticia que se transmite debería ir acompañada de
una buena que sirva de apoyo al
receptor para digerirla. Un ejemplo práctico sería una persona que
cuenta a su pareja que se ve obligada a cerrar su negocio. La mala noticia sería
esa, pero la buena es todas las compensaciones positivas que puede comportar;
más tiempo libre, la oportunidad para repensar
su profesión y quizás nuevas iniciativas. De
esta manera damos un mensaje de dos caras, en lugar de comunicar una tragedia
paralizante.
PARA CONTRARRESTAR
UN LIBRO
El mago; de John Fowies (Anagrama).
Esta novela iniciática del autor de La mujer del tenientes francés
tiene como protagonista a un joven
profesor en crisis que encontrará en una isla griega, a través de un oscuro
personaje, todas las revelaciones que un ser humano necesita conocer para
descubrirse a sí mismo y empezar (o no) desde cero tras cualquier catástrofe.
UN
DISCO
Gran sorpresa de esta temporada, el retorno tras 41 años de este mito de
la música británica es un canto a la esperanza y a la humanidad. Todo un
bálsamo para tiempos revueltos, con una inolvidable versión de Jesus, etcétera, de Wilco.
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